¿Qué es la?

ENCPD-2021?

 

La Encuesta Nacional de Culturas Políticas y Democracia (ENCPD-2021) nace por la necesidad de generar instrumentos que permitan edificar nuevos marcos analíticos para estudiar la complejidad y riqueza de las culturas políticas en México. Para de esa manera trascender las visiones (neo) liberales reduccionistas que conciben la democracia como una relación estrictamente institucional y una cultura política reducida y sesgada al individualismo.


Por lo que a través de este instrumento se buscó diseñar e implementar una encuesta sobre culturas políticas y democracia con carácter nacional que contenga nuevas dimensiones y abarque más miradas de los y las ciudadanas. Esto con el fin de tener datos e información que contribuyan a diseñar instrumentos de intervención para fortalecer la cultura de la participación y el involucramiento de los ciudadanos en los asuntos públicos y comunes.


Cuestionario y temas de investigación

 

El cuestionario de la ENCPD-2021 incluye una mirada distinta a la de la democracia liberal, ampliando la perspectiva para abarcar las prácticas de la democracia mediante la observación del tiempo invertido por los y las ciudadanas en ella. A la par se incluyen de manera transversal las esferas económica, social, cultural y ambiental en la política. A través de sus preguntas busca indagar las culturas políticas mexicanas subalternas y contrahegemónicas, y muchas veces silenciadas, de los y las ciudadanas frente al otrx(s) y en su construcción por un nosotrxs.



El cuestionario ENCPD-2021 es una amplia herramienta de investigación que consta de 55 preguntas. Examina y dimensiona prácticas y valores culturales, actitudes y creencias hacia el género, la colonialidad, la desigualdad, las clases sociales, la ecología. Además, mira las actitudes y la experiencia de la pobreza, la educación, el trabajo, el tiempo, la seguridad, miedo, la confianza social, la cooperación, la solidaridad; la participación formal, en protestas sociales, la asociativa, partidaria y el activismo ciudadano. También mide las diferencias culturales y similitudes entre regiones, edades, sexo y clase, entre otras.



El cuestionario de la ENCPD-2021 está estructurado en cinco subsecciones temáticas, incluida la demográfica, de la siguiente manera:

Lo Común

Democracia y
Participación

Justicia y
Bienestar

Culturas Políticas
Subalternas

¿Qué nos revela la ENCPD-2021 sobre las mexicanas y mexicanos?

 

Lo que nos revela la ENCPD-2021 es que al criticar la ideología neoliberal, y ampliar el foco de estudio y la concepción de la democracia, descubrimos que la mayoría de mexicanos y mexicanas no somos individualistas sino gregarios; no nos preocupamos solo por nuestro interés sino que reivindicamos la solidaridad y la igualdad con los otrxs; y rechazamos el libre mercado en favor de un Estado regulador pero potenciado por formas comunitarias de democracia.

Así se evidencia que la mayoría de mexicanos y mexicanas reivindican democracias más sustantivas, más amplias y participativas. Esto nos enfrenta a nuevas interrogantes: ¿cómo se relacionan estas ‘dos culturas’ contrastantes —chocan, conviven, se traslapan, etc.—, una minoritaria que es individualista y utilitaria, y una mayoritaria que es gregaria y solidarista? ¿Cuáles son los efectos de esta relación —las tensiones que introduce, podríamos decir—, para la democracia en México? Más aún, ¿qué implican estas tensiones para la agenda política del futuro?

¿Cuál es la crítica metodológica que plantea la ENCPD-2021?

 

Al criticar el marco teórico neoliberal y ampliar el foco, la ENCPD nos muestra que los mexicanos y mexicanas somos lo contrario. A través, entre otras preguntas, del juego hipotético del dilema del prisionero y de analizar las preferencias que tiene el mexicano cuando se trata de resolver problemas de recursos colectivos que podrían llevar a una tragedia de los comunes, se buscó indagar cuán arraigada en la cultura política mexicana están la cooperación, la solidaridad y la confianza, frente a aquella perspectiva que sostiene que es egoísta, auto-interesada y desconfiada.

Tales enfoques, que no se omiten de esta investigación, fueron contrastados con la praxis en la vida cotidiana de las y los mexicanos. A través del módulo –no exhaustivo– sobre uso del tiempo en la ENCPD-2021, se estudió en qué medida la ciudadana o el ciudadano mexicano se dedica en su vida cotidiana a generar y disfrutar bienes relacionales (es decir, bienes que implican gregariedad).

 Al final, el supuesto detrás de tal perspectiva es que la cultura política se puede estudiar no solo a través de lo que se dice (se valora), sino también a través de lo que se hace en concreto en las prácticas cotidianas del día a día. Para indagar la solidez de resultados, se estudió si existe coherencia entre lo que “se dice” y lo que “se hace”. En términos coloquiales, cuando de cooperación se trata, buscamos responder si es cierto el refrán: del dicho al hecho, ¿hay mucho trecho?

¿Cómo se muestra la relación entre teoría y práctica en la ENCPD?

 

Para resolver si existe distancia entre valores y prácticas, se realizó un diseño cuasi-experimental que permite visualizar si los valores influyen en la praxis. Suponiendo que tenemos dos ciudadanos exactamente iguales tanto en términos objetivos como subjetivos (“dos gemelos”) en donde la única diferencia es que el uno tiene un espíritu cooperativo (solidario de intereses colectivos) y el otro es individualista (maximizador del propio interés), la pregunta que se intentó resolver es: ceteris paribus, ¿lo que mueve a ser más cooperativo en la vida cotidiana es dedicar más tiempo relacional al otrx?

La investigación descarta la hipótesis de que –mayoritariamente– los mexicanxs somos egoístas, individualistas y desconfiados. O, dicho en positivo, la investigación permite afirmar que existe una cultura política mayoritaria en que prevalece lo cooperativo frente a la búsqueda de beneficio personal; la confianza en el otrx; y la solidaridad, en contra del auto-interés.

La preocupación por el otrx frente a la mirada individualista no solo es un valor preferencial sino que se condice con las prácticas cotidianas. La evidencia empírica también nos permite concluir que a iguales condiciones objetivas (sociales y económicas) y subjetivas (personales), el espíritu cooperativo coadyuva a dedicar más tiempo a bienes relacionales como: la sociabilidad, el amor y la amistad, el trabajo comunitario, la participación democrática e incluso la preocupación por la naturaleza.

En este marco, y de manera coherente con una historia basada en el legado de la vida comunitaria de los pueblos indígenas, de la Revolución que reivindicó una radical redistribución y gestión colectiva de la tierra por parte de las comunidades y de además el acumulado de resistencias colectivas frente a los embates del neoliberalismo, en su gran mayoría los mexicanxs prefieren resolver las cuestiones de gobierno de bienes comunes a través de diseños comunitarios, antes que estatales o privados.

Es necesario realizar más investigaciones para indagar cuán arraigado está en la sociedad mexicana este espíritu cooperativo, la resolución mayoritaria por el gobierno comunitario genera muchas preguntas sobre los diseños institucionales necesarios en la democracia. Incluso introduce interrogantes en donde entra en debate la misma democracia, lo que nos demanda repensar la acción colectiva y la elección social ligadas a prácticas que provienen de la esfera de lo común ―que en el caso de México parece arraigado en la cultura política de la vida cotidiana y no ‘formalizado’ en el entramado institucional, y quizás por ello ha escapado en gran medida al examen científico—.

Sumado a lo anterior, en la ENCPD se evidencian múltiples formas de participación democrática, más allá del voto: su intensidad y variación dependen de las condiciones sociales y económicas de la población, pero confirman que el espíritu cooperativo de los mexicanxs abona a la participación democrática.