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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Picture of Luan Daniel Alejandro Toledo Ruiz

Luan Daniel Alejandro Toledo Ruiz

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 7 Ezequiel A. Chávez

Un joven trans, indígena y bisexual, que no se limita en cuanto a expresarse, soy convicto de mi postura política y activista.

De rojo y a la izquierda, los valores del socialismo hacia el amor

Número 5 / ABRIL - JUNIO 2022

El amante socialista se libera de la moral represiva monógama, de las idealizaciones incluso ridículas, de las posesiones, los celos, los controles у toda violencia física o simbólica.

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Luan Daniel Alejandro Toledo Ruiz

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«Amamos aquello que nos inspira y en ocasiones olvidamos todo lo que nos daña. Es nuestra naturaleza, es lo que nos define; somos seres que necesitamos subsistir a pesar de todas las adversidades… y amar, a pesar de todos los desamores»

Ensayaré un esquema con fines heurísticos sobre lo que sería un modelo de amor en el socialismo, es decir, en el sistema social que se podría construir superando el capitalismo. Mi exposición es dialéctica, es decir, presentaré dos modelos de amor enfrentados e intentaré llegar a un tercero que será la síntesis de esos dos, dejando fuera aspectos, pero recuperando otros, los mejores.

El amor tradicional

El primer tipo de amor es el de las parejas monogámicas heteroparentales y dónde el rol dominante o jerárquico lo tiene el varón. Este tipo de amor y su modelo de familia es el consagrado por la religión católica, y por las ideologías tradicionalistas; un hombre, que es el proveedor y el jefe de familia, una mujer, ama de casa que cuida a los niños. Todo formalizado por un matrimonio civil y también religioso, que está vedado para parejas homosexuales o para uniones de más de dos personas.

El “amor romántico” es afín a este modelo de familia. Es el amor concentrado en una sola persona, por lo regular idealizada, intenso, que se antoja porque es casi mágico, con un enamoramiento que enceguece, que provoca celos.  Todo pareciera ir encaminado a justificar la monogamia: la persona amada es la persona “destinada” para la otra, la “elegida”, la que provocó ese enamoramiento, único e irrepetible, se puede jurar amor eterno, un enlace inquebrantable. Cada uno de los enamorados hará lo imposible por estar con el otro, contra viento y marea. Es el amor como potencia incomprensible, inexplicable, casi divina. Este sería el universo del amor tradicional, que podemos rastrear incluso en los místicos cristianos, en el Barroco y, paradigmáticamente, en el romanticismo, y, con esos héroes que por amor llegan a lo trágico, como el joven Werther de Goethe. Dos características me interesa destacar: la monogamia y la conexión profunda entre los amantes, que vienen como a fundirse y volverse inseparables.

El amor mercantilizado

Es el amor propio del capitalismo, aunque eso no quiere decir que hubiese antecedentes, no es del todo una novedad. Es un tipo de erotismo moldeado según el consumismo. Los cuerpos son una mercancía, se les usa y se les desecha. Se “consume” un cuerpo en el sexo y se pasa al siguiente. Es una carrera interminable, de cuerpo tras cuerpo, de relaciones simultáneas, incluso de orgía. Frente al amor tradicional, este amor puede parecer “liberador”. Un tipo de practicante podría ser el libertino, que no tiene tapujos en tener sexo aquí y allá, es desbordado. Es el marqués de Sade o, más recientemente, las estrellas de rock o del cuestionable cine porno. El exceso, la perpetua insatisfacción, el “give me more”.

Para las personas lo que importa más es el cuerpo, no hay idealizaciones aquí. Son los penes, las vaginas, los senos, las lenguas, las bocas, la sensualidad, las embestidas, los fluidos, los orgasmos, la carne, la voluptuosidad. Aquí no cabe la monogamia, y difícilmente, el enamoramiento. Tampoco cabe la conexión íntima o profunda con la otra persona,son individuos de paso que sirven para satisfacer el libido y ya. Es el sexo ocasional, se busca incluso que no haya algo más, sólo lo carnal. Es la promiscuidad, con la adicción al sexo como posible corolario.Puede pensarse en un “avance” respecto del amor tradicional, es un amor “libre”. Pero uno puede imaginar un tercer momento, una superación.

El amor socialista

Del amor tradicional, el amor socialista recupera la profundidad de las relaciones. Se interesa por una conexión real e íntima entre los amantes; lo conserva del primer modelo y no conserva la monogamia. Del amor mercantilizado o capitalista, el amor socialista preserva la no aversión por la poligamia, pero elimina la promiscuidad como consumo de cuerpos sin mayor conexión entre los individuos. Juzga ese tipo de sexo como deshumanizante. La síntesis es una poligamia pero con profundidad. Esto, por un lado, supera el límite insostenible de la monogamia del amor tradicional, que en realidad provoca represión e infidelidad clandestina, celos, posesión, obsesión, y, por otro lado, pone un límite a la carrera loca del amor consumista.

Ese límite es el de las relaciones que realmente puede cultivar una persona; es una poligamia que vence las barreras represivas del amor tradicional pero a la vez logra limitar el desfogue excesivo del sexo meramente carnal.

El hipotético practicante de un amor socialista no es un “infiel”, pues no es monogámico, tampoco es un promiscuo consumidor de meros cuerpos. No tendría problema en que sus parejas se conocieran y convivieran, ni en que ellas tuvieran a su vez otras parejas, que él podría abordar sin problema.

No hay propiedad del cuerpo, sino copertenencia en una comunidad unida integralmente, con la genitalidad incluida, pero no sólo ella.

El sexo es sólo una dimensión de una conexión mayor. Aquí no cabe el sexo de usa y desecha, se busca la fundación de relaciones, conocimiento, descubrimiento, solidaridad. Pero no es una posesión, una monopolización de los afectos, sino un compartir. Los celos aquí no tienen sentido. El promiscuo no tiene nada de “libre”, es presa del imperativo de consumo, de su incapacidad de saciarse, de su erotismo hipertrófico, guiado hacia el consumismo sin conexión íntima o real con los sujetos hechos meros objetos sexuales, que suele no volver a tratar, o es el monógamo, no tiene nada de “moral” o “elevado”, un reprimido que dejará salir por otras vías todo lo que está conteniendo, la frustración, la violencia, la infidelidad, las parafilias.

El amante socialista se libera del imperativo de consumo y construye relaciones integrales, donde la relación sexual es un aspecto más. Y se libera de la moral represiva monógama, de las idealizaciones incluso ridículas, de las posesiones, los celos, los controles у toda violencia física o simbólica.

El amor que otorga el amante socialista no se enfoca en una o dos personas sino en la comunidad fundada y en el vínculo construido. El amante socialista practica un amor fruto de un proceso dialéctico que logra espigar lo mejor de los otros tipos de amor y elimina lo peor.

Mi afectuosa conclusión 

Cuando se habla de amor libre, de poliamor o de cualquier otra forma de vínculo que implique amor y sexualidad, saltan inmediatamente lxs que parecen ser puristas del amor romántico; lxs que aseguran que hablar del amor de una forma no convencional es lo mismo que ir por ahí imponiendo la degradación y la ausencia de compromiso, porque además la

no-monogamia es una amenaza a sus ilusiones, como si mágicamente algo que ha existido siempre y que hoy se vive abiertamente, fuera a desaparecer una especie de orden natural del amor; ¿en dónde se ha dicho alguna vez que el amor y la sexualidad humanas se rijan por normas naturales? Eso no existe.

No se trata de estar de acuerdo, nadie tiene porqué estar acusadx con mi forma de amar, pero en desacuerdo tampoco. O sea, unx habla de su experiencia del amor más allá de lo que otrxs quieran para sus vidas amorosas. Es que unx no está pidiendo autorización, y unx tampoco está diciendo que como unx ama deben amar otrxs. Igual que pasa con cualquier forma de vida que no parezca la normativa.

La monogamia no es una forma de vida ideal como no lo es ninguna forma de amar. Lo que no pueden pretender es que no hayan críticas cuando dentro de alguna forma de sexualizar y socializar se sufra por razón de los estándares. La psicología, por ejemplo, que ha tratado de estandarizar al ser humano para poder hacer ecuaciones intelectuales dentro del sistema, se ha tenido que rectificar muchísimas veces, y eso da cuenta de que hacer esclavo emocional a otros no ha sido nunca una regla saludable.

Y si usted cree que la monogamia es su estilo, bien, pero no asuma que es el único estilo que hay, y sobre todo deje usted de degradar la subjetividad sexual que, claramente, hace parte del amor, de la amistad y de los lazos cualquiera que florezcan entre nosotrxs.

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De rojo y a la izquierda, los valores del socialismo hacia el amor

2 respuestas

  1. ¡Luchemos por un amor socialista y libre, un amor que vea por el bien colectivo, amemos y respetemos, sin más; mas nombremos la pluralidad que nos abunda!

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