Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Los doctores no me creyeron, así que decidí acudir con algún botánico. Por fortuna di con una experta en Viola x wittrockiana (Flor Pensamiento). Al revisarme, atónita pronunció:
–Es más común encontrar lirios de agua en los pulmones, que pensamientos floreciendo de los ojos.
–Yo tampoco lo puedo creer –contesté un poco fastidiada.
A continuación, se tomó el tiempo de explicar amablemente que algunas plantas liberan diminutas partículas de polen, las esporas de éstas son volátiles y muy fértiles.
“Tal parece que me atrapó una”, pensé. Y la botánica añadió lo sospechado:
–Claro que pueden llegar a plantarse sin problema alguno en el rabillo del ojo, la que se sembró en el suyo pudo haber llegado de cualquier gesto, palabra o hasta de un beso.
También mencionó que podría causar algunas molestias, tenía razón, sabía que se expandía, sentí que estaba creciendo, dolía, no me dejaba ver bien.
Me miré intrigada al espejo, mi ojo, que evidentemente ya no me pertenecía, se veía cada vez más distinto, noté entonces que la flor pensamiento se había enraizado al lagrimal, tal parece que ese lugar le apeteció.
Lloré de dolor, pero, para colmo, mi llanto la hizo crecer.
Fui a quejarme nuevamente con la botánica, le dije firme que me sacara de una vez el tallo. Dijo que no era recomendable arrancarla de raíz porque tenía una alta probabilidad de quedarme sin ojo, en cambio, lo mejor que podía hacer, era llorar una o dos veces cada quince días; según ella, pronto me acostumbraría y, ya en flor, podría transplantarla a una maceta.
–Véale el lado positivo –dijo–, verá el mundo con otros ojos.
Ha pasado un buen rato desde que este extraño acontecer tomó lugar, ahora me es común ver brotar de mi lagrimal pequeñas flores pensamiento, las cuido llorando como se me indicó, es más, podría decir completamente convencida que a falta de jardín, permitir que un pensamiento florezca del rabillo del ojo al lagrimal, no está nada mal.
Por Armando Arteaga
Cuatro pasos infalibles para lograr la misiva perfecta
Por María Esther González Paredes
De las fronteras entre el cuerpo, el otrx y el universo
Por Diana Laura Yáñez Toro
Sobre el amor a las abuelas y las amistades que duran toda la vida
3 Responses
Es grande y aún no lo sabe, desde que tenía 9 meses supe que lo suyo serían las palabras, a los 9 años ya me hacía soñar con sus letras, tendré que encerrarla en una casa soleada para que broten de sus manos sonidos que se hagan palabras,
Te amo hija mía.
Waooooo!!!
Qué alegría leer a una joven con esos pensamientos!!
Maravilloso!!!
La frescura de la palabra tambien requiere del constante riego de la pasión…