ISSN : 2992-7099

COMPARTIR EN REDES

Revista Tlatelolco, PUEDJS, UNAM
Vol. 2. Núm. 2, Enero – Junio 2024

 

El Príncipe desde el sujeto oprimido y subalterno latinoamericano

The Prince from the oppressed and subaltern Latin American subject

Odín Ávila Rojas*

RECIBIDO: 2 de mayo de 2023 | APROBADO: 31 de mayo de 2023

DOI-0

Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco, especialidad en Relaciones de Poder y Cultura Política. Maestría en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM. Profesor e investigador de tiempo completo-dedicación exclusiva del Programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca. Líneas de investigación: Etnicidad, pensamiento latinoamericano, movimientos sociales y Estado, teoría e historia de la administración pública, conflictos regionales y teoría política.

Resumen

En este texto se estudia la noción de pueblo y la manera en que ésta influye en la construcción de la voluntad colectiva del Estado como un problema de subalternidad. El objetivo de este artículo es analizar la idea de subalternidad en Maquiavelo a partir de la interpretación que hace Gramsci sobre su obra. Además, dicho análisis busca aportar claves para reflexionar sobre el sujeto latinoamericano desde su condición de oprimido y de subalternidad en la actualidad. La metodología empleada fue un análisis documental con un enfoque interdisciplinario entre la teoría política y las ciencias sociales. En conclusión, el sujeto latinoamericano no es predeterminado y se encuentra en un proceso de construcción histórica frente a la dominación y el poder impuesto por el capitalismo.

Palabras clave:

Estado, Poder político, Gobierno, América Latina, Opresión

Abstract

In this text, Machiavelli’s notion of the people and collective will is studied as a problem of subalternity. The objective of this article is to analyze the idea of ​​subalternity in Machiavelli based on the interpretation that Gramsci makes of his work. In addition, this analysis seeks to provide keys to reflect on the Latin American subject from its condition of oppressed and subordinate today. The methodology used was a documentary analysis with an interdisciplinary approach between political theory and the social sciences. In conclusion, the Latin American subject is not predetermined and is in a process of historical construction in the face of domination and power imposed by capitalism.

Keywords:

State, Political Power, Government, Latin America, Oppression

Sumario:

1. Introducción

Uno de los pensadores clásicos modernos más controversiales en la historia de la humanidad (Pocock 1975) y sobre los que más se ha escrito en las universidades (Schenoni, 2007) (Flores, 2012) (Hermosa, 2013) (Agudelo & Cárdenas, 2013) (Puéntes, 2016) (García, 2017) (Palacios, 2017) es, sin duda,  el italiano Nicolás Maquiavelo, porque es un autor identificado  la mayoría de las veces por el mainstream como el gran maestro antiético y amoral de la conspiración que en su obra aconsejó a gobernantes para tomar el poder político e imponer su dominación en el Estado moderno. En contraste con esta visión que confunde el poder con la dominación y define al Estado como una organización epifenómica de los procesos políticos, hay diversas lecturas que identifican a este autor más como un autor original y con el título de padre de la ciencia política moderna por sus aportes a la comprensión del Estado y las relaciones de poder en las sociedades modernas, gracias a su obra más conocida: El Príncipe (2010). 

Entre estas interpretaciones hay una que llama la atención que es la elaborada por Antonio Gramsci (1975) y que hace pensar que quizás el teórico florentino escribió su obra no para las clases y grupos dominantes, sino para los de abajo (subalternos, oprimidos). Dicha interpretación contribuye a contrarrestar el prejuicio que existe sobre asociar el pensamiento del autor florentino con el abuso de poder y la dominación, lo que produjo el uso indiscriminado del término “maquiavélico” como adjetivo descalificativo para hacer referencia a cualquier personaje político que conspira y expresa su interés permanente en el ejercicio del poder de un país. 

Aún este prejuicio sobre Maquiavelo, ya sea por ignorancia o a propósito para denostar a este pensador, ha prevalecido en la mentalidad de una parte importante de los intelectuales tanto de las izquierdas como de las derechas a nivel mundial en la actualidad. Incluso, la tendencia dominante para leer al fundador de la ciencia política moderna es partir de entender al príncipe como una autoridad que tiene un mando absoluto sobre la sociedad. Esta visión del mainstream contrasta con la idea de Gramsci que ubica al El Príncipe de Maquiavelo como un texto que explica las relaciones de subalternidad y opresión en el marco de la disputa por el poder político. En este caso, las categorías de poder y dominación se encuentran vinculadas entre sí. Para Gramsci, el clásico moderno es un hombre de acción política con ideas libertadoras que busca explicar al pueblo las claves del poder, el Estado y la dominación como se argumenta a lo largo de este artículo. 

Por ejemplo, en las universidades latinoamericanas todavía existe cierta creencia que llega a asociar la obra del teórico florentino con la legitimación y formación de gobiernos autoritarios, dictaduras y el desarrollo de las clases dominantes en la dimensión gubernamental de las relaciones estatales, antes que con sus aportes a la ciencia política y social moderna. Pero, por fortuna, dicha idea ha perdido fuerza  debido al esfuerzo de académicos e intelectuales en América Latina que se han esmerado en resaltar los aportes de la obra del florentino mediante un estudio sistemático y desde el uso de un capital intelectual y teórico marxista, como han sido los casos de Atilio Borón (2020), Graciela Liliana Ferras (2019), Rodrigo Santofimio (2018), Rhina Roux (2011; 2005), Adolfo Gilly (2006),  Sergio de la Vega (2006), Daniel Guillermo Valencia Nieto (2015), Franscico Piñón Gaytán (1987), entre otros autores preocupados por esta temática. 

Con respecto al uso de un capital teórico marxista para leer a Maquiavelo se parte de la idea que los nombres mencionados se interesan por analizar en común la voluntad colectiva, la soberanía y la construcción del Estado en el marco de las relaciones de producción y las dinámicas de la expansión y reproducción del valor de intercambio económico que se traduce en dinero.  De los autores mencionados hay que destacar la lectura de subalternidad, gramsciana y latinoamericana sobre la obra de Maquiavelo y su pensamiento que hacen Piñón Gaytán, Borón, Gilly y Roux, quienes desde finales de los noventa hasta hoy muestran que el fundador de la ciencia política puede ser leído en clave que aporte elementos para pensar la subjetividad política del oprimido en países como México y otras latitudes latinoamericanas. Por ello, el objetivo de este artículo es analizar los aportes del pensamiento de Maquiavelo a la comprensión del concepto de subalternidad y las condiciones de opresión que influyen en la constitución del sujeto político en América Latina, no se trata de hacer un ejercicio de revisionismo de la obra del florentino, ni tampoco de plantear una investigación enfocada a la explicación de la propuesta gramsciana.

La idea de este artículo es hacer, mediante un análisis documental de la obra  Él Príncipe, una reflexión actual del pensamiento de Maquiavelo a través de Gramsci para explicar al sujeto subalterno y oprimido en América Latina. Por eso, es importante primero explicar la interpretación que hace el pensamiento gramsciano sobre las ideas de Maquiavelo; segundo, analizar la forma en que el sujeto subalterno y oprimido en la región se manifiesta en sus diversas expresiones frente al contexto actual del capitalismo y, tercero, dar cuenta del papel que tienen los sujetos oprimidos en la construcción de la voluntad colectiva en términos políticos.

2. Apuntes metodológicos

En el presente artículo se utiliza una metodología cualitativa basada en técnicas de análisis documental y con un enfoque interdisciplinario politológico. La selección de un enfoque interdisciplinario pretende explicar el concepto de subalternidad como un problema que interesa tanto a la teoría política como también a las ciencias sociales, en las que la antropología, la historia, la sociología y los debates epistemológicos sobre el sujeto aportaron elementos importantes para reflexionar metodológicamente esta investigación.

El concepto de subalternidad es definido a partir de la discusión que plantea Gramsci sobre El Príncipe de Maquiavelo y otros de sus textos en los que plantea que quienes ocupan una posición de subordinación frente a la dominación no se encuentran predeterminados, ni tampoco sin relación con otras clases, grupos y tipos de sujetos que también experimentan las condiciones y las relaciones de poder en los distintos contextos del capitalismo. Gramsci a lo largo de Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno (1975) propone en términos metodológicos que el subalterno no tiene una posición fija en las relaciones y procesos de poder y dominación, así como su desarrollo atraviesa al despojo, explotación, opresión y las diversas formas de desigualdad, exclusión, marginación, discriminación e injusticias en las sociedades modernas actuales.  

La búsqueda y análisis de la información para el presente artículo fue guiada por la recuperación de artículos especializados, libros, compilaciones y textos contenidos en páginas electrónicas tanto sobre el concepto de subalternidad como de las obras de Gramsci y Maquiavelo. En este texto se combinó el análisis de la información de las redes electrónicas con la documentación de bibliografía y hemerografía especializada. Los pasos seguidos en términos metodológicos (Molina, 1991), fueron los siguientes: 

 

  1. La primera fase es la definición del criterio de selección de fuentes primarias y secundarias para la realización del análisis comparativo de este artículo. Las fuentes primarias usadas son las obras escritas por los autores más importantes y las secundarias refieren a aquellos artículos, libros, compilaciones y documentos extraídos de la Biblioteca del Carmen de la Universidad del Cauca, las plataformas electrónicas de Scielo (Bolivia-Colombia), Red de Bibliotecas del Consejo Latinoamericano de las Ciencias Sociales (CLACSO), Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Redalyc) y Jstor.

 

  1. La segunda fase consistió en hacer una síntesis como operación metodológica y procedimiento para analizar el contenido de las fuentes documentales revisadas y posibilitar una extracción de la información en función de los intereses de la investigación. 

 

  1. La tercera fase fue la categorización y ordenamiento de la información y agrupación conceptual de las ideas contenidas en la información investigada para la elaboración de los apartados del artículo.

 

  1. Por último, la cuarta fase consiste en analizar comparativamente las ideas de los pensadores estudiados para explicar las diferencias y similitudes de sus planteamientos.

3. Subalternidad en Maquiavelo y Gramsci

Pensar a Maquiavelo desde el problema de la subalternidad significa considerar que el Estado se construye  a través de la voluntad tanto de quienes integran los grupos y clases dominantes como también de los distintos sujetos subalternizados y oprimidos por estos. Hay que explicar que este tipo de interpretaciones tienen su fundamento en el análisis que hace Gramsci sobre El Príncipe de Maquiavelo. Gramsci fue un pensador perseguido y encarcelado por sus ideas y su praxis política durante el régimen fascista y, que al mismo tiempo enfrentó a la izquierda marxista dogmática ligada al régimen soviético . Sus ideas fueron formuladas, en su gran mayoría, en la cárcel y en un contexto complejo de guerras, violencia y expansión capitalista.

La lectura que tiene el pensador sardo de la obra del florentino consiste en identificar al príncipe como la metáfora del Estado moderno y en la que tiene una función mítica, cuyo objetivo es organizar, estructurar, educar y dar forma a la voluntad colectiva en su participación y en la disputa por el poder político. Hay que explicar que el Estado para Gramsci es una forma social producto de la historia y la disputa entre diversos sujetos tanto de la sociedad civil como de la sociedad política, que buscan posicionarse en el campo del poder político. No se reduce al aparato coercitivo ni a la versión economicista del marxismo de la II Internacional Comunista (socialdemocracia) y el correspondiente a la III Internacional Comunista (estalinismo). Su idea es recuperada del pensamiento marxista, pero también de su interpretación que éste hace de El Príncipe en donde las relaciones estatales son resultados de luchas históricas por el poder político y la reconfiguración de la voluntad colectiva. 

También es importante mencionar que Gramsci (1975) rescata de Maquiavelo  el gran peso que tiene el consenso de la colectividad y los de abajo en la formación y definición del Estado y la política moderna. Por ello, el intelectual sardo llega a la conclusión que la hegemonía estatal se forma por la suma del consenso generado de la voluntad colectiva y la coerción selectiva. La fuente de legitimación se encuentra en el consenso de la sociedad civil y, al mismo tiempo, es la que engendra a la sociedad política. La primera es integrada por quienes integran la dimensión subalterna de la sociedad, así como grupos que responden a los intereses de las clases dominantes. Mientras, la segunda se conforma por las clases dominantes que se asumen como las que dirigen y toman las decisiones del Estado. 

En el caso de este texto, la reflexión se centra en el concepto de subalternidad que es resultado de la lectura marxista que Gramsci tiene del pensamiento de Maquiavelo sobre el Estado moderno, en la que lleva la noción de proletariado al momento de la disputa del poder político. Esta lectura gramsciana vincula la idea del mito con el proceso que legitima el poder estatal desde el papel activo de la ideología e imaginarios colectivos. Idea que es distinta a la visión tradicional que define al mito como una creencia o narración fantástica que se encuentra en la mentalidad de los pueblos, sin una conexión con la acción y la realidad histórica, política y social de los pueblos, porque  para Gramsci, quien retoma dicha noción de Georges Sorel (2005) –autor anarquista y sindicalista que sustituyó el contenido racionalista (utópico) del marxismo por los mitos y en la que cuestionó la ausencia de un análisis de elementos subjetivos en la teorización de las relaciones enmarcadas en el capitalismo desarrollado entre finales del siglo XIX y principios del XX–, el mito es fundador de lo político, de lo estatal. 

Por lo tanto, el pensador italiano marxista sostiene que el príncipe es ese mito que motiva a la acción y a la organización de la voluntad colectiva tanto en términos ideológicos como políticos e incluso hasta objetivos y materiales. Por eso dice que el mito-príncipe es “un organismo, un elemento de sociedad complejo en el cual comienza a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcialmente en la acción” (1975, p. 28). No es un único grupo de poder o la genialidad de un individuo la que define la voluntad, sino es el desarrollo histórico de quienes disputan el poder y definen su hegemonía. En la que no sólo los grupos y clases dominantes participan en la pugna por la definición del empoderamiento del Estado, sino también los dominados, subordinados, explotados, despojados y excluidos se convierten en sujetos políticos activos en la relación de gobernados-gobernantes (Sorel 2005).

Por lo tanto, Gramsci interpreta la figura del pueblo como la expresión de la subalternidad en la historia, política y poder en el proceso de construcción del Estado moderno. Es importante mencionar que la palabra subalternidad no la usa el autor florentino en su obra, sin embargo, en El Príncipe sí aparece de manera constante el término pueblo para hacer referencia a la voluntad colectiva y a la capacidad política que tiene éste para lograr construir un principado civil o Estado moderno. Hay que señalar que Maquiavelo en sus Discursos sobre la Década de Tito Livio (2000) entiende por principado a una forma de organización política en un sentido republicano. 

La república es entendida por este pensador como el gobierno elegido por los propios ciudadanos y estos últimos bajo una condición de representación, participación y compromiso político activo mediados por legisladores (Maquiavelo, 2000; 2010). La lógica maquiavélica parte de la idea que la república es una solución a las crisis de gobierno y que, desde luego, no responde a la naturaleza de la democracia griega ateniense del siglo V en donde los métodos de representación y participación eran directos (Musti, 2000) y su práctica no estaba mediada por instituciones administrativas o de gestión pública con un funcionamiento privado como sucede en la implementación gubernamental neoliberal. 

En este sentido, el pensador florentino un año después de escribir los Discursos sobre la Década de Tito Livio (1531), planteó en El Príncipe la idea de que “el Estado así constituido puede llamarse principado civil…El principado pueden implantarlo tanto el pueblo como los nobles, según que la ocasión se presente a uno o a otros” (2010, p. 49).  Como dice María Luisa Soriano González: 

“Maquiavelo solamente es partidario del legislador absoluto en los momentos críticos de la fundación o refundación del Estado, pero no durante el tiempo de crecimiento y desarrollo del mismo. Considera que la participación del pueblo en el poder es un factor de estabilidad del Estado” (2009, p. 187).

El papel del pueblo adquiere en este caso una relevancia que antes no tenía en el pensamiento medieval y la mentalidad de los señores feudales, porque los principados de países como Italia, y otros europeos, eran hereditarios y no civiles. La población era visualizada por los reyes como muchedumbre, sin la posibilidad de tener derechos cívicos o cercanos a ellos. Dicha muchedumbre para los señores feudales era una masa explotable y que, en todo caso, en ocasiones era usada para legitimar los principados hereditarios y la voluntad divina del monarca. 

A diferencia de la lógica del señor feudal, Maquiavelo relaciona a la figura del pueblo con la acción y la incidencia en la organización del poder. De ahí que el florentino argumenta que “el que llega por el favor popular es única autoridad, y no tiene en derredor a nadie o casi nadie que no esté dispuesto a obedecer” (2010, p. 50). El pueblo en el pensamiento maquiavélico es un sujeto que tiene la potencia y capacidad tanto de influir como de participar en la esfera de la política moderna. Su condición subalterna y oprimida ya no se encuentra dependiente a la voluntad de un rey, sino que adquiere una función activa e histórica en la relación entre gobernantes y gobernados. 

Ejemplo de esta idea es cuando el florentino dice que:

“[U]n príncipe jamás podrá dominar a un pueblo cuando lo tenga por enemigo, porque son muchos los que lo forman; a los nobles, como se trata de pocos, le será fácil. Lo peor que un príncipe puede esperar de un pueblo que no lo ame es el ser abandonado por él; de los nobles, si los tiene por enemigos, no sólo debe temer que lo abandonen, sino que se rebelen contra él” (2010, p. 50). 

En esta cita, el fundador de la ciencia política moderna expresa que el pueblo tiene la capacidad para legitimar o inclusive llevar a cabo una sublevación contra quienes mandan, en especial si estos no cumplen con el mandato y ponen en peligro la soberanía del país. La soberanía se entiende, en términos maquiavélicos, como el principio que cualquier pueblo tiene para defender y resistir contra cualquier ejército extranjero y potencia que amenaza con dominar su nación.  

De ahí que el florentino enuncia que “nada hay mejor para conservar –si se la quiere conservar– una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos” (2010, p. 24). La soberanía, en este sentido, está relacionada con el gobierno, pero también con la capacidad de participar en la definición de las relaciones políticas en un territorio y en el que las ciudades y principados comienzan a ser transformadas en Estado. El Estado es resultado de la historia y la acción del hombre. Su origen no divino, ni tampoco su soberanía, se encuentra depositada en un único hombre como sucede con los principados hereditarios. 

Por ello, en el pensamiento de Maquiavelo, el pueblo tiene un papel político importante en la construcción del Estado, porque no es el siervo, la masa o el conjunto de individuos espectadores del proceso de quienes ascienden y ocupan el poder. En este caso, el pueblo desde su posición subordinada frente al soberano se convierte en un sujeto político. Un sujeto que no es utópico sino más bien realista. Dicho sujeto, por un lado, se encuentra atravesado por la violencia, contradicciones, conflictos y antagonismos que implica la lucha por el poder político. Por otra parte, quienes son gobernados, dominados, subordinados y oprimidos también tienen la capacidad de definir la voluntad colectiva en el Estado. 

La lógica del autor marxista italiano conduce a pensar que el pueblo es productor de su propia subjetividad política en la que las emociones, ideologías, aspectos culturales, creencias religiosas y la percepción de los gobernados sobre los gobernantes operan como elementos sustanciales de dicha subjetividad. Precisamente, Gramsci desde una postura marxista interpreta la idea que tiene Maquiavelo sobre el pueblo como aquellos sujetos que tienen una condición subalterna en las relaciones y procesos de dominación en una época histórica determinada. En Maquiavelo, los campesinos y la servidumbre son los sujetos subalternos en un proceso de transición de los principados hereditarios a un proyecto de ascenso de la burguesía a un Estado moderno (1975).

Sin embargo, la idea de pueblo para Gramsci no es suficiente para caracterizar a estos sujetos inmersos en la dominación tanto en su relación como en su condición. Razón que lleva a este pensador a usar el término de subalternidad en lugar de pueblo como un concepto que hace referencia a la subordinación producida en el contexto de la dominación capitalista moderna. Hay que señalar que Gramsci, en el Cuaderno VI, define al pueblo como “el conjunto de clases subalternas e instrumentales” (2000, pp. 178-180) y parte fundamental de lo nacional-popular en la formación del Estado (1975, pp. 10-11). Lo nacional y popular para este pensador es lo que hace que la voluntad colectiva se materialice y tenga un desarrollo ulterior, al igual que tenga una reforma intelectual y moral. El príncipe es producto de la articulación de lo nacional y popular, al entender lo primero como lo subalterno y lo segundo como la forma estatal de la sociedad moderna. 

Por lo tanto, el pueblo se convierte en un tipo de sujeto subalterno de la política moderna, pero no en el único. El autor sardo pensó su idea de subalternidad a comienzos del siglo XX en medio del fascismo, mientras que el florentino escribió su obra de El Príncipe en 1513, en el contexto de la segunda década del siglo XVI, durante la caída del régimen feudal y el ascenso de la burguesía moderna al poder. En ambos casos, los autores enfrentan el advenimiento de una transformación económica, política y social en un país que les tocó vivir a los dos, así como la lucha por su construcción estatal moderna. 

En contraste a Maquiavelo, Gramsci no identificó al pueblo como categoría central de su análisis, sino más bien la sustituye por la idea de subalternidad que, para este pensador es más amplia y contiene a las diversas manifestaciones de las clases dominadas y en términos generales del pueblo. Hay que señalar que, el autor marxista  opta por usar más el término subalterno y convertirlo en concepto como estrategia teórica, lingüística y política para tratar de no ser detectado y censurado por el fascismo.  Este autor elaboró la idea de subalternidad para hacer referencia a cualquier sujeto que tiene una condición, relación y se encuentra inmerso en un proceso de dominación en contextos de lucha por el Estado y la expansión del sistema-capitalista a nivel mundial.  

Gramsci define a la subalternidad a partir de la condición, relación y proceso subjetivo de los individuos y colectividades en las dicotomías de mando-obediencia. Muestra de ello es cuando dice que:

“[L]a historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente disgregada y episódica…Los grupos subalternos sufren siempre la iniciativa de los grupos dominantes, aun cuando se rebelan y sublevan: sólo la victoria "'permanente" rompe, y no inmediatamente, la subordinación. (Gramsci, 2000; p. 178).

En esta cita, el pensador expresa las posibles contradicciones, jerarquías y conflictos que incluso enfrentan los subalternos en su propio proceso de constitución política. Con esto quiere decir que los de abajo también tienen conflictos, violencia y tensiones entre sí en su participación en la generación de la voluntad colectiva estatal. 

Otro ejemplo que explica Gramsci con respecto a las tensiones y contradicciones internas que tiene el subalterno es la lucha por la autonomía del trabajador aún frente a las organizaciones sociales que integra. El pensador italiano en sus notas sobre el Consejo de Fábrica en 1920 (1998), expone precisamente que hay un debate sobre la autonomía entre los trabajadores y quienes dirigen la forma organizativa sindical bajo un formato tradicional, donde el proletariado no hace referencia a una clase unificada, sino que se encuentra en constante lucha entre distintos grupos internos por definir su lugar en la formación de la voluntad colectiva. Además, hay que mencionar que el uso del término de proletariado en este autor italiano es más descriptivo que analítico e integra la noción de subalternidad. El trabajador como un tipo de sujeto subalterno en la política de las sociedades modernas. 

Precisamente, una de las enseñanzas del pensamiento gramsciano es analizar al subalterno como un sujeto que no tiene una posición fija, ni predeterminada en los procesos de dominación. Su dinamismo depende de la relación, condición y lugar que desarrolla en las clases y grupos sociales, así como en la jerarquía al interior de estos. En este sentido, la idea transversal gramsciana de subalternidad es derivada de su lectura del pensamiento de Maquiavelo, pero a diferencia de éste, la voluntad colectiva es atravesada por las clases sociales y otras manifestaciones de grupos y formas en las que los de abajo se organizan en los procesos de construcción del Estado. 

De Gramsci a Maquiavelo, por lo tanto, se puede recuperar la idea que los de abajo son el motor de la voluntad colectiva en la construcción del Estado y la política moderna. Maquiavelo a los de abajo los llama pueblo y Gramsci los denomina subalternos. Ambas formas de denominación de los de abajo se convierten en una herramienta de análisis para pensar la conformación de la voluntad colectiva en casos actuales de países y contextos como los latinoamericanos. En América Latina el pueblo está integrado por subalternos y los subalternos son dicho pueblo. Razón que lleva a cuestionar, dentro del contexto latinoamericano, cómo se constituyen estos sujetos subalternos y el papel que juegan en la formación de la voluntad colectiva.

4. Los negros, mestizos e indios como sujetos de la voluntad colectiva en América Latina

En América Latina, los subalternos que asumen la consciencia de su capacidad de transformación se caracterizan por constituirse en una diversidad de sujetos que luchan constantemente por  definir las relaciones estatales y ser la voluntad colectiva que sustenta y legitima dichas relaciones. La pluralidad de estos sujetos principalmente se manifiesta a través de los múltiples pueblos, comunidades y colectividades negras, indios, raizales y otros grupos, sectores, clases, organizaciones y movimientos que son resultado del mestizaje de las sociedades y la política moderna en la región. Hay que señalar que cada uno de estos tipos de sujetos tiene su propia trayectoria histórica, proyecto político y cultura que han hecho que su papel en la generación de la voluntad colectiva en los diferentes países latinoamericanos sea todavía más compleja, contradictoria, tensa, conflictiva tanto frente a la dominación y la formación del Estado como al interior y entre los mismos subalternos. 

La subalternidad en los pueblos negros, indios y mestizos se ha caracterizado por su importante subjetivación, la cual ha influido en la experiencia de dichos pueblos para constituirse como sujetos políticos de su propio proyecto de Estado-nación. Maquiavelo y Gramsci coinciden en que los dominados, gobernados, oprimidos y subalternizados se mueven y accionan a partir de una serie de elementos subjetivos que van desde las creencias religiosas y culturales hasta la formulación de mitos que tienen una función ideológica potente en los imaginarios colectivos de las sociedades modernas. Idea que aplica también en las sociedades latinoamericanas actuales, porque en estas  persisten todavía componentes ancestrales y religiosos como la virgen de Guadalupe que motivan la acción y organización del subalterno.  

En seguimiento con el aporte de la lectura gramsciana sobre Maquiavelo, el mito juega un papel de unión y separación de la voluntad colectiva, porque motiva a la organización y a la acción, pero también puede llegar a tener un efecto de neutralidad política de quienes conforman dicha voluntad y puede llevar a su fragmentación.  El mito en los casos de los países latinoamericanos se nutre de creencias e imágenes religiosas, utopías, representaciones y simbolismos como José Carlos Mariátegui (2002) demuestra en sus escritos. 

Una gran parte de estos elementos subjetivos se encuentran relacionados con el proceso de mestizaje y su función como estrategia ideológica usada para tratar de unir la nación y materializar el proyecto de Estado. Dicho proyecto, en realidad, fue formulado por los grupos blanco-mestizos, después de la colonización y adquirió una forma política moderna en el transcurso del siglo XX, y no por los pueblos indios o negros subordinados a la dominación del sistema-mundo capitalista. Pese a ello, el proyecto político de las élites y grupos de poder mestizo ha usado imágenes religiosas como la virgen de Guadalupe en el caso de México o hasta estrategias y discursos ancestrales como el Vivir Bien en el Estado Plurinacional de Bolivia. Incluso en los actuales tiempos del neoliberalismo y la pandemia lo público se ha convertido en un mito usado por los gobiernos progresistas para legitimar sus decisiones en los procesos de fragmentación, despojo y condición fallida del Estado (Ávila, 2018). 

Las estrategias ideológicas han sido históricamente variadas en términos de tratar de llevar a cabo una unidad nacional y estatal articulada con lo popular. Los intentos del mestizaje por crear esta articulación de lo nacional y popular con el objetivo de superar la condición de apariencia estatal (Zavaleta, 2008) ha sido también atravesada por una densidad histórica compleja y llena de contradicciones, antagonismos y violencia que difícilmente pueden desaparecer o ser resueltas en coyunturas políticas cortas o de mediana duración. A esto es importante agregar que:

“los   momentos  de  crisis,  los  problemas  de  hegemonía  y   la   compleja  multidimensionalidad de la lucha por el Estado  en las sociedades, cuya historia, forma de hacer política,  identidad  y  cultura  no  se  encuentran  homogeneizadas,  ni  mucho  menos  unificadas…” (Ávila 2017, 455). 

La falta de unificación y homogeneización de la voluntad colectiva muestra una diversidad de formas de comprender la nación y que llegan a ser contradictorias y opuestas entre sí, por lo que la voluntad colectiva entra en un conflicto constante para materializar la organización del Estado.  En este sentido, la voluntad colectiva no se ha logrado articular en más de un país latinoamericano debido, por un lado, a que los sujetos subalternos como el resto de sus sociedades enfrentan condiciones y procesos de dominación causadas por la falta de consenso, al igual que el despojo y la explotación histórica de la actual expansión capitalista en el contexto del neoliberalismo y la pandemia.  El despojo y la explotación son las dos partes que sustentan la reproducción de las relaciones del capital en términos económicos. El primero corresponde al momento constitutivo del capital. Mientras, el segundo a su expansión, dinamismo y reproducción alrededor del planeta Tierra. Pero, la dominación no se limita a ambas, porque cada vez menos las instituciones políticas y sociales tienen una función de mediación en las sociedades latinoamericanas. 

La explotación en la actualidad ha llegado a un punto en el que los hombres y mujeres tienen que desempeñarse fuera de sus horarios de trabajo para por lo menos mantener sus empleos y recibir sueldos inclusive muy por debajo del  salario mínimo. La sobrexplotación y la subcontratación han sido la ruta de la apropiación de las ganancias de los empresarios y las redes financieras internacionales de inversión económica. También hay que agregar que el despojo se ha convertido en una constante en el neoliberalismo.  El despojo entendido como el proceso violento que obliga a la escisión de los productores de sus medios económicos de sustento. La violencia de este proceso es guiada por los grupos y clases dominantes que buscan extraer recursos y la base material de sus riquezas mediante su explotación (Marx 2005). 

David Harvey explica que en la actualidad el despojo es prácticamente expresado por las nuevas formas de extractivismo y los procesos de acumulación por desposesión que se han extendido en los tiempos neoliberales ya no únicamente a los más lejanos territorios rurales, sino también a los centros urbanos, periferias e incluso en aquellos ámbitos en los que anteriormente no había llegado dicha acumulación de manera tan violenta como es el caso de los derechos sociales y los espacios públicos (2004; 2012). Lo público y los derechos sociales, por ejemplo, se han convertido en los nuevos lugares en donde la desposesión se hace más evidente e impide que los sujetos latinoamericanos tengan acceso a estos y hagan ejercicio de sus derechos en ellos. 

Además, hay que señalar que existen nuevas formas de despojo a través de los procesos extractivos como han sido la explotación del gas (extractivismo de cuarta generación) y la apropiación del conocimiento relacionado con inteligencia artificial, pandemias, virus y bacterias (extractivismo de quinta generación). La acumulación por desposesión tiene que adaptarse a las condiciones específicas que impone la extracción de un determinado tipo de bien natural o comunitario como sostiene Carlos Rodríguez Wallenius (2017).

Otra parte que ha impedido que los sujetos latinoamericanos organicen las diferentes formas de voluntad colectiva son las relaciones de poder basadas en la imposición de las categorías de clase, raza, etnia, género y colonialidad sobre cada una de las sociedades latinoamericanas. Cada una de estas manifestaciones de los sujetos refiere a una serie de construcciones e imaginarios identitarios en los que se desarrolla la colectividad frente a las relaciones de poder y la dominación. 

Por ejemplo, la raza y la etnia son categorías que han sido usadas históricamente por diversos grupos de poder en América Latina para jerarquizar, ordenar y someter a mayorías poblacionales. La ideología de dichos grupos busca sustentarse en la creencia de que hay individuos superiores e inferiores en términos físicos, biológicos, genéticos y culturales. Hay que mencionar que esta creencia tiene de fondo relaciones de poder racistas que traen como consecuencia el desprecio racial, cultural y hasta identitario que históricamente han sufrido quienes integran los pueblos negros, indios y otros casos latinoamericanos. No solamente estos pueblos enfrentan este tipo de relaciones de poder, al interior de las diversas sociedades latinoamericanas modernas que se encuentran en procesos complejos de mestizaje, también hay formas racializadas de exclusión, discriminación y subordinación. 

Hay que explicar que el racismo también incluye múltiples formas de discriminación y exclusión política-social que son manifestaciones de las relaciones de poder. Gramsci, incluso antes que el propio Quijano propusiera ubicar el racismo en América Latina como una relación de poder usada para la expansión del capitalismo junto con la dominación colonial, ya teorizaba al respecto sobre esta cuestión. En Gramsci, el carácter colonial de la lógica de las potencias económicas europeas en términos de despojo y explotación también tienen su impacto cultural y étnico. Por ello, el pensador italiano entiende que la dominación capitalista es multidimensional en el sentido que hasta los propios colonizadores enfrentan sus consecuencias (1917). 

En el caso de América Latina, hay que considerar que la colonialidad como relación de poder fue impuesta a los pueblos indígenas que ya habitaban lo que hoy es conocido como América Latina, al igual que también sobre los negros esclavizados traídos de manera forzada por los europeos. Asimismo, la colonialidad hace referencia a la persistencia de patrones e imaginarios que desde la conquista de los europeos hasta la actualidad operan en los imaginarios, ideología y mentalidad de las sociedades modernas latinoamericanas. 

Otras relaciones de poder que también obstaculizan la constitución de los sujetos en la edificación de la voluntad colectiva son el clasismo y el sexismo como parte fundamental de esa multidimensionalidad de los procesos de dominación a la que hace referencia el mismo Gramsci. El clasismo produce opresiones, desigualdades, exclusiones e injusticias a partir de las diferencias y estratificaciones económicas. Por eso, al interior de cada sociedad son generados distintos tipos de clases en función del lugar que ocupan con respecto a los medios de producción del capital. Marx señaló que el clasismo es un tipo de relación de poder que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad en función de la lucha de clases entre quienes son los dueños de los medios de producción de la economía y política dominante y aquellos que son explotados y subordinados por los dueños. 

 Marx vivió en el siglo XIX y sus ideas fueron producidas en un contexto histórico en el que la clase dominante era la burguesía propietaria de las fábricas y la industria capitalista europea, y donde el proletariado sería la clase explotada y subordinada al poder político y económico de la primera. Su idea fue pensada por Gramsci como subalternidad al hacer referencia a relaciones de poder que dominan al sujeto incluso al interior de las propias estructuras culturales, políticas y sociales de las clases.       

Por último, el sexismo es un tipo de las relaciones de poder que impiden la constitución del subalterno como sujeto en los procesos de construcción estatal. Dicha relación es interseccional y articula las diferentes relaciones de poder con respecto a la colonialidad, el racismo y el clasismo, porque las desigualdades e injusticias de género y sexo tienen, en gran medida, su origen en las diferencias, antagonismos y contradicciones que se han construido alrededor de las ideas de clase, raza y los conflictos identitarios. Si uno hace una revisión sobre los debates de género, feministas y de estudios sobre masculinidades, uno puede identificar que el sexismo es caracterizado como un tipo de relación que genera desigualdad y asimetrías, porque tiene como base el control y dominación de los cuerpos y la sexualidad entre hombres y mujeres.

Históricamente esta relación de poder ha derivado en un régimen patriarcal en el que el criterio de dominación en términos ideológicos se fundamenta en la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres. Una muestra de esta idea, es cuando Silvia Federici (2010), propone que la producción de estas desigualdades e injusticias se debe a la neutralización política del sujeto femenino como sucedió, de acuerdo con la autora, en la época de la expansión del capitalismo a mediados del siglo XVIII y la consolidación de los grupos burgueses europeos en alianza con la institución de la Iglesia y los señores feudales. El objetivo de esta neutralización fue el restarles fuerza política y control territorial a las mujeres de esa época en Europa, así como instituir la división sexual del trabajo.  El sexismo es definido como una relación de poder que se ha expresado en las diversas épocas históricas de la humanidad y creado lazos con el clasismo, el colonialismo y el racismo a lo largo de la historia del capitalismo.

5. Conclusiones y resultados

En conclusión, después de haber revisado diversas fuentes de información y análisis documental se llegó a que la interpretación de Gramsci sobre la obra de Maquiavelo aporta una forma de entender la subalternidad como un problema de producción histórica de la voluntad colectiva y formación del Estado. Dicha idea es distinta a la que tradicionalmente reduce el pensamiento maquiavélico a un asunto de formación de líderes o de consejos para obtener el poder político. En contraste a esta visión, Gramsci postula que la cuestión central en la obra del clásico florentino es la constitución de los pueblos como sujeto político subalterno y no la toma de decisiones gubernamentales como lo haría el paradigma de las políticas públicas. 

Por lo tanto, las enseñanzas de Maquiavelo y Gramsci ayudan a explicar los procesos, las contradicciones, antagonismos, conflictos, violencias, desigualdades, injusticias, opresiones, exclusiones, despojo, explotación y otras formas que impiden que los pueblos en países latinoamericanos logren la articulación entre sus respectivas voluntades colectivas y la formación del Estado. Además, la condición de subalternidad de estos pueblos se encuentra sumergida en las matrices de persistencia colonial, que históricamente han integrado a los múltiples países marginados por la expansión del sistema-mundo capitalista.  

Por estas razones, la lectura gramsciana sobre Maquiavelo lleva a comprender al florentino como un teórico que aporta las claves para la transformación del Estado y el poder político y no como un autor que piensa en impulsar el fortalecimiento de las relaciones gubernamentales a cualquier precio ético y moral. Por el contrario, el fundador de la ciencia política moderna, consideramos, buscaba informar a los subalternos, a los de abajo, sobre el proceso de construcción del Estado y la disputa en el campo de la política moderna. 

6. Referencias

Agudelo, Andrés Felipe y Javier Alonso Cárdenas. (2013). Fortuna y Virtud: análisis de El Príncipe y La Mandrágora de Nicolás Maquiavelo. Desafíos, 25(2), 35-67.

Ávila Rojas, Odín. (2017). La influencia del pensamiento marxista de Antonio Gramsci en la concepción sobre el Estado de René Zavaleta Mercado. Revista Kavilando9(2), 446-456. Disponible en <https://www.kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/233> (consulta: 20 de octubre de 2022). 

Ávila Rojas, Odín. (2018). Fragmentación, condición fallida y despojo: el caso del Estado mexicano en el siglo XXI. Revista Kavilando, 10(1), 236-247. Disponible en <https://nbn-resolving.org/urn:nbn:de:0168-ssoar-63777-2 > (consulta: 20 de octubre de 2022).

Boron, Atilio. (2020). Maquiavelo y el infierno de los filósofos, en: Sabrina González. (ed.) Bitácora de un navegante: Teoría política y dialéctica de la historia latinoamericana, 383-397. CLACSO.

De la Vega Estrada, Sergio. (2006). Análisis de una propuesta metodológica sobre el Estado. Revista Política y cultura, (25), 213-221. Disponible en <https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S018877422006000100010&lng=es&tlng=es> (consulta: 20 de octubre de 2022).

Del Palacio Martín, Jorge del. (2017). Il Sapore Della Storia. Maquiavelo y los clásicos en El Príncipe y en los Discursos sobre La Primera Década de Tito Livio. Librosdelacorte.Es, (5). 31-39. Disponible en < https://revistas.uam.es/librosdelacorte/article/view/829> (consulta: 20 de octubre de 2022).

Federici, Silvia.(2010). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Tinta Limón.

Flórez Ruiz, José Fernando. (2012). De Maquiavelo al Estado postmoderno. Paradigmas políticos de aproximación al fenómeno estatal. Revista Derecho del Estado. 29. 107-144.

Harvey, David. (2004). El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión. Akal. 

Harvey, David. (2007). Breve historia del neoliberalismo. Akal.

Harvey, David.(2012). El enigma del capital y las crisis del capitalismo. Akal.

García, Ricardo. (2017). El retorno del ciudadano en el pensamiento de Maquiavelo. Revista Temas, 3(11), 135 – 150.

Gilly, Adolfo. (2006). Historia a Contrapelo: Una Constelación. Era. 

Gramsci, Antonio.(1971). Comentario sobre El Príncipe. En Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe.  Ediciones Pepe.

Gramsci, Antonio. (1975). Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno. Juan Pablos.

 Gramsci, Antonio.(1998). El consejo de fábrica. En Escritos Políticos, 108-112. Siglo XXI.

Gramsci, Antonio. (2000). Cuadernos de la Cárcel, Tomo VI. Era. 

Gramsci, Antonio. (2017). La guerra y las colonias. Colombia. Página Umoya. Disponible en: https://umoya.org/2017/08/22/la-guerra-y-las-colonias-antonio-gramsci-texto-de-1916/ (consulta: 20 de octubre de 2022). 

Ferrás, Graciela. (2019). El hombre en su historia: Maquiavelo en clave lefortiana. Ingenium. Revista Electrónica de Pensamiento Moderno y Metodología en Historia de las Ideas, 13, 55-74. doi: https://doi.org/10.5209/INGE.64099.

Hermosa Andújar, Antonio. (2013). La actualidad del pensamiento político de Maquiavelo. Co-Herencia10(19), 13-36. doi:https://doi.org/10.17230/co-herencia.10.19.1.

Mariátegui, José Carlos.(2002). Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Era.

Maquiavelo, Nicolás. (2004). Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Editorial Losada. 

Maquiavelo, Nicolás. (2010). El Príncipe. Alianza Editorial.

Marx, Carlos.(2005). El Capital. Tomo I Volumen 3. Siglo XXI.

Musti, Domenico. (2000). Demokratía. Orígenes de una idea. Alianza  editorial. 

Pinto Molina, María. (1991). Análisis documental: fundamentos y procedimientos.  EUDEMA.

Piñon Gaytan, Francisco. (1987). Gramsci: prolegómenos, filosofía y política. Plaza y Valdés. 

Pocock, John Greville Agard. (1975). The Maquiavellian Moment: Florentine Political Thought and the Atlantic Political Tradition. Princeton University Press.

Puentes Cala, Mauricio & Suárez Pinzón, Ivonne.(2016). Un acercamiento a Gramsci: la hegemonía y la reproducción de una visión del mundo. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 7(2), 449-468. doi: 10.21501/22161201.1658.

Quijano, Aníbal. (2006). El "Movimiento indígena" y las cuestiones pendientes en América Latina.  Argumentos. 19(50), 51-77. Disponible en <https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S018757952006000100003&lng=es&tlng=es> (consulta: 22 de octubre de 2022).

Rodríguez Wallenius, Carlos A. (2017). Despojo para la acumulación. Un análisis de los procesos de acumulación y sus modelos de despojo Bajo el Volcán, 17 (26), 41-63.

Roux, Rhina. (2005). El Príncipe mexicano. Subalternidad, historia y Estado. Ediciones Era.

Roux, Rhina.(2011). El mito, la tierra, el Príncipe. Argumentos, 24 (65), 11-35.

Schenoni, Luis Leandro. (2007). El concepto de lo político en Nicolás Maquiavelo. Andamios4(7), 207-226. Disponible en <https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S187000632007000200008&lng=es&tlng=es>  (consulta: 22 de octubre de 2022).

Santofimio-Ortiz, Rodrigo. (2018). El pensamiento de Antonio Gramsci en América Latina y Colombia. Revista de Antropología y Sociología: Virajes, 20 (1), 177-196. doi: 10.17151/rasv.2018.20.1.9.

Sorel, Georges. (2005). Reflexiones sobre la violencia. Alianza Editorial.

Soriano Gonzáles, Ana María. (2009). De la República de Maquiavelo a la República de Giannotti. Revista Internacional de Pensamiento Político, 4, 181-191. Disponible en <https://www.upo.es/revistas/index.php/ripp/article/view/1800> (consulta: 22 de octubre de 2022).

Valencia Nieto, Daniel Guillermo. (2015). El Príncipe, de Maquiavelo: Un manifiesto político de la virtud. Revista Escribanía. 13 (1), 11-24. 

Zavaleta Mercado, René. (2008). Lo nacional-popular en Bolivia. Ediciones Plural.