licenciado en trabajo social por parte de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM. Actualmente es estudiante de la maestría en Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara con especialidad en Desarrollo Social y Trabajo.
Resumen: Este ensayo busca analizar la existencia del Tianguis del Parque Rojo (TPR) como una expresión de resistencia popular frente a la exclusión económica y urbana existente en la ciudad de Guadalajara. Para ello, se explorará cómo la precariedad laboral, especialmente entre jóvenes, mujeres y personas de la comunidad LGBTQ+, dio origen a este espacio autogestivo. Así, a través del comercio informal y la apropiación del espacio público, el TPR se convirtió en un lugar de subsistencia, identidad y comunidad. Sin embargo, su clausura, justificada por las obras preparativas para el Mundial de Fútbol 2026, evidencia la imposición de una lógica urbana que privilegia la “imagen” comercial y turística sobre la inclusión social, reproduciendo desigualdades estructurales bajo el discurso del desarrollo, y alimentando una disputa entre la ciudadanía y los intereses económicos protegidos desde el gobierno municipal y estatal.
Palabras clave: precariedad laboral, resistencia, exclusión, tianguis.
Para pensar actualmente en desarrollo, existen dos ideas clave que aporta la Organización Internacional del Trabajo (OIT): una es el desarrollo sostenible, que constituye un enfoque integral y busca equilibrar el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente para mejorar la calidad de vida de las personas sin comprometer los recursos de las futuras generaciones. El otro es el trabajo “decente”, concepto central dentro del desarrollo sostenible que implica la promoción de empleos productivos y bien remunerados, con igualdad de oportunidades y trato para todos los trabajadores, protección de los derechos laborales (incluyendo la seguridad en el trabajo y la libertad sindical), acceso a la protección social (incluso para quienes se encuentran en empleos informales), y fomento del diálogo social entre gobiernos, empleadores y trabajadores (OIT, 2014).
Estos conceptos son esenciales para la construcción de sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles, pues reivindican la dignidad de las personas trabajadoras y su papel en el desarrollo social. No obstante, a pesar de su relevancia, esta visión dista significativamente de las condiciones que imperan en la realidad laboral de grandes sectores de la población en México, donde podemos señalar que aún prevalece la desigualdad y la falta de garantías mínimas para el ejercicio pleno de los derechos laborales, es decir que se ejerce un trabajo precario, principalmente en el ámbito de la iniciativa privada, sobre todo cuando se trata de sectores que no requieren mano de obra calificada.
Según Florez e Hincapié (2025) la precariedad laboral se entiende como la falta de condiciones laborales adecuadas que garanticen el bienestar de las y los trabajadores, y se relaciona con dimensiones como la inestabilidad, la desprotección social, la insuficiencia de ingresos y el subempleo. En relación con ello, está la inserción de las juventudes mexicanas en el mercado laboral formal, que enfrenta serias dificultades reflejadas en los altos niveles de precariedad que experimentan los jóvenes asalariados. La precariedad laboral no depende únicamente de la falta de alguno de los elementos para el bienestar, sino de la combinación de diversos factores (Rodgers, 1989), por ello, en el caso de México, el fenómeno alcanza niveles críticos, pues son diversos los factores sociales, económicos y políticos que aquí aquejan a toda la clase trabajadora en general.
Cabe señalar que Florez e Hincapié (2025) analizaron las condiciones del empleo asalariado en varios países de América Latina, y observaron que el 83,2 % de los jóvenes asalariados mexicanos se encontraba en condiciones de precariedad. Esta cifra no solo es la más alta entre los países analizados, sino que también evidencia las profundas barreras que enfrentan para acceder a empleos estables, protegidos y bien remunerados. La gravedad de la situación en México se acentúa al examinar la precariedad alta, caracterizada por inestabilidad laboral, desprotección social, ingresos insuficientes y subocupación, categoría en la que el 37,1% de las juventudes asalariadas mexicanas se encuentra inmersa (Florez e Hincapié, 2025).
La magnitud de la precariedad evidencia no solo la fragilidad de la inserción laboral juvenil, sino también las limitaciones estructurales del mercado de trabajo para ofrecer oportunidades dignas a las nuevas generaciones. Pero es la precariedad laboral alta, la que impacta de manera más significativa a las mujeres, situación que en México resulta especialmente preocupante, pues afecta a aproximadamente a cuatro de cada diez mujeres jóvenes. La falta de acceso a empleos estables, protegidos y con mejores remuneraciones coloca a estas mujeres y a sus familias en un elevado riesgo de pobreza, aumento de la desigualdad en los ingresos y generación de malestar social (Florez e Hincapié, 2025).
Una de las expresiones más notables de la precariedad laboral son los tianguis. Este concepto se refiere a los mercados populares (callejeros) donde se realizan intercambios comerciales informales desde hace generaciones. Según Gayosso (2008), son espacios de compra/venta que operan en lugares públicos, caracterizados por sus relaciones comerciales flexibles y, en muchos casos, por una estructura de organización y trabajo precarias. Los tianguistas trabajan sin seguridad social y con ingresos inestables, que dependen de sus habilidades personales como la negociación y la creatividad para impulsar las ventas.
Así, estos espacios representan una de las pocas alternativas que se caracterizan por la autogestión, frente a la falta de empleos formales, estables y bien remunerados, lo que evidencia la distancia entre los principios del trabajo “decente” pensados y promovidos por organismos internacionales y la realidad cotidiana de millones de personas principalmente en el Sur Global. Así, los tianguis no solo visibilizan la exclusión del mercado formal de trabajo, sino que revelan cómo la informalidad se ha convertido en una estrategia de supervivencia frente a un sistema económico que no garantiza el acceso universal a derechos sociales y laborales básicos.
Un ejemplo concreto de esto es el Tianguis del Parque Rojo (TPR) en la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco. Este espacio surgió en el año 2020, en plena pandemia por COVID-19, periodo que no solo representó una crisis sanitaria global, sino que agudizó significativamente las desigualdades sociales y económicas preexistentes en América Latina. En suma, el distanciamiento social obligatorio, así como el cierre temporal o definitivo de múltiples sectores productivos y de servicios provocaron una crisis económica profunda en las clases trabajadoras. Mientras que las grandes fortunas se incrementaron (los 73 latinoamericanos más ricos aumentaron su fortuna en un 17%, mientras que aproximadamente 41 millones de personas perdieron sus empleos en la región), una gran parte de la población se quedó sin ingresos ni protección social (Bull y Robles, 2020).
En este escenario de vulnerabilidad, muchas personas, especialmente jóvenes y mujeres, se vieron obligados a buscar alternativas de subsistencia, fue así como, frente a la exclusión del mercado laboral y la falta de políticas públicas efectivas para mitigar el impacto económico de la pandemia, surgió el TPR como una forma de subsistencia y de auto-organización colectiva. Este tianguis no solo se construyó como un espacio para comercializar productos o generar ingresos, sino también como una respuesta concreta a la precariedad y las desigualdades estructurales que atraviesan a diversas generaciones que enfrentan barreras para acceder a empleos estables, seguros y con derechos.
Si bien la precariedad laboral puede considerarse uno de los principales motivos que dieron origen al TPR, hay otro factor igualmente relevante para comprender su aparición: el contexto socio-urbano en el que se ubica. El TPR no se instala en cualquier lugar de la ciudad de Guadalajara, sino en un parque con larga historia de apropiación y uso por parte de diversos grupos sociales subalternos. Este espacio ha sido, durante años, un punto de encuentro para jóvenes, activistas, colectivos artísticos, y ha sido escenario de movimientos sociales que le han dado una notable carga simbólica.
La presencia de estos actores en el TPR no es casual; sin embargo, esto no ha impedido que surjan críticas y señalamientos hacia ciertas prácticas o formas de organización que se manifiestan en el tianguis. Así, el TPR no solo responde a una necesidad económica derivada de la precariedad, sino también a la construcción social que se inscribe en una tradición de lucha, expresión y disputa por el espacio público.
Para comprender la disputa actual por el espacio público del Parque Rojo, es esencial situarlo dentro de la dinámica urbana de Guadalajara. Aunque su nombre oficial es “Parque Revolución”, su identidad popular como “Parque Rojo”, es un reflejo de la apropiación simbólica que han hecho los usuarios a lo largo de muchos años. Cabe agregar que, ubicado en el corazón de la ciudad, en el cruce de las avenidas Federalismo y Juárez, este espacio ha funcionado como un microcosmos de la diversidad social tapatía. Y es que, desde sus orígenes, el parque ha sido un punto de encuentro para múltiples grupos. Así, es común ver grupos de las llamadas culturas juveniles, como los skatos realizando acrobacias, familias disfrutando del entorno, DJ´s improvisando sets de música electrónica, personas en situación de calle y colectivos artísticos como danzantes y acróbatas (Zarazúa, 2023). Sin embargo, uno de sus rasgos más significativos es la histórica apropiación que de este espacio ha hecho la comunidad LGBTQ+.
Desde hace décadas, el parque ha sido un refugio para la diversidad sexual, hasta el punto de que, en 2024, una de sus secciones fue renombrada oficialmente como “Plazoleta de la Diversidad” (Carrillo, 2024). Esta pluralidad de usos y usuarios ha convertido al Parque Rojo en un escenario de convivencia, y a veces de tensión. Y es que, aunque el Parque Rojo fue diseñado bajo una lógica modernista, con áreas verdes, bancas ordenadas y senderos peatonales que invitaban a un uso controlado y pasivo, el uso que se le ha dado redefinió su función, ya que la apropiación de diversos colectivos lo transformó en un lugar de expresión cultural, y más recientemente, de supervivencia económica.
Cabe agregar que la creación del Tianguis del Parque Rojo (TPR) no fue un fenómeno espontáneo, sino el resultado de un proceso de organización colectiva ante condiciones de vulnerabilidad económica y social. Su origen se remonta a cuando el parque se convirtió en punto de encuentro para mujeres emprendedoras que realizaban ventas por internet, muchas de las cuales vivían (y aún viven) situaciones de violencia de género que agravan su ya precaria situación económica. Frente a esta realidad, comenzaron a agruparse para realizar su trabajo de manera conjunta, buscando seguridad y solidaridad, fundando la “Mercadita Resistencia”, una sección del tianguis donde solo acceden mujeres. A esta iniciativa pronto se sumaron jóvenes en busca de sustento económico y de espacios para la expresión cultural, dando paso a la formación orgánica del TPR.
Según Wildner (2005), los espacios urbanos funcionan como campos de batalla en donde se materializan las desigualdades sociales. En este sentido, el TPR representa un caso paradigmático, ya que su existencia está directamente vinculada a la precariedad laboral que afecta especialmente a jóvenes y mujeres, grupos que podemos considerar sistemáticamente excluidos del mercado laboral formal. El tianguis emergió como una estrategia de supervivencia colectiva, demostrando que la apropiación del espacio público no es un problema de planeación urbana, sino el síntoma de un sistema económico que, al generar pobreza y provocar la exclusión, obliga a los sectores sociales marginados a crear sus propias alternativas.
Esta dinámica refleja la contradicción fundamental que Wildner (2005) identifica en los espacios urbanos contemporáneos: mientras las políticas oficiales promueven desarrollos excluyentes, las comunidades transforman espacios apropiados en territorios de resistencia y reproducción social. Así, el TPR, más que un simple mercado informal, se ha convertido en un testimonio vivo de la capacidad de organización popular. Sin embargo, ello no lo ha exentado de situaciones que pongan en riesgo su funcionamiento. Un hecho que llenó de controversia al TPR fue a finales del 2021 cuando dos mujeres transexuales fueron agredidas por feministas al intentar ingresar a la “Mercadita Resistencia”, hecho que fue documentado y criticado por tianguistas y sociedad civil, demostrando la disputa interna por dos grupos con fuerte presencia en este espacio: el colectivo LGBT+, históricamente asentado ahí, y las feministas, impulsoras de la creación del TPR.
Aunque aquel hecho generó debates sobre las operaciones dentro del TPR, el hecho más relevante de su historia es su cierre por parte de las autoridades, como parte de las remodelaciones para el Mundial de fútbol 2026, muestra de la priorización de los intereses de megaproyectos sobre las economías populares. Así, bajo el discurso de “restauración” y “embellecimiento” de la ciudad, las autoridades justificaron el desalojo de espacios como el TPR, ignorando que su existencia respondía a necesidades estructurales de empleo y cohesión social. Esta medida refleja lo que Wildner (2005) identifica como la “privatización encubierta” de lo público, donde el espacio se diseña para consumidores, no para ciudadanos; lo que si bien trae consigo un desarrollo económico, no se traduce en un aumento de nivel de vida para la población en general.
El cierre del parque, y por ende la clausura del tianguis, no solo elimina una fuente de ingresos para cientos de familias, sino que borra un espacio de organización comunitaria construido durante años. Algo que es de especial interés ante la situación que se vive en el TPR, es la respuesta de la sociedad civil, ya que comerciantes decidieron emprender una serie de protestas, exigiendo reubicación y regulación mediante un diálogo directo con las autoridades municipales, pero solo obtuvieron por parte de algunos sectores de la sociedad y de las autoridades el señalamiento y la criminalización.
Frente a ello, es preciso señalar que, la criminalización del comercio informal en el Parque Rojo sigue un guion claro: se estigmatiza a los vendedores como “caóticos” o “peligrosos” con lo que se legitima su expulsión. Sin embargo, como muestran Florez e Hincapié (2025), el 83% de los jóvenes en el sector informal no tienen alternativas laborales. La paradoja es evidente: mientras la atención se centra en la infraestructura para los eventos que se llevarán a cabo durante el evento deportivo internacional, pasa a segundo plano la generación de empleos formales y bien remunerados para quienes dependían del TPR. Esta contradicción revela que el desarrollo promovido es, en realidad, exclusión maquillada de progreso.
La clausura del TPR representa más que la simple eliminación de puestos de comercio informal, también constituye la destrucción de un tejido social construido colectivamente a lo largo de años. Wildner (2005) dice que este tipo de intervenciones urbanas responden a una lógica que privilegia la imagen cosmopolita y aburguesada de una determinada ciudad, que se impone sobre las necesidades de inclusión social, diseñando espacios que marginan a quienes no encajan en su concepción de “orden” urbano y “ciudadano-consumidor”. Esta dinámica plantea serias dudas sobre la posibilidad real de reintegración de los tianguistas al espacio remodelado, pues las renovaciones urbanas suelen concebirse desde una perspectiva excluyente, sin considerar las dinámicas sociales preexistentes ni ofrecer alternativas genuinas para los actores desplazados.
El análisis de Wildner (2005) resulta particularmente relevante al evidenciar cómo los procesos de transformación urbana frecuentemente responden a intereses ajenos a las necesidades de las comunidades que históricamente han habitado y dado vida a estos espacios. En el caso del Parque Rojo, la ausencia de consideración del tianguis en el inicio del proceso de remodelación sugiere que el resultado final difícilmente incorporará los usos y significados que los tianguistas y otros grupos habían asignado al lugar. Más bien, se puede suponer que se impondrá una visión homogeneizadora del espacio público ajena a las realidades y necesidades de la sociedad local.
Cabe destacar que, las formas de contracultura juvenil que confluyen en el Tianguis del Parque Rojo no son meros adornos simbólicos: son expresiones vivas de resistencia ante un modelo social y económico que margina sistemáticamente a quienes no logran insertarse en la formalidad laboral, educativa o social. El TPR funcionó como un espacio donde estas subjetividades, muchas veces incomprendidas o criminalizadas, pudieron construir redes de apoyo, intercambiar saberes y hasta plantearse la posibilidad de soñar con formas de vida y subsistencia alternativas. La combinación de expresiones culturales disidentes, autogestión y economía informal convirtió al TPR en una respuesta concreta a las exclusiones urbanas, sobre todo en un contexto donde las políticas públicas siguen privilegiando la imagen sobre el cometido social de la ciudad.
Este panorama invita a pensar en el lugar que ocupan estos espacios dentro de los actuales procesos de desarrollo urbano. ¿Qué significa “progreso” para una ciudad como Guadalajara cuando éste se construye sobre el desplazamiento de poblaciones enteras? ¿Cómo se redefine el concepto de desarrollo cuando quienes han logrado crear respuestas comunitarias a la exclusión son invisibilizados o directamente eliminados del espacio urbano?
Guadalajara es una ciudad marcada por un patrón de segregación socioespacial que asigna a los sectores populares, indígenas y marginados un lugar periférico dentro del orden urbano. Como lo documenta Zarazúa (2015), un ejemplo de esta lógica de exclusión, que además adquiere relevancia por su momento histórico, es durante los Juegos Panamericanos de 2011, cuando el gobierno municipal ejecutó un programa de “Reordenamiento Humano” que, bajo el discurso del orden y el cuidado de la imagen internacional, implicó la expulsión violenta de indígenas huicholes (wixárica) y otomíes del Centro Histórico de la capital tapatía. Estos desalojos, acompañados por el uso de la fuerza pública, no solo buscaban “limpiar” el espacio urbano de vendedores y personas consideradas “fuera de lugar”, sino que, reafirmaron la intención de consolidar una ciudad diseñada para el consumo, el turismo y las élites socioeconómicas locales.
Esta política de desplazamiento y reordenamiento social bajo el pretexto de eventos internacionales se ha convertido en un patrón que se actualiza con cada megaproyecto, y que hoy se repite con la clausura del TPR. Así, los megaproyectos deportivos funcionan como vitrinas globales que requieren, para las autoridades, el borrado de los signos de desigualdad y resistencia del espacio público, repitiendo el discurso ya utilizado de expulsión, invisibilización y criminalización de los sectores populares; y es que el Tianguis del Parque Rojo no puede entenderse únicamente como un mercado informal, sino como una forma de reapropiación del espacio público y una respuesta concreta ante la exclusión que produce el modelo de ciudad neoliberal.
Por ello, frente a un entorno donde el acceso al trabajo formal es restringido y las redes de protección social son débiles o inexistentes, el TPR emerge como una estrategia de supervivencia colectiva, una escapatoria para quienes han sido sistemáticamente marginados del desarrollo urbano. Para Wildner (2005), los procesos de modernización en contextos neoliberales tienden a criminalizar la informalidad, privatizar lo público y expulsar a quienes no encajan en la imagen de ciudad “ordenada” y “cosmopolita”. Bajo este marco, el TPR se posiciona como un acto de resistencia cotidiana: un espacio que rompe con la lógica de exclusión y crea formas alternativas de subsistencia, identidad y comunidad.
Así, en lugar de depender de un sistema que los margina, estos grupos encontraron en el TPR una forma de insertarse en la ciudad, de habitarla desde sus propias condiciones y necesidades. Como plantea De Certeau (1996), los espacios adquieren significado por el uso cotidiano que se les da. En este sentido, el TPR resignificó el Parque Rojo como un lugar de encuentro, economía solidaria y cultura alternativa. Pero la clausura del tianguis en nombre del “desarrollo urbano” para el Mundial de Fútbol 2026 expone las profundas contradicciones del modelo de ciudad impulsado por el gobierno estatal. Y es que se invierten recursos millonarios en obras que buscan proyectar una imagen de modernidad, mientras se ignoran las condiciones estructurales que dieron origen al tianguis.
La eliminación del TPR, sin ofrecer alternativas laborales dignas ni mecanismos de participación real, no sólo desplaza a más de 1500 personas, en su mayoría mujeres, jóvenes y personas de la diversidad sexual, sino que borra uno de los pocos espacios donde la exclusión fue desafiada de una forma colectiva. Por ello, la resistencia de los tianguistas a través de manifestaciones, plantones y propuestas de regularización, no es simplemente una defensa de su fuente de ingreso: es una lucha por el derecho a existir en la ciudad. En ese sentido, el TPR simboliza mucho más que informalidad; representa una fisura en el modelo de desarrollo urbano, una expresión de que otro uso del espacio es posible y necesario. Al respecto, Wildner (2005) advierte que, cuando el desarrollo se impone sin inclusión, las ciudades se transforman en archipiélagos de exclusión donde solo unos pocos acceden a sus beneficios.
Mirando hacia el futuro, el caso del TPR invita a repensar qué tipo de ciudad se está construyendo. La experiencia internacional, como la constante del desplazamiento de residentes en las ciudades anfitrionas de los Juegos Olímpicos desde Seúl 1988 (Rocha y Xiao, 2021), muestra que los megaproyectos pueden intensificar desigualdades si no se acompañan de políticas redistributivas y de participación e integración reales. En este contexto, el TPR no fue un obstáculo para el desarrollo, sino una alternativa emergente frente a su fracaso estructural.
El Tianguis del Parque Rojo puede ser visto como una víctima colateral del llamado desarrollo urbano, pero no se puede dejar de lado que antes de eso, constituye una respuesta concreta a las condiciones estructurales de exclusión que este mismo modelo genera. Su clausura es una evidencia de cómo los discursos de modernización y remodelación, asociados a mega-eventos privados como el Mundial de Fútbol, reproducen una ciudad pensada para el capital y no para sus habitantes.
El desalojo de sus más de 1500 participantes no solo significa la pérdida de un espacio de subsistencia, sino el desmantelamiento de una comunidad que encontró en el comercio informal una forma de resistir al abandono económico institucionalizado, y que en ese mismo espacio ha logrado expresar su descontento. Así, lejos de ser señalado como un obstáculo para el orden, el TPR representa un ejercicio legítimo de reapropiación del espacio público y de construcción de lo común. Su lucha por su derecho a permanecer, a trabajar y a expresarse, interpela de forma directa al modelo urbano dominante. Es el rechazo a una ciudad donde solo caben quienes se ajustan a las lógicas del consumo, que plantea una alternativa desde abajo: una ciudad inclusiva, plural y viva.
Reconocer al TPR como un espacio de resistencia, es una invitación a cuestionar la neutralidad del urbanismo contemporáneo, y a reflexionar sobre qué tipo de desarrollo se busca y para quién, y quiénes se construye la ciudad. Esto porque, mientras sean borradas las voces disidentes del espacio público, no habrá una remodelación que lo valga. Así, al reconocer de forma legítima la presencia e importancia de los grupos excluidos como parte del tejido urbano, se puede plantear un desarrollo integral, que genuinamente busque alcanzar un bienestar común.
Bull, B., & Robles, F. (2020). El COVID-19, las élites y el futuro de la economía política de la reducción de la desigualdad en América Latina. Revista de la CEPAL, 132, 79–94.
Carrillo, A. (2024, 24 de julio). “Aprueba GDL plazoleta de la diversidad en el Parque Rojo”. Mural. https://www.mural.com.mx/aprueba-gdl-plazoleta-de-la-diversidad-en-el-parque-rojo/ar2845621
De Certeau, M. (1996). La invención de lo cotidiano. Vol. 1: Artes de hacer. Universidad Iberoamericana.
Fernández, A. (2025, 3 de mayo). “Comerciantes protestan en Parque Rojo de Guadalajara y tiran vallas: ‘De aquí dependen nuestras familias’”. Debate. https://www.debate.com.mx/guadalajara/Comerciantes-protestan-en-Parque-Rojo-de-Guadalajara-y-tiran-vallas-De-aqui-dependen-nuestras-familias-20250503-0155.html
Florez-Vaquiro, N., & Hincapié-Aldana, L. A. (2025). Precariedad laboral y juventudes: Los mercados de trabajo en Argentina, Brasil, Colombia y México. Íconos. Revista de Ciencias Sociales, 81, 13–32. https://doi.org/10.17141/iconos.81.2025.6233
Gayosso, J. L. (2008). Los tianguistas de la Ciudad de México: De informales a trabajadores atípicos. Revista Iztapalapa, 30, 53–67.
López, O. (2025, 25 de abril). “Parque Rojo de Guadalajara está cerrado: Esta es la razón”. El Informador. https://www.informador.mx/jalisco/Parque-Rojo-de-Guadalajara-esta-cerrado-ESTA-es-la-razon-20250425-0095.html
Organización Internacional del Trabajo. (2014). Trabajo decente y la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. https://www.ilo.org/sites/default/files/wcmsp5/groups/public/@dgreports/@dcomm/documents/publication/wcms_470340.pdf
Ríos, E. (2021, 20 de noviembre). “Se manifiestan por transfobia sufrida en el Parque Rojo”. El Occidental. https://oem.com.mx/eloccidental/local/se-manifiestan-por-transfobia-sufrida-en-el-parque-rojo-15826803.app.json
Rocha, C., & Xiao, Z. (2021). Megaeventos deportivos y desplazamiento de residentes de las comunidades anfitrionas: Una revisión sistemática. Frontiers in Sports and Active Living, 3. https://doi.org/10.3389/fspor.2021.805567
Rodgers, G., & Rodgers, J. (Eds.). (1989). Precarious jobs in labour market regulation: The growth of atypical employment in Western Europe. International Institute for Labour Studies.
Wildner, K. (2005). Espacio, lugar e identidad: Apuntes para una etnografía del espacio urbano. En S. Tamayo & K. Wildner (Coords.), Identidades urbanas (pp. 201–227). Universidad Autónoma Metropolitana.
Zarazúa, U. (2015). Los indios en Guadalajara: Sobre las nociones de “orden” y “desorden”. En L. S. Mendoza Bohne, G. Martínez-Zalce, & O. Kaltmeier (Eds.), Cruzando fronteras en las Américas: Las dinámicas del cambio en la política, la cultura y los medios. Tomo II: Fronteras discursivas: Migración, resistencia, patrimonio (pp. 161–181). Universidad de Guadalajara.
Zarazúa, U. (2023). Crónicas de la Tierra Mojada. Rayuela.
Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, todos los derechos reservados 2023. Esta página puede ser reproducida con fines no lucrativos, siempre y cuando no se mutile, se cite la fuente completa, y su dirección electrónica. De otra forma, requiere permiso previo por escrito de la institución.
REVISTA TLATELOLCO: DEMOCRACIA DEMOCRATIZANTE Y CAMBIO SOCIAL, Vol. 1, Núm. 2, enero – junio 2023, es una publicación semestral, editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Alcaldía Coyoacán, Ciudad de México, C.P. 04510, a través del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818 ext. 49787, URL: https://puedjs.unam.mx/revista_tlatelolco/, correo electrónico: revistatlatelolco@puedjs.unam.mx. Editor responsable: John Mill Ackerman Rose. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo de Título: 04-2022-111112043400-102, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: John M. Ackerman Rose, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818, ext. 49787. Fecha de última modificación: 28 de febrero de 2023.
El contenido de los textos es responsabilidad de los autores y no refleja forzosamente el punto de vista de los dictaminadores, o de los miembros del Comité Editorial, ni la postura del editor de la publicación.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.