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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Pixabay/Pexels
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Arath Germaynn Tintor Rico

Facultad de Derecho

Soy un simple estudiante de Derecho que esta explorando nuevos mundos y que trata de mejorar sus debilidades para ser alguien mejor.

¡Aguas con la locura!

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

¡Aguas con el loquero! Es lo que nos dicen por lo general nuestros familiares o amigxs cuando vamos al psicólogo. Pero desde el punto de vista del autor, deberíamos decir: ¡Aguas con nuestros traumas!

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Arath Germaynn Tintor Rico

Facultad de Derecho

Hace un par de días estaba hablando con una amiga sobre cómo solucionar nuestros problemas mentales y la importancia del apoyo psicológico como un derecho, que no es una moda o un privilegio. Sin embargo, estas tres palabras (derecho, moda y privilegio) le dan un sentido a la salud mental en distintas formas de verla y demuestran un problema social que nos afecta cada día.

Es un derecho de todo humano gozar del libre acceso a la salud y contar con un sistema sanitario de calidad: hospitales, centros de salud, personal médico eficaz, normas que garanticen su derecho fundamental al acceso a la salud, medicamentos, etc. Dentro de estas especificaciones debe estar la salud mental porque forma parte de un sistema nacional de salud pública que cada individuo debe de gozar.

Podría entrar en un sentido de moda, porque en estos últimos tiempos ha habido un boom en el ámbito de la salud mental; a cada rato vemos programas de televisión, streaming y en las redes sociales, mencionar la importancia de una buena salud mental para que nos dé bienestar en nuestra vida cotidiana. Y como buena moda va a existir la clásica regla de la oferta y demanda, encontrarnos con clínicas, psicólogos y estrellas o influencers promocionando los servicios de terapia e incluso dando descuentos en las consultas o medicinas. Si seguimos con estos argumentos podríamos decir que la salud mental sí es una moda.

Y en el ámbito del privilegio, también la salud mental nos hace diferenciar entre quienes pueden pagar una consulta con un psicólogo y no, lo que demuestra la desigualdad social en un país como el nuestro. Quiero hacer mucho énfasis porque el concepto de salud mental vista como un privilegio, nos muestra que gran parte de la población no se puede tratar porque pasan la mayor parte de su tiempo en el transporte público, en la escuela, trabajando o adolecen de algo que no he mencionado: la falta de cultura en el chequeo médico.

¿Cuántas veces hemos oído que los psicólogos solo son para tratar a los locos? Es otro factor al que podríamos calificar de estereotipo; en las películas se ve que las personas con trastornos mentales van con un psicólogo o un psiquiatra, es por lo general una persona que te receta medicamentos y te hacen preguntas como: ¿sigues teniendo pensamientos extraños?, ¿cómo estuvo tu día?, preguntas sacadas de películas como Joker, la cual, desde que la vi, reforzó mi trauma de no ir al psicólogo, además de que muestra un hospital donde se ve un ambiente triste junto con enfermeros y médicos tratando de controlar a los enfermos que les dan ataques, rebeliones entre pacientes, o una sala donde dan electrochoques como uso de tratamiento. Y así se va estigmatizando la idea de la salud mental, tanto que, en algunos casos, a los médicos que tratan esta área les decimos “loqueros”.

¡Aguas con el loquero! Es lo que nos dicen por lo general nuestros familiares o amigos cuando vamos al psicólogo. Pero desde mi punto de vista deberíamos decir: ¡Aguas con nuestros traumas! Porque a pesar de todas las perspectivas de la salud mental expuestas en este texto, es importante tratarla para ser mejores personas. También debemos exigirle al Estado que nos garantice el derecho a un sistema de salud mental digno para poder atender el colapso que tenemos y crear nuevos mecanismos para atender esta nueva necesidad de la población.

Y, finalmente, algo que es muy necesario, es reeducar a la población para dejar atrás los estereotipos que tenemos sobre ir a terapia y verlo como algo cotidiano en la vida de un ser humano; dejar atrás el miedo de que nos vean tomando terapia o tomar medicamentos para controlar una dolencia, es más, hasta poder darnos consejos sobre buenos psicólogos con las 3B: bueno, bonito y barato.

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