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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Francesco Ungaro
Fernando Fonseca Peaña

Fernando Fonseca Peaña

Facultad de Filosofía y Letras

Soy de Morelos y tengo 20 años. Estudio la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. He colaborado en el Blog Librópolis de Universo de Letras. Me gusta pasar tiempo con mis amigos, juguetear con mis perros, ir a museos de arte, escuchar música, leer y, de vez en cuando, escribir. .

La salud mental es la onda

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

La salud mental está de moda porque es notorio que, en la actualidad, y sobre todo en la gente joven, hay un mayor diálogo acerca de esta problemática.

Fernando Fonseca Peaña

Fernando Fonseca Peaña

Facultad de Filosofía y Letras

A todas las personas que me han ayudado en mi proceso.

Era un día nublado, recuerdo. La profesora anotaba algo en el pizarrón a la par que yo hacía notas en mi cuaderno cuando, de repente, la luz de la ventana me pareció la de un reflector molesto, mis manos comenzaron a sudar, la frescura matutina se convirtió en un frío invernal, el salón me parecía cada vez más pequeño, la taquicardia golpeaba mi pecho, y mi garganta era estrangulada por una combinación de náusea y asfixia. Invadido por el miedo, abandoné la clase. Me sentí como si hubiera sido asaltado por un ladrón: todo ocurrió de imprevisto, me sentía impotente, como si nadie me entendiera ni pudiera ayudarme, sentí culpa, vergüenza y, por supuesto, me preguntaba “¿por qué me está pasando esto a mí?”.

Recuerdos cómo estos pensamientos atormentaban mi cabeza mientras esperaba mi turno en el consultorio psiquiátrico. Nunca pensé que algún día tendría que acudir allí. Creo que nadie lo hace. Anteriormente, cuando escuchaba la palabra “psiquiatra” se me venían a la mente las imágenes de cuartos acolchonados, personas hablando solas, asesinos seriales con miradas perturbadoras siendo sujetados por guardias de seguridad y camisas de fuerzas o, por si fuera poco, me acordaba de las peores escenas de películas de terror. Actualmente, cada vez que vuelvo a escuchar esa palabra, me acuerdo de mí huyendo de personas y lugares cada vez que la ansiedad me acorralaba.

Anteriormente, cuando todavía no era uno de los muchos pacientes con un trastorno mental, creía entender la problemática que hay en torno a la incomprensión acerca de la importancia del cuidado de la salud mental. Sé que suena obvio el pensar que tuve una mayor comprensión a raíz de que me tocó experimentar este trastorno; sin embargo, ahora me doy cuenta que, independientemente de mi experiencia, la salud mental sigue siendo un gran tabú social. Pienso que, incluso, se llega al grado de ejercer violencia. Por ejemplo, frecuentemente usamos la palabra “loco” en nuestro lenguaje cotidiano y, de hecho, en algún momento la hemos utilizado como insulto –me incluyo–. Si los trastornos mentales suelen ser complejos, ¿por qué, socialmente, tenemos que hacerlo aún más difícil?

Lo anterior es un tema complicado porque hay muchos factores que convergen en ello. Así como mi generación tiene una mayor conciencia sobre el tema y está convencida de la efectividad de la terapia psicológica, generalmente la generación de nuestros padres y abuelos está igualmente convencida de que todo es un invento, una exageración o algo que simplemente está de moda porque las generaciones de ahora son más débiles (claro, existen excepciones, pues no todas las personas piensan igual).

¿Somos más débiles? ¿Nuestros tiempos son más difíciles? ¿Los trastornos mentales son una moda? Pienso que la benevolencia o complejidad de los tiempos es algo relativo, pues depende también de la cultura y nivel social de las personas; sin embargo, los trastornos mentales pueden sí estar de “moda”. No obstante, no me refiero a que sea una moda similar a la de usar cierto tipo de ropa, escuchar cierto tipo de música o hacer un reto viral en TikTok. La salud mental está de moda porque es notorio que, en la actualidad, y sobre todo en la gente joven, hay un mayor diálogo acerca de esta problemática. Asimismo, junto con el desarrollo y la consolidación de disciplinas como la psicología, la psiquiatría y las neurociencias, resulta congruente que, profesionalmente, ya se considere como real, serio y preocupante un diagnóstico de trastorno mental. Lo anterior, quizá, no era muy común hace algunos años; tan solo pensemos en las generaciones de nuestros mayores. En ese sentido, los problemas de salud mental son una moda porque ahora los podemos identificar como tal. Sin embargo, no es que en el pasado este tipo de problemas no hayan existido, sino que anteriormente no se le daba el reconocimiento adecuado.

Así, pues, sembrando culpa, vergüenza, desinformación o invalidando los procesos, las diferencias generacionales afectan, en muchas ocasiones, la identificación, la aceptación y el tratamiento de este tipo de trastornos que, como es evidente, son igual de reales e importantes que los padecimientos físicos. Por su parte, reconocer la importancia de la salud mental es sólo el primer paso, pues, en consecuencia, entran a la discusión temas como los derechos y demandas de los profesionales de la salud mental, las políticas públicas en torno a la problemática, los servicios públicos de salud y la educación socio-emocional que recibimos en nuestra casa y escuela.

Cuántas veces no hemos escuchado frases como “¿En serio vas a pagarle a alguien para que te aconseje?”, “¿Estás triste? Mejor ponte las pilas y échale ganas”, “Yo tengo problemas más graves que los tuyos y no me pongo así” o “Yo también pasé por lo mismo y nunca fui al psicólogo, y veme, no me morí”. Con este tipo de expresiones solo alimentamos el tabú de la salud mental y, quien las externa, sólo deja en evidencia, además de incomprensión e ignorancia en el tema, frustración por nunca haber recibido atención (o haber recibido un tratamiento de baja calidad) a su salud mental de manera profesional. A su vez, este punto involucra factores complejos, como el contexto socioeconómico del paciente. Y, tan sólo para reflexionar acerca de la problemática que afecta, por lo menos, a nuestro país, pensemos en el sistema de salud pública. Sé que hay excepciones, pues tenemos excelentes profesionales laborando en prestigiosos hospitales públicos; empero, generalmente nuestro sistema de salud pública es criticado por su incapacidad de alcance a la totalidad del territorio nacional, desabasto de medicamentos, infraestructura en mal estado, corrupción, problemáticas burocráticas, sobredemanda, etc.

De tal modo, es coherente pensar que, para muchas personas, el acceso a una salud mental de calidad es un privilegio. He aquí otra perspectiva de la problemática social en torno al tema. Si universalmente todas las personas tenemos derecho a la salud, ¿por qué la salud mental a veces sigue siendo restringida incluso más que otras áreas de la salud? En consecuencia, pues, la salud mental es un derecho que, además de ser un tema lleno de prejuicios sociales, lamentablemente también resulta un privilegio para muchos.

Aunque este rezago social deja en evidencia el mucho trabajo que hay por hacer, gracias a que la salud mental está de “moda”, tenemos un buen pretexto para comenzar a tomar cartas en el asunto. Una de las principales consecuencias de la pandemia por COVID-19 fue un deterioro de la salud mental en muchas personas. Esto, una vez más, demuestra que la pandemia dejó al descubierto las muchas problemáticas y diversos rezagos que, como sociedad –pues no son problemas exclusivos de los profesionales de la salud– tenemos pendientes por resolver. Probablemente estemos atravesando por otra pandemia, esta vez no por un coronavirus, sino por problemas de salud mental; una pandemia silenciosa que, por increíble que parezca, también tiene la capacidad de cobrar vidas humanas. Así, pues, ahora que el mundo se encuentra superando la pandemia por COVID-19 y sus consecuencias, no sólo resulta conveniente, sino que se torna necesario trabajar este tema y, de esta manera, atacar un delicado problema de salud pública.

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La salud mental es la onda

2 respuestas

  1. Comparto indudablemente tu punto de vista. Es un tema de actualidad y es real que nada tiene que ver la edad de las personas para padecer algun desorden en nuestra salud mental. ¡Saludos Fer!

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