Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
A diario camino por los pasillos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, un lugar que ha sido testigo de varias generaciones de científicos sociales. Dentro de sus instalaciones ha albergado el bullicio de ideas revolucionarias, el debate, el pensamiento crítico y el deporte en cada una de sus aulas. Este lugar es un semillero de pensamiento crítico y debate a pesar del evidente deterioro físico. Esta contradicción me ha llevado a reflexionar sobre la paradoja que vive mi facultad: mientras sus cimientos materiales parecen desmoronarse, los cimientos intelectuales permanecen fuertes, alimentando ideas que pueden transformar el mundo.
Cimientos débiles: el deterioro físico de la facultad
Es difícil ignorar el estado deplorable en el que se encuentran las instalaciones de nuestra
facultad. Al caminar por los pasillos, los rayones en las paredes y los grafitis políticos cubren casi cada superficie disponible. Lo que una vez pudo haber sido una expresión de descontento o rebeldía política, hoy se ha convertido en una forma de contaminación visual que agrava la sensación de abandono. No se trata solo de una fachada descuidada, es una falta de mantenimiento que se extiende a los baños, a las aulas y a las áreas comunes. El mobiliario se siente obsoleto y, en muchos casos, roto o inservible. Los edificios parecen atrapados en un ciclo de desgaste sin fin, con pocas intervenciones de mantenimiento. Es inevitable preguntarse cómo llegamos a este punto. Una de las principales razones parece
ser la falta de recursos destinados al mantenimiento. Además, la burocracia interna y la falta de una gestión eficiente podrían estar retrasando los proyectos de mejora. Pero también es importante señalar el papel que nosotros, los estudiantes, jugamos en este deterioro. Las manifestaciones, aunque legítimas, muchas veces dejan a su paso daños que no son reparados. Nos hemos acostumbrado tanto a ver nuestro espacio de esta manera que casi lo hemos normalizado.
Ideas fuertes: el poder intelectual y académico de la facultad
Sin embargo, lo que más me sorprende es cómo, a pesar de este entorno físico deteriorado,
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales sigue siendo un faro de pensamiento crítico y
académico. Cada día, en estas mismas aulas maltratadas, se llevan a cabo discusiones
profundas sobre teoría política, movimientos sociales y derechos humanos. Aquí se gestan
ideas que tienen el potencial de transformar no solo a México, sino al mundo. Los estudiantes y profesores no se ven frenados por el estado físico de su entorno, al contrario, parecen impulsados por el deseo de cambiar precisamente aquello que los rodea.
A pesar del mal estado de los edificios, la facultad sigue produciendo investigaciones de alta calidad. Los proyectos estudiantiles, las publicaciones académicas y los debates que se
generan aquí continúan posicionando a la facultad como un referente en la educación superior del país. Esta fortaleza intelectual es una prueba de que, aunque los cimientos físicos sean débiles, los cimientos de conocimiento y pensamiento siguen siendo sólidos y resistentes. Las aulas podrán estar en mal estado, pero las ideas que circulan en ellas están más vivas que nunca.
La paradoja entre lo material y lo intelectual
Es en este contraste entre lo físico y lo intelectual donde se encuentra la paradoja. ¿Cómo es posible que un lugar en tan mal estado físico siga siendo un bastión de pensamiento crítico? Reflexiono sobre esto constantemente mientras asisto a clases en aulas rayadas o participo en debates en pasillos deteriorados. La paradoja es inquietante: la facultad está en una especie de decadencia física, pero al mismo tiempo florece como un centro de pensamiento vivo y activo. Parece que las ideas han encontrado una forma de trascender los límites del espacio material, como si el deterioro de los edificios no pudiera tocar la calidad del conocimiento que se genera dentro de ellos.
Sin embargo, me pregunto hasta cuándo podremos sostener esta dualidad. ¿Será posible que, con el tiempo, el deterioro material termine afectando lo académico? ¿Podrá la facultad seguir siendo un espacio de pensamiento crítico si no se atienden sus necesidades físicas?
Aunque por ahora las ideas siguen siendo fuertes, es preocupante pensar que los cimientos
intelectuales podrían debilitarse si los problemas físicos no se abordan.
Soluciones y propuestas
Es evidente que necesitamos soluciones para resolver esta situación. Las autoridades
universitarias deben tomar medidas urgentes para garantizar que la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales reciba el mantenimiento adecuado. Esto no solo implica recursos
económicos, sino también una mejor planificación y gestión del espacio. Es necesario que se priorice la conservación del campus, tanto para preservar su valor histórico como para
garantizar que los estudiantes tengan un entorno digno para aprender.
Pero también creo que nosotros, los estudiantes, debemos asumir nuestra parte de
responsabilidad. En lugar de dañar aún más nuestro espacio, podríamos buscar formas
creativas de preservar y embellecer la facultad. Podrían organizarse brigadas de limpieza y
recuperación de espacios, donde la participación estudiantil sea parte del proceso de cuidado del entorno. Además, se podría fomentar una cultura de respeto hacia los espacios comunes, sin que eso implique renunciar a la movilización política. El equilibrio entre expresión política y el cuidado del espacio es clave para que la facultad siga siendo un lugar de debate crítico y de reflexión, sin sacrificar su estado físico.
Conclusión
El contraste entre los cimientos débiles y las ideas fuertes en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales es una paradoja que no puede ignorarse. Mientras las instalaciones se desmoronan, las ideas florecen, pero no podemos asumir que esta situación podrá sostenerse indefinidamente. Si no se toman medidas para resolver los problemas físicos del campus, eventualmente el entorno deteriorado afectará también la calidad académica. Por ello, tanto las autoridades como los estudiantes debemos actuar para preservar el espacio que nos alberga, sin que eso implique renunciar a la fortaleza intelectual que lo caracteriza. Al final, el verdadero desafío será mantener fuertes tanto los cimientos físicos como los intelectuales de nuestra facultad.
Por: Luis Santiago Yáñez
El miedo en el cine mexicano no se basa en lo sobrenatural, sino en el monstruo que reside en cada unx de nosotrxs
Por: Alejandro Sánchez Campo
¿Qué hay que hacer para ver más estrellas?
Por: Jesús Palacios de Jesús
Un clásico del cine mexicano que retrata la desigualdad
Por: Luis Ángel Castañeda Sánchez
El mensaje detrás del filme Nazarín: ateos, creyentes, católicos, paganos, agnósticos, prostitutas y sacerdotes, extiéndase a todos la invitación