Facultad de Filosofía y Letras
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La edición número 15 de ¡Goooya!, más que un tema, sin duda presenta una provocación a seguir pensando si hay otras maneras de hacer escuela. Considero que un planteamiento así (“¿Otra escuela es posible?”), resulta sumamente interesante y pertinente para entender y replantear nuestra universidad, que como espacio educativo dota a las y los estudiantes de un sinnúmero de referentes; uno de ellos, lo encontramos en el pensamiento de José Vasconcelos, quien fue rector de la UNAM y fundador de la Secretaría de Educación Pública, pues consideraba que nuestra Máxima Casa de Estudios debía otorgar la pauta educativa y cultural a desplegarse en el resto de la educación nacional. Si pensamos en otras posibilidades de hacer escuela, es inherente pensar en otras maneras de construir la universidad.
Dentro del abanico de licenciaturas que encontramos en la oferta académica de la universidad, hallamos la licenciatura en pedagogía, que me parece el punto de partida para pensar el tema planteado, pues es la disciplina que estudia el fenómeno educativo de manera holística. La pedagogía, representa la posibilidad de proponer y accionar por una educación distinta, alejada del escolasticismo y rigidez que parece ha permeado la universidad. Además, las y los estudiantes de pedagogía somos poseedoras de una cualidad interesante, pues nos encontramos dentro de un sistema educativo, lo que nos convierte en estudiantes y a su vez, en estudiosas del sistema en que estamos inscritas, es decir, estudiamos desde la vivencia, estudiamos desde la teoría que no olvida la experiencia, es por ello que resulta importante que las propuestas gestadas por los y las profesionales de la educación se consideren para el resto de la Universidad.
Uno de los planteles en que se desarrolla esta licenciatura en la UNAM es en la FFyL, específicamente en el Colegio de Pedagogía, en el que se han tejido proyectos que favorecen el reconocimiento de los y las estudiantes, dicha situación podría extenderse al resto de carreras, para que las relaciones docente-estudiante y docente-contenido-estudiante sean gestadas desde el nombramiento, la mirada y los cuidados de la comunidad. Para aproximarnos a ello, me parece apropiado presentar el vivo ejemplo de lo que se puede construir en el aula, o mejor dicho, “La nave de las ilusiones” como ha sido nombrada por el profesor Fernando Jiménez.
La nave de las ilusiones funge como un espacio áulico cargado de sentido para los y las estudiantes, y tiene dos aspectos fundamentales: la organización del espacio y la libertad de escritura. La manera circular en que se organiza el aula, nos remite a los círculos de cultura propuestos por el pedagogo brasileño Paulo Freire. Con esta organización, que busca anular las jerarquías de poder, el docente no puede ser mero depositario de información (educación bancaria), sino que los estudiantes, mientras son aprendices, también son maestros. Los espacios comunican y construyen puentes, una manera tan sencilla de re-organizar el aula, favorece el diálogo horizontal, la participación activa de los y las estudiantes en torno a su propia formación, y al reconocimiento de que todas y todos tenemos un nombre, un rostro, una mirada y una voz que entiende que todxs tenemos algo que vale la pena compartir con la clase.
El segundo eje de La nave de las ilusiones, es el texto libre, propuesta que se retoma del educador francés Célestin Freinet. En el aula, contábamos con una diario, un pequeño cuaderno en el que cada día, un estudiante se encargaba de escribir su percepción de la clase, de su propio aprendizaje, sentires, pensares y nuevas ideas, el diario de clase representa la esquematización mental individual, pero de manera materializada y compartida, escribir en el diario para después leerlo al resto de la clase era nuestro momento especial. A través del diario es posible reconocer la experiencia educativa de cada sujeto que integra la clase, parte importantísima para los docentes como una manera de reconocer lo que se está enseñando, y para los estudiantes un espacio de libertad y gozo. El diario es testimonio, de que allí hubo una clase, un encuentro de mentes pero también de corazones.
Aunque la propuesta de Freinet se llevó a cabo con estudiantes de educación básica, no podemos considerarla solo como una pauta educativa para las infancias, pues, La nave de las ilusiones ha demostrado una y otra vez que el texto libre es menester para que los y las estudiantes reconozcan su voz y sus ideales. La universidad tiene la tarea urgente de devolverle la voz a quienes la conforman. Por último, es importante hacer memoria de la responsabilidad que guarda consigo la universidad pública: formar a los sujetos que servirán al pueblo. Para ello, debemos pensar desde dónde nos estamos formando, para qué lo hacemos y qué tipo de sujetos necesita el país. Si el aula como el principal agente socializador nos enseña a ignorar a la otredad, ¿por qué esperaríamos que en la práctica profesional esto sea diferente?
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Una respuesta
Apreciable Colega Montserrat :
Leerte me ha llenado de gozo y esperanza. Me has hecho recordar mis clases en mi Alma Mater: La FES Aragón, Pedagogía.
Tu mirada fresca y crítica ha despertado, nuevamente, ese espíritu Freireano, que llevamos dentro los pedagogos críticos.
Te felicito. Larga Vida a la Pedagogía!
! HLVS!