- Introducción
En la figura de don Pablo González Casanova tenemos a un humanista en la más amplia extensión de la palabra. Un hombre de ideales y principios que ha criticado agudamente al capitalismo desde su sociología de la explotación, desmontado a uno de sus pilares como el racismo y la dominación hacia los pueblos indígenas a través de estudiar el colonialismo interno y criticado la democracia realmente existente para proponer y luchar por una democracia radical, con justicia social y amplia participación ciudadana. Universitario de grandes convicciones que siempre ha estado al lado de las causas populares apoyando a los movimientos sociales, defendiendo lo mismo a la universidad y a sus estudiantes que a la causa zapatista, la revolución cubana o las luchas magisteriales, don Pablo es un referente del pensamiento crítico, creador de instituciones y forjador de generaciones universitarias comprometidas con la universidad, con el país y con la humanidad.
Don Pablo siempre ha estado vinculado al tema de la educación, de la universidad y del saber. Es amplio conocedor de la política educativa y de la importancia de la educación y la universidad pública como instrumentos imprescindibles del cambio social, por ello ha sido un férreo aliado de todas las luchas que se proponen defender el carácter público, gratuito, laico, científico y popular de las instituciones donde se forma a las nuevas generaciones que contribuirán –con su pensamiento crítico y con su acción– al desarrollo de su país y de la democracia. Ha sido recurrente su posicionamiento solidario a favor de las luchas estudiantiles, magisteriales, normalistas, así como de todas aquellas movilizaciones en donde participen los estudiantes y los jóvenes de este país. Don Pablo es reconocido a nivel mundial por su pensamiento crítico y su activismo político en favor de los grupos y movimientos populares. En el caso del sector estudiantil su postura ha sido solidaria con los estudiantes y de rechazo a la represión.
En su toma de posesión como rector de la UNAM en 1970 –poco después de la represión estudiantil del 2 de octubre de 1968– don Pablo dejó ver no sólo su visión sociológica crítica sino, sobre todo, su postura como intelectual comprometido con las causas populares y democráticas:
Sin autonomía, sin libertad de expresión y de cátedra no hay Universidad. Y vamos a hacer los universitarios mexicanos una gran Universidad; vamos a respetar a la comunidad nacional y a exigir respeto (…) queremos que los estudiantes sepan que en esta casa se puede disentir, porque ni por edades ni, sobre todo, por ideologías, el hombre de hoy puede siempre asentir; pero queremos enseñarles a disentir no por la violencia, sino por la razón; no por las discusiones erráticas, sino por las discusiones sistemáticas, lógicas, serias, profundas. (González, citado en Mendoza, 2001, p. 157).
Mostraba desde entonces, una gran sensibilidad acerca de la importancia de la participación política de los jóvenes y de su derecho a disentir. Don pablo siempre ha mostrado su voluntad por aprender, por ello nos dice: “Siendo director también fui estudiante, cosa que hice mucho cuando era rector, nunca estudié tanto en la universidad como en ese periodo lleno de accidentes y creaciones maravillosas” (González, citado en Oropeza, 2022). Como creador de instituciones académicas y universitarias don Pablo ha demostrado siempre la importancia que para él tienen tanto la educación como los estudiantes, por ello, es de destacar su congruencia entre el pensamiento, la palabra y la acción que lo han llevado a reivindicar las luchas estudiantiles y juveniles, dentro y fuera de la UNAM.
El compromiso de don Pablo con el tema de la educación pública lo vincula directamente con la lucha estudiantil pronunciándose en todo momento a favor de los estudiantes en diferentes momentos de la historia de nuestro país, entre los que destacan: el movimiento estudiantil-popular de 1968 (M68); el Halconazo de 1971; el movimiento estudiantil del Consejo General de Huelga de 1999-2000; el movimiento estudiantil-juvenil #YoSoy132 del 2012; el movimiento normalista (en varias coyunturas); las luchas por Ayotzinapa (2014 a la fecha); entre otras luchas estudiantiles, manteniendo en todas una postura crítica al gobierno y solidaria con los estudiantes.
El movimiento estudiantil en México tiene una larga trayectoria de activismo político. El número de movilizaciones, huelgas, marchas, protestas es extenso y recorre prácticamente todo el siglo XX y lo que va del XXI. No obstante, probablemente la movilización estudiantil con mayor trascendencia y relevancia histórica sea la del M68. Se ha escrito y se ha dicho mucho sobre el M68, sobre las demandas de los estudiantes, sobre el contexto político y social de la época (la revolución cubana como hecho ineludible del momento histórico), o sobre la represión del Estado ejercida contra los estudiantes. Al respecto de lo escrito y dicho se encuentran posturas encontradas: conservadoras y progresistas. Sin duda el M68 se generó en un contexto de cambios culturales y sociales que marcó a toda una generación a nivel mundial.
La postura de González Casanova respecto al M68 fue de absoluta reivindicación. Don Pablo ha señalado en diversas ocasiones que una de las aportaciones del M68 fue:
La presencia de la juventud como un todo. Con los jóvenes apareció el amor, la alegría la fiesta, el baile y apareció otra revolución (…) fue cuando asumieron [los jóvenes] la lucha de clases que habíamos hecho los mayores y dijeron que ellos además harían su lucha por la libertad, la justicia y la democracia. (González, citado en Tejeda, 2018).
Para don Pablo el M68 trasciende en el tiempo, pues, según él, los estudiantes del 68 cambiaron para siempre las formas de lucha de la izquierda en América Latina. Recordemos que durante la represión estudiantil de 1968 González Casanova fungía como director del Instituto de Investigaciones Sociales y su posición emuló –de alguna forma– la gesta del rector Javier Barros Sierra. Ya como rector de la UNAM (1970-1972) tuvo lugar otro movimiento estudiantil iniciado por el conflicto en la Universidad Autónoma de Nuevo León en 1971 en donde los estudiantes luchaban por su autonomía para evitar el control de la Universidad por parte del gobernador del Estado y el presidente del país (Mendoza, 2021). Para apoyar esa lucha los jóvenes del entonces Distrito Federal convocaron a la movilización que derivó en la masacre del jueves de corpus perpetrada por el grupo paramilitar denominado Los Halcones. En el marco de este movimiento estudiantil don Pablo pronunciaría un discurso que enmarca su posicionamiento sobre la autonomía universitaria:
Las universidades son hoy el detonador de las dictaduras. Cuando se rompe su autonomía imponiéndoles autoridades, restando responsabilidades a sus maestros y estudiantes, mediante acciones que tienden a quitarles serenidad y razón, serenidad y congruencia a los universitarios, haciéndolos aparecer como seres violentos, incapaces de gobernarse a sí mismos, poco responsables, el golpe primero va contra las universidades, pero el que le sigue inmediatamente después va contra el régimen constitucional y contra todo reducto de crítica y organización política de las fuerzas democráticas, universidades o populares. (González, 1971)
Las universidades como centros en disputa son combatidas por los grupos de poder para evitar que se geste el germen revolucionario y, por el contrario, prive el elemento conservador y autoritario que alimenta las dictaduras. Como afirma Jorge Alonso, don Pablo “ha sido un ejemplar defensor del papel de la universidad y, sobre todo, de la autonomía universitaria para evitar la sumisión al poder predominante” (Alonso, 2022, p. 7). En esta lógica para González Casanova: defender la educación es defender la autonomía universitaria, defender a la UNAM es defender a los estudiantes que la defienden y es criticar las siempre presentes intenciones del poder de someter a las universidades como centros productores de pensamiento crítico.
Su análisis crítico sobre la lucha estudiantil y su relación intrínseca con el tema de la educación en México también se ve reflejado en el marco del movimiento estudiantil encabezado entre los años 1999 y 2000, por el Consejo General de Huelga que se opuso al aumento de cuotas y a la privatización de la UNAM, luchando por mantener el carácter público y gratuito de la Universidad. En un breve artículo titulado El conflicto de la UNAM: una historia inconclusa (González, 2000a) dejó claro que el intento por incrementar las cuotas universitarias en la UNAM al fin de siglo obedecía al proceso de privatización de la educación en México. Señala que este tipo de proyectos privatizadores en la educación estaban auspiciados por el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Confederación Patronal de la República Mexicana y altos funcionarios del gobierno de México de finales de siglo.
En el seno de las universidades se disputan proyectos nacionales y proyectos democratizadores en los que entran en juego una gran cantidad de tensiones económicas, políticas, culturales y sociales que se manifiestan en su interior, por ello don Pablo ha defendido la importancia del papel de la educación superior no ocultando su afán de democratizarla (Ordorika, 2011). Para dejar clara la importancia del movimiento estudiantil de 1999-2000 es menester reproducir el siguiente párrafo:
El movimiento encabezado por el Consejo General de Huelga de la UNAM y por numerosos estudiantes universitarios apoyados por amplias fuerzas populares logró marcar un punto de quiebre en la historia nacional, al defender el carácter público de las universidades y de los recursos nacionales que no han sido privatizados y que no deben serlo. Planteó la defensa de los derechos sociales a la educación universal y gratuita desde la preprimaria hasta la universidad o superior. Replanteó la necesidad de reformular la democracia universitaria sin merma de los altos niveles académicos y de estudiar a fondo cómo lograr esos objetivos sin declararlos imposibles, menos hoy cuando se dan nuevas posibilidades técnicas y científicas en la llamada sociedad del conocimiento. Reclamó no reducir la cultura general a una cultura sólo útil a la empresa privada, y el vincular los centros de estudio a la sociedad civil. Exigió el diálogo público y la organización de un congreso que tuviera carácter deliberativo y efectivo para la legislación y ejecución de sus acuerdos. (González, 2000b, pp. 266-267).
La postura de don Pablo siempre fue favorable al movimiento del Consejo General de Huelga en términos generales al tener claro que se trataba de una lucha contra el neoliberalismo y a favor de la democratización, sin embargo, no estuvo exenta de críticas sobre todo ante el alargamiento de la huelga. Durante décadas el ex rector de la UNAM ha señalado algunos prejuicios que se construyen sobre la educación superior, por ejemplo: que la educación superior debe ser para una élite y no para las masas; que la educación superior disminuye la calidad conforme se imparte a un mayor número de gente; que para la educación superior sólo se debe seleccionar a los más aptos; que el Estado gasta demasiado en educación superior, por lo tanto no debe ser gratuita, la deben pagar los padres de los estudiantes; que no se debe querer o esperar que todos sean profesionista; entre otros (González, 1973).
De esta manera, la defensa de la educación superior frente a los prejuicios elitistas y clasistas de ciertos sectores de la población debe incluir imprescindiblemente la participación de los estudiantes a través de amplias y contundentes movilizaciones que, además, han luchado por la democratización de la educación, de la universidad y del país.
A inicios de la segunda década del presente siglo tuvo lugar otro movimiento que logró conglomerar a miles de estudiantes y jóvenes: el movimiento #YoSoy132 que surgió en un contexto en el que la clase política y los medios de comunicación hegemónicos en México carecían de legitimidad, pero eran los dos factores reales de poder. En ese momento la juventud se encontraba excluida de las oportunidades que le pudieran permitir un futuro prometedor y se buscaba imponer el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de la república con la imposición mediática de Enrique Peña Nieto. Don Pablo comentó sobre ese importante movimiento lo siguiente: es un proyecto de México y el mundo al futuro. Identificaba en el movimiento su trascendencia por recoger las experiencias de los movimientos anteriores desde el M68 hasta el zapatismo y de algunos colectivos laborales, proletarios, campesinos que tenían –como el movimiento del M68– la capacidad de alcance con otras clases sociales (MVS Noticias, 2012). Miraba en el movimiento #YoSoy132 la posibilidad de luchar por tener un sistema efectivo para la representación de la voluntad colectiva.
Su preocupación no sólo se remite a la educación superior universitaria. Don pablo –como pensador humanista preocupado por la educación y el saber– ha reivindicado la importancia de las escuelas normales que forman parte de la historia de lucha y resistencia de las clases populares las cuales, sin embargo, han sido reprimidas en diferentes regiones del país. Al respecto, don Pablo ha comentado:
atacar a las normales y destruirlas es la política de la ignorancia como política de tiranía. Por el contrario, defender a las escuelas formadoras de docentes es defender el derecho que tienen los campesinos de que sus hijos puedan llegar a tener una cultura superior. (González, citado en Avilés, 2012).
Su posicionamiento a favor de la aparición con vida de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa a partir del 2015 ha sido permanente. Su defensa y acompañamiento a las luchas magisteriales –con su acercamiento a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y su rechazo a la reforma educativa del sexenio anterior– ha sido otra constante en su pensamiento y acción. Don Pablo se solidarizó con la lucha magisterial señalando el fracaso de la reforma educativa y afirmó que “debemos pensar más profundamente para dar esa lucha mundial y tormentosa por una educación emancipadora, a sabiendas que la nuestra es contra la globalización neoliberal que empujan las corporaciones empresariales, militares, políticas y mediáticas” (González, citado en Avilés, 2012.).
En suma, tras la defensa y reivindicación de los estudiantes se encuentra –en la figura de don Pablo González Casanova– la férrea defensa por la educación y la lucha por su democratización. Para don Pablo la educación debe ser emancipadora y crítica, debe partir de principios rectores como la construcción de la defensa de lo colectivo por encima del bienestar individual y de la cultura de la servidumbre; de principios y valores como la solidaridad y la cooperación; y de la crítica permanente de lo que ocurre y de aquello que genera un futuro mejor (Poy, 2016).
Como se ha mencionado, lo que está en juego al hablar de educación son las tensiones económicas, políticas, culturales y sociales que se manifiestan por los diferentes proyectos de sociedad; por un lado, el capital que busca una forma de educar que le permita la acumulación a través de la explotación; y, por otro lado, la disputa es por una forma de educación emancipadora y crítica. Don Pablo se adscribe evidentemente a esta posición pronunciándose siempre a favor del sector estudiantil que históricamente ha luchado por una educación justa, crítica y liberadora, no dócil a las exigencias del mercado ni a la burocratización de la enseñanza.
En una conferencia llevada a cabo el 10 de julio del 2000 en la UNAM, titulada La nueva Universidad, don Pablo problematizó el quehacer de la educación en un marco histórico de una revolución tecnocientífica consolidada en la década de los años ochenta; en el marco de la crisis de la socialdemocracia, del nacionalismo revolucionario y del comunismo; así como en el contexto del auge del neoliberalismo impuesto por las élites conservadoras. Comentó que en dicho marco histórico emergió lo que Slaughter y Leslie calificaron como capitalismo académico, el cual se define como “el conjunto de actividades que tienden a la capitalización sobre la base de la investigación universitaria, o del conocimiento experto universitario que se realizan en busca de solución a problemas públicos o comerciales” (González, 2021). En otras palabras, es la transformación de las universidades en empresas lucrativas; la transformación de sus servicios en mercancías; y el predominio creciente de las actividades para ganar mercados, resolviendo los problemas de los mercados. En dicha conferencia don Pablo advertía que la universidad neoliberal –lo que en ese momento él llama la nueva universidad– implicaba una serie de consecuencias como: aumento de la pérdida de confianza de las universidades públicas para beneficiar a las privadas; y mayores recursos para las ciencias naturales y las tecnologías que para las ciencias sociales y las humanidades lo que iba en detrimento de una educación y una investigación crítica necesaria para la búsqueda y construcción de alternativas.
La postura de don Pablo contra la neoliberalización de la educación y de la investigación ha sido siempre clara defendiendo el carácter público, crítico y emancipador de la educación. La defensa de don Pablo de una educación pública tiene una razón de ser: la de señalar que la educación no debe estar al servicio de las necesidades del mercado, sino debe desarrollar el sentido crítico del pensamiento que permite identificar las fuerzas políticas que, incluso, se generan dentro de los mismos espacios de formación de pensamiento y que siempre deben estar en contra de las injusticias y a favor de la democracia y la igualdad política, económica y social.
2. Las enseñanzas de don Pablo
Varias han sido las ocasiones en las que he tenido el gusto y la fortuna de interactuar con don Pablo, persona de pocas palabras y gran concreción, de excelsa educación y sincera generosidad. En octubre de 1999 –a 6 meses de iniciada la huelga encabezada por el Consejo General de Huelga que luchó por la gratuidad de la educación universitaria– los estudiantes decidimos cerrar institutos y centros de investigación –aún en funcionamiento– argumentando que ahí se realizaban clases extramuros que tenían la intención de romper la huelga. Cuando tocó el turno del Centro de Estudios e Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), en ese entonces dirigido por don Pablo, fue muy potente e impactante para muchos escuchar que el doctor no estaba de acuerdo con nosotros con la acción al considerar un error político el cierre de esos espacios de construcción de pensamiento crítico. Como estudiante de ciencia política yo había tenido ya el privilegio de haber leído los libros clásicos de don Pablo como La democracia en México, o El Estado y los partidos políticos en México, entonces sabía perfectamente quién era don Pablo, un ícono de las ciencias sociales en México.
En ese sentido, fue muy impactante para mí haber llegado al cuarto piso de la Torre II de Humanidades y haber escuchado a don Pablo –quien había pedido que pasáramos al CEIICH– hablarnos sobre la importancia de las ciencias sociales en la UNAM para poder criticar el neoliberalismo y solucionar problemas estructurales derivados del capitalismo y el colonialismo existentes; que nos obsequiara libros producidos por investigadores e investigadoras del CEIICH; que abriera un breve diálogo con nosotros –que había sido negado por las autoridades universitarias– y que nos intentara persuadir de la acción de cerrar esos institutos y centros de investigación, aunque al final acatara –no muy convencido– la decisión de los huelguistas, siendo el último en bajar de la torre. El apoyo a los universitarios en huelga y la crítica a las medidas neoliberales para privatizar a la UNAM fueron una constante en el pensamiento y la acción de don Pablo en esos difíciles años para la UNAM. Por ello, cuando en febrero del 2000 entró la Policía Federal Preventiva a romper la huelga del CGH uno de los actos más dignos –hecho por un universitario– fue haber renunciado a la dirección del CEIICH como acto de repudio a la violación de la autonomía universitaria y el encarcelamiento de cerca de mil estudiantes universitarios.
Posteriormente en diciembre del 2007 tuve el gusto de platicar con don Pablo en la Universidad de la Tierra (CIDECI) en San Cristóbal de las Casas en el marco del Primer Coloquio Internacional In memoriam Andrés Aubry: Planeta Tierra, movimientos antisistémicos, y de los festejos por los 13 años del inicio del levantamiento zapatista. Ahí, amablemente me comentó que todo aquel hombre o mujer que quisiera contribuir a la construcción de un cambio verdadero y profundo tenía que considerarse un rebelde, tal y como nos estaban enseñando los y las indígenas zapatistas. Posteriormente en agosto de 2009 tuve la oportunidad de obsequiarle mi tesis de maestría titulada: El impacto del movimiento zapatista en la participación política de los indígenas. Hacia una cultura política democrática, la que recibió con gusto haciendo la promesa de consultarla. En el 2014 durante el inicio de mi estancia posdoctoral en el Instituto de Investigaciones Sociales pude saludar y platicar brevemente en varias ocasiones con don Pablo al estar su cubículo en el mismo pasillo que el mío. Contándole brevemente sobre nuestros encuentros previos, al final me dijo –con la voz de un buen maestro– lo siguiente: Le deseo el mayor de los éxitos joven. También fue grato verlo en las reuniones para exigir la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Durante mi estancia posdoctoral también tuve la oportunidad de tomar sus cursos de Investigación-docencia sobre desarrollo autosostenible, en los años 2015 y 2016 siendo una experiencia increíble. Fue un curso de praxis académica, praxis política y praxis democrática, imbricación perfecta entre teoría y práctica para la transformación social.
En suma, con don Pablo González Casanova estamos ante la presencia de un mexicano universal, un universitario excelso y un ciudadano ejemplar. Nunca ha sido un intelectual de escritorio, eso lo hace aún más grande, ¡Que viva don Pablo González Casanova!
3. Referencias Bibliográficas
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Avilés, K. (24 de octubre de 2012). Atacar a las normales es una política de la ignorancia: Pablo González Casanova. La Jornada. Política. https://www.jornada.com.mx/2012/10/24/politica/011n1pol
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González, P. (2000a). El conflicto de la UNAM: una historia inconclusa. OSAL. https://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/osal/osal1/mexico.pdf
González, P. (2000b). Pregunta a la UNAM. En E. Rajchenberg y C. Fazio. (Coord.) UNAM: Presente ¿Y futuro? UNAM.
González, P. (14 de abril de 1976). Algunos prejuicios sobre la educación superior. Gaceta UNAM, Tercera época, 2(22). https://intervencionycoyuntura.org/algunos-prejuicios-sobre-laeducacionsuperior/#:~:text=Prejuicio%3A%20El%20estado%20ya%20est%C3%A1,aptos%C2%BB%20se%20les%20dar%C3%A1n%20becas.
González, P. (31 de mayo de 1971). Declaración del rector de la UNAM sobre la autonomía universitaria y la Universidad de Nuevo León. Gaceta digital UNAM, 2(2). https://www.acervo.gaceta.unam.mx/index.php/gum70/article/view/78285/74494
Mendoza, J. (2001). Los conflictos de la UNAM en el siglo XX. CESU-UNAM.
Mendoza, J. (2021). El jueves de corpus: la masacre estudiantil de 1971 en México narrada a 50 años. Polis, 17(1) pp. 169-211. https://www.redalyc.org/journal/726/72668258006/html/
MVS Noticias. (23 de octubre de 2012). #YoSoy132 es el proyecto de México y el mundo al futuro: González Casanova. MVS Noticias. https://mvsnoticias.com/entretenimiento/2012/10/23/yosoy132-es-el-proyecto-de-mexico-el-mundo-al-futuro-gonzalez-casanova-91100.html
Ordorika, I. (2011). Del inicio del rectorado de Pablo González Casanova al Congreso Universitario. En L. Chehaibar (Coord.) La UNAM en la historia de México. México.
Oropeza, D. (06 de febrero de 2022). Don Pablo: la congruencia del pensamiento crítico. Pie de Página. https://piedepagina.mx/don-pablo-la-congruencia-del-pensamiento-critico/
Poy, L. (10 de agosto de 2016). Pablo González Casanova: la educación no debe ser cultura de la servidumbre. La Jornada San Luis. https://lajornadasanluis.com.mx/nacional/pablo-gonzalez-casanova-la-educacion-no-cultura-la-servidumbre/ Tejeda, A. (03 de octubre de 2018). Con el movimiento estudiantil surgió una revolución que se quedó para siempre. La Jornada. https://www.jornada.com.mx/2018/10/03/politica/008n1pol