Facultad de Filosofía y Letras
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El concepto de “cuidadanía” nos remite a la reivindicación del trabajo de cuidados, reconocido exclusivamente para las mujeres. En esta nueva noción, la responsabilidad del cuidado es colectiva, elucidó la poeta, teórica del feminismo, ensayista mexicana y artista de performance, Sayak Valencia.
La ensayista inició su ponencia, Capitalismo Gore, Cuidadanía y Transfeminismos, preguntando: “¿Qué es economía?”. Las respuestas iniciales giraron en torno a conceptos como finanzas e intercambio de bienes, sin embargo Valencia llevó la discusión más allá al cuestionar el origen lingüístico del propio término:
“La etimología de la palabra economía proviene del griego oikos (casa) y neimen (administrar); se traduce, entonces, como la administración de la casa o, en un sentido más amplio, la gestión de lo doméstico, una labor que ha sido históricamente relegada a las corporalidades feminizadas”; es por esto que la economía siempre ha sido “un asunto de mujeres”, señaló en su conferencia del pasado 28 de mayo en la Facultad de Economía de la UNAM.
“En el contexto del capitalismo, se estableció una división sexual del trabajo que asignaba roles específicos: el hombre como trabajador productivo y la mujer como encargada de la labor reproductiva”. Agregado a lo anterior, la naturalización del reproductivo, el cual comprende al trabajo doméstico, sexual y de cuidado, resultó en la invisibilización tanto de su cualidad laboral como de su derecho a la remuneración al ser disfrazado bajo el engañoso velo del amor, argumentó.
Para desarrollar los conceptos de “cuidadanía” y “transfeminismos”, Valencia presentó de manera concisa su concepto de “capitalismo gore”. Este término hace referencia al derramamiento de sangre como un precio a pagar principalmente en el llamado tercer mundo. “En el centro de esta dinámica se encuentra la fórmula capital por vida”. En este contexto se destacan los usos predatorios del cuerpo y las configuraciones de dominio a través de la muerte y el sufrimiento de los otros, sostuvo la autora.
“En el “capitalismo gore”, la mercancía se encarna mediante la violencia, convirtiendo la destrucción de los cuerpos en un medio de acumulación de capital”, y agregó que “éste no sólo es un problema económico, sino también de género”.
El concepto de “cuidadanía”, planteado por la economista feminista Amaia Pérez Orozco, representa una subversión de la idea tradicional de ciudadanía, la cual se restringe únicamente a los derechos conferidos por el Estado, desplazando así, y de manera deliberada, la discusión sobre la precarización y la falta de reconocimiento del trabajo reproductivo, excluyendo así a estos sujetos de la esfera política y privándoles de voz, explicó la filósofa.
“La “cuidadanía”, en cambio, se enfoca en la labor doméstica y la construcción de solidaridades a través de cadenas globales de cuidados. Este enfoque reconoce su punto central en la interdependencia con otras personas y comunidades. Implica la conciliación del trabajo con la vida, desviándose de la lógica económica tradicional que prioriza la acumulación de capital sobre todas las cosas.”
Los transfeminismos, por otro lado, “no se limitan simplemente a la inclusión, ni tampoco implican la exclusión de las mujeres cisgénero”. Más bien, representan una reivindicación del objetivo central de la “cuidadanía”: desafiar ese sistema impuesto que, a través del género, ejerce un control sobre las corporalidades y estructura la producción y reproducción de manera heteropatriarcal. Los transfeminismos se oponen a esta dinámica al sostener que todas las personas tienen responsabilidades en los trabajos de cuidado, promoviendo su colectivización a través de la ruptura de jerarquías y un enfoque interseccional y relacional, expresó.
A raíz de una breve entrevista, Valencia manifestó lo siguiente ante el cuestionamiento de cómo es que la universidad puede fomentar la “cuidadanía”:
“Se debe procurar la sostenibilidad de la vida tanto del cuerpo estudiantil como del docente desde la contextualización de sus particularidades y una perspectiva interdependiente. Esto implica desjerarquizar las estructuras existentes y preocuparse por el desarrollo político y emocional, no sólo curricular. Es fundamental ampliar la escucha a las propuestas de los estudiantes, aprender nuevas formas de conocimiento y atender la salud mental de todos los integrantes de la comunidad.”
Por último, la teórica feminisita respondió a la pregunta: ¿cuál puede ser el papel de la universidad en la cadena del cuidado y la oposición a la necropolítica del “capitalismo gore”?
“La universidad es muy importante para la juventud. Más allá de cursar una carrera, te enseña a socializar con otros que son distintos a ti: hay tanta diversidad de orientaciones sexuales como intergeneracional e interclase; es un contacto directo con la pluralidad del mundo. Este ambiente de encuentro y diálogo hace que seamos personas más disponibles para crear una justicia epistémica, sí, pero también social. La universidad es un refugio que da sentido a mucha gente no sólo en los estudios, sino en los procesos de socialización y de innovación que son posibles en este encuentro entre cuerpos y personas en un espacio común. Por lo tanto, es esencial continuar exigiendo que la universidad sea protegida y financiada como un lugar libre.”
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