Doctorandos del Programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (México). Contactos electrónicos: 2171802334@alumnos.xoc.uam.mx; elvisdiazdiaz635@hotmail.com y albertoojeda.economista@gmail.com
Doctorandos del Programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (México). Contactos electrónicos: 2171802334@alumnos.xoc.uam.mx; elvisdiazdiaz635@hotmail.com y albertoojeda.economista@gmail.com
Doctorandos del Programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (México). Contactos electrónicos: 2171802334@alumnos.xoc.uam.mx; elvisdiazdiaz635@hotmail.com y albertoojeda.economista@gmail.com
La explicación frente al deterioro de las condiciones laborales se encuentra en las entrañas del peculiar mecanismo de funcionamiento del modo de producción capitalista, es decir, en la lógica del sistema socioeconómico que tiene por principio la valorización y acumulación de la potencia económica que lo domina todo: el capital, el cual no se limita al espacio de la acumulación real, sino que viene acompañado simultáneamente del dominio de la lógica financiera y del progreso tecnológico. En este sentido, el propósito del presente análisis consiste en estudiar algunas de las expresiones que ha asumido el mundo laboral cuando la riqueza económica depende cada vez menos del trabajo manual y depende más de dichas determinaciones.
Con el ascenso del neoliberalismo y la liberalización de capitales se asentaron las bases para que el capital encontrara en la esfera financiera un importante espacio de valorización, que ha llevado a las economías a ser guiadas principalmente por la acumulación financiera, consolidando así la financiarización mundial. Bellofiore (2011) y Lapavitsas (2016) plantean que en la actualidad el desarrollo del sector financiero ha impactado en la lógica de los salarios como un elemento clave en la extracción de ganancias bancarias, lo que ha puesto a la clase trabajadora en una nueva condición: mientras que la situación del mercado laboral no le favorece y sus salarios son precarios, al mismo tiempo se ve obligada a acudir al sistema financiero y bancario para asegurar su reproducción social a través de la deuda.
En paralelo a estas determinaciones, el desarrollo de la etapa más reciente del modo de producción capitalista se vale de las nuevas tecnologías electrónicas y de las telecomunicaciones, transformando y configurando al espacio laboral mediante nuevos campos para la valorización (datos, información, comunicación electrónica, etc.), donde el trabajo virtual ha creado nuevos y novedosos mecanismos de explotación laboral.
El desempleo, la pauperización y la precarización de las condiciones laborales son resultados que acompañan al desarrollo del modo de producción capitalista (Marx, 2005). Ciertamente, cada contexto histórico en el que se desenvuelve tiene sus propias particularidades, sin embargo, la naturaleza del proceso de producción social orientado a la acumulación del capital es deteriorar progresivamente la situación de la clase trabajadora. A simple vista, esto puede parecer contradictorio en virtud de la experiencia histórica posterior a la Segunda Guerra Mundial, donde hubo una mejora relativa de las condiciones materiales sobre las clases que componen a la sociedad capitalista (Robinson, 1968). No obstante, de acuerdo con Cámara (2012), derivado del ajuste estructural sobre las condiciones globales de acumulación que siguió a la crisis de rentabilidad del capital durante la década de 1980, el cual estuvo orientado a la internacionalización del capital e implicó el cambio de la lógica del capital industrial al dominio del capital financiero, el deterioro de las condiciones laborales es nuevamente notorio y puede contrastarse en distintos modos de explotación y organización laboral.
Desde una perspectiva heterodoxa, la explicación al detrimento del mundo laboral reside en la lógica de la valorización del capital. Es decir, este deterioro se encuentra en el corazón del proceso socioeconómico que tiene por propósito convertir continuamente el dinero en más dinero, y éste en capital, sin contemplar la distribución equitativa del excedente monetario creado por la clase trabajadora en cada uno de los ingresos económicos.
De acuerdo con Marx (2005), en la medida en que la riqueza económica es tanto representación del capital como producto del trabajo humano, la reproducción ampliada del sistema capitalista exige la presencia constante de un exceso de población asalariada en el mercado. Pero no solamente esto; para poder desarrollar libremente dicho proceso de reproducción socioeconómica, la clase capitalista tiene que encontrarles en una situación peculiar de pauperismo: libres de todo medio de producción para poder disponer de ellos continuamente. En estos términos, la riqueza capitalista se encuentra en un inicio condicionada tanto al límite de la extensión de la jornada laboral ―durante la cual el capitalista puede disponer de las y los trabajadores― como al crecimiento natural de la población. En consecuencia, el capital tiene que intervenir en los determinantes propios de la reproducción de la clase trabajadora para poder superar esta barrera que le impide expandirse libremente.
En este sentido, el desarrollo de la productividad laboral posibilita al empleador capitalista reducir el valor de los medios de subsistencia y al mismo tiempo acelerar la reproducción de la clase trabajadora, por ende, superar dicho límite y aumentar su participación en el excedente económico. El método es la optimización del proceso productivo, sumado a la aplicación constante de la ciencia al mismo; el resultado es una revolución constante sobre las condiciones laborales que se traduce en una determinación triple sobre la clase trabajadora: una parte incrementa sus atributos para la supervisión del proceso productivo que pertenece al capital; otra parte se convierte en apéndice de la nueva tecnología y otro tanto se vuelve superflua (innecesaria) en virtud de su desplazamiento por esta última (Iñigo, 2013). En el largo plazo, esta dinámica se materializa en la precarización de las condiciones laborales formales, pero también en la creación de todo tipo de desocupación y subocupación estructural que resulta funcional para la acumulación del capital.
En la medida que esta lógica sustenta la riqueza capitalista, se convierte en una tendencia general del capitalismo a deteriorar las condiciones de existencia de la clase trabajadora; lo cual, en sentido estricto, deriva de una contradicción inherente a este sistema socioeconómico: condicionar su riqueza al trabajo humano al mismo tiempo que el número de empleados se reduce y, con ello, se reducen también las oportunidades de un empleo adecuado para subsistir. Para Fineschi (2019), dichas determinaciones son propias del modo de producción capitalista, independientemente del proceso laboral que estudiemos. Es decir, no se reducen al espacio de la acumulación real, sino que son válidas para cualquier contexto laboral orientado a la valorización del capital. Naturalmente, el dominio de la lógica financiera que acompaña al proceso de acumulación real impacta de manera particular al espacio laboral; por lo cual, una vez establecida dicha tendencia general, nuestro propósito consiste en presentar circunstancialmente la dirección e impacto particular de esta dinámica sobre las condiciones laborales. El propósito es estudiar cómo se ha materializado esta dinámica cuando aparentemente la creación de la riqueza se vuelve menos dependiente del trabajo manual y pasa a depender de la lógica financiera, del estado general de la ciencia y del progreso tecnológico (Marx, 1975).
El ascenso de la acumulación financiera ha sido pieza fundamental en el proceso de acumulación capitalista. Diversos autores como Arrighi (1999), Chesnais (2003) y Epstein (2005), postulan que este fenómeno es el que guía actualmente la dinámica de las economías en todo el mundo, a tal grado que este tipo de acumulación se presenta de manera desligada del proceso de acumulación real que ocurre en la esfera productiva.
El proceso de acumulación financiera ―conocido como proceso de financiarización― ha sido principalmente estudiado por la escuela marxista, por el enfoque de la regulación francesa y por la teoría postkeynesiana. No obstante, de acuerdo con Lapavitsas (2016) no existe un consenso sobre el concepto de financiarización en las ciencias sociales. Lo que sí sabemos es que es un fenómeno que acompaña al proceso de globalización del capital debido a que este último se caracteriza por la mundialización de los flujos de crédito, la participación de las instituciones financieras en las operaciones mundiales y el alcance global de los mercados de capitales. Más allá del extenso debate en torno al proceso de financiarización y su conceptualización, es un hecho que esta dinámica también ha impactado en las condiciones laborales y sobre todo en la dinámica salarial, siendo esta última una pieza fundamental en el proceso de acumulación del capital.
En términos históricos, con la apertura financiera planteada desde finales de la década de 1970 y el auge de la política neoliberal, el discurso de la inclusión financiera se utilizó como una base ideológica para que el sector bancario y financiero encontrara nuevas formas de valorización. Para Lapavitsas (2009), los cambios generados por esta apertura provocaron que los depósitos bancarios fueran cada vez más costosos, y con el crecimiento de los mercados financieros, dichos depósitos dejaron de ser una medida para captar ganancias, al grado que los ahorros de los trabajadores gestionados por el capital buscaron otras vías de rentabilidad. De este modo, al verse rebasada por la esfera financiera, la banca tradicional se reinventó con distintas innovaciones financieras como el préstamo hipotecario a particulares, mayor crédito al consumo y como principal intermediario, por ejemplo, como banca de inversión de pequeños y medianos capitales.
Con la llegada del neoliberalismo, el Estado dejó de ser el principal promotor de la economía en torno a la creación de empleo, la mejora de las condiciones de vivienda, la creación de un sistema de salud, etc., abriendo el paso al sector financiero que ha creado una serie de instrumentos e innovaciones financieras que producen una mayor dependencia de los trabajadores hacia este sector con respecto a la dinámica de sus salarios. De este modo, el préstamo al consumo ha abarcado más terreno en la esfera financiera, traduciéndose en una mayor participación del ingreso laboral en las finanzas formales. Con créditos de toda índole ―al consumo, la educación, hipotecario, o con la participación en los fondos de pensiones y seguros― los ingresos de los trabajadores se han financiarizado. Dicho fenómeno, a su vez, encierra una contradicción, ya que mientras el salario real de los trabajadores disminuye, al mismo tiempo existe la posibilidad de mayor acceso al crédito que asegura la reproducción del capital a través del cobro de comisiones. Esta dinámica trae consigo que los ingresos futuros de los trabajadores se vean mermados y, por lo tanto, que los bienes que componen su salario también se vean reducidos, de esta forma el sistema financiero extrae directamente ganancias de los salarios.
A través de esta dinámica, actualmente los trabajadores encuentran en el sector financiero una vía para su reproducción social, sus ahorros se han transformado en fondos de inversión y sus salarios en una base para ser sujetos de crédito. La industria financiera ha creado mecanismos tecnológicos (aplicaciones móviles) que gestionan los salarios de los trabajadores y asignan créditos de nómina, disposiciones de efectivo y líneas de crédito con altas tasas de interés. Dichos mecanismos aseguran que la banca pueda realizar los cobros de sus comisiones de manera automática una vez que el trabajador reciba su pago de nómina.
En paralelo a estas formas novedosas de precarización de la clase trabajadora que acompañan a la expansión del sistema financiero, se encuentra al interior del sistema productivo capitalista una creciente complejidad en el contexto actual del trabajo que, en conjunto con la actual organización digital del capital, tiene como nuevos campos para su valorización los datos, la información, la comunicación electrónica, la creatividad digital y el contenido intelectual del trabajo (Riechmann, 2016). Aquello ha permitido que surjan nuevas actividades laborales como el trabajo virtual, el teletrabajo, el trabajo comunicativo, el trabajo intelectual, etc. (Berardi, 2016). Una de las características principales de estas nuevas actividades laborales es la producción y distribución de datos y de información, es decir, que el trabajo virtual no esté asociado a la producción física de bienes tangibles.
Bajo esta nueva modalidad tecnológica-digital el trabajo supone una uniformidad desde el punto de vista físico y ergonómico (personas sentadas frente a una computadora sobre la cual teclean), y al mismo tiempo supone una diferencia en cuanto a la especialización del mismo (cada actividad o tarea es específica y exige cierta formación intelectual o capacitación; la naturaleza de su contenido es diferente). Asimismo, las nuevas tecnologías digitales transforman la relación entre el contenido intelectual del trabajo y su ejecución manual.
En este sentido, Berardi (2020) sostiene que “el trabajo manual tiende a ser desarrollado por máquinas dirigidas automáticamente” (p. 64), pero en cuanto a su concepción (el contenido intelectual del trabajo) “el trabajo innovador, el que realmente produce valor, es el trabajo mental” (pp. 64-65). Este trabajo mental es guiado por el poder cerebral que contiene los conocimientos científicos y tecnológicos necesarios para llevar a cabo el proceso productivo. De esta manera, el trabajo productivo que se mentaliza en interacción con la materia (secuencias digitales: datos e información) “consiste en llevar a cabo simulaciones que los automatismos informáticos transfieren después a la materia” (Berardi, 2016, p. 90).
Lo anterior le ha dado un sello particular al proceso de explotación del trabajo, por un lado, es difícil distinguir los límites de tiempo del trabajo virtual (productivo) y, por otro, fomenta la idea de que el trabajador virtual es su propia empresa (se emplea a sí mismo); incluso a algunos se les regalan computadoras y teléfonos móviles para que continúen laborando desde sus hogares (Barkat, 2013).
De este modo, hay una dificultad evidente para establecer la relación entre tiempo de trabajo y valor producido, pues el tiempo de trabajo difiere en cada trabajador virtual en cuanto que cada uno de ellos, en tanto trabajo mental, está especializado y, por tanto, su trabajo es más específico. No se podría hacer una abstracción de la cualidad de sus conocimientos para que el trabajo digital sea intercambiable. Al producir y distribuir conocimientos o signos abstractos, el trabajador virtual ve a su trabajo como una actividad esencial y personalizada en la que invierte sus energías: “el trabajador ha sido transformado en una especie de empleador de sí mismo [y] puede pedirle al cuerpo tal vez lo imposible” (Barkat, 2013). En este sentido, el trabajador virtual es perfectamente localizable en todo momento y en todo lugar, pues, por medio del teléfono móvil es llamado a realizar su trabajo:
… el teléfono móvil es la realización del sueño del capital que consiste en absorber cada átomo posible de tiempo productivo en el momento exacto en que el ciclo productivo lo necesita, y así disponer de la jornada entera del trabajador, remunerando tan solo los momentos en los que es celularizado (Berardi, 2016, p. 106).
De esta manera, el modo de producción capitalista ha convertido al progreso tecnológico en el medio por el cual el trabajo es una actividad desregulada, sin protección social-sindical (con remuneraciones por debajo del salario de subsistencia). Las máquinas (computadora y celular), en lugar de ser un agente externo, forman parte del interior de nuestra existencia donde cuerpo y mente están conectados a una red de datos y de información.
En el presente trabajo hemos planteado que gran parte del detrimento general de las condiciones laborales es resultado de una tendencia general que deriva de una contradicción inherente al desarrollo del modo de producción capitalista: condicionar su existencia al trabajo humano y al mismo tiempo desplazarlo al pauperismo. Dicha contradicción es superada constantemente a costa de la clase trabajadora: la financiarización de los salarios y el progreso tecnológico suponen transformaciones tecnológicas y electrónicas que han permitido al capitalismo contemporáneo encarar y superar esta contradicción, reorganizando su dinámica de acumulación y valorización hasta alcanzar los lugares más recónditos de la existencia colectiva, y que apuntan al deterioro del cuerpo y mente de la clase trabajadora.
En este sentido, de acuerdo con Marx (1975), aparentemente la riqueza capitalista se determina cada vez menos en el ámbito productivo y se determina cada vez más en virtud de la ciencia y del progreso tecnológico, el cual es impulsado tanto por el Estado como por las grandes compañías que invierten en Investigación y Desarrollo (I+D) y que sólo permiten la concentración de la riqueza en cada vez menos personas. Por su parte, en beneficio de la acumulación de los tenedores de grandes cantidades de dinero, la lógica detrás de la acumulación financiera se ha desarrollado tanto que ha impactado directamente sobre la dinámica que rige la lógica salarial, perjudicando a la gran mayoría de la población trabajadora, creándole una gran dependencia hacia el capital. El capital ha tirado sus dados. La resistencia y la organización de la clase trabajadora es más necesaria que nunca ante esta particular dinámica de acumulación capitalista que afecta directamente a sus condiciones de existencia.
Arrighi, G. (1999). El largo siglo XX. Dinero y poder en los orígenes de nuestra época. Akal
Avila, V., Montgomery, M. (1 de mayo de 2023). There is an All-Out Safety Crisis in App-Based Work. And workers know how to fix it. Inequality.org. There Is an All-Out Safety Crisis in App-Based Work. And Workers Know How To Fix It. – Inequality.org [Consultado el 21 de julio de 2023].
Banxico. SIE. “Financiamiento al sector privado del país a través del crédito bancario y otras fuentes alternativas” https://www.banxico.org.mx/SieInternet/consultarDirectorioInternetAction.do?sector=19&accion=consultarCuadro&idCuadro=CF88&locale=es
Barkat, M. (2013). La lucha de clases se ha trasladado al interior de cada trabajador. En J. Riechmann, ¡Peligro! Hombres trabajando. El trabajo en la era de la crisis ecológico-social (pp. 101-102). Catarata.
BBC News Mundo (11 de julio de 2019). France Telecom: los suicidios de 19 trabajadores por los que juzgan a los ejecutivos de una de las grandes empresas de Europa. BBC News Mundo. France Telecom: los suicidios de 19 trabajadores por los que juzgan a los ejecutivos de una de las grandes empresas de Europa – BBC News Mundo [Consultado el 21 de julio de 2023].
Bellofiore, R. (2011). Crisis theory and the great recession: a personal journey, from Marx to Minsky. En Revitalizing Marxist Theory for Today’s Capitalism (pp. 81-120). Emerald Group Publishing Limited.
Berardi, F. (2020). La fábrica de la infelicidad. Nuevas formas de trabajo y movimiento global. Traficantes de Sueños.
__________ (2016). Almas al trabajo. Alienación, extrañamiento, autonomía. Enclave de libros.
Cámara, S. (2012). Génesis, naturaleza y crisis del capitalismo neoliberal: una perspectiva estructural. ECA: Estudios Centroamericanos, 67(729), 195-212.
Chesnais, F. (2003). La teoría del régimen de acumulación financiarizado: contenido, alcance e interrogantes. Revista de Economía Crítica, 1, pp. 33-72.
El Economista. (14 de septiembre de 2009). Suicidios opacan a France Telecom. El Economista. https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Suicidios-opacan-a-France-Telecom-20090914-0043.html [Consultado el 21 de julio de 2023].
Epstein, G. (2005). Financialization and the world economy. Edward Elgar Publishing Limited.
Fineschi, R. (2019). Hacia una teoría política inspirada en El Capital. En R. Escorcia y G. Caligaris, Sujeto Capital-Sujeto Revolucionario (pp. 29-60). Ed. Ítaca. UAM-X.
Forbes. (3 de septiembre de 2021). Banca Digital: una nueva era para ti y tus finanzas. Forbes. https://www.forbes.com.mx/ad-banca-digital-una-nueva-era-para-tus-finanzas/
Iñigo, J. (2013). El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia. Imago Mundi.
Lapavitsas, C. (2016). Beneficios sin producción. Cómo nos explotan las finanzas. Traficantes de sueños.
__________ (2009). “Financiarización” o la búsqueda de beneficios en la esfera de la circulación. Ekonomiaz: Revista vasca de economía, 72(3), 98-119.
Marx, K. (2005). La Tecnología del Capital. Subsunción formal y subsunción real del proceso de trabajo al proceso de valorización (Extractos del Manuscrito 1861-1863). Ed. Ítaca.
__________ (1975). El Capital. Crítica de la Economía Política. Libro primero El proceso de producción de capital. Ed. Siglo XXI.
Riechmann, J. (2016). ¿Derrotó el smartphone al movimiento ecologista? Catarata.
Robinson, J. (1968). Introducción a la economía Marxista. Ed. Siglo XXI.
Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, todos los derechos reservados 2023. Esta página puede ser reproducida con fines no lucrativos, siempre y cuando no se mutile, se cite la fuente completa, y su dirección electrónica. De otra forma, requiere permiso previo por escrito de la institución.
REVISTA TLATELOLCO: DEMOCRACIA DEMOCRATIZANTE Y CAMBIO SOCIAL, Vol. 1, Núm. 2, enero – junio 2023, es una publicación semestral, editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Alcaldía Coyoacán, Ciudad de México, C.P. 04510, a través del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818 ext. 49787, URL: https://puedjs.unam.mx/revista_tlatelolco/, correo electrónico: revistatlatelolco@puedjs.unam.mx. Editor responsable: John Mill Ackerman Rose. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo de Título: 04-2022-111112043400-102, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: John M. Ackerman Rose, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818, ext. 49787. Fecha de última modificación: 28 de febrero de 2023.
El contenido de los textos es responsabilidad de los autores y no refleja forzosamente el punto de vista de los dictaminadores, o de los miembros del Comité Editorial, ni la postura del editor de la publicación.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.