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CRÉDITO: tlatelolco.unam.mx
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Ariadne Elizabeth Manriquez Baeza

Facultad de Estudios Superiores

Diseñadora por las mañanas y estudiante de Relaciones Internacionales por las tardes. Quintanarroense con un enfoque global, apasionada por el aprendizaje constante y dedicada a explorar nuevas ideas.

¿Cómo se construye la paz?

Número 17 / ABRIL - JUNIO 2025

“Tlatelolco. Epicentro de desarme nuclear y feminismos.”

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Ariadne Elizabeth Manriquez Baeza

Facultad de Estudios Superiores

Existe un espacio seguro que abraza las vulnerabilidades y empodera comunidades. Donde el arte se convierte en una herramienta de pacificación, un laboratorio que experimenta para lograr la paz. Para muchos, un oasis dentro de tanta violencia. 

Esta exposición fue auspiciada por los Laboratorios de Paz, un programa del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) de la UNAM. Este programa busca promover la cultura para la paz y responder a la violencia a través de las artes con el objetivo de crear y experimentar diferentes ensayos de pacificación. 

La exposición “Tlatelolco. Epicentro de desarme nuclear y feminismos” resalta la importancia histórica de Tlatelolco, no sólo como un símbolo de la lucha por la paz y el desarme nuclear, sino también como un espacio donde el feminismo se encuentra con la historia de la resistencia.  

Dicha muestra se inauguró el 27 de febrero de 2025 y conmemora dos eventos que se desarrollaron en este histórico sitio: la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer se celebró hace 50 años en 1975, nombrado el “Año de la mujer”; y el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, también conocido como “El Tratado de Tlatelolco”, firmado en 1967 en el actual edificio del CCUT, anterior sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). 

Adentrándonos en la exposición encontramos extractos de lo que se discutió en ambas conferencias. En una de las pancartas de la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer se podía vislumbrar: “la mujer desempeña un papel vital en la promoción de la paz, participando en decisiones en todos los niveles sociales”.

La exposición se divide en dos núcleos principales. El primero aborda el desarme nuclear con una colección de carteles conmemorativos de los países que ratificaron el Tratado de Tlatelolco, documentos históricos y diversas obras que contextualizan este hito. 

En la exposición hay un pequeño cuadro de Fabián Peña y representa la bomba atómica creada con la técnica: “fragmentos de alas de cucarachas pegadas sobre tela”, un símbolo visual con la imagen del impacto de Little Boy, utilizando a los únicos testigos sobrevivientes de este trágico evento. Cada pequeño fragmento de ala de cucaracha simboliza átomos. 

El segundo eje de la exposición es el Feminismo. Trata de una colección de fragmentos textuales de instrumentos internacionales en defensa de los derechos de las mujeres, acompañados de poderosas fotografías capturadas por fotoperiodistas. Más que un repaso histórico de los acontecimientos de hace 50 años, esta sección pone el foco en el presente, visibilizando las realidades actuales. Estas fotografías narran historias de vida y libertad, pero también evidencian las distintas formas de violencia que las mujeres siguen enfrentando hoy en día.

 

“No puede haber paz sin justicia social”

En entrevista con Zaira Ramos Cisneros, Coordinadora de los Laboratorios de Paz en el CCUT explicó que estos temas siempre cruzan las actividades y proyectos que se plantean. “Y en esta exposición les dieron un lugar más protagonista en este espacio.”

Teniendo en cuenta esto, ambos conceptos se entrelazan al abordar las violencias que afectan a las sociedades, desde los conflictos armados hasta las desigualdades de género, reconociendo que no puede haber paz sin justicia social. 

La coordinadora afirmó que “no hay fórmulas para crear la paz”. No hay una única solución, sino múltiples caminos que nacen de la colaboración y de la reflexión colectiva; por eso en los Laboratorios experimentan para lograr la paz. 

Los Laboratorios de Paz del CCUT buscan generar experiencias que vinculen a grupos con la cultura de paz a través de la potencia artística, siendo también un espacio formativo de construcción de personas con prácticas artísticas y culturales. 

Han trabajado con distintas comunidades y poblaciones: personas privadas de la libertad, niñxs en situación de calle, madres buscadoras, familiares de víctimas, trabajadorxs sexuales, entre otros. Comunidades que históricamente han sido violentadas y vulneradas. 

Al respecto, Zaira reflexiona: “¿cómo podemos impactar en las vidas de 1, o de 2 o de 3 personas? Muchas de las actividades que hacemos con este tipo de comunidades impactan en su vida, e impactan para bien.” 

El objetivo de estas actividades es que estas comunidades se apropien de los espacios culturales, que pasen de ser vistas como objetos de estudio a narrarse a sí mismas, construyendo su propia identidad y voz. Su presencia en un lugar como la Universidad refuerza la idea de que son importantes y tienen una historia que contar. 

 La coordinadora fue directa al decir que “tu historia es importante, tu vida es importante, tu cuerpo es importante y te queremos escuchar en este espacio abierto para que lo hagas. Son personas completas que tienen sueños y deseos, que piensan a futuro, que tienen pasado, que tienen pareja, que tienen afectos y no son solo un objeto”. 

Teniendo en cuenta el impacto que buscan los Laboratorios de Paz necesitamos cambiar la manera en que concebimos a las personas, especialmente a aquellas históricamente invisibilizadas; porque incluso las mujeres, hace 50 años, lucharon por ser vistas con dignidad, como se refleja en una pancarta de la exposición: “el respeto por la dignidad humana incluye el derecho de toda mujer a decidir, libremente y por sí misma, si habrá o no de contraer matrimonio.” 

Zaira Ramos destacó enfatizó que “el cuidado que brindemos a nuestros vecinos es un ejercicio de paz”. Dentro de esta misma idea, ella reflexiona acerca del diálogo, la mediación de conflictos y la comprensión como herramientas clave para generar armonía, y de cómo las diferencias pueden separarnos. Señaló que hay que fomentar una convivencia respetuosa, basada en el entendimiento mutuo, como uno de los pilares fundamentales de la pacificación. 

La coordinadora nos contó que hace un año se llevó a cabo la exposición: “Grietas y fisuras. Donde se asoma la paz”, en la que participaron 12 artistas emergentes provenientes de las periferias, quienes compartieron sus ideas y concepciones sobre la paz. Algunos de estos artistas encontraron la paz en sus amigos, en sus habitaciones, e incluso en el entendimiento de su neurodivergencia. Dentro de estas experiencias, descubrieron un espacio seguro y crearon redes de apoyo. 

Este proceso de conexión también es una forma de pacificar. “Cuando te reconoces con otra persona, sabes también que no estás solo. Que eso que sientes, lo siente otra persona; eso que te preocupa, también le preocupa a otro — comenta la comunicóloga egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales— el acompañarse hace una diferencia muy grande a la hora de afrontar la vida.” De esta manera, las redes que nacieron en ese espacio perduraron con el tiempo, demostrando que la paz también se construye al generar vínculos solidarios. 

Con respecto a que el arte, al convertirse en una herramienta para la pacificación, tiene la capacidad de empoderar comunidades, generar espacios seguros y crear redes de apoyo. Además de impulsar procesos de transformación y entendimiento en medio de un mundo marcado por la violencia.“El arte no lo puede todo, pero lo puede algo”, remató Zaira. 

La entrevistada nos compartió que los jóvenes debemos asumir el papel de ser críticos e imaginar nuevas maneras de alcanzar la paz. La pasividad no es el camino; debemos exigir mejores derechos y condiciones, porque otra vida es posible.

Zaira Ramos invitó a las y los estudiantes a acercarse y conocer los Laboratorios de Paz. “Estamos abiertos a propuestas, a llevar talleres y procesos de formación en planteles de la Universidad u otros lugares. Lo que nos interesa es compartir el conocimiento que hemos construido y también aprender de las demás personas.”

En un mundo marcado por diversas formas de violencia, el arte puede ser ese refugio que invita a la reflexión, al entendimiento y a la empatía. Es un recordatorio de que se pueden construir espacios de paz y esperanza. 

“El arte no es suficiente para poder afrontar todas las violencias, pero a lo mejor es un oasis entre toda la violencia que existe.” Zaira concluyó. 

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