Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Una, dos, cien, miles de niñas hemos crecido escuchando: “Sé mas femenina, ponte vestidos”, “debes ser una niña de casa y darte a respetar”, “las niñas juegan con muñecas”, “las niñas no dicen groserías” y es muy fácil aceptar y crecer pensando que ese es el papel que nos corresponde. Pero, ¿qué es la feminidad, sino una serie de imposiciones socialmente aprendidas? ¿Qué es realmente ser mujer?
Como sabemos, esta definición está hecha desde un sistema patriarcal hegemónico el cual ha hecho que aprendamos a vernos con ojos de hombre. Es preocupante divisar que desde la infancia se nos insertan –a través de distintas instituciones y medios de consumo– ideologías que denigran, minimizan y condicionan el deber ser de una mujer, y que nosotras por justificar un rol en sociedad, terminamos interiorizando el discurso opresor y con ello perpetuando el orden del mundo.
Considero que de nada sirve ser joven sino vamos a vivir intensamente y a generar un cambio, de nada sirve existir y seguir contribuyendo a la reproducción intergeneracional de acuerdos sociales desigualitarios; ya estoy cansada de seguir alimentado la inequidad, de sentirme acosada en el transporte publico, de que me quiten la libertad que le dan a mi hermano y de quedarme callada cuando tengo muchos motivos para gritar.
Como posible madre, como hija de un padre, y como novia de un chico puedo entender que las mujeres somos la luz de nuestra propia sombra; que si bien a los hombres les corresponde darse cuenta que se encuentran en una condición de privilegio y aunque resulta cómodo no percibirlo, eso no debe seguir porque no es justo y no contribuye en absoluto a generar la equidad que tanto se buscan.
A nosotras también nos toca ser promotoras de mejores condiciones, de buscar equidad, así como ya no tolerar cualquier tipo de violencia, y desde un ámbito personal, poder cambiar la manera en la que nos relacionamos con los hombres que nos rodean, para que en un futuro se posibilite una transformación a nivel social donde el papel de la mujer no sea sinónimo de debilidad, sino de oportunidad y fuerza.
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