Secretario Académico e Investigador Titular “A” T. C. del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM (2020-2023). A partir de marzo de 2024 se desempeña como Secretario General de la Facultad de Economía de la UNAM, donde también es tutor y profesor de asignatura adscrito al área de Historia Económica y Desarrollo.
Profesor-investigador Titular C de la UAM-Xochimilco. Actualmente se desempeña como coordinador del Tronco Interdivisional de la misma institución. Es docente en el Programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Económicas y en la Maestría en Políticas Públicas de esta casa de estudios y profesor invitado de la Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos de la FLACSO, México.
El futuro de la humanidad está en disputa. Nos encontramos hoy inmersos en un proceso de profunda transformación social afectado por diversas tensiones y crisis simultáneas, entre ellas, la sobreexplotación laboral, la desigualdad y la exclusión social de millones de personas; el auge de la inteligencia artificial y el desplazamiento masivo de puestos de trabajo; la quiebra de bancos y las crisis financieras; el aumento de la economía criminal; la violencia contra las mujeres; la migración creciente que está cambiando la composición demográfica del mundo en medio de políticas de control autoritario; la crisis ambiental y el cambio climático; el agotamiento de la democracia (neo)liberal en paralelo al repunte de expresiones neofascistas y gobiernos ultraconservadores; la guerra en Ucrania, el genocidio en Palestina y los conflictos geopolíticos; los estragos psicológicos y la muerte de casi 9 millones de personas por efectos del COVID-19, entre otros graves problemas.
¿Cuál es el origen de estas crisis? ¿Se relacionan con la evolución del sistema capitalista? ¿Cuántas crisis más podemos soportar? ¿Hacia dónde se encamina la humanidad? ¿Sobrevendrá pronto un colapso mundial? Para responder estas y otras inquietantes preguntas, el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM, a través de la Revista Tlatelolco: democracia democratizante y cambios social convocó el Dossier Especial “Rasgos y tendencias del capitalismo contemporáneo: herramientas teóricas para la emancipación social global”, con el fin de discutir analíticamente la crisis actual del capitalismo, las características de su reconfiguración y las alternativas epistémicas y democráticas que emergen desde la academia y los movimientos sociales.
A esta convocatoria respondieron personas de diversas partes del mundo (Argentina, Brasil, Francia, Italia y México), cada una de las cuales ofrecen al público lector valiosas perspectivas teóricas y empíricas que atienden algunas de las principales contradicciones del capitalismo contemporáneo, aportando diagnósticos y alternativas para comprender hacia dónde se encamina el mundo y qué podemos hacer al respecto. Los 13 textos que componen el presente dossier especial buscan contribuir al análisis y el debate de las características centrales del capitalismo actual y qué tipo de desafíos enfrentan las fuerzas y movimientos sociales que buscan transformar la realidad.
Para introducir este dossier partimos de que el sistema capitalista define una época de la historia de la humanidad que se fundamenta en principios como la explotación laboral en tanto base de la valorización (explicación del excedente y de la ganancia), la existencia de clases, el conflicto social, la búsqueda del incremento de la productividad, la desigualdad, entre otras. Se trata de determinaciones epocales. Ahora bien, el estudio y la discusión sobre el sistema capitalista permite también distinguir momentos y lugares diversos en los cuales éste se manifiesta y reproduce. En ese sentido, referimos como capitalismo contemporáneo a la manera en que los fundamentos del sistema capitalista se organizan y manifiestan en una etapa histórica específica dentro de la época definida por el capital: la que inició en la segunda mitad del siglo XX y que se extiende hasta el día de hoy.
La década de 1970 corresponde, por un lado, a una crisis estructural de carácter global que se manifestó, entre otras cosas, mediante la acumulación de capacidad excedente, excesos de fondos con pocas salidas productivas hacia la inversión, déficits fiscales crecientes, menor incorporación, en términos relativos, de trabajadores a las actividades industriales, y por otro, al inicio de una nueva etapa del desarrollo histórico capitalista que ocasionó vertiginosos cambios mundiales. Podemos decir que significó un reajuste del proceso de organización mundial del proceso económico y social.
En el plano productivo, el despliegue de las tecnologías electrónicas y las telecomunicaciones, así como el uso comercial de nuevas fuentes de energía transformaron las dinámicas de producción y acumulación del capital, dando lugar a lo que algunos autores denominan “capitalismo informático” (Rivera y Dabat, 2007). Asimismo, las transformaciones tecnológicas trajeron consigo cambios en la organización internacional de la producción y nuevas formas de explotación del trabajo enlazadas con innovadoras maneras de ejercer el poder y la vigilancia corporativa ―que con las redes sociodigitales abarcan hasta los más recónditos lugares de nuestra existencia― que algunos engloban bajo el concepto de “cappitalismo” o capitalismo de plataformas (Radetich, 2022).
Al amparo de estas transformaciones ocurrió una redistribución geográfica de la producción, que ha puesto en la palestra a otras naciones y regiones del Sur Global como epicentros de una industrialización acelerada (i. e. China e India), con lo cual se expandieron las fronteras de la competencia mundial ―competencia que tiene lugar fundamentalmente entre países potencia para controlar el proceso global y donde otras regiones actúan como facilitadoras para la generación de rentabilidad―. Pero la reconfiguración espacial del capitalismo no se agota en los nuevos emplazamientos; en las últimas décadas ha ocurrido una transformación organizativa de gran calado en la estructura empresarial, abriendo paso a la producción asincrónica: global, flexible y en red, surgiendo así diferentes paradigmas organizativos y de competencia, como las redes globales de producción, las cadenas globales de valor, los sistemas regionales de innovación, etc., que dan cuenta de las nuevas coordenadas productivas en el mundo y, al mismo tiempo, de las formas en que se organiza y desarrolla el trabajo (de particular importancia en este sentido es la constante expulsión del trabajo de los procesos productivos y su sustitución a través de mecanizaciones).
En paralelo a estas mutaciones, desde los años setenta del anterior siglo ha venido consolidándose una nueva estructura financiera global surgida a raíz del desmantelamiento del patrón dólar-oro de Bretton Woods, con nuevos actores (los poderosos fondos de inversión, la banca sombra) y nuevas prácticas y dinámicas (como el excesivo apalancamiento, la titulación de deudas, la creciente importancia de los derivados, etc.). A partir de la cual, se ha configurado un sistema bancario y crediticio que subordina las actividades económicas productivas a sus propios impulsos de obtención de beneficios especulativos, y que ha generado un sistema monetario y financiero global de carácter autoritario y volátil, dominado por un puñado de bancos, fondos de inversión y Estados bajo la indolencia de las instituciones multilaterales y el pensamiento ortodoxo.
A su vez, las tensiones medioambientales ocasionadas por el crecimiento exponencial del capitalismo anuncian lo que podría ser una crisis civilizatoria fatal, que en las últimas décadas ha entrado en su recta final. Ante ello observamos cómo la ingeniería genética controlada por el interés del capital busca producir de forma activa una naturaleza que favorezca el proceso de acumulación (agroquímicos, control del genoma, etc.) con consecuencias insospechadas; asimismo, el capitalismo ha convertido el medio ambiente en un área de actividad empresarial, esto es, hacer pasar una tecnología o un proyecto con fines lucrativos por uno supuestamente destinado a mejorar la calidad de vida. En el peor de los casos, hemos visto cómo el capital puede mantener su lógica de acumulación a expensas de las catástrofes naturales (como pasó con las farmacéuticas y la pandemia de COVID-19), lo que hace suponer que para el capitalismo la crisis medioambiental es una oportunidad de obtener más beneficios. Un elemento primordial en este sentido es la apropiación de territorios a partir, por ejemplo, de concesiones a corporaciones transnacionales y el ejercicio de violencia contra poblaciones que habitaban originalmente tales espacios.
En este mismo sentido, los crecientes desplazamientos y la migración poblacional ―que derivan tanto de los reacomodos productivos regionales como del cambio climático― le han impreso un sello particular a esta etapa. Por un lado, el capital intenta la valorización de estos flujos mediante políticas de precarización laboral y contención salarial; aunque por otro, impulsa medidas de control migratorio que provocan vejaciones a los derechos humanos y múltiples tragedias. El drama de la exclusión social y de la migración ha sido el escenario donde ha despuntado una tendencia atroz que viene del narcotráfico y la criminalidad: un sistema económico-político que convierte la violencia y la muerte en un negocio rentable, lo que algunas llaman “el capitalismo gore” (Valencia, 2016). En este nudo convergen la economía criminal, los mercados financieros no regulados (lavado de dinero), la corrupción estatal y la misoginia, que ensaña su violencia contra el cuerpo de las mujeres; generando actividades lucrativas millonarias (como el tráfico de personas, órganos y sustancias), así como procesos de despojo territorial que expanden las lógicas de acumulación del capital.
Desde antes de la llegada de la pandemia de COVID-19 estas y otras tendencias del capitalismo se encontraban en franco despunte, y la sociedad estaba en pie de lucha, inmersa en un intenso proceso de movilización social y transformación política. Hoy, después de cuatro años de crisis sanitaria, estancamiento con concentración económica y de restricciones sociales, ¿estas tendencias se han intensificado, se han contraído o han mutado hacia nuevos rasgos? ¿La crisis reciente, que trajo mayor desigualdad y un aumento de la digitalización del mundo, es un parteaguas que marca el arranque de formas cada vez más exacerbadas de acumulación de capital o es la nueva semilla de conciencia hacia la emancipación social? En suma, ¿cuáles son los principales rasgos y tendencias del capitalismo post-pandémico?
Las contribuciones que se publican en este dossier están organizadas en tres bloques. En el primero de ellos, los autores ponen en el centro de la discusión la crisis actual del capitalismo y sus matices, indagando a su vez en las diferentes manifestaciones políticas que adquieren las contradicciones económicas que han estallado. En el primer ensayo, Gérard Duménil y Dominique Lévy (economistas franceses) nos brindan algunas claves para interpretar la dinámica del capitalismo contemporáneo y así distinguir la naturaleza de la crisis actual. Por su parte, el filólogo marxiano Roberto Fineschi (docente de la Siena School for Liberal Arts en Italia), aborda el tema de la violencia que empuja a la exclusión social a millones de personas, brindándonos coordenadas teóricas ―agrupadas bajo el concepto de capitalismo crepuscular― para entender las causas estructurales de este fenómeno. El tercer ensayo, de Violeta Núñez (profesora-investigadora de la UAM-Xochimilco), explora algunos rasgos del capitalismo contemporáneo a la luz del concepto de necroeconomía y terricidio, analizando el papel que juega la violencia en las actividades productivas relacionadas con los recursos naturales. Los economistas brasileños Hugo Rezende, Áquilas Mendes y Leonardo Carnut indagan en la relación directa que tiene la crisis del capitalismo con el auge de los movimientos políticos neofascistas, particularmente en América Latina. Finalmente, este bloque se cierra con el texto de Gandhi Monter (CEGE-México), quien aborda los rasgos esclavistas del capitalismo del siglo XXI mediante el caso de la extracción de coltán en El Congo.
El segundo bloque tiene como hilo conductor la triada crisis económica-financiarización-explotación laboral, donde las autoras y los autores parten de la hipótesis según la cual la crisis actual es resultado de una crisis de rentabilidad del modo de producción capitalista desde la década de 1970 a la fecha. En ese sentido, sostienen, la salida que se ha buscado a través, por un lado, de la consolidación de una industria financiera que favorece la inversión extranjera directa ―así como la especulación y la subordinación de las actividades productivas a los intereses de los grandes bancos y fondos de inversión― y por otro, mediante el aumento de la precarización y la explotación laboral, no ha resuelto, sino exacerbado la propia crisis y las tensiones sociales.
Este bloque abre con el texto de Jorge Bustamante Torres (FES-Acatlán, UNAM) Paloma Sánchez Cruz (UAM-Azcapotzalco) y Javier García Garay (UNAM), quienes analizan la relevancia del sector financiero en las estrategias de expansión del capital trasnacional en América Latina como salida de la crisis. A su vez, Teresa Díaz y Ricardo Reyes (doctoranda y doctorando de la UAM) indagan en la dinámica de las crisis bancarias contemporáneas, mostrando la necesidad de desarrollar enfoques interdisciplinarios para prevenir y comprender los alcances de este fenómeno.
Los siguientes cuatro ensayos abordan el tema de la explotación laboral desde diferentes ángulos. Los economistas Elvis Díaz, Iván García y Jesús Alberto Pérez (UAM-Xochimilco), desarrollan la relación entre financiarización, digitalización y precarización laboral, dando como resultado una interpretación original acerca del detrimento actual de las condiciones laborales como resultado de una tendencia general inherente al desarrollo del modo de producción capitalista. Por su parte, Patricia Pozos (investigadora del IIEc-UNAM) analiza las nuevas formas de explotación laboral que se potencian a raíz de la pandemia de COVID-19, mostrando la manera en que estas profundizan las condiciones de precarización que se desarrollaron a lo largo del siglo XX. En su ensayo, Pablo Míguez y Sonia Filipetto (economistas de la Universidad Nacional de General Sarmiento en Argentina), indagan en las implicaciones que tiene el uso creciente de las plataformas digitales en el mundo laboral, señalando el resurgimiento de prácticas que estaban más visibles en periodos anteriores del capitalismo. Finalmente, Carolina Hernández (profesar-investigadora de la UAM-Iztapalapa) expone cómo se han desarrollado nuevas formas de organización del trabajo que contribuyen al aumento de la productividad y la intensificación laboral, al punto de configurar un nuevo “sujeto trabajador” con rasgos similares en todo el mundo.
En el bloque final se presentan los ensayos de Gastón Caligaris y Ana Villar (profesores-investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina), y de Oscar David Rojas (profesor de la FES Acatlán, UNAM). El primero aborda un tema central, aunque poco visibilizado en los debates sobre el capitalismo contemporáneo, que es el de la cuestión agraria y su papel en la acumulación de capital. A través del caso de Paraguay, los autores revelan las particularidades sociales que persisten en los países productores de materias primas del Sur Global, y en particular de América Latina, ilustrando las tendencias a la pauperización en la cae la población de estos países en medio de las trabas específicas al desarrollo del capital industrial. El segundo ensayo de este último bloque aborda una perspectiva teórica acerca de la transición de modo de producción capitalista a un modo de producción social (como llama el autor), dentro del cual desaparecen las relaciones de dominio propiamente capitalistas y se promueven relaciones de asociación más equitativas. Decidimos cerrar el dossier de esta manera con la intención de promover la discusión de alternativas frente a la dura crisis ―multifacética― que vivimos, e incitar a la generación de propuestas que permitan vislumbrar salidas esperanzadoras.
Para terminar con esta introducción conviene recordar las palabras de un célebre pensador de nuestros tiempos como David Harvey (2017), quien sostiene que “las crisis son esenciales para la reproducción del capitalismo, en ellas sus desequilibrios son confrontados, remodelados y reorganizados para crear una nueva versión de su núcleo dinámico” (p. 11). Pero estos momentos “son también fases en las que se pueden plantear cuestiones profundas y los movimientos sociales que tratan de rehacer el mundo transformándolo pueden actuar sobre ellas” (p. 29).
En ese sentido, un aspecto sumamente llamativo de estas crisis son los cambios que se producen en los “modos de pensamiento y comprensión”, en las instituciones, en las subjetividades y los procesos políticos. Las crisis sacuden nuestras concepciones y exigen estudios perspicaces para advertir “las señales de peligro”, para comprender hacia dónde se encamina el capitalismo y qué podemos hacer al respecto. De esta manera, si sabemos qué podemos esperar en general de la reconfiguración del capital “estaremos mejor preparados para aprovechar [sus contradicciones], en lugar de vernos sorprendidos y frustrados por su desarrollo” (Harvey, 2017, p. 29). En estos esfuerzos globales para comprender y transformar el mundo se inscribe este dossier que presenta la Revista Tlatelolco: democracia democratizante y cambios social.
Adrián Escamilla Trejo y Roberto Escorcia Romo
Editores
Harvey, D. (2017). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Traficantes de Sueños.
Radetich, N. (2022). Cappitalismo. La uberización del trabajo. Siglo XXI Editores.
Rivera, M. A., y Dabat, A. (Coords.) (2007). Cambio histórico mundial, conocimiento y desarrollo. Juan Pablos Editor, UNAM.
Valencia, S. (2016). Capitalismo gore. Control económico, violencia y narcopoder. Paidós.
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