Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo
Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo
Estoy urdiendo las palabras más gráciles para explicar esta procelosa forma de adorarte…
Estoy aludiendo a figuras santas y demonios para que el mensaje sea más inquisitivo, el cual ya ha penetrado la cordura de mi psique.
Cómo ignorar lo que es más evidente, que la gracilidad de la expresión corpórea e indefectiblemente desbordante de la vida, que aquellas figuras retóricas y subyacentes energías doradas o sombrías, que todas las albas que se alzan y vuelven, cual manía raquítica de péndulo, a sumergirse en el aletargado Leteo de la cordillera nocturna, se alebrestan y se les anexa una carga de veracidad irrefutable ante el recuerdo tuyo, maravilloso ser… Cuán mágico me parecía el enervamiento al observar las nubes cargadas de muerte, cuán triste me parecía escuchar a los árboles que hablaran de vida tan serios, vaya cielo de concreto que se asoma por los balcones de las ciudades, ahíto de la experiencia moral de los fenómenos antropomórficos, o es que soy yo el que dota de este carácter áspero a las cosas, no lo sé; qué suciedad hay en mis ojos, cuánta beldad en los tuyos, qué disonancia tan perfecta, el contraste entre ambos: la armonía más pura, la más _sincera_, la más griega… Tú que todo blanqueas y dotas de fulgor, tú que todo lo desdibujas para darle tu forma a todas las cosas: fragancia inexorable en mis reflexiones, el vívido recuerdo al evocarte desata el augurio de los siete círculos del infierno, y arde mi sed, y se exalta mi fe: creo y sé, no soy ciego, pero ciegamente te venero, ninfa helénica, pináculo de la belleza, canon de la perfección…
Quiero adorarte y no vivir por siempre, pero viviría para ti eternamente, aunque lo incognoscible de lo eterno pretenda frustrar mi consigna, me revelaría ante el lenguaje, el entendimiento, la moral y lo físico, para alcanzar lo inhumano e imposible del magno manto violáceo, aquello lejos de la apariencia, aquello lejos de lo lejos de la consciencia, todo lo que la palabra no describe ni canta, todo lo que la acción no alcanza en lo pragmático, aquello que por abulia, apatía y dejadez no se permitió, todo y nada para ofrendarlo a ti, musa infinita, pues ahora olvida mi finitud y el extravío de mi ubicuidad metafísica, mis noches de ronda y mis escapes noctívagos entregados a la fantasía: hoy anhelo de ti el desasosiego que me provoca el pasmoso cuadro pletórico de tu silueta, de tu belleza, el espasmódico ensueño que subyuga mis ansias de muerte, que me exhorta a un devenir, que propone un después y un más tarde, pues oh, estrella onírica, deseo con fervor que tu estela no sea breve y efímera, que permanezca inmutable en lo que parezca eterno, que a pesar del constante cambio y revolución que te sucedan, tu amor no se desvanezca cual bruma después de la aureola carmesí que se cierne sobre nuestros cráneos, que no sólo sea un vicio foráneo, y que cuando me toque morir sea en el océano tan lánguido y hondo de tu vientre sacro: Ariadna, Ariadna…
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2 Responses
Una muestra de la sensibilidad del hombre enamorado..
Muy bien, tu léxico es bueno, pero sirve de que pones a investigar a tus lectores, la terminología utilizada, de verdad muy tierno lo que escribes, logras conectarnos de la forma mas sensible. Felicidades!!.