Felipe Diego Rivero Téllez Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Felipe Diego Rivero Téllez Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Las redes sociales son herramientas fundamentales: Facebook, Instagram, YouTube, WhatsApp, y la lista sigue y sigue… La pregunta es, ¿son el mejor amigo de los niños o el peor enemigo de los padres? Bueno, quizá ni una, ni otra.
Las redes son excelentes, para chicos y grandes: durante el confinamiento ayudaron a muchos a conectarse sin necesidad de verse, ayudando al “home office” e incluso al estudiantado de la UNAM a desempeñarse hoy. Ofrecen una segunda oportunidad: si en persona alguien no se halla, puede hacerlo perfectamente en uno de los miles de grupos existentes en Facebook, donde encuentra gente afín a sus gustos y preferencias sin exponerse a los riesgos de lo que una reunión virtual conlleva.
No hay posibilidad de contagio, no es posible quedar “plantado” y es permisible abandonar cuando ya no siente como un ambiente cómodo y seguro
Son espacios, donde el ser humano posee, por primera vez en toda la historia, acción sobre una cosa de la que jamás había tenido autoridad: el poder para decidir qué quiere ver, y que no. En la vida real no se decide ir al lado de una persona desagradable en el metro, tampoco como es un compañero de clase o un profesor y mucho menos que anuncio se desea contemplar en la calle, pero sí se elige qué se quiere observar en las redes, dado que, desde el contenido hasta los anuncios son enteramente personalizados para cada persona.
Darle «me gusta» a una cosa demuestra aprobación, darle en el botón de “seguir” muestra deseo de ver más, “dejar de seguir” indica insatisfacción con el contenido, y “bloquear” asegura que contenido así no será visto nuevamente hasta que se quiera lo contrario. Jamás había sido tan fácil controlar que se desea, con quien se socializa y que se ve. Hay un espacio para todos, un grupo de personas siempre aguarda por hallar más como ellos. Hoy, gracias a las redes, la soledad ya no es una opción… ¿o sí?
Las redes indudablemente son geniales, pero tampoco son perfectas, y mucho menos en México. Empezando por su uso desmedido: en México no hay consciencia de su canalización, hecho visto desde edades muy tempranas: los niños comienzan a usarlas cada vez más jóvenes, muchos tutores no saben que ven, que hacen y tampoco controlan el tiempo; ¿flojera de los padres para cuidarlos o exploración innata de su medio? Si, el humano es curioso por naturaleza, pero la misma es impredecible.
Pueden volverse adictivas muy rápido, y si su utilización no es conducida apropiadamente, los jóvenes pueden verse ante riesgos que van desde la extorsión, hasta los daños psicológicos más comunes hoy en día, como la baja autoestima o la depresión. ¿Psicología?, claro que sí; los medios y su constante batalla de ver quien es mejor muchas veces lucran con la imagen de la persona, promoviendo estereotipos e idealizaciones. Cuestiónate lector: ¿Instagram es un lugar dañino, donde te comparas con otros u otras, y terminas triste, o uno sano?
En una encuesta llevada a cabo por la Royal Society of Public Health entre jóvenes de 14 y 24 años, se concluyó que Snapchat, Facebook, Twitter e Instagram aumentaban los sentimientos de depresión, mala imagen corporal y soledad. Además, cuatro de cada cinco afirman que el uso de las redes sociales provoca que sus sentimientos de ansiedad empeoren.
El hecho de no cuidar desde una etapa temprana el uso del internet también provoca problemas de socialización; ocurre cuando una persona únicamente puede desenvolverse con su “tribu digital”, negándose incluso a incursionar con su medio próximo por miedo, aunque haya oportunidad. La adicción crece y el hábito también, será difícil promover el uso de otros medios de recreación a un joven que creció con el celular de manera desmesurada.
En un artículo pasado, escribí sobre la empatía en las redes, otro problema de sentirse superior en ellas: fácilmente las personas olvidan que todos piensan como lo hacen por una razón; es más fácil ser duro con otros a través de internet, sin pensar en las repercusiones que se pueden causar en otros, que van desde el síndrome del impostor hasta el ciberbullying y sus mas fatales consecuencias: el suicidio.
En fin, ¿buenas?, ¿malas? Depende del uso, aunque lo más correcto es, como siempre, el punto medio. No olvidar que se existe en la tierra, pero tampoco que hay herramientas que mejoran la vida. Instaurar en los niños educación digital es el gran reto de hoy en día, me atrevo a decir que uno de los más importantes, dado que las redes son un mar gigante e impredecible de emociones, herramientas y sorpresas que pueden tornarse extremadamente negativas si no se navega con cautela.
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