Facultad de Arquitectura
Facultad de Arquitectura
En un mundo de locos
lo peor es no hacer nada,
quedarnos con las cifras de luto en la cabeza,
con las imágenes de hormigas nadando en mi sangre
y el inmenso terror de ser yo mismo.
Hay un mundo que no cabe en la salud,
madrugadas de detonaciones sin alarmas,
domingos de pelea y gritos vecinales.
Se derritieron los años del encierro,
no volverán a cruzar por nuestros dedos…
Nos queda este hartazgo,
esta intolerancia de no saber qué somos,
de luchar mano a mano con el tiempo
a favor de nuestra vida,
aunque la mente ya haya perdido su batalla.
Prisa y metro
Te miro en el cristal ocre,
apenas distingo el parpadeo de tus ojos,
el abismo que hay en tus ojeras,
la prisa con que todo sucede a tus espaldas.
Te observo y estás viejo, sucio,
encadenado a tus creencias,
ronco de toser incertidumbre,
disfrazado de presente,
sin pena ni futuro,
con la chaqueta sudada
y la piel fría de tristeza.
Hace tiempo que tu sonrisa
es un mito entre cuerpos y ruidos de frenado,
el acto que esperan los cuerdos
para volver a las aceras
a robarnos lo querido.
Hay una dictadura de cristales, lo sabes,
por eso apenas distingo tus pestañas,
los tatuajes que te han salvado del delirio,
tus labios repletos de discursos enterrados,
las ganas que nos quedan de bajar
y decirnos hasta nunca.
Dosis de salud
La pantalla escupe nuevos datos,
la carne roja de las fotos,
la escuela que sufre encierro,
la muerte que reside en la imprenta.
El tráfico citadino sangra
voces de odio en ayunas,
ojos asfixiados de llanto,
bocas secas sin consignas.
La falsa fe de las redes,
el Movimiento que está quieto,
las mesas repletas de vicios,
el indiferente testigo del delito…
La ley que falta en la calle,
la incertidumbre de estar vivo,
el corazón de la gente sin pasado.
Nuevas normalidades:
la sobre información de las pupilas,
la publicidad que vende
vacaciones de sueños construidos,
nacimientos pulcros y adecuados.
costosas dosis de salud
y lujosas casas para muertos.
De mental
Estamos locos -Me dices-
y el mundo se derrite,
pero lo raro sería no estarlo.
Y una “De mental” en la farmacia
Estamos locos -Repites-
y estamos a dos risas de morirnos,
de olvidar el luto de los años,
de dejar a un lado la cordura.
Y otra “De mental” en la farmacia…
Voces cuerdas
Por: Edgar Serrano Oyorzabal
Buscar para encontrar, el libro que me acompaña
Por: Citlali Núñez Téllez
Oda a las cartas en un mundo efímero y digital
Una respuesta
Excelentes versos, se siente la cosidad en cada palabra, la desesperación y la incertidumbre de la actualidad.