Las maternidades serán deseadas o no serán

Mónica Maydez

Licenciada en derecho por la UDF Campus Santa María. Maestra en apreciación y creación literaria por IEU Campus Puebla. Egresada del Colegio de Escritores de LATAM. Especializada en el tema jurídico-social de: Feminicidios, Trata de personas y Violencia de género. Autora de las obras: “Feminicidio: reconociendo las violencias que lo conforman” y “Humanidades fragmentadas”. Coautora de las obras: “Trastornos Textuales” y “Voces de Tinta Violeta”. Miembro activo de la Real Academia Internacional de Arte y Literatura y del colectivo Alas por el mundo. Columnista en la revista digital Delatripa. Sus escritos están enfocados a prevenir y denunciar la violencia de género y los feminicidios a través de la poesía, del ensayo, de ponencias y de talleres.

7 marzo, 2025

Ser “feminista-abolicionista” significa estar en contra de cualquier forma de opresión y “esclavitud” hacia las mujeres, y bueno, la maternidad no deseada puede resultar una cruel forma de esclavitud si se consideran las condiciones de desigualdad y falta de oportunidades que afectan a la mayoría de las mujeres en nuestro país. Por cualquier persona es sabido que maternar(1) lleva implícito mucho trabajo además de la carga psicológico-emocional, y quizá también sea por esta conciencia que el deseo de maternar en las nuevas generaciones está desapareciendo.

Las familias de los años 50’s se conformaban principalmente por un padre de familia que era la cabeza y “líder”, el proveedor y protector de la misma; la madre jugaba un rol en el que recaía la expansión familiar, es decir, los cuidados maternos de los hijos, su educación y la reputación familiar. Esto se basaba en la creencia de que la familia era la base de la sociedad, ahora sabemos que la base social antes que la familia, es también el sujeto, por lo que su desarrollo individual requiere de igual atención por parte de las ciencias sociales. Pero el punto al que voy es que aquellas familias eran numerosas: cinco, seis, siete y hasta diez hijos podían contarse. La decisión de cuántos eran los suficientes era del padre bajo premisas como: “aceptar tantos hijos como Dios mande”. 

Quisiera poder preguntar a aquellas mujeres ¿Si también era su deseo maternar a tantos hijos o sólo obedecían tales preceptos? La maternidad se puede convertir en una atadura para las mujeres, al separarla de la idealización que colabora a mantenerla como único destino femenino. Aquí cabe señalar que, según algunas investigadoras, no existe el instinto maternal y las conductas maternales están en el campo de la cultura (Beauvoir, 1949).

Incluso por aquellos años, a manera de propaganda, se divulgaba que la felicidad femenina se hallaba en casarse y consagrar su matrimonio por medio de la maternidad; se pretendía que fuese el principal destino para las mujeres, pero ¿Qué había entonces de los sueños de cada una de ellas? ¿Anhelos de recorrer el mundo, de ir a la universidad, de vivir en pareja pero sin tener hijos, de crear una empresa? … ¡Ah claro! a las mujeres no se les permitía soñar con tales cosas. 

En las condiciones en que se ha llevado el ejercicio de la maternidad para las clases trabajadoras principalmente en la sociedad occidental moderna, significaba ceder tu tiempo por completo para preservar la vida del ser que acaba de nacer, pero también a tu familia y a tu marido. Después, invertir la mayor parte de tu tiempo para cuidarlo, enseñarle a hablar, darle comida especial, llevarlo al médico, buscar una escuela que cumpla con tus expectativas, llevarle a diario, criarlo, educarlo… la lista se vuelve interminable y muy difícil si los ingresos económicos familiares son precarios, o si se vive en condiciones de marginación o carencias. ¿Alguien pensó en la salud física, mental y emocional de la madre? Ejercer la maternidad en esas condiciones materiales (y morales) de subsistencia es cederte… 

Emocionalmente la maternidad puede implicar satisfacciones, pero también culpas. Felicidad, pero también tristezas; calma, pero también desesperación; soluciones, pero también problemas. Esto cuando se habla de una maternidad deseada y hasta planeada, pero ¿Qué pasará entonces con las maternidades no deseadas? 

Primero, en la madre, puede representar unas cadenas de las que no puede librarse, porque tener un hijo es para toda la vida, aun cuando son adultos. Esto, al implicar lo arriba mencionado, la mujer cae en depresión, estrés, ansiedad, lo cual repercute en la relación con el hijo o hija. Puede haber regaños, malas palabras, golpes, desprecio, y esto puede presentarse en niveles más severos, los cuales suelen escalar cuando las condiciones de subsistencia familiar se encuentran amenazadas constantemente por un sistema económico como el que actualmente prevalece en nuestro país y nuestra región.

Aquí cabe señalar que, criminológicamente, el estudio de las vidas de algunos asesinos seriales, refleja una infancia dolorosa debido a los maltratos y esto como consecuencia de que no fueron hijos deseados, es decir, la madre no ejerció la maternidad esperada (y ni qué decir del padre), y fue impuesta quizá por la pareja, quizá por la sociedad, quizá por una asociación religiosa, pero ella no lo deseaba. Como ejemplo: el caso de Juana Barraza(2) “La mataviejitas”; el de Richard Kuklinski “Iceman”(3); el de José Luis Calva Zepeda(4) “el caníbal de la Guerrero”, o el caso de las hermanas González Valenzuela(5), “las Poquianchis”. Por supuesto, hay más casos pero me parece que estos son suficientes para ejemplificar lo que deseo explicar en este momento. Por supuesto, esto no significa que todas las personas que han sufrido maltrato en su infancia ahora son asesinos seriales o delincuentes; mucho tiene que ver su resiliencia, su propia capacidad de sobrevivir a las adversidades y reinventarse, si recibieron un tratamiento psicoterapéutico adecuado, que les ayudó a modificar su destino, o si hicieron algún trabajo personal, etc., etc. 

No obstante, para las maternidades no deseadas es necesario ahondar en aquellas vidas cuyas infancias fueron tortuosas y en la adultez no hubo un proceso de ayuda. Las mujeres que no desean maternar no lo harán, o si se les obliga, podrían desarrollar esquemas de violencia física, psicológica y emocional, y esto no debe dejarse al azar, o a su propia capacidad de resiliencia para reponerse ante la crueldad y aspereza del mundo moderno. 

Al parir, muchas mujeres dejan de trabajar (cuando es una decisión hasta se disfrutan esos días de asueto, pero cuando no, resulta una tortura porque se ven privadas de su vida social y del ingreso económico del que gozaban). Cuando la maternidad es deseada, cada decisión se disfruta, de lo contrario, se padece, se sufre, aunque a la larga, la costumbre, los lazos afectivos que se van desarrollando y las redes sociales brinden mejores condiciones a la madre y al hijo particularmente para que la crianza se convierta en una experiencia de crecimiento mutuo ¿Pero cuántos casos se desarrollan así, y a cuántos les cuesta de todos modos un tortuoso trayecto?

La maternidad no deseada se puede resumir en una “esclavitud” que sufre la madre hacia el hijo o hija y hacia la actividad no deseada de maternar. Por difícil que suene, es probable que el hijo se llegue a percibir como una carga, un error y esto afecta la autoestima de la madre, enfatiza las carencias emocionales, no permite la empatía, y se carece de una comunicación efectiva por largo tiempo. Aunado a esto, se suelen presentar también los reproches hacia los hijos o hijas por haber perdido libertad, confianza, seguridad, etc. Más allá de esto, estarán las repercusiones psicológicas o emocionales que estos procesos adversos provocan en los hijos, generando un ciclo que se puede repetir en las siguientes generaciones. Y es que el Estado, aún con sus instituciones de atención psicológica y de salud física para la población, no se dan abasto con la demanda o no suele brindar una buena atención (es decir, servicios deficientes).

Finalmente, es importante señalar que las reflexiones anteriores no pretenden de ninguna manera ser generalizantes, pues la realidad resulta compleja, así como las diversas experiencias del maternar, sin embargo, lo que pretendo es visibilizar una serie de factores que la sociedad suele pasar por alto, juzgando a las mujeres que precisamente optan por distintos medios no convertirse en madres. Aquí la reflexión de las condiciones económicas del sujeto resulta esencial para ejercer la maternidad. Criar a un niño en condiciones precarias en este rubro puede resultar adverso para su desarrollo y bienestar pues implica una serie de gastos indispensables: escuela, ropa, calzado, servicio médico, comida, esparcimiento, etc. En el contexto de la modernidad capitalista se necesita dinero para ofrecerle al niño o niña una vida con más oportunidades de las que suelen tener acceso las clases trabajadoras, sobre todo las más expoliadas por el sistema. Pero esto no significa que estas últimas no tengan derecho a ser madres, significa más bien que el sistema debe transformarse para dar las mismas oportunidades a todos, y que el maternar, por ejemplo a tempranas edades, ya no sea resultado de la marginación y las condiciones de pobreza.

Se trata de darle a la maternidad un nuevo sentido: que sean madres sólo las mujeres que deseen serlo; que la maternidad sea un gozo y no una fuente de dolor y sufrimiento; que la sociedad y sus valores arcaizantes se transformen y responsabilice al colectivo de su propia reproducción y no cada mujer aislada, en forma individual, razón por la cual se les llega a criminalizar. Que la maternidad no sea una tarea que excluya a la mujer de su participación laboral, social y política, sino que la integre armónicamente con las diversas tareas productivas y académicas importantes para la sociedad (Barbieri, 1990).

Es por ello que el feminismo, después de un amplio análisis, nos invita a no forzar las maternidades, a dar paso libre a la elección de parir, pues las consecuencias no son individuales, repercuten en lo social. Las feministas poseemos una amplia visión de la maternidad, los análisis y ejemplos que nos acercan a las realidades de los hijos no deseados, lo cual nos ha permitido concluir que: Las maternidades serán deseadas o no serán. 

 

Fuentes consultadas: 

Academia.edu (s/f). “Juana Barraza Smpeiro”. Academia.edu. Web. Consultado el 28 de octubre de 2024. https://www.academia.edu/25601455/Nombre_JUANA_BARRAZA_SMPEIRO 

El Sol de México (10 de mayo de 2024). “Maternidad y feminismo”. El sol de México. https://oem.com.mx/elsoldemexico/mexico/maternidad-y-feminismo-que-decian-grandes-mujeres-intelectuales-como-simone-de-beauvoir-y-marta-lamas-13117109

México Desconocido (s/f). “Las Poquianchis, las mujeres más despiadadas del siglo XX”. México Desconocido. Web. Consultado el 11 de noviembre de 2024. https://www.mexicodesconocido.com.mx/las-poquianchis-las-mujeres-mas-despiadadas-del-siglo-xx.html 

México Desconocido (s/f). “La escalofriante historia de José Luis Calva”. México Desconocido. Web. Consultado el 25 de octubre de 2024.  https://www.mexicodesconocido.com.mx/el-canibal-de-la-guerrero.html 

 

Notas 

1.- Las  actividades que conlleva el maternaje son: el cuidado, la enseñanza, la alimentación, salud e higiene, educación y demás actividades que involucren el desarrollo de un ser humano en crecimiento.

2.- Los factores predisponentes de Juana Barraza se encontraron a través de entrevistas realizadas a la detenida por la Dra. Feggy Ostrosky-Solís, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiológica de la Facultad de Psicología de la UNAM,en donde se le practicó estudios a Juana Barranza alias “la Mataviejitas”, y fue cuando se conoció que parte de su conducta criminal venía a ser un reflejo de la violación que sufrió durante su niñez; Justa Samperio, la madre de la Mataviejitas era una alcohólica y en una reunión con otras personas, la madre de la Mataviejitas accedió a que tres hombres tuvieran acceso carnal con la menor a cambio de unas cervezas.

3.- Hijo de Stanley y Anna Kuklinski. Stanley era un alcohólico severamente abusivo que golpeaba a su esposa e hijos. Anna también maltrataba a sus hijos, a veces golpeándolos con palos de escoba. A la edad de 10 años, Richard Kuklinski se llenó de rabia y comenzó a portarse mal. Por diversión, torturaba animales y, a la edad de 14 años, había cometido su primer asesinato.

4.- A los dos años perdió a su padre por lo que quedó en custodia de su madre. Sin embargo, la mujer, quien era responsable de sus seis hijos, comenzó a buscar refugio en el alcohol. Los continuos maltratos tanto psicológicos como físicos hicieron que, a los seis años, José Luis decidiera escapar. El pequeño se vio inmerso en la desolación y oscuridad de las calles. Se sumergió en el universo de las drogas y robó para sobrevivir.

5.- Las Poquianchis nacieron en una familia de carácter disfuncional. Su padre fue un policía del gobierno porfirista, alcohólico que maltrataba a sus familias. Además, se dice que obligó a las hermanas a presenciar la tortura de detenidos durante su infancia. Por otra parte, la madre de las hermanas González Valenzuela era una fanática religiosa.

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