Facultad de Ciencias
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Dentro del contexto actual en el que nos desarrollamos, debido a una gran cantidad de factores, se ha modificado nuestra manera de experimentar con el mundo, y el consumo de contenidos audiovisuales no es una excepción. Desde la aparición de nuevas tecnologías hasta una pandemia mundial, son algunos de los ejemplos por los que han cambiado las razones del porqué consumir cine.
El cine (y la televisión) han sido, desde sus inicios, un vehículo para transmitir un mensaje al espectador, no por nada es denominado “el séptimo arte”. Aunque es verdad que el contenido de baja calidad ha existido por décadas, también es verdad que la abundancia de este contenido en la actualidad es un grave problema, pues afecta nuestra percepción del medio y las verdaderas razones del consumo de contenidos audiovisuales.
En la actualidad, son las plataformas de streaming las que agravan esta situación, pues han cambiado el enfoque de la producción de contenidos, priorizando la cantidad por encima de la calidad. Aunque normalmente no representan un gran problema, son estos mismos contenidos los más publicitados dentro de las plataformas por el mero hecho de pertenecer al catálogo “original”.
Esto ha permitido cambiar el enfoque de las producciones, pasando de contenidos con algún tipo de mensaje al espectador, a contenidos que implementan elementos atractivos para ciertos sectores poblacionales, sólo para generar más vistas o mayor conversación en las redes sociales, asemejándose así al fenómeno de Tik Tok, cuyo principal objetivo es mantener a los espectadores consumiendo su contenido con una falsa premisa de aportación espiritual/intelectual.
La forma en que esto afecta al cine es crítica, pues el deseo de la mayoría de las audiencias ha cambiado y ya no existe un verdadero gusto por ver películas en un cine, salvo contadas excepciones. Esto sin duda ha afectado los presupuestos de los proyectos de “mediana producción”, aquellos que permitían llenar las carteleras de cine a lo largo del año, por lo que al día de hoy las opciones son muy específicas: ya sean producciones monumentales (principalmente de Hollywood), películas mexicanas de baja calidad que sólo permiten reforzar estereotipos clasistas y racistas, o películas extranjeras de nicho que sólo podrán triunfar (si es el caso) por el boca en boca.
El cine está viviendo uno de sus momentos más críticos, aunado a los problemas
de las huelgas de guionistas y animadores, no se prospecta un futuro favorable
para el medio. La proliferación de contenidos de baja calidad es alarmante, y
aunque el objetivo no es para nada criminalizar este tipo de producciones (ya que
todos las consumimos regularmente), es necesario tener en cuenta que existen
otros tipos de contenido que, aunque sus tramas no sean nada complicadas y
menos aburridas, contienen mensajes que pueden cambiar nuestra percepción del
mundo. Al final del día, somos lo que consumimos y el saber disfrutar cualquier tipo
de contenido nos hará más plenos.
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