En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Ulises Peña
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Pablo Josué Peña Molina

Facultad de Ciencias

Soy estudiante de las licenciaturas de Actuaría y Matemáticas. Soy apasionado de muchas cosas, por ejemplo, las matemáticas, la historia, el Metro de la Ciudad de México, las ferias del libro, entre muchas otras. Me gusta disfrutar al máximo cada día en la escuela, me gusta leer, andar en bicicleta, viajar, conocer a profundidad la Ciudad de México, ver deportes, entre otras cosas.

¿Cómo encontrar motivación para ir a la escuela?

Número 15 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2024

El cambio desde nuestra trinchera

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Pablo Josué Peña Molina

Facultad de Ciencias

Siempre que cuento la historia de mi vida en la escuela, la gente queda sorprendida de la emoción, pasión y cariño con la que la narro.

—¿Cómo es posible que disfrutes tanto el camino escolar? —me preguntan constantemente, a lo que yo respondo:

—No lo sé del todo, simplemente siento que la escuela y yo tenemos una relación simbiótica desde hace mucho tiempo. La escuela ha sido y sigue siendo para mí un espacio increíblemente interesante y vasto, lleno de oportunidades, de sueños, de experiencias de vida enriquecedoras e irrepetibles. Siempre me ofrece algo nuevo que vivir, siempre me permite alcanzar grandes alegrías y encontrar refugio en mis penas y tristezas, dentro y fuera de las aulas de clase.

—¿Y no te has cansado después de tantos años en la escuela? —suelen preguntarme— ¿Qué puede haber de nuevo? ¿Cómo puede motivarte tanto estar dentro de un sistema tan rígido como el escolarizado? ¿Estás loco?

—No, para nada me he cansado. Al contrario, cada día, cada semana, cada semestre, cada año obtengo nuevas motivaciones, bocanadas de aire fresco. Tal vez mi vida siempre ha estado demasiado ligada a la escuela, aún en los temas personales; es todo un estilo de vida. Sin embargo, no me siento incómodo ni insatisfecho con ello, sino que me siento a gusto y feliz porque me ha dado una perspectiva muy especial sobre muchas cosas, algunas aparentemente muy sencillas e insignificantes y otras tantas mucho más grandes y complejas. 

—¿Podrías darnos algún consejo para encontrar un poco más de interés en la vida escolar? —me consultan— ¿Cuál es tu secreto?

—No creo tener una receta secreta —respondo—. Sin embargo, pienso que hay dos pilares fundamentales que, si se alcanzan, le dan razón de ser muy fuerte a tu experiencia escolar.

—¿Cuáles son?

—Uno es encontrar algún detalle, por mínimo que parezca, que te haga disfrutar el día a día común en la escuela. El otro consiste en buscar actividades relacionadas con lo que te gusta e interesa, que cuando ocurran te permitan vivir días muy especiales, llenos de aprendizaje, inolvidables e irrepetibles. Así es como disfruto la escuela: encontrando alguna magia en lo rutinario y prestando atención a las oportunidades para lo extraordinario. En lo personal, siempre he disfrutado asistir a clase y escuchar con atención lo que se enseña en las aulas ¡Nada más rutinario que asistir a clase, pero a la vez tan enriquecedor! Y, por otro lado, a veces vale la pena ausentarse a alguna clase y redistribuir el tiempo para tomar parte de un evento especial, de una conferencia o de un taller. Esto sin duda también forma, desde mi perspectiva, parte importante de nuestro desarrollo en la escuela. 

 

Otra escuela sí es posible

Que mis compañeros se hayan sentido siempre tan abrumados por la escuela y sin mayor motivación para disfrutar su vida escolar tiene como una de las causas principales que el sistema educativo tradicional nos hace pensar que la escuela está completamente acotada a lo que se enseña en las aulas, que no hay escuela fuera de las mismas, que no hay actividades válidas fuera de una clase. Este problema suele agravarse en muchas ocasiones en entornos naturalmente tan absorbentes como el de las carreras científicas. Los estudiantes de Ciencias solemos estar siempre muy apurados y ocupados con muchas responsabilidades importantes que se nos pide cumplir desde las aulas, a veces tanto que corremos el riesgo de aislarnos demasiado del mundo. 

Yo creo que en una escuela siempre será muy importante el trabajo desde las aulas, pero también son muy importantes, en su justo equilibrio, las actividades fuera de las aulas, puesto que algunas nos permiten aprender nuestros temas de estudio habituales de otra manera y con otra perspectiva, y otras tantas nos permiten desarrollar otras habilidades y áreas de interés que solemos dejar olvidadas por largo tiempo. Considero, sin duda alguna, que promover una nueva escuela donde se valoren más las actividades fuera del aula y se otorguen mayores facilidades, con responsabilidad, para participar de las mismas, sería un gran paso para ayudar a los estudiantes a encontrar motivaciones más fuertes para aprovechar al máximo y disfrutar su estancia en la escuela. Hace falta que se tomen medidas estructurales para que el estudiantado amplíe su panorama sobre lo que es la escuela y todo lo que se puede realizar en ella. 

Mientras el panorama escolar completo tenga un alcance tan limitado como, en mi opinión, lo tiene en estos momentos, seguirá habiendo un gran número de estudiantes que terminan por odiar (o al menos no disfrutar) su vida en la escuela, lo cual es sumamente preocupante, dado que es uno de los espacios donde más tiempo pasamos en los primeros años de nuestras vidas.

Cierro con una frase que suelo decir cuando me preguntan por qué disfruto tanto la escuela y participo en muchas actividades en mi vida escolar a pesar del fuerte nivel de responsabilidades y trabajos que implica estudiar una carrera en Ciencias:

“A veces vale la pena sacrificar unas cuantas décimas a cambio de la experiencia de vida, desarrollo y aprendizaje”.

Siempre, dentro y fuera del aula de clases, debemos privilegiar el sano aprendizaje y darle su debida importancia y nivel de responsabilidad a cada una de las formas de adquirirlo.

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