Facultad de Derecho
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Cualquier persona a la que se le pregunte, “¿qué es la política?”, probablemente tendrá como primera imagen las elecciones presidenciales, que suelen ser el escenario en el que todos tienden a participar por tratarse de un acontecimiento nacional, no obstante, la política va más allá de estas nociones. Primero, hay que hacer referencia a su diferenciación con la lengua anglosajona, para dar cuenta de que existe un abanico que conceptualiza con mayor precisión (polity, politics y policy), pero en nuestro idioma, esto no ocurre, pues el término “política” engloba los tres sentidos: por un lado, se comprende como polity en cuanto a la estructura de poder que es ejercida en el ámbito de las instituciones, o sea, es aquello que converge en la organización política; respecto al término politics, entendemos todo lo referente a la lucha de poderes, es decir, los temas que abordan las diversas direcciones políticas que normalmente abren debates y conflictos en materia social. Finalmente, está la dimensión que engloba el término policy, que establece aquellas medidas de acción que se realizan por parte del gobierno después de hacer un análisis sobre las necesidades de la sociedad que se busca gobernar. En resumen, se puede decir que se trata de las líneas de acción guiadas hacia los objetivos de las políticas públicas.
La política es un concepto que resulta más abstracto de lo que pensamos, pues es una especie de red que se teje a partir de la parte social que busca proporcionar dirección al Estado, es como si la política fuera una especie de mapa o brújula que da sentido y curso a las acciones de un grupo de personas; sin embargo, al mismo tiempo la política también otorga seguimiento a las acciones de una sociedad, pues sin la política, la sociedad no se renueva; incluso me arriesgaría a decir que, sin la política ni siquiera podríamos nombrar a la sociedad como tal, pues estaríamos hablando de algo estático.
Por lo anteriormente expuesto, encontramos que la política abarca una amplia gama de áreas, como la formulación de leyes, la organización de recursos, la economía, la educación, la salud, la seguridad, las relaciones internacionales, entre otras. Básicamente, es aquello que rige y da consistencia a nuestra sociedad. La política comprende un ejercicio más allá de la acción de votar, pues realmente la realizamos día a día para luchar por aquello que creemos que es correcto. En este sentido, cada colectivo tiene una forma particular de lucha política, pues vivimos en un país que cuenta con un abanico de diversidad impresionante. En este punto me gustaría hablar acerca de la lucha política educativa, iniciando con la premisa de que la educación, desde tiempos lejanos, es un aparato ideológico para el control de la sociedad. La burocracia y el Estado están al tanto de su funcionamiento para hacer crecer la economía mediante los medios que verdaderamente les convienen. De esa manera, el impulso a la privatización de la educación ha sido una herramienta de control social en el mercado neoliberal, donde absolutamente todo está en venta.
Por consiguiente, las luchas que los estudiantes llevan a cabo desde su trinchera resultan de suma importancia, pues ahí se encuentra la esencia del quehacer político que busca lograr un verdadero consenso de calidad, en el que la educación siente el camino para lograr el beneficio del pueblo y no solo la organización económica conveniente a la burocracia y al mercado.
Me viene a la mente que al ingresar a la universidad empecé a notar ciertos detalles sobre la vida estudiantil, específicamente tengo un vago recuerdo de leer un texto en primer semestre sobre la forma en que se acomodan las bancas en el espacio escolar, siempre dirigiendo la mirada al pizarrón y dándole la espalda a un compañero, a veces reconociendo algunas voces que expresan su opinión, pero rara vez reconociendo a la persona que la emite. Nos enseñan, de cierta forma, a ser ajenos a lo que pasa afuera de nosotros. No obstante, cuando el espíritu de lucha nos quema por dentro, las opciones ya no se limitan a dar la espalda, sino a reconocer quién está detrás, quién adelante y quién afuera. Esto nos hace pensar acerca de lo que implica estudiar en un país que no responde por la vida de estudiantes desaparecidos, desamparados o que un día dejaron de asistir. Es entonces cuando entendemos la política no solo como aquellas campañas o actos de presencia formal, sino también como aquellos actos de resistencia política que resultan inherentes a nuestra formación, pues a la escuela también se viene a dejar de obedecer y dejar de replicar aquello impuesto.
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