Edit Content
Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creativdad.
Yuriko Alondra Marquez Chavez / Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan
Picture of Antony M. O.

Antony M. O.

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Siempre me ha gustado leer, y desde hace un tiempo, tengo la fantasía de comenzar a escribir seriamente, por lo que intento probarme en diferentes áreas de la literatura, como ahora, que aposté por algo diferente.

Estamos juntos

Número 5 / ABRIL - JUNIO 2022

Emi no dice nada y su pareja empieza a desesperar ante su silencio sepulcral

Picture of Antony M. O.

Antony M. O.

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

—Oh, amor, te ves tan preciosa, incluso con ese ceño fruncido. —Ella no me responde, pero ya lo esperaba, así que no importa. Lo dejo pasar y continúo—: Perdón que te haya traído aquí, seguro tenías cosas que hacer… aunque no creo que necesites preocuparte más por eso.

Me río, pero ella no me acompaña. Al parecer las cosas van empeorando entre nosotros.

Aún recuerdo esa vez cuando ella dijo que no quería saber nada más de mí. Oh, Emi, sí que me dolió esa vez. Por suerte, ese recuerdo parece distante cuando estamos juntos, como ahora. Pero aun así es imposible no notar su inquietante silencio o su mirada furiosa.

Me pregunto si realmente fue tan malo haberla traído aquí o solo es otra de sus exageraciones. Para ser justos, quizás un poco de ambas.

Ella aún no dice nada. De hecho, no ha emitido ni un sonido desde hace un rato, pero creo que incluso lo prefiero, excepto porque se me están acabando los temas para conversar. Entre más avanza el tiempo, más me acerco a esos temas puntiagudos entre ambos que preferiría evitar. Pero si no hay nada más que decir…

—Emi, me preguntaba… ¿por qué nos dejamos?… Quiero decir, te conozco de siempre y lo nuestro era algo especial y lo sabes. Entonces, ¿por qué abandonar eso?

Nada sale de la boca de Emily, tal vez un atisbo de exhalación. Ella baja la cabeza hacia el piso. Bueno, al menos sé que me está escuchando.

Me acerco a la silla en donde está sentada y me pongo en cuclillas para estar a su altura, tomo su barbilla con mis dedos y alzo su cara. Cuando lo hago, noto que tiene la barbilla húmeda, así que la limpio con la manga de mi camisa, la cual queda manchada de rojo, supongo que por el labial.

Entonces me doy cuenta de que ese ceño fruncido realmente nunca estuvo ahí, solo que un par de cortadas sobre su frente, junto con la poca luz que entra en la habitación, daban esa impresión.

—¿Emi?

La miro fijamente a los ojos mientras aún sostengo su rostro. Sus ojos apuntan a los míos, sin embargo, ella no me mira, su mirada me atraviesa sin más como un fantasma.

Ahora soy yo quien baja la mirada y suelto a Emi, ella enseguida baja la suya también. Me pongo de pie y suelto una exhalación, luego regreso la mirada a Emi y ahí me quedo un rato, haciendo nada más que mirarla.

Mirarla. Eso siempre me encantó y a ella nunca le ha molestado, así que podríamos pasar horas así. Sigue siendo simplemente hermosa.

No sé cuánto tiempo llevo mirándola, pero ella aún no levanta la cabeza.

Ahora que lo recuerdo, a ella siempre le gustó hablar, solo se quedaba callada cuando estaba molesta. Su silencio siempre fue algo inquietante, como ahora. Ya no cabe duda de que algo anda mal, quisiera saber qué es, pero ella aún no dice nada y admito que esto empieza a desesperarme.

—¿Por qué estás molesta ahora? —pregunto, pero Emi no responde—. ¿Es por estar aquí? Ya te dije que esto es lo mejor para ambos, así tiene que ser, así tuvo que ser siempre y te consta. —Silencio total—. ¡Maldita sea, Emi, di algo!

Ella ni siquiera se inmuta cuando azoto la mesa frente a ella, lo cual solo me enfurece más. Verla tan calmada siempre en todas las discusiones que tenemos me da tanta rabia.

—¿No piensas decir nada?

—…

—Carajo —murmuro mientras saco un cigarrillo de mi bolsillo. Lo enciendo con el encendedor y comienzo a dar vueltas alrededor de ella—. No me hagas esto, Emily, ¡sabes bien que nada de esto hubiera pasado si no te hubieras largado con ese idiota!… Pero no te preocupes, ya lo hemos resuelto, ¿no? ¿Qué te parece comenzar de nuevo? ¿Hm?

—…

—Esto es inútil.

Enfadado, salgo del cuarto y cierro la puerta con seguro, solo por precaución, luego subo las escaleras y me dirijo a la sala.

Me siento en el sofá y apago el cigarro en el cenicero. Es un mal vicio, a Emi nunca le gustó, pero últimamente lo he retomado debido a toda esta porquería. Me recuesto sobre el sofá y cierro los ojos.

Todo este asunto de tener en casa a Emi es más tedioso de lo que esperaba. No estaba tan preparado como había pensado, pero no me arrepiento, me alegra saber que al menos está aquí y que ya no se irá. Aunque aún me pregunto por qué ya no quiere hablar.

De verdad que no me lo explico: apenas esta mañana no dejaba de molestar con su parloteo. Puras quejas, pero al menos decía algo.

Como sea, aún recuerdo la vez que llegó, quiero decir, cuando llegó para quedarse, específicamente. Recuerdo que esa noche terminó muy sorprendida, jamás olvidaré esa cara, creo que me superé a mí mismo. Ahora ya no tengo miedo de perderla.

En cuanto al otro chico, pobre de él, creía haberse ganado la lotería con Emi. Tenían un viaje, creo, pero ahora debe estar él solo dándose un viaje por el mar.

¡Ja! ¿Quién lo diría? Bueno, la vida tiene sus planes hechos, ¿no? Quizá esto es lo correcto. Sí, sin duda esto es lo correcto.

Como sea, debería bajar a disculparme con Emi, creo que fui demasiado grosero con ella hace un momento.

Vuelvo a bajar las escaleras y abro la puerta del sótano. Al entrar, mi nariz nota un leve pero desagradable olor que no había notado antes. Aún percibo el delicioso perfume natural del sudor de Emi, pero también inspiro aquel otro olor. Quizá haya que hacer una limpieza. Como sea, entro y cierro la puerta detrás de mí.

—Hola, Emi, soy yo de nuevo. Vengo a disculparme, creo que no debí haberte gritado todo eso.

—…

—¿Sigues molesta?

—…

Esto será más difícil de lo que pensaba. Ella aun no pronuncia palabra alguna.

—¿Qué te parece un trato? Te dejaré salir, pero tienes que prometer que no escaparás de casa ni harás algo estúpido.

—…

—Lo tomaré como un sí.

Me acerco a donde está ella y me agacho detrás de su silla para desatar las sogas que atan sus manos y luego las de sus pies. Mientras lo hago, siento como si el olorcillo asqueroso se volviera ligeramente más nítido. ¿Qué será ese olor? ¿Será ella?

—Deberías tomar una ducha —bromeo, pero ella no ríe.

La cargo con un brazo encima de mis hombros para llevarla a la ducha. Allí, lavo cariñosamente cada parte de su cuerpo, teniendo especial cuidado en las heridas que le causé por accidente aquella noche después de la cena.

—Lamento esto —me disculpo por milésima vez por esas heridas, realmente nunca fue mi intensión causárselas, jamás trataría de dañarla a propósito.

Enjabono y enjuago su piel hasta que queda completamente limpia. Al terminar, la seco con el mismo cuidado de antes. Parece que lo hago bien, o al menos no le hago daño, porque no escucho ninguna queja cuando paso la toalla sobre las marcas en su piel.

Solo queda vestirla. Está haciendo calor, así que no le pongo mucho encima, solo un short y una camisa.

—Listo. Mucho mejor, ¿no? —sonrío.

—…

Mi sonrisa decae lentamente. Ella aún no me habla, incluso después de haberla dejado salir del sótano. ¿Por qué? Esta mujer es tan complicada.

—Emi, ya no sé qué hacer, te lo juro. Te alimento bien, nunca te golpeé (a propósito), nunca te traté mal. Ahora mismo te acabo de dejar salir del sótano, te bañé, te cambié y tú aún no dices nada. ¡Deja de mirar al piso, maldita sea!

—…

Doy una vuelta pequeña en mi lugar mientras me levantó el cabello de la frente con las manos. Juro que estoy intentando mantener la calma, pero ella no me está ayudando mucho. No quiero hacer nada estúpido.

Regreso la mirada a ella. Sigue mirando al piso. Enfurecido, la tomo de la barbilla con mis dedos y la miro con rabia sin saber qué estoy haciendo realmente. Me detengo antes de hacer algo que no quiero hacer y solo me quedo mirándola.

—¿Por qué me haces esto? —digo, casi suplicándole que hable—. ¿Por qué? Yo te amo, Emily.

Me inclino hacia adelante y junto sus labios con los míos, ella no se resiste, pero tampoco me sigue el juego. Entonces, noto una sensación familiar en mi lengua: un sabor metálico pasa de su boca a la mía.

Me separo al instante y me limpio la boca con la manga de mi camisa, luego la vuelvo a tomar por la barbilla y abro su boca para mirar dentro, al hacerlo, noto cómo todo el interior se encuentra completamente bañado de un rojo oscuro, sobre todo una zona específica al borde de su lengua: es una herida.

Me echo para atrás y caigo al piso en shock. Ahora todo tiene sentido… Por eso estaba tan callada… Pero me pregunto cuándo pasó… ¿cómo?… ¿por qué?

Todos los sucesos del último mes pasan frente a mis ojos de repente: la cena a la que invité a Emi esa noche, cuando le puse ese medicamento en su comida, cuando la noqueé con un jarrón cuando intentó usarlo contra mí, cuando la amarré en el sótano… También está ese chico, veo cuando lo maté en su casa, cuando lo lancé a la bahía… ¿Estuvo mal acaso?

A mi cabeza vuelve la herida en la lengua de Emi y sus ojos sin vida. Me estremezco.

—¿Por qué? —murmuro con la voz temblorosa—. ¡¿POR QUÉ LO HICISTE?! ¡¿POR QUÉ TE MATASTE?!

Veo el cuerpo inerte de Emi sobre mi cama mirando hacia el piso. No puedo contener las lágrimas que salen a raudales por mis ojos. Me empiezo a rasguñar la cara porque es todo lo que se me ocurre. Luego paro, corro hacia ella y la abrazo con todas mis fuerzas hasta yo mismo quedarme sin aire, como si eso pudiera regresarla.

—¡¿PORQUÉ LO HICISTE?!… ¿Por qué, mi amor?… Todo lo que hice fue por nosotros… Solo quería que estuviéramos juntos… Solo…

¿Por qué lo hizo? ¿Por qué se quitaría la vida ahora que estábamos juntos?

Se me acaba el aire incluso para hablar. Noto cómo mi cuerpo se calienta, pero el de ella sigue frío. Apuesto a que debo estar rojo ahora, mi boca está llena de saliva, pero nada de eso importa. ¿Por qué carajos se mató? Todo lo que hice fue por ella, para poder estar juntos…

Espera.

¿Fue por eso? Oh, Emi, ¿lo hiciste por mí? ¡Claro! Lo sabías, ¿cierto, Emi?: ahora estarás conmigo por siempre y ya no tendré que encerrarte ni atarte, ni preocuparme por que quieras irte.

Oh, Emi, que buena eres. Finalmente…

—Estamos juntos, Emi.

Sonrío de par en par y suelto un par de carcajadas, quizá más fuerte de lo que debería, pero no puedo evitarlo, estoy tan contento.

Dando saltitos, arrastro a Emi con cuidado hasta la sala y la acomodo a mi lado en el sofá. La abrazo con un brazo y con el otro tomo el control de la tele mientras me acomodo.

—¿Qué quieres ver, amor?

Más sobre Ventana Interior

“Utilizar el arte para visibilizar la lengua”: Josué Maychi

“Utilizar el arte para visibilizar la lengua”: Josué Maychi

Por Ethan Balanzar
¿Cuál es el futuro de las lenguas indígenas en el cine?

Leer
Taurus: Festival multicultural independiente

Taurus: Festival multicultural independiente

Por Paola Castillo Manzano
Artistas independientes se reunieron en Tultepec para compartir su trabajo

Leer
La imaginación y la catarsis a través de la música y las letras

La imaginación y la catarsis a través de la música y las letras

Por Diana Karina Reyes Huitrón
Camilo Séptimo y la psicología

Leer
Salieron los Huehues, narigones y trompudos

Salieron los Huehues, narigones y trompudos

Por Ofir Neri Cruz
Un texto mítico en defensa del orgullo huasteco

Leer

Reseña de la película “La sociedad de la nieve”

Por Valeria Martínez Sánchez
Aquí se habla del por qué de su éxito

Leer
Mejor amiga

Mejor amiga

Por Silvia Nashelly López Rivera
Extraño tu revolución, tu llamarada

Leer

Deja tus comentarios sobre el artículo

Estamos juntos

Una respuesta

  1. ¡Escribes bastante bien! Me agradó tu historia y la forma en la que puedes expresar lo que siente el protagonista ✨
    Espero leer otra historia tuya

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

five × 5 =