Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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En los recientes días se viralizó en redes sociales la denuncia en internet que usuarios hicieron de una mujer que ofrecía sus servicios como psiquiatra, psicoterapeuta, psicoanalista y neurocientífica en un hospital privado en el estado de Puebla. Marilyn Cote, quien afirma ser doctora en neurociencias por la universidad de Harvard y académica de las universidades de Oxford y Oslo, en videos publicados por ella, afirma que puede curar la depresión en ocho días y la ansiedad en tres, también dice ser ganadora de premios y salir en la portada de revistas científicas. En realidad no cuenta con una cédula profesional que la acredite para ejercer el trabajo que llevaba realizando, por lo menos, desde los últimos siete años.
Marilyn Cote, licenciada en derecho y maestra en criminalística, tenía un perfil en Doctoralia. Una plataforma en internet donde los usuarios pueden consultar recomendaciones de expertos en el campo de la salud, quienes promueven su trabajo, difunden sus servicios particulares y posiciona los perfiles de profesionistas de distintos campos clínicos. Cote colocó su “servicio” para ofrecer tratamiento psicológico en esta página web, e incluso llegó a estar nominada a un reconocimiento por parte de la plataforma donde otros profesionistas y usuarios votan por los mejores profesionales de la salud. En 2019 el servicio de Neuropsychology: Clinic Marilyn Cote fue dado de baja de dicha página de internet.
Que una abogada, egresada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), haya mentido descabelladamente sobre su trayectoria profesional para ofrecer un servicio clínico particular, usando fotomontajes de imágenes de internet, poniendo su rostro o robando la cédula profesional de otras personas no es lo más grave del asunto, sino que se trata de una persona que llegó a recetar medicamentos controlados para padecimientos psiquiátricos, así como diagnosticar esquizofrenia a sus pacientes sin la preparación profesional para hacerlo.
Por esto mismo, la Secretaría de Salud del estado de Puebla clausuró el consultorio de Marilyn Cote, así lo dio a conocer la COFEPRIS en un comunicado el pasado 9 de noviembre. Por otra parte, la Fiscalía General de Puebla mencionó que no existen denuncias formales en su contra para proceder legalmente contra ella por la presunción de recetar fármacos de manera ilegal. Sin embargo, las autoridades de justicia de Puebla aclararon que existe una carpeta de investigación por falsificación de documentos y por el uso de un consultorio de manera irregular.
Marilyn Karina Cote Mendieta, como muchos de nosotros, también es víctima de un sistema de productividad agresivo, se nos inculca desde casa, las aulas y en el campo laboral que hay que ser productivxs para pertenecer a la sociedad. Una persona con miles de pendientes, muy ocupada y con una agenda apretada luce mejor que una persona sin quehacer, ociosa y perezosa. Desafortunadamente para la sociedad mexicana, las personas que cuentan con estudios profesionales en otros países son mejor vistas que quienes se forman dentro del país. Se nos ha inculcado la idea de que hablar inglés, o más de dos idiomas, nos posiciona como profesionistas y como personas. Marilyn Cote fue víctima de un sistema que la condujo lentamente hasta las últimas consecuencias, a mentir sobre su trayectoria, a fingir que hablaba inglés, francés e italiano y a acreditarse a sí misma como neurocientífica y psicoterapeuta.
Ella al igual que muchos profesionistas en el campo de la salud –en particular de la salud mental–, supo perfectamente que el acceso a un bienestar emocional y psicológico, por lo menos en México, es un negocio que controlan las clínicas privadas y quienes ofrecen un servicio particular de psicoterapia. En un país que registró en el 2023 más de 8,837 suicidios, el acceso a una atención profesional para la regulación de las emociones y el tratamiento de enfermedades psicológicas es un privilegio que puede ser gozado únicamente por quienes pueden pagarlo.
¿Qué sigue después de esto? La “doctora” Marilyn Cote es apenas un caso que se hizo conocido, no podemos descartar la posibilidad de que allá afuera existan más personas que engañen a la gente que busca una atención especializada. La responsabilidad de este caso no recae únicamente en esta mujer, también en la clínica particular que le rentó un consultorio y en las instituciones públicas de salud que ignoraron durante años las operaciones de Cote Mendieta. Esta polémica debe quedar como un referente para quienes son usuarios de servicios de terapia psicológica y para quienes buscan expertos que puedan atenderles, a desconfiar de todo el prestigio que puedan presumir los oferentes y a investigar bajo qué cédulas profesionales se sirven para dar sus servicios.
Lamentablemente las estafas a personas vulnerables seguirán pasando, así como sigue sucediendo el tráfico ilegal de medicinas para tratamientos psiquiátricos, hasta que las autoridades públicas de salud hagan algo al respecto. No sólo sancionar a quienes ya cometieron daños a usuarios de servicios médicos, sino que las instituciones públicas de salud deben cubrir la atención psicológica como un eje de relevancia para el bienestar de la población. Los esfuerzos por atender las causas del suicidio–como la línea de la vida– son insuficientes para tratar malestares emocionales, de esos que no te matan, pero tampoco te dejan vivir.
En una sociedad como la mexicana, que atravesó la pandemia de COVID-19, atenderse psicológicamente por problemas emocionales es igual de imprescindible como atenderse por un dolor de articulaciones o un dolor en la vejiga. Hoy fue descubierta Marilyn Cote, quién por años operó como psiquiatra, es posible que allá afuera existan más personas que se aprovechen de los momentos de vulnerabilidad de quienes socorren un servicio de atención psicológica mientras no haya instituciones públicas a las que les parezca urgente tratar los problemas mentales como un tema de salud pública para alcanzar el bienestar social.
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Una respuesta
Interesante artículo, con buenas medidas a considerar por parte de cualquier paciente; así como por parte de los servicios públicos de salud en materia psicológica, que hacen falta! Agregaría más énfasis en la necesidad de fortalecer la regulación del gobierno e instancias de salud, para un mayor control de las recetas y su surtido en farmacias, así como para una mayor supervisión en hospitales, clínicas y sanatorios de su personal médico y especialistas.