La última flecha (selecciones)

Didier Armas

Didier Armas

Nació San Luis Potosí, México, el día 14 de noviembre de 1988. Estudió Odontología en UC, y Lengua y Literatura Hispánicas en UNAM FES- Acatlán. Presentación de obra poética en UNAM, UASLP, BUAP, UAEM. Mención honorífica en el concurso Punto de Partida UNAM No. 48. Becario en el Festival Cultural Interfaz-ISSSTE. Finalista en el Premio Gerardo Diego de Poesía (España) 2019 con la obra “Desnace”. Ganador del Premio de Poesía Félix Dauajare con la obra “La última flecha”. Su obra ha sido publicada en Punto en Línea, Monolito, De- lirio, Campo de Plumas, Vislumbre, PUEDJS-UNAM, Taller Ígitur, La Raíz Invertida, entre otras.

3 julio, 2023

Presentación

La historia y la poesía son un dúo inseparable en el recuento de la memoria humana. Más allá de considerarles disciplinas distantes, podemos verlas a manera de complementos, como sugirió José Emilio Pacheco. Esto último lo demuestran obras como La última flecha, libro que se hizo acreedor al “Premio de Poesía Félix Dauajare 2023”, del escritor potosino Didier Armas, quien amablemente nos envía un adelanto editorial para Revista Tlatelolco.

Pese a su juventud, Didier Armas ostenta una trayectoria notable, no solamente pautada por sus obras literarias, sino por una sensibilidad humana que le permite regresarnos al pasado y hacerlo hablar, incluso si este se encuentra en ruinas. El estado mexicano de San Luis Potosí, especialmente su olvidada parte indígena chichimeca (el pueblo de los guachichiles), se cuenta desde la poesía, se resignifica desde ahí.

Demián Ernesto Pavón

Selección de poemas

Gualiname asedia  

Oh, señores, a ustedes les persigo

camino por el tunal arborescente

y al fin les doy cara

Teman

digan su plegaria al azul

aquí, abajo, nada escuchará

al dátil, al mezquite, al ojo de agua

a mis guerreros

Oh, señores, ha llegado su enemigo

y el pico del zopilote saborea su nombre

Vengo a presentar su cadáver al gusano y ahora yace a su pie

vengo a introducir el miedo constrictor a su nuca y ahora enmudecen

¿Soy yo el misericordioso?

Yo soy el que engalana la tierra con lamento el que escupe lanzas a cada canto

y de mi interior surge la furia florida

bella y militante

Mi compañía se viste de aguijones no busquen su abrazo

Dichosos son de tener enemigos dignos los hijos de la guerra

su linaje es prístino y desciende  de la gran biznaga

Escuchen bien

con hilo de maguey ataré su hueso a mi preciosa prenda

y su ceniza volveré a la llama

para que nada quede

Soy yo su enemigo

al que no le basta la vida

¡Ay odio, de veras alégrate!

Así lo sabes

dos veces darás muerte a tu rival

El gruñido de Guazcalo 

Se acerca el grito de guerra en la llanura con el estrépito del cascabel avanza con el coraje del coyote merodea

Hace a los acompañantes afanarse a la gloria

Por el grito de guerra llueve colmillo la noche es una boca, nosotros la mordida

Que la cólera beneficie la puntería

Que el pueblo invoque el triunfo

y la luna tire su riachuelo de luz a nuestro favor

Así lo demanda el sartal de la vida

Resto arqueológico de La interpretación de Xale 

Cuando mutilan y cortan a destajo las hojas de historia, tapizan el ventanal que da  a las llanuras de un pueblo y el peso de la melancolía crece con los años. Hay cerámicas  guachichiles que se arrastran desfallecientes y por sí mismas son incapaces de levantar  la choza, pero si renunciara al fósil, moriría. Este inmenso gris es ninguna parte y es  urgente inventar una adivinación, no del futuro, sino del pasado faltante, es indispensable  recrear la flecha ensangrentada, con una tirada de runas o el tanteo quiromántico, el  instrumento puede variar, la intención no. Lo que me toca es darle vuelta al reloj de las arenas del desierto.

 

Guazcalo en la choza de la muerte  

Por todas partes ando

por todas partes anda el espejismo a donde quiera que voy

tiende su laguna lunar

trastorna a la gente

Yo, cazador, enriquezco

compongo la trampa a su imagen  y aguardo en la choza de la muerte con una linda flor

 

Resto arqueológico de Ahuichote 

¿Dónde está el ahuichote?, ¿es un ser que pasa la inmortalidad escondido entre  el huizache? Es una voz en off preñada de futuro. Microlitos de su aullido me rondan, me  profetizan arte prehispánico, sonajas que armonizan la tensión del nervio, ollas de barro,  nupciales danzas ante el disco de la vía láctea, una mano que recolecta el jico y deviene  en cuatro, el disparo de una flecha hacia la boca de un dios tribal y el baño en bermejo.

Mi porvenir reside en el pasado, y estoy dispuesto a dar el paso envés, pese a la curvatura  de la razón y los problemas que suponen este suspiro, mi datación paleontológica colinda con el espurio, preciso delimitar con cintas el área de un reloj y cavar.

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