Facultad de Estudios Superiores Acatlán
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El amor es uno de los sentimientos más complejos de la existencia humana, puesto que hay diversas formas de este: amor romántico, amistoso, familiar, propio y hacia una mascota, por mencionar algunos. Sin embargo, las maneras de amar de la sociedad son distintas y responden hacia un contexto político, económico y cultural. Es por eso que, posiblemente, el amor y la política tengan mucho que ver.
Entiendo si la idea de que amar es un acto político suene radical, y es probable que este artículo quede corto al tema. Sin embargo, me gustaría dar mi punto de vista a través de mi poca experiencia romántica, amistosa y familiar.
Me gustaría comenzar con el amor romántico. El amor y el mito de la monogamia serían la hegemonía en este sector por mucho tiempo. Ese amor occidental, en donde la mujer es sumisa y su hombre la protege, perpetúa dicho acto. Anna G. Jónasdóttir (politóloga como yo, por cierto) sostiene que el amor es similar a la teoría marxista: es resultado de una dominación (irónicamente, en sociedades supuestamente democráticas). Algo que es importante saber, y que a mi percepción es alarmante, es que el patriarcado oprime a todxs menos a la masculinidad frágil.
Y sin embargo, algo tremendamente difícil para todos, incluída yo, es dejar de interiorizar el patriarcado. El amor romántico es un acto político porque te compromete a cambiar estructuras de pensamiento patriarcales para poder alcanzar la estabilidad, la felicidad e incluso la dificultad de enamorarse y vivir en pareja, esto incluyendo a las relaciones poliamorosas, abiertas, e incluso las relaciones no heterosexuales. No obstante (y un poco contradiciendo a Jónasdóttir porque tengo esperanzas), también el amor, en un aspecto positivo, te permite aprender de la otra persona y crecer juntxs. El amor enriquece. Pero, otro acto político del amor es aprender a dejar ir, sobre todo cuando unx se encuentra violentado y sometido al poder del amor, que Anna lo define como la dominación y que nos puede debilitar.
Asimismo, es importante recordar que el amor no solo es romántico. Las amistades, familia e incluso el amor a uno mismo deben ser reconocidos. A mi percepción, el amor colectivo es político si respondemos al concepto más primitivo de la política: asuntos colectivos. Considero que mis amigxs me han enriquecido más que mis ex parejas, porque es un amor más libre que el de la monogamia. Los amigos y la familia, cuando estos son sanos, son capaces de ser un soporte. Algo que he aprendido en mi poco tiempo estudiando CPyAP, es que si no cuento con una base sólida de apoyo emocional (y también de propósitos de vida, como la investigación, por ejemplo), no voy a llegar a ningún lado. Uno no puede sufrir en el mundo postcapitalista solo.
En cuanto al amor propio, y para terminar, puedo decir que el amor propio es el más importante, y en mi experiencia, he comprendido que un politólogo sin salud mental no puede funcionar. Lo mismo va para las demás profesiones. En un mundo donde te quieren explotar laboralmente, intentar cuidar de uno mismo (porque entiendo que ir a terapia es un privilegio) es un acto revolucionariamente conmovedor.
Cerati alguna vez dijo que el fin de amar es sentirse más vivo, y concuerdo. Porque en tiempos de ultraderecha juvenil, conflictos mundiales y un ambiente tenso, el apoyo de redes colectivas e intentar procurarse a uno mismo es un acto político.
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