Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Tomas Anunziata/Pexels
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Danna Giovanna Torres García

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

Desaprenderte

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

Comprendí que no debía de olvidarte, sino aprender a vivir sin ti.

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Danna Giovanna Torres García

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

Mis ojos te vieron desvanecerse, pero poco a poco aprendí a dejarte ir.

Mis pies daban pasos lentos y flojos, yacían lentamente en el camino que siempre recorría desde que las esperanzas se perdieron, repasé por las lágrimas que tiraba diario. Hojas caían en la ciudad, podría sentir la brizna áspera y fría sobre mi rostro que anunciaba la llegada del invierno.

Mis ojos se oscurecían poco a poco, una neblina negra cubría mis orificios con cada paso que daba. No había descansado lo suficiente luego de aquel incidente hace un par de meses. Aún sentía el dolor en mi pecho y mi corazón acelerado.

Se dice que existen cinco etapas de duelo. Jamás pensé experimentarlo hasta que empezó la primera: la negación. En ese momento rechace la realidad que se me presentaba. Una bruma invadía la verdad de lo sucedido y un miedo se apoderó de mi ser, acuñó el huequito más oscuro de mi alma.

En la segunda fase, surgió una rabia que dominó el resentimiento y la incertidumbre; me pregunto el porqué de lo que pasó. Todas las noches lloré y me cuestione una y otra vez, con el corazón desbaratado en mano, así hasta quedar dormida.

Por último, me encuentro en esta tercera faceta llena de dificultades: la depresión. Este trastorno emocional me provoca una presión en el pecho que deniega una respiración fluida, me hace pensar en que ya no estarás a mi lado escuchando el canto de los ruiseñores, ni tendré tu tacto tocando cada parte de mi ser.

Estoy aquí esperando que tal vez algún día lleguen las dos últimos niveles: la negociación y aceptación para poder entender que ya no nos encontraremos. Recordar y felizmente aceptar para poderte olvidar.

Los ojos se me cerraban con cada paso que daba. Descendí al suelo sin previo aviso. Estaba cayendo y nadie se encontraba para levantarme de nuevo.

La sirena de la ambulancia se encontraba de fondo sonando entre mis oídos colapsados mientras la gente me intentaba despabilar de aquel sueño despierto.

Cada minuto que transcurría era como una vida para mí, una vida que ya no podría vivir a tu lado.

Estaba ahí nuevamente junto al río de la ciudad, un día a la vez, aprendiendo una vida sin ti.

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