ISSN : 2992-7099

Las elecciones más grandes en la historia de México: resultados y perspectivas

Alberto Pérez Schoelly

Alberto Pérez Schoelly

Egresado de la Facultad de Economía de la UNAM. Cuenta con varios diplomados en Finanzas y en Formulación y Evaluación de Proyectos de Inversión. Fue cofundador de la Licenciatura de Economía en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca bajo la modalidad de Sistema de Universidad Abierta (SUA), donde impartió la asignatura de Economía Política. En el sector público ha ocupado diferentes cargos desde 1978 en las Secretarías de Comunicaciones y Transportes, Hacienda y Crédito Público, en NAFINSA, en el ISSSTE y en una fundación privada para la transferencia tecnológica en la pequeña y mediana empresa, FUNTEC, A.C. Profesionalmente, se ha enfocado en el sector financiero, como director estatal de Nacional Financiera en los estados de Oaxaca y Quintana Roo, posteriormente fue gerente de finanzas de proyectos locales en la COCEF, una Comisión binacional México-Estados Unidos para la cooperación ecológica con sede en El Paso, TX.

17 junio, 2024

El pasado 2 de junio tuvimos en México las elecciones más grandes en la historia de México, en la que se disputaron más de 20 mil cargos de elección popular, desde la Presidencia de la República hasta las senadurías, pasando por diputaciones federales, gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones locales, alcaldías y regidurías. 

La ciudadanía mexicana pudo testificar, de primera mano, los empujones, las patadas debajo de la mesa y las disputas por ganar las diversas candidaturas, empezando por la de la Presidencia de la República. Aunque la “guerra” entre los contrincantes no es nada nuevo en la política mexicana, hubo también formas inéditas para procesar las designaciones y sus resultados, empezando por reconocer, si se me permite la expresión, que se puede considerar positiva la intervención del presidente Andrés Manuel López Obrador en el asunto de la candidatura presidencial. 

En el momento que arreciaron las precampañas de las “corcholatas” morenistas -como fueron conocidos popularmente los precandidatos de este partido- , con guerra sucia y amenazas de ruptura, vino la propuesta del presidente, un tanto para llamar al orden, como también para definir el futuro político de todos los contrincantes. Eso quiso decir que, todos los participantes tendrían un futuro asegurado en la política. Después, se establecieron reglas muy claras para las encuestas que definieron quién sería la candidata o candidato presidencial morenista y quién se postularía para jefe de gobierno en la Ciudad de México. Ese ejercicio no tenía como objetivo promover la candidatura de Claudia Sheinbaum, como erróneamente comentan muchos analistas, sino prevenir, mediante un astuto movimiento político, cualquier ruptura o desavenencias que pudieran descarrilar la designación. 

El proceso fluyó sin mayores problemas hasta que Marcelo Ebrard protestó porque había habido “piso disparejo” a favor de Claudia Sheinbaum. No reconoció en un inicio el resultado de las encuestas e incluso impugnó ante la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena, señalando supuestos apoyos físicos y financieros de diversas instancias del gobierno hacia Claudia, pero nunca pudo demostrar que eso hubiera ocurrido en realidad, lo cual hubiera constituido una irregularidad muy grave con consecuencias hasta del orden penal para los responsables.

También se podría decir que hubo un “dedazo híbrido” del presidente para designar a su sucesora. Por un lado, había ya muchas señales de que Claudia era la preferida de AMLO, y por otro, él mismo estableció los tiempos, las reglas y las etapas para su sucesión, digamos que “designó pero no designó”. Finalmente intervino en el momento crítico y se consiguió un proceso interno transparente y democrático para la definición de quién iba a ser la dirigente del proceso de transformación en su siguiente etapa.

Para la designación del resto de candidaturas de Morena y aliados, tanto a nivel federal como local, no sucedió lo mismo. La dirigencia del partido y sus gobernadores afines en los 23 estados, impusieron candidatos a diestra y siniestra. Nunca se exhibieron las encuestas supuestamente realizadas y tampoco se explicó el llamado “consenso” que se esgrimió como pretexto para definir otras candidaturas. Los prófugos del PRIAN tuvieron su cuota de candidaturas, así como otros personajes impresentables que fueron postulados por el PVEM, sobre todo. Nunca hubo asambleas de la militancia a nivel municipal o estatal para escoger a las mejores personas. A pesar de la fuerza que desde el 2021 adquirió la Convención Nacional Morenista (el movimiento interno del partido) entre las bases de la militancia, muy pocos candidatos de base auténticos pudieron llegar. Todo funcionó según la mejor tradición de un partido de Estado: de forma vertical y antidemocrática. 

Del lado de la oposición, desde un principio se tuvieron muy malos augurios. Todo les salió mal. Para la designación de su candidata presidencial, primero llamaron a la ciudadanía a que manifestara sus preferencias, luego escenificaron un “debate”, y finalmente, sin mediar ninguna asamblea, encuesta o medición alguna, designaron a Xóchitl Gálvez Ruiz como candidata a la Presidencia de la República. La verdad de las cosas es que la candidata de la “X” fue designada por el señor “X” (Claudio X. González), que fue en realidad el artífice y financiador de la triple alianza PRI-PAN-PRD, aunque no pudo lograr la incorporación del MC a ese bloque gelatinoso. 

Una vez con las candidatas a la Presidencia de la República ya registradas oficialmente, dieron inicio las encuestas y las campañas de acuerdo con los tiempos marcados por la ley. Gradualmente, Claudia Sheinbaum Pardo fue creciendo en las encuestas, al tiempo que iba presentando sus propuestas y recorría el país. A Xóchitl le sirvieron de muy poco sus ocurrencias y su forma vulgar de conducirse y de expresarse, pues careció de propuestas claras para el país. Por parte del bloque opositor, fueron incesantes los ataques al gobierno de AMLO, a las políticas de la Cuarta Transformación, aderezados con mentiras y calumnias al por mayor. En estas tareas, el poder fáctico representado por los medios masivos de comunicación, electrónicos e impresos, cumplió un papel preponderante. Durante meses, se dedicaron a atacar a la candidata de Morena y aliados, financiaron a miles de bots y trolls que inundaron las redes sociales con los hashtags #AMLONarcopresidente y #NarcoCandidata. Realizaron tres marchas de la llamada “Marea Rosa”, primero para apoyar al INE y luego para promover abiertamente a Xóchitl, aunque al principio intentaron hacerse pasar por un movimiento “ciudadano y apartidista”. Finalmente, nada de eso les fue de utilidad alguna.

Llegó el 2 de junio y el golpe que recibió la derecha fue contundente. Si esta elección se pensaba como un “referéndum” del gobierno de AMLO, tanto por Morena como por la oposición, la aprobación que recibió fue arrolladora. El 60% del electorado votó por Claudia Sheinbaum, sumando más de 35 millones de votos. Se logró la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, con 372 diputados de la Coalición, y en el Senado de la República faltaron solamente tres para obtener dicha mayoría, llegando a 83 (Los datos son del PREP al 5 de junio) . De las 9 gubernaturas se ganaron 7, incluyendo a la Ciudad de México, con Clara Brugada, quien ha sido una luchadora social de izquierda desde su temprana juventud, lo que presagia lo mejor para la capital del país, con su programa avanzado de izquierda. 

Los años venideros podremos presenciar la manera en que se construye el segundo piso de la Cuarta Transformación. El 2 de junio, el pueblo mexicano ya no votó como en elecciones anteriores, en las cuales daba su voto al presidente, pero con voto diferenciado para diputados y senadores. Esta vez ha sido muy diferente, con estos resultados electorales, el pueblo ha sido muy claro y explícito: queremos que la nueva presidenta tenga todas las herramientas a su alcance para realizar las reformas que sean necesarias y que le permitan profundizar la transformación. Ese ha sido el mensaje: Vox Populi, Vox Dei. En ese sentido van los proyectos que la nueva presidenta está proponiendo para la resolución de asignaturas pendientes o en proceso, como es el caso del reforzamiento de la seguridad y el sistema de salud pública, la erradicación definitiva de la corrupción en el gobierno, así como los nuevos programas sociales.

Una respuesta

  1. El pueblo votó y la 4T ganó.

    Esperamos se consolide y profundice el Cambio Verdadero iniciado por Andrés Manuel López Obrador.

    ¡Viva el pueblo de México!
    ¡Vivan l@s Protagonistas del Cambio Verdadero!
    ¡Viva México!

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