Escuela Nacional Preparatoria Plantel 7
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 7
Ahí estaba otra vez, ese horrible rostro con expresión vacía, viéndome fijamente a través de mi ventana.
Cada noche, cuando voy a cerrar las persianas de mi cuarto, es inevitable ver esa cara tan grotesca. He deseado por años cambiarme a una casa propia, o al menos a otro departamento, pero no tengo los recursos, vivo al día y, además, me he quedado sin amigos y sin marido. No me soporta ni mi madre, dice que estoy loca y que me obsesiono con cosas insignificantes. Este rostro no es insignificante, este rostro me atormenta.
A veces tengo ganas de acercarme a esa figura, me llama la atención que nunca me quita los ojos de encima, cuando esto me pasa, lo que hago es cerrar todo, acostarme y prender el televisor; eso me ayuda a dormir sin pensar en el rostro que a la noche siguiente volverá a aparecer.
Una noche, me harté de que nadie me creyera, así que traté de tomarle una fotografía, pero lo único que aparece en ella es mi reflejo con un celular en la mano. Cuando vuelvo a voltear, el rostro sigue ahí, la expresión es vacía, pero siento que se burla de mí. Me siento desesperada, creo que si lo atrapo podría acabar con todo este tormento, necesito acabar con esto de una vez por todas.
El miedo recorre todo mi cuerpo, pero aun así me acerco, me subo en un banco para estar a la altura de la ventana y poder tomarlo con mayor facilidad. Se me ocurrió cerrar mis ojos y lanzarme hacia él en cuanto abrí la ventana. No atrapé absolutamente nada, más bien, caí desde mi departamento, caí desde el séptimo piso.
Al día siguiente empezó a circular la noticia de mi aparente suicidio.
“Su marido la dejó y se quitó la vida como respuesta”
Ese era el encabezado.
¡No fue un suicidio!, sólo buscaba atrapar a ese horroroso rostro, quería que me dejara en paz, quería acabar con todo… quería demostrar que estaba en lo correcto…
Odio admitirlo, pero supongo que la gente tenía razón, tal vez me había vuelto loca, tal vez me había obsesionado. Si tan solo mi marido me hubiera apoyado más, si no se hubiera cansado de lo nuestro, si siguiera conmigo todo estaría bien, nada de esto hubiera pasado. Desde que me dejó empecé a notar ese rostro triste, se veía tan agotado, tan vacío.
Ahora que lo pienso, creo que todo este tiempo sólo vi mi reflejo en la ventana.
Por: Tania Maite Ortega Valtierra
Poema sobre lo que amamos de una persona
Por: Astrid Guadalupe Tufiño González
Enmarañamos la indiferencia como símbolo de una sociedad cansada y sin cuidados
Por: Ángel Gabriel Pérez Gaytán
Hablemos de extorsión y el miedo constante a la humillación