Fidelidad subversiva en la Cuarta Transformación

Saúl Sánchez López

Saúl Sánchez López

Psicólogo social egresado de La Sorbona, especialista en Psicología Política y Psicología de la Religión. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores; actualmente se desempeña como profesor de tiempo parcial en la Licenciatura en Psicología Clínica de la Universidad de Guanajuato Campus Celaya-Salvatierra, y como profesor de asignatura en la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana León. Ha colaborado como analista y articulista en diferentes medios nacionales y extranjeros en español, inglés y francés (Sputnik, The Hill, Huffington Post, Milenio), y cuenta con una columna mensual en el portal del Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública (PopLab).

27 septiembre, 2024

La lealtad no es obediencia,

 la rebeldía no es traición.

 

Hace ya más de una década, no recuerdo bien el año, me encontraba hojeando el periódico cuando una noticia llamó mi atención: un grupo de católicos homosexuales se había manifestado frente a la Catedral de Puebla para exigir su reconocimiento y aceptación plena por parte de la Iglesia. De inmediato, me vinieron a borbotones un montón de preguntas, temáticas e hipótesis. No pasaron muchos años para que todas esas ideas aterrizaran en un proyecto de investigación doctoral en la Universidad de París; una tesis que llevó por título La parabole du mouton noir ou la vertu de se dire catholique malgré l’Église (La parábola de la oveja negra o la virtud de ser católico a pesar de la Iglesia). 

En dicho trabajo me aboqué a investigar una serie de organizaciones católicas que buscaban llevar a cabo una reforma sexual de la Iglesia en cuatro áreas clave, a saber: aborto, celibato, homosexualidad y ordenación femenina. Mi pregunta de investigación era simple: ¿cómo es posible que existan grupos de personas que se dicen católicos si al mismo tiempo rechazan las enseñanzas de la Iglesia sobre moral sexual? Después de múltiples entrevistas, grupos focales y análisis de documentos comprendí que, contrario a lo que dicen sus detractores, quienes les tachan de falsos católicos, estas personas tienen una concepción particular del catolicismo. Para ellos la verdadera Iglesia (ekklesia) es la comunidad de fieles en su conjunto, quienes deciden por sí mismos en conciencia lo que está bien o lo que está mal, lo que hay que cambiar y lo que no, apelando a un juicio crítico con conocimiento de causa. Una visión completamente alejada del clericalismo reinante sustentado en una serie de dogmas indiscutibles, normas inflexibles y tradiciones inmutables, impuestas por una institución burocrática con aires de divinidad. Estos rebaños negros, como les bauticé, piensan que la moral sexual implementada por la jerarquía es incongruente con la opinión católica mayoritaria, con lo que el grueso de católicos piensa, siente, vive (sensus fidelium), y que por lo tanto es su obligación hacérselo ver al Magisterio, aunque ello signifique contradecirlo.

De entre los diferentes conceptos que empleé a lo largo de unas 300 páginas, hubo uno que me valió la felicitación del jurado a la hora de mi defensa: fidélité subversive (fidelidad subversiva); un oxímoron que utilicé primero sin pensar y al que luego dediqué un subcapítulo sin tener la intención de acuñar un término novedoso. El planteamiento era que, dentro de una organización dada, puede surgir un subgrupo que se oponga abiertamente a su dirigencia, no porque reniegue de la organización ni su ideología, sino al contrario, porque es leal a ellas y considera que es la dirigencia la que ha errado el camino. Así pues, su comportamiento denota fidelidad al grupo de pertenencia, que (paradójicamente) se manifiesta en forma de subversión. 

Desde que me titulé, hace ya algunos años, realicé algunas publicaciones tratando de profundizar la idea hasta que, finalmente, senté las bases para una teoría, incipiente pero seria, en un reciente artículo que lleva justamente por nombre: “Subversive fidelity Theory”. En él, defino la fidelidad subversiva como el comportamiento de un subgrupo dentro de una organización mayor, el cual reivindica una cierta forma de ideología, identidad o causa, en contraste con la oficial o dominante, representada y sostenida por un grupo en el poder (Sánchez, 2024). Asimismo, identifico y comparo algunos conceptos similares dentro y fuera de la Psicología Social (mi disciplina), tales como “disidencia cultural” (Sunder, 2001), “lealtad contestada” (Kretschmer, 2009), “desviación leal” (Packer & Chasteen, 2010) o “desviación constructiva” (Vadera et al., 2013), pero me desmarco de todos ellos enunciando cinco principios que establecen la fidelidad subversiva como un fenómeno psicosocial claro y distinto:

 

  1. Visión alternativa: dentro del grupo en cuestión existe al menos un sector de miembros que piensa distinto, ya sea con respecto a la ideología dominante, las normas vigentes, las prácticas o decisiones actuales, etc. En otras palabras, es la emergencia de una visión minoritaria que se desvía claramente de la actual. 
  2.  Inconformidad: no solo se trata de pensar diferente, sino de manifestar abiertamente la insatisfacción con lo que se cree que está mal en el grupo. Esto ocasiona que la disidencia choque inevitablemente con la dirigencia oficial. 
  3. Justificación paradójica: Tanto la visión como la voz de los disidentes se justifica invocando fidelidad a los principios ideológicos originales del grupo y al grupo mismo, lo cual crea una paradoja, ya que, en teoría, son los mismos principios que supuestamente guían al grupo y su dirigencia. Sin embargo, los “disidentes leales” juzgan que la dirigencia conduce al grupo de una manera contraria al ideario, por lo que concluyen que es su deber moral rebelarse contra ella por lealtad a lo que consideran la esencia del grupo y su bien mayor.
  4. Subgrupo: tarde o temprano, los ingredientes anteriores dan lugar a la creación, formal o informal, de un subgrupo, que sigue formando parte del grupo original, pero al mismo tiempo se distingue del mismo como una organización específica. Lo que empieza con unos cuantos disidentes, deviene a la postre un proyecto colectivo de renovación.
  5. Transformación interna: la meta final de dicho subgrupo -y su razón de ser- es la transformación interna de la organización; una reforma radical de acuerdo con la visión de los insumisos. La idea es producir dicho cambio orgánicamente, de abajo hacia arriba, como si de una fuerza centrífuga se tratara. 

 

En suma, la fidelidad subversiva se trata de llevar a cabo una labor colectiva y constructiva de crítica interna del propio grupo, que de ninguna manera puede equipararse a un acto de deslealtad. De hecho, se ha comprobado que los miembros más leales son quienes muestran mayor predisposición a la rebeldía cuando perciben que la dirección que está tomando el grupo lo pone en riesgo (Jetten & Hornsey, 2014; Packer, 2008). Estamos hablando pues de gente comprometida que decide quedarse en el grupo, a pesar de estar en desacuerdo con el statu quo, con la esperanza de renovarlo desde dentro, en lugar de tomar la salida fácil y romper para crear su propia organización. Esto da lugar a un posicionamiento intersticial por demás fascinante: la permanencia no implica sumisión, ni la inconformidad, ruptura. Una actitud descrita en su momento por Hirschman (1970) en su clásico Exit, voice, loyalty

Pretender cambiar al grupo en vez de cambiar de grupo puede ser tildado de idealista, toda vez que los disidentes son por definición una minoría, muchas veces marginal, pero como lo planteó Kurt Lewin (1947, 1999), todos los grupos —por conservadores que sean— evolucionan, así sea lentamente, empujados por los cambios de mentalidad de sus propios miembros. Aquellos que optan por esta vía son, sin duda, miembros leales que valoran por encima de todo los principios ideológicos del grupo, aun por encima de su posición dentro del mismo, ya que se arriesgan a ser acusados de traición y expulsados por la dirigencia.

La aplicación de esta propuesta teórica sería en principio restringida, puesto que hablamos de un fenómeno grupal sui generis con características puntuales. Sin embargo, su pertinencia sería transversal a todo tipo de ámbitos: religioso, recreativo, organizacional, académico, militar y político. Dondequiera que haya un grupo reunido en torno a principios comunes puede haber fidelidad subversiva. 

A este respecto, un caso que ha despertado mi interés recientemente es el de la Convención Nacional Morenista, organización política interna a Morena cuyos miembros se encuentran inconformes con el rumbo que ha tomado el partido desde el triunfo en las elecciones de 2018. El movimiento convencionista se pronuncia en defensa de los principios fundacionales de Morena, los cuales acusan que se estarían perdiendo como resultado de un pragmatismo excesivo en que ha incurrido la dirigencia. 

Los convencionistas señalan que la dirigencia se ha venido distanciando cada vez más de las bases militantes, su esencia colectiva, de quienes se espera una actitud pasiva y sumisa, en lugar de una participación activa, protagónica y desde abajo, en consonancia con el espíritu democrático del partido. De este modo, los líderes formales del partido se habrían convertido en una especie de élite al excluir a la mayoría de los militantes de la toma de decisiones. Sostienen que el papel de los morenistas no debe limitarse a obedecer ciegamente los dictados que vengan de arriba, pues tienen una opinión que merece ser escuchada.

Lo anterior aunado al hecho de que se han venido aceptando políticos tránsfugas de otros partidos a quienes se posiciona en cargos importantes, mientras la militancia real y leal es relegada. El convencionalismo advierte que el crecimiento meteórico del partido ha atraído un sinnúmero de oportunistas, motivados por pura ambición. Este tipo de políticos (por ejemplo, Sergio Mayer), sus antecedentes y acciones, serían irreconciliables con la doctrina política de Morena, provocando disonancia y conflictos de todo tipo. Esta estrategia a corto plazo de reclutar políticos profesionales de otros partidos bajo una lógica resultadista no sería en realidad ni necesaria ni deseable, y en cambio, sería contraproducente a la larga. 

Según esta visión, Morena habría estado cayendo en contradicciones con sus propios principios ideológicos, dañando su imagen, perdiendo credibilidad —dentro y fuera del partido— y, en última instancia, poniendo en riesgo su éxito, no solo electoral, sino sobre todo el de su proyecto político: la Cuarta Transformación. Quienes forman parte de la Convención Nacional Morenista piensan que es su obligación alzar la voz, movilizarse y buscar la renovación de su partido antes de que pierda sus raíces. 

Tenemos entonces un subgrupo que se identifica plenamente con su organización en cuanto a su ideología, pero que rechaza abierta y decididamente una serie de actitudes y prácticas de su dirigencia, precisamente por ser contrarias al ideario partidista. Es decir, la subversión del movimiento convencionista está motivada, irónicamente, por fidelidad a Morena y sus principios políticos. Esto distingue su comportamiento de otro tipo de fenómenos y conflictos endogrupales: no han dejado de creer en la Cuarta Transformación (apostasía), no han abrazado otra ideología (conversión), no han renunciado a Morena (deserción), no se han cambiado de partido (transfuguismo), no han formado una organización separada del partido (cisma) ni actúan para otra fuerza política (quintacolumnismo). Lo que buscan es volver a los principios fundacionales y hacer que se respeten. 

Yo concibo la fidelidad subversiva como una suerte de mecanismo de supervivencia organizacional que se pone en marcha mediante la movilización de sus miembros más leales, como si fueran anticuerpos, frente a un inminente riesgo que compromete sus ideales y objetivos. La Convención Nacional Morenista es la expresión de una crisis que sus militantes atisban y frente a la cual han reaccionado proactivamente. Ahora mismo, los convencionistas se encuentran en una fase de estructuración y desarrollo con una correlación de fuerzas claramente asimétrica, pero de mantenerse firmes en su empeño, puede que un día logren acceder a la dirigencia o cuando menos fuercen la reconducción del partido a buen puerto, tal y como lo sugieren los trabajos de Moscovici (1996) sobre minorías activas. 

La Cuarta Transformación es un proyecto político que apunta a la renovación de la vida pública, por lo que requiere también de la renovación permanente del partido político y el movimiento social que la sostiene, de otro modo, puede verse prematuramente anquilosada, desvirtuada o, incluso, cooptada por parte de fuerzas opositoras y poderes fácticos. El segundo piso de la Cuarta Transformación exige la segunda transformación de Morena.

Referencias bibliohemerográficas

Hirschman, A. (1970). Exit, voice, and loyalty. Responses to decline in firms, organizations, and states. Harvard University Press.

Jetten, J. & Hornsey, M. J. (2014). Deviance and dissent in groups. Annual Review of Psychology, 65, 461-485. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-010213-115151.

Kretschmer, K. (2009). Contested loyalties: Dissident identity organizations, institutions, and social movements. Sociological Perspectives, 52(4), 433-454. https://doi.org/10.1525/sop.2009.52.4.433.

Lewin, K. (1947). Frontiers in group dynamics: Concept, method and reality in social science; social equilibria and social change. Human Relations, 1(1), 5-41. https://doi.org/10.1177/001872674700100103.

Lewin, K. (1999). Group decision and social change. In M. Gold (Ed.), The complete social scientist: A Kurt Lewin reader (pp. 265-284). American Psychological Association. (Trabajo original publicado en 1947).

Moscovici, S. (1996). Psicología de las minorías activas. Ediciones Morata. (Trabajo original publicado en 1979).

Packer, D. (2008). On being both with us and against us. A normative conflict model of dissent in social groups. Personality and Social Psychology Review, 12(1), 50-72. https://doi.org/10.1177/1088868307309606.

Packer, D. & Chasteen, A. (2010). Loyal deviance: Testing the normative conflict model of dissent in social groups. Personality and Social Psychology Bulletin, 36(11), 5-18. https://doi.org/10.1177/0146167209350628.

Sánchez, S. (2024). Subversive Fidelity Theory: A proposition on believing, behaving and paradoxical ways of belonging. Entretextos, 16(40), 1-16.  https://doi.org/10.59057/iberoleon.20075316.202440

Sunder, M. (2001). Cultural Dissent. Stanford Law Review, 54(3), 495-567. https://doi.org/10.2307/1229465.

Vadera, A. K., Pratt, M. G. & Mishra, P. (2013). Constructive deviance in organizations: integrating and moving forward. Journal of Management, 39(5), 1221-1276. https://doi.org/10.1177/0149206313475816.

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