“De lo que no se habla, no existe. Y lo que no existe, se margina”

Veneno, la serie, 2020

A lo largo de mi vida he crecido con miedo, he crecido con incertidumbre, he crecido sin saber en dónde estoy ante los ojos de una sociedad.

Pero, ¿por qué hemos estado ocultadxs bajo la sombra toda la vida?, ¿por qué jamás hablan de nuestra existencia?, ¿por qué la sociedad ha preferido callar y  recriminar?.

Sí…porque para ellos no existimos. Y  lo desconocido, se ignora y se condena.

Jamás habrá palabras suficientes, imágenes bastas, manifestaciones y columnas en el periódico sobradas para gritar que aquí estamos. Y que aquí hemos de estar y resistiremos toda la vida si es necesario…pues ya lo hemos hecho.

Las mujeres trans a lo largo de los años nos hemos visto segregadas por el resto de la sociedad, y orilladas a vivir una vida que no nos pertenece desde el momento en el que nacemos. Siendo vulneradas y rechazadas desde la niñez hemos tenido que salir a la calle a costa de nuestras posibilidades; no podíamos seguir ocultándonos de nadie, pues las alas de un avión se deterioran más en el suelo que volando por el cielo.

Sí, por desgracia también estamos puestas en jaque ante una sociedad estigmatizada y llena de prejuicios, arriesgándonos con la incertidumbre de si podremos seguir viviendo el día de mañana. ¿Pero qué mujer tiene la certeza de seguir viviendo el día de mañana?.

Las mujeres trans con más privilegios contarán con el apoyo de sus seres cercanos, ¿pero y eso cuando ha bastado?  Cualquier mujer trans de cualquier país, con poder adquisitivo o no, con apoyo familiar o sin él, se enfrenta todos los días a un sistema dicotómico que no pierde oportunidad para cuestionar su valor como mujer, y  que tampoco pierde oportunidad para acabar con su integridad.

Somos así un blanco de burlas, de acoso, de discriminación y hasta de asesinato. Pues la falocracia y la inferiorización de la mujer generan intolerancia y poco entendimiento dentro de las cabezas más mediocres. Pues el no querer reconocer que somos diversxs como seres humanxs desde que nacemos, es no querer reconocer que existimos. Presentando un retroceso y un sentimiento de obstinación hacia los órganos genitales, creyendo así que los órganos sexuales nos definen.

Estamos aquí para demostrar que somos más que eso, que somos más que una vulva o un pene. Mi identidad, mis sentimientos y mi espíritu van más allá de cualquier característica u órgano sexual.

Cada día es más necesario, que se le dé voz a una minoría que tras años ha sido marginada. Es indispensable que se busquen representantes trans en cualquier medio de comunicación,  pues el hartazgo de nuestra invisibilización ha llegado a su límite.

Queremos y deseamos un mundo en el que lxs niñxs cuando vean la televisión, prendan el radio, lean una revista, o simplemente cuando salgan a la calle y vean un anuncio sepan que aquí estamos y que se sientan representadxs, no apartadxs e invisibilizadxs como muchas de nosotras nos llegamos a sentir.

Queremos que  parte del aprendizaje en la escuela sea la sensibilización y el entendimiento a las diversidades de género, que lxs alumnxs y la gente de afuera se enteren que aquí estamos, pues seguimos luchando por un lugar en esta sociedad que aún se nos sigue arrebatando. Pero eso nos ha hecho más fuertes que nunca.

Que se enteren que no tiene nada de malo haber nacido así. Imponerles el amor, el amor a sí mismxs. Que se acepten tal y como son, que se acepten trans, que se acepten no binarixs. Y que estén listxs para luchar contra cualquier adversidad, porque el camino no ha sido ni será fácil, pero lo importante es no bajar la guardia.

Pues la revolución será trans, o no será.