Todos tenemos la posibilidad de un viaje, pero no a un viaje cualquiera, uno donde experimentamos la sensación de estar en una utopía y sentirnos más que bien, disfrazando la realidad actual: gris, dura, difícil y fragmentada por diversos problemas sociales que atormentan a nuestros pensamientos y significados de la existencia. 

Problemas tenemos todos, todos los días a todas horas, lidiar con el estrés del transporte público, deudas económicas y familiares están siempre a la vuelta de la esquina; en otras veces la depresión nos atormenta, la tristeza nos imposibilita de seguir con nuestras actividades, errores en el pasado nos aterrorizan cuando despertamos. 

Pero, ¿por qué no mejor olvidarme de todo esto con un buen “toque”?, total como dicen todos “de algo nos tenemos que morir”, si eso me da bienestar placentero a consecuencia de mi salud, ¿por qué no hacerlo?, total, todos lo hacen. 

La estructura en la que vivimos de meritocracia trunca nuestros sueños y pasiones, vivimos en estrés después de la pandemia. Y a pesar de que seguimos vivos ya no nos importa nada, perdimos mucho, salvamos poco y aunque uno lo intenta, no puede escalar, así sin más se queda abajo.

Pero mejor no pensemos en cómo superarnos, mejor pensemos hacia dónde queremos ir, ¿por qué no escapar de nuestras angustias con un “botón azul”, por qué no atarnos al pasado con polvo blanco para darnos ese toque de felicidad que nos falta, y seguir disfrutando de lo que ya no podemos proveer?

Sentimos tanta fascinación al tomarnos una pizca de felicidad, para olvidarnos de todo, de las angustias y preocupaciones… Sin embargo, finalmente terminamos olvidándonos de nuestros recuerdos y hasta de nosotros mismos. Poco a poco nos perdemos en esa felicidad falsa, empeora nuestro estado anímico, nuestra condición física, y hasta la conciencia de seguir luchando por lo que queremos. 

Tal vez pienses que este mundo es una realidad en la cual que creas a partir de polvo y humo puedes vivir, pero estás muy equivocado, todo parece bonito, pero cuando no controlas tu desesperación por sucumbir y evadir tus problemas empieza el caos. Resolver no es fácil, hay que arriesgarse para poder aprender nuestras acciones.

Lo que consumes termina por consumirte, pierdes la noción de todo, pues es más fácil y accesible consumir una sustancia que lidiar o intentar superar a la vida misma; aunque intentes disimular, para evadir el mundo gris y oscuro, hay otro peor donde la felicidad dura algunos días.

Cuando no podemos cambiar la realidad, nos enfrentamos al reto de cambiar con nosotros mismos. La verdad no necesitamos evadir nada con algo más dañino a la larga. ¿Es más fácil drogarse que lidiar con la vida?, claro que sí, y por supuesto que es accesible, pero sin dudas lidiar con sustancias incluso desconocidas puede llevarnos a descuidar, e incluso ya no preocuparnos nada de nuestro entorno, ni de nuestro ser. 

Por eso hay que siempre dudar de nuestra existencia, recordar a quienes nos aman, lo que queremos lograr. Lidiar con una lágrima en el ojo, o con un llanto por el rostro nos puede hacer reflexionar, y es que no es fácil enfrentar algo que hemos corrompido socialmente. 

“Recuerda que no hay nada mejor que la realidad porque es lo único que hay” – Farid