En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Crédito: CUARTOSCURO
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Ana Cecilia Hernández González

Facultad de Medicina

Me llamo Ana Cecilia Hernández González, tengo 20 años y estudio medicina en la Facultad de Medicina. Mis principales gustos e intereses además de lo que tenga que ver con mi carrera, tienen que ver con la industria musical, principalmente tengo cierto interés por la historia de bandas o cantantes, así como el contexto de canciones o álbumes musicales.

El famoso examen de admisión de la UNAM

Número 15 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2024

Una perspectiva sesgada por el prejuicio y la necesidad de oportunidades

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Ana Cecilia Hernández González

Facultad de Medicina

Cada mes de mayo es un ritual para todos los jóvenes de entre 15 y 18 años (o para todas las personas que tengan la intención de cursar una licenciatura en la UNAM). Empiezan a prepararse para el importante e intimidante examen de admisión para la universidad con dos meses de anticipación, o desde enero, y ya los que de plano sienten mucha premura y preocupación por el asunto comienzan incluso desde diciembre. Todo esto refleja lo importante que es para estos jóvenes este evento, ya que para ellos marcará, probablemente, el resto de su vida, regirá cada aspecto de su existencia por los próximos 4 o 6 años y determinará su camino profesional y hasta personal. Una vez entregados los resultados y pasado todo el ajetreo de la situación, así como sucede el ritual de selección cada año, también el inconformismo de los aspirantes no seleccionados, los cuales se expresan con frases como “debería de desaparecer el examen de admisión”, basándose en el derecho a la educación de calidad para todo habitante de la República Mexicana. 

Pero, analizando un poco más a fondo la situación, ¿la existencia de este examen es moral y éticamente correcta?, ¿acaso la educación de calidad no es un derecho? Y por lo tanto, ¿no debería de mantener su carácter de incondicional?, ¿la universidad siempre tuvo como requisito de ingreso el examen de admisión? Son preguntas que están justificadas y cuyas respuestas muchas veces están sesgadas por pensamientos discriminatorios o por el deseo de grandeza.

Era la década de los 50 y la Universidad Nacional Autónoma de México atravesaba por una de sus mejores épocas, recibiendo por parte del Estado un trato preferencial que incluía una asignación presupuestal aumentada, lo que permitió que la universidad se ofreciera como vehículo que los jóvenes podían usar para ascender académicamente y, por consecuencia, socialmente; esto se tradujo en un incremento exponencial en la demanda de la educación universitaria, lo que, aunado al hecho de que el Estado concentró toda la educación a nivel superior en esta institución, provocó que el entonces rector de la universidad, Nabor Carillo Flores, propusiera en 1955 el impulso de las universidades de otros estados del país, ya que le UNAM no se iba a dar abasto por sí sola para cubrir todas las necesidades educativas a nivel licenciatura. 

De este modo, en 1961 el rector Ignacio Chávez tuvo la intención de limitar el ingreso a la universidad, declarando en la revista Historia de la Educación Latinoamericana que “si acaso la universidad no puede recibir a todos los aspirantes, que cuando menos reciba a los mejores”, pensamiento que impulsó la mayoría (si no es que todas) las reformas que Chávez realizó en la universidad durante su periodo de rector, reformas que incluyeron el examen de admisión para los alumnos que, una vez terminado el bachillerato, tenían la intención de ingresar a una de las facultades de la UNAM. Sin embargo, todas estas reformas que el rector impulsó en aras de alcanzar un estándar de perfección académica, lo obligaron a abandonar su puesto en la rectoría en 1966, debido a exigencias estudiantiles, ya que los alumnos vieron el trasfondo elitista y excluyente de estas medidas.

No obstante, las reformas permanecieron y desde ese momento cada año se realiza el famosísimo examen de admisión de la UNAM tanto para nivel medio superior como para nivel licenciatura. 

El examen de admisión a la universidad evalúa habilidades básicas que se supone los aspirantes a un lugar deberían de dominar, por ejemplo, compresión lectora, razonamiento matemático, resolución de problemas y memoria a largo plazo, habilidades que sin duda son fundamentales para la formación académica de cualquier estudiante. Entonces, ¿por qué si el examen de admisión es un filtro de sensibilidad y especificidad adecuada para asegurar que los aspirantes tengan todos los factores que se necesitan para llevar a cabo de manera adecuada un programa de estudios en la UNAM, el porcentaje de estudiantes reprobados en cada semestre o de deserciones es tan alto? Un examen de admisión no evalúa (al menos de forma directa) las técnicas de estudio que los aspirantes desarrollan, ni su estado emocional, su sentido de responsabilidad, su motivación u otros factores que, al igual que el conocimiento, son fundamentales para que el estudiante pueda llevar sus estudios universitarios de una manera adecuada.

Lo que me lleva a hablar sobre las opiniones que varias personas hacen en redes sociales cuando un aspirante a la universidad no fue seleccionado, diciendo que deberían de esforzarse más, que no son merecedores de una educación de calidad si sus aciertos no fueron suficientes para pertenecer a una de las universidades federales más prestigiosas del país, excluyendo el derecho universitario de todos aquellos que con mucha ilusión soñaban comenzar su carrera universitaria en una institución como la UNAM. 

Cuántas veces no hemos oído que personas que se preparan con meses de anticipación, incluso haciendo inversiones considerables en cursos de preparación, no logran quedarse en la unidad académica que ellos desean, en cambio, aspirantes que estudian a lo mucho con una semana de anticipación, sin asistir a un curso y con tan solo una guía, logran obtener un lugar en la universidad sin mayor problema y en este caso, no se cuestiona su esfuerzo o preparación.

Observemos, pues, la otra cara de la moneda, existen aspirantes que exigen un lugar en universidades federales como la UNAM o el Politécnico Nacional rechazando la idea de tener que obtener cierto puntaje en un examen de admisión o siquiera la mera existencia de este, expresando su derecho a la educación superior sin condiciones respecto de su desempeño académico anterior o las herramientas educativas básicas que poseen, algunos de ellos alentados por el rechazo a la idea de destinar cierta cantidad de tiempo al estudio o al mejoramiento de sus habilidades respecto del área de conocimiento y razonamiento. Este, definitivamente, no es el caso de todas las personas que exigen otra manera de admisión aparte del examen o del pase reglamentado, muchos de estos aspirantes no han podido mantener un proceso de aprendizaje conforme el sistema de educación lo indica y no por eso no son capaces de adquirir los conocimientos de otra forma, sin embargo, el examen de admisión no es capaz de adaptarse a esas variables dentro de la comunidad de personas que desean ingresar a la institución. 

Entonces, podemos dar respuesta a la pregunta inicial de este artículo: ¿se justifica la existencia de un examen de admisión por parte de la UNAM? Sí, ¿ética, moral o pedagógicamente? No, pero retomando lo que en su momento el rector Nabor Carrillo expuso, la demanda de lugares en la universidad no decrecerá hasta que la educación superior de calidad se descentralice de las principales instituciones federales que la ofrecen  (UNAM,  IPN, UAM), por lo que la medida de contención más “accesible” para cada institución y hasta para el Estado, es el mantenimiento de los exámenes de admisión que, aunque instaurados y defendidos por una perspectiva elitista y excluyente, que va en contra de todos los valores que la UNAM proclama y defiende, no dejarán de existir hasta la resolución de este problema de centralización educativa a nivel licenciatura. 

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El famoso examen de admisión de la UNAM

3 Responses

  1. Gran artículo que nos invita a reflexionar. Quizá la solución sea implementado lo que otras universidades extranjeras han hecho aparte de su examen de admisión: entrevista más examen psicométrico. Quien sabe.

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