En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
CRÉDITO: Foto de Pixabay
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Ricardo Alonso Arévalo Garcilazo

Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia

Estudiante de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Entusiasta de las ciencias sociales, las humanidades y la política. Mi mente inquisitiva me lleva a estar siempre al pendiente de noticias, analizando y comparando narrativas de asuntos nacionales e internacionales. Procuro ser crítico y no criticón, buscando la comprensión del mundo desde diversas perspectivas para lograr un enfoque holístico y perspicaz

El holismo del desastre

Número 8 / ENERO - MARZO 2023

Pandemia, guerra y cambio climático: ¿fenómenos aislados?

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Ricardo Alonso Arévalo Garcilazo

Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia

“Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.”

Ernesto Sabato

 

Entre los temas frecuentes que son tocados durante un coloquio ocasional, alguna exposición u otra actividad que invite a pensar -o al menos eso intente-, se encuentran el cambio climático, la crisis del agua, la vaquita marina, los koalas de Australia o el precio del gansito. Las personas involucradas suelen intercambiar palabras que emanan de pensamientos vulgares y coloquiales, y que terminan sumando al círculo vicioso del empirismo digital -eso de “lo vi en un tiktok” o “lo escuché en un podcast”-. Lo crítico es que estas situaciones abundan en la población joven… Bueno fuera que la inquietud por las problemáticas citadas fuesen genuinas, pero las preocupaciones de la mayoría de nuestros jóvenes consisten en qué artista tiene el álbum más escuchado, qué personaje debe ser blanco o negro, o qué serie empezar a ver. Nos enfrentamos a esto gracias al enajenamiento y a la masiva difusión de un positivismo que termina por dar auge a la mediocridad individual y colectiva, por lo que es necesario brindar un panorama de los problemas desde diferentes ámbitos.

En el contexto geopolítico nos encontramos con conflictos que llevan años gestándose; éstos derivan de  rivalidades nacionalistas y etnocentristas que no dan cabida a la tolerancia o al entendimiento solidario. Se están librando guerras mediáticas para dar golpes blandos o moldear la idiosincrasia de las sociedades para fines bélicos y/o lucrativos; además, el formato de guerra híbrida permite que las potencias mundiales peleen en territorios ajenos… algo así como “yo pongo las armas, tú pon los muertos”.  Lo más mencionado es la guerra entre Ucrania y Rusia, pero en el mundo hay múltiples conflictos armados en simultáneo con motivos que no distan mucho unos de otros. También nos enfrentamos a un posible cambio en las hegemonías internacionales por la intensificación de la competencia entre EUA y China, debido al rápido crecimiento económico y diplomático del segundo.

En el contexto ambiental y de salud lidiamos con las enfermedades emergentes y reemergentes, tanto de origen biológico, como de origen físico o químico. En las enfermedades infecciosas seguimos bajo la amenaza del SARS-CoV-2; aún no sabemos en su totalidad qué daños se dan por una infección crónica o aguda, ni qué efectos postcovid se presentarán en unos años para la población sintomática y asintomática. Las bacterias se suman a la lista de males acechadores con su gran adaptabilidad que las dota de resistencia a los tratamientos vigentes, poniendo en jaque a millones de personas. Por si fuera poco, se está incrementando la diversidad vírica con el descongelamiento del permafrost, y las actividades antropogénicas de explotación siguen pasando factura. Ya lo dijo la directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, María Neira: El 70% de los últimos brotes epidémicos han comenzado con la deforestación. Hablando de enfermedades no infecciosas, las enfermedades heredables, cada vez más frecuentes, nos recuerdan el mal de haber pasado de la selección natural a la selección cultural. Las enfermedades por intoxicación están incrementando por la contaminación de los alimentos y del agua; Francisco Bustamante, presidente de la Asociación Civil Agua en México, dijo que el agua que llega a nuestros hogares no es apta para consumo humano desde hace muchos años, ya que según un análisis de la Red Nacional de Medición de Calidad de Agua (RENAMECA), más del 70% de pozos y ríos disponibles en México están contaminados con plomo, mercurio y otros metales pesados por arriba del límite establecido para consumo humano. También cada vez hay más muertes por la contaminación del aire. Las enfermedades de causas físicas aumentan por la radiaciones naturales y artificiales, y recientemente por la aparición de microplásticos en torrente sanguíneo y hasta en leche materna debido a la ingesta de éstos.

En el contexto económico y social vivimos bajo el yugo de infortunios  como la inflación -principalmente de tipo monetaria-, manipulación de mercados bursátiles, despidos masivos en grandes empresas de gente que fue utilizada para entrenar a los algoritmos que les reemplazarán (qué bizarro), crisis de vivienda por especulación derivada de la gentrificación u otras cosas, crisis de cadenas de suministro, incremento de la riqueza de los que ya eran ricos -hay personas que tienen más dinero que países enteros-, crisis de migración con éxodos de números récord, vidas estereotipadas y desigualdades e inequidades de diversas índoles. Lo peligroso aquí es que tenemos una ineptitud en la población para analizar y resolver problemas, proveniente del ocio no recreativo -el más abundante- y de la carente calidad en la formación de nuevas generaciones. La inacción social seguramente se relaciona con algo que profetizó Aldous Huxley: Los dictadores encontrarán que si quieren preservar su poder indefinidamente tendrán que obtener  el consentimiento de los dominados; esto se hará en parte por drogas y en parte por nuevas técnicas de propaganda. Lo harán evitando el lado racional del hombre y apelando a su subconsciente, a sus emociones más profundas e incluso a su fisiología. Y entonces, haciéndoles amar su esclavitud, serán de alguna manera felices bajo el nuevo régimen, pero serán felices en situaciones en donde no deberían serlo.

Todo lo abordado en estos párrafos son causas y consecuencias de nuestra actividad. Somos los engendradores de los males que nos perjudican, pero no por eso debemos seguir siendo los perpetradores de los mismos. Lamentablemente parece que no estamos ni cerca de emprender un cambio de rumbo, pues los malos hábitos son heredables.

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