“Un rebaño de animales puede componerse de hembras y machos de diferentes edades y colores. El objetivo de un rebaño es obtener carne o leche, las cuales aportarán beneficios económicos a la explotación ganadera”; esto de acuerdo con Ceva Salud Animal, una de las tres empresas farmacéuticas veterinarias con mayor crecimiento a nivel mundial. 

Así como una especie dedicada al rebaño, se nos educó desde que tenemos cuatro o cinco años a estar destinados al éxito, a una vida sin necesidades económicas gracias a la preparación educativa que recibirás. Nos ilustraron mentalmente con un camino fácil con comodidades por el resto de nuestras vidas, pero nunca se tomó en cuenta todo lo que hay detrás del aspiracionismo académico y triunfal. No se nos mencionó que, en un país donde las políticas educacionales no son el mayor fuerte nacional, el método de enseñanza en las aulas se basa en sentarse, escuchar, pasar lista, apuntar y memorizar. Así, en una monótona rutina de nunca acabar, desde los seis hasta los veintitantos años, en promedio. 

La calidad de la educación que recibe cada persona en su individualidad, se ve determinada por diversos aspectos, desde la familia en la que nos tocó nacer, la disponibilidad económica que se tiene en el entorno familiar, las creencias y los valores cimentados bajo la crianza, la salud y bienestar de los estudiantes, hasta la formación del profesorado, la infraestructura de la escuela, la distribución de los recursos y las políticas educativas.

Nos han socializado para regirnos bajo un modelo educacional tradicional donde se cree que todos los alumnos aprenden de la misma manera y que se desarrollarán igual que los demás. En realidad el aprendizaje no es lineal, existen muchas más formas de poder compartir el conocimiento, y esto fue demostrado en 2020 con el inicio de la pandemia. Hay diversidad de procesos cognitivos en los que las personas retienen la información, y el error primario de toda institución es creer que todas las personas van a funcionar igual y que el mismo método será exitoso para todos los alumnos. Las dinámicas escolares son esenciales para cambiar esta narrativa reduccionista, y de manera opuesta, para inculcar el interés en los estudiantes de querer aprender y acudir a estas sesiones. 

En relación con lo anterior, es necesario reconocer que la formación y vocación del profesorado es una cuestión decisiva que recae en el sector estudiantil. Al entrar a la universidad, te encuentras con un mayor número de profesores que entre sus tantas motivaciones tienen el obstaculizar el desarrollo profesional de quienes ingresan a este nivel educativo. Es como si fuera un requisito el poner trabas para que los estudiantes quieran renunciar a una de sus, posiblemente, más grandes metas, y esa es una situación que es crucial para tratar, porque desafortunadamente, la tasa de deserción escolar que tiene como motivo esta causa, es alarmante. Necesitamos visibilizar que muchos docentes no tienen la vocación para serlo, ya sea por sus formas de enseñanza, su intención directa de querer afectar al alumnado, o una falta de profesionalización pedagógica en todos los aspectos que esto implique. 

Otro de los temas a tratar es la cantidad de trastornos que puede generar un mal contexto académico, hay que hablar de la ansiedad, el estrés y la depresión. Gracias a un estudio realizado por la Universidad de Los Lagos, se determinó que existe mayor prevalencia de estos cuadros psicoemocionales en los alumnos del área de la salud, teniendo como principal factor “las evaluaciones de los profesores, la sobrecarga de tareas y trabajos y el tiempo limitado para la realización de trabajos”. De la mano con esto, nos encontramos con un problema más, la meritocracia que nos implanta la idea de que entre más logros tengamos, más inteligentes somos y más oportunidades tendremos. Esto, además de ser simplista, deja de lado a toda una lista de razones más, es, desafortunadamente, una visión creada bajo un paradigma capitalista y elitista que considera que la capacidad intelectual y las buenas calificaciones están directamente relacionadas a la potencialidad que tienes como estudiante, cuando en realidad, el rendimiento académico se ve afectado por diversas situaciones que, en la gran mayoría de ocasiones, no están bajo nuestro control. 

Nos queda clara la crisis profunda que enfrenta la educación en México, y en general, en el sistema educativo global, pues en lugar de fomentar el desarrollo integral y el pensamiento crítico, perpetúa una rutina monótona que limita la creatividad y el verdadero aprendizaje a través de la visión blanco y negro, sin tomar en cuenta la cantidad de matices que existen en medio. Por otra parte, la promesa de éxito y estabilidad que se nos ofrece a los estudiantes, a menudo resulta ser un paisaje ideal para inculcar a la rivalidad, al individualismo y la sobre exigencia. Vimos que el problema ya no solo radica en la cantidad de factores mencionados, sino que de igual forma radica en una cultura educativa que valora más la memorización y el rendimiento estandarizado que el verdadero crecimiento personal. Esta visión reduccionista ignora la diversidad de los estilos de aprendizaje, así como las realidades individuales y sociales del estudiantado, resultando en una tasa de deserción y problemas de salud física y mental.

Por consiguiente, es preciso reformar un sistema educativo que realmente responda a las necesidades del mundo real de los estudiantes y no a un modelo anticuado y desactualizado que nos convierte en una especie de “rebaño” de individuos uniformes. La educación debe ser un instrumento de superación, no de adaptación; debe promover la curiosidad y la pasión, preparando a los estudiantes no solo para un mercado laboral, sino para una vida plena y significativa.