Licenciado en sociología y psicología egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana-UAM, Unidad Xochimilco. Graduado del Programa de maestría y doctorado en Urbanismo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como profesor de tiempo completo de la licenciatura en Urbanismo y Desarrollo Metropolitano en la Universidad Nacional Rosario Castellanos (UNRC). Sus líneas de investigación son la segregación socio-territorial, la pobreza, el espacio público y la salud mental —pacientes, patologías e instituciones psiquiátricas—. Correo electrónico: socpsisrael@gmail.com
Con base en una investigación documental, este trabajo señala problemáticas en torno a dos ejes de análisis: por un lado, el ambiente construido, tomando como referencia las condiciones de infraestructura-equipamiento y espacio público; por otro, el ambiente social, a través de la descripción de fenómenos psicosociales como la inseguridad y el malestar emocional en un caso de estudio específico: la Colonia Pedregal de Santo Domingo. Para ello, se expone de manera general el proceso de expansión urbana en la Ciudad de México, y se presentan las problemáticas de los ambientes en cuestión que, de acuerdo con recorridos, observaciones e imágenes del sitio, componen un diagnóstico social y, posteriormente, nos llevan a una propuesta de intervención del espacio público. El objetivo es problematizar el ambiente urbano en relación con la inseguridad y el malestar emocional para incentivar a los estudiantes de la carrera de Urbanismo y Desarrollo Metropolitano a realizar el análisis de diversos problemas en la comunidad en la Universidad Nacional Rosario Castellanos (UNRC) en la Ciudad de México.
infraestructura, equipamiento, malestar, inseguridad
Based on documentary research, this work highlights problems around two axes of analysis: on the one hand, the built environment, taking as reference the conditions of infrastructure, facilities, and public spaces; on the other, the social environment, through the description of psychosocial phenomena such as insecurity and emotional distress in a specific case study: Colonia Pedregal de Santo Domingo. To this end, the process of urban expansion in Mexico City is described in general terms, and the problems of the environments in question are presented. Based on site tours, observations, and images, these problems comprise a social diagnosis and subsequently lead to a proposal for public space intervention. The objective is to problematize the urban environment in relation to insecurity and emotional distress to encourage students of the Urban Planning and Metropolitan Development program to analyze various problems in the community at the Rosario Castellanos National University (UNRC) in Mexico City.
infrastructure, equipment, discomfort, insecurity
Estudiar la expansión urbana es importante debido a diversos fenómenos que la impulsaron en casos particulares como el de la Ciudad de México, cuyo gran crecimiento comenzó durante los años de 1940 y se desbordaría a partir de la primera década de 1970. Entre algunas de las causas más importantes de ello se encuentra la industrialización y el éxodo del campo a la ciudad, que incidió en la configuración urbano-arquitectónica de sus áreas periféricas y el surgimiento de colonias populares que más tarde conformarían los llamados cinturones de pobreza. Anotemos igualmente que, como factor clave, el proceso de industrialización condujo a la adaptación del campesinado a otra realidad (la urbana) con la generación de empleos, y a una estabilidad socioeconómica dada a la inversión de capital en distintos ámbitos.
Dicha inversión tuvo un indudable papel en el desarrollo de la urbe, por un lado, a partir de actividades como la agricultura comercial y, por otro, en la edificación de infraestructura y equipamiento por medio del suministro de agua y la obtención de servicio eléctrico, la construcción de viviendas, escuelas, hospitales, vías de comunicación e instituciones gubernamentales en zonas que sumaron a la transformación del territorio. En paralelo, la aparición de asentamientos humanos en distintas áreas y el incremento poblacional, producto de los procesos migratorios en el centro del país, también contribuyeron a una suerte de pauperización de la vida urbana, tanto en las antiguas colonias de la zona centro, como en las periféricas.
Con la expansión urbana de la Ciudad de México, escribir de modo resumido respecto a la fundación de la colonia Pedregal de Santo Domingo y exponer sus condiciones actuales en el ambiente construido y el social (que se configura en su entorno) resulta valioso para los estudios sobre la ciudad, pues lleva a comprender factores subyacentes a los múltiples conflictos actuales de la capital del país, así como de otras grandes urbes. Hay que anotar además que, en el ambiente construido, el estudio a través de variables como la infraestructura y el equipamiento, o el deterioro del espacio público y el tejido social en ciertas zonas, permiten comprender desde dónde se pueden plantear las posibles soluciones a dichas situaciones mediante proyectos de intervención, sobre todo si son dirigidos por o para poblaciones específicas, como la estudiantil.
Así, pensando desde la perspectiva del ambiente social, el surgimiento de fenómenos psicosociales como la inseguridad, y el malestar emocional de la población que le sigue, constituyen a su vez dos ambientes de investigación. Para el caso específico abordado aquí (la Colonia Pedregal de Santo Domingo), guardan una relación cercana al Modelo de la Universidad Nacional Rosario Castellanos, cuyos cuerpos académicos y población estudiantil tienen la obligación de abordar el espacio público mediante propuestas de intervención, ya que son de los principales afectados por las condiciones deterioradas de este. Por ello, nuestro trabajo busca hacer eco en los estudiantes de la carrera de Urbanismo y Desarrollo Metropolitano, inscrita en el modelo de la Universidad Nacional Rosario Castellanos (UNRC), en su sede Maza de Juárez-Copilco, de la citada colonia.
Para lograr esto, el presente ejercicio de investigación buscará describir las variables más importantes para el análisis de datos a través de la observación, recorridos y toma de imágenes en el sitio, así como para la construcción de los aspectos, elementos y puntos que permitan la conformación del diagnóstico social que permita la elaboración de un proyecto de intervención del espacio público, con el fin de atender los principales problemas sentidos por los investigadores e, incluso, evitar nuevos en el futuro. Así, esperamos llamar la atención del sector estudiantil de la UNRC principalmente, para seguir estudiando en conjunto las problemáticas urbanas desde el enfoque de la universidad y en corresponsabilidad con la comunidad del Pedregal de Santo Domingo, de la alcaldía Coyoacán.
Durante el llamado periodo de la “sustitución de importaciones”, entre los años 1940 y 1970, ocurrió un proceso de industrialización y expansión urbana en la Ciudad de México que provocó un proceso de proletarización del campesinado (es decir, un cambio de actividad económica que lo convirtió en mano de obra de la industria y el ámbito urbano). El entorno agrario viró hacia otra realidad donde quedaría paulatinamente abandonado, mientras la generación de empleos y la política de mercado interno fincaban su esperanza en la ciudad y significaban la posibilidad de salir de los históricos rezagos del campesinado, incluso de lograr estabilidad socioeconómica.
Como he dicho en otro espacio (De la Cruz, 2019), la migración del campo a la ciudad fue determinante en la conformación de la megalópolis, debido a la mano de obra proveniente del sector primario, que era contratada en los nuevos centros de trabajo y zonas industriales que experimentaron un importante auge. Estas dirigían sus esfuerzos durante aquellos años hacia una mayor productividad, sobre todo, en las fábricas e industrias de la transformación. Además, otro grupo de migrantes que llegaba a la urbe se unía a los cuerpos de seguridad (policía o ejército) y otro más (que era compuesto por la mayoría) se empleó en el sector de los servicios (p. 41) y la construcción.
Fue gracias al éxodo del campo a la ciudad que se erigieron los mayores asentamientos humanos en la historia de la modernidad capitalista. Al respecto, Williams (2001, p. 25) remarcó la importancia de la producción agraria en el sostenimiento alimenticio de las grandes urbes, pues directa o indirectamente las poblaciones urbanas han obtenido lo necesario para vivir y aumentar los “logros” sociales de la producción agrícola, uno de los cuales fue la transición de la ciudad en capital, como una forma distintiva de civilización. Debido a ese boom migratorio, se dieron las condiciones urbanas para el flujo demográfico más importante en la historia de la Ciudad de México.
En tal proceso, nació la Colonia Pedregal de Santo Domingo, ubicada en la entonces delegación de Coyoacán, en el año de 1971, dentro de una zona cubierta por restos de la erupción del Xitle, volcán que había dejado tapizada de piedra volcánica esa región sureña de la cuenca de México. El lugar, poblado de fauna y flora endémica como víboras, encinos y matorrales, sería un reto para sus nuevos pobladores, algo a lo que volveremos pronto. Según algunos registros, podemos considerar que la migración masiva hacia este sitio aconteció “el 1° de septiembre” y “cerca de 15 mil personas fueron los ‘actores principales’; familias de zonas aledañas como la colonia Ajusco y Copilco” (Díaz, 2002, p. 33), así como grupos provenientes de las colonias Hidalgo y Guerrero, que emprendieron la apropiación de un espacio para habitar.
Ellas y ellos fueron los protagonistas de diversas historias que reivindican la memoria colectiva de Santo Domingo. Cabe señalar que un aspecto interesante de este proceso fue la organización social que incentivaron con el fin de defender sus tierras y expandirse a otras áreas. De modo que, cuando los pobladores se establecieron, algunos de sus miembros tomaron el rol de liderazgo para organizarse y trabajar de manera comunitaria. Dichas medidas fueron aspectos indispensables para afianzarse en el terreno.
El trabajo colaborativo para el beneficio mutuo de los residentes fue la actividad principal de cooperación, por ejemplo, en el desecho de la basura y en la gestión para conseguir herramientas que los ayudasen a quitar piedras que estorbaran a la urbanización. Para ello, la adquisición y aplicación de dinamita fue fundamental, permitiendo cavar hoyos e instalar la tubería del suministro de agua, directamente conectada a los pozos de la colonia Ajusco y localidades cercanas a la zona cultural y sitio arqueológico de Cuicuilco.
El proceso de urbanización necesitó de infraestructura y equipamiento técnico para consolidar la colonia. En la primera de estas cuestiones, la obtención de servicios básicos como agua, luz, gas, drenaje y la construcción de calles, fueron una respuesta a las necesidades básicas de sus habitantes. Y en relación con el equipamiento, la edificación de viviendas, lugares de comercio y servicios, resultó fundamental para la configuración del espacio urbano, así que no se prorrogó. Al respecto, Vega (1996) apunta que “la zona pedregosa se fue transformando en un lugar apto para la vivienda de la población de bajos ingresos” (p. 255); por lo que se puede colegir que los primeros colonos del lugar siguieron constituyendo una suerte de población urbano-marginal.
Con el paso del tiempo y las crecientes tensiones de todo proceso de urbanización bajo estas condiciones, la presencia de las autoridades locales y la intervención de los granaderos para cercar el espacio —aunque, en ocasiones, se daba para desalojar a la población por medio de la amenaza o la violencia física—, contribuyeron a afianzar el proceso urbano-arquitectónico de la zona. Así, Santo Domingo se convertiría en un sitio de contraste en relación con otros Pedregales, como fue el de San Ángel, con un desarrollo urbano diferente dentro del marco normativo. Carrillo (1995) explica que “las porciones oriental y suroriental del Pedregal de San Ángel se vieron gravemente afectadas por el establecimiento de numerosos barrios que poco a poco ganaron a la lava, destruyendo su flora y fauna” (p. 160).
Por otro lado, los pobladores que tuvieron el interés de regularizar sus espacios se organizaron y emprendieron la lucha social para obtener sus escrituras y legalizar sus predios por medio de diversas movilizaciones (al Zócalo principalmente). Gracias a esto, la mayoría de las familias actualmente posee documentos sobre sus propiedades. Las autoridades gubernamentales cederían en el transcurso, mientras que líderes respaldados o pertenecientes al Partido Revolucionario Institucional (PRI) lograrían la gestión para que el entonces Departamento del Distrito Federal (DDF) otorgara programas de desarrollo social con los que se cimentaron escuelas y pavimentaron calles y banquetas.
Mosquera y Ahumada (2005) señalan que el suelo juega un papel importante en tales procesos, ya que es el medio para garantizar el desarrollo de programas de impacto masivo y un factor clave para la generación de recursos en beneficio tanto del Estado como de la comunidad. De ahí la importancia de que sea justo el Estado el responsable del manejo del suelo, a partir de políticas claras de uso y regulación del mismo (p. 16). Podemos considerar que la historia de la conformación del Pedregal de Santo Domingo y su arraigo en el trabajo comunitario, además de su cercanía con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la hacen un sitio complejo, que refleja parte importante y emblemática de la historia del proceso urbano-arquitectónico ocurrido el siglo XX en la Ciudad de México.
El Pedregal de Santo Domingo cuenta con un característico rasgo socioeconómico y cualidades culturales, políticas y urbanas muy específicas dentro de la que es considerada la Zona Metropolitana del Valle de México. Es decir, si bien el crecimiento de la mancha urbana tuvo similitudes en otras áreas entonces conurbadas, la naturaleza, geografía y ubicación de este pedregal le convierten indudablemente en un caso especial y a destacar.
Sobre ello, Díaz (2002) describió que “el Pedregal de Santo Domingo, tiene una superficie de 2,400,000 m2 (dos millones cuatrocientos mil metros cuadrados) organizados en 253 manzanas, 13 secciones, incluyendo la […] que corresponde a La Cantera” (p. 24). Dicho Pedregal se ubica geográficamente entre Eje 10 Sur (al norte), Avenida del Imán (al sur), Delfín Madrigal, vía donde se ubica la estación del metro Ciudad Universitaria, colindando con la UNAM y la colonia Copilco (al oeste), y avenida Aztecas (en el este). En la colonia “habitan alrededor de 100 mil personas de 6 años y más. De este total, 46 mil son hombres y 53 mil, mujeres” (Torres y Delgado, 2020, p. 10).
Imagen 1. Extensión territorial de la Colonia Pedregal de Santo Domingo.
Fuente: Google (2025)
Una característica fundamental de “Santocho”, como se le denomina popularmente al barrio, es su traza urbana, definida como reticular. Las calles son líneas rectas y tienen trazos de forma perpendicular para darle orden a la demarcación. El tipo de traza es importante debido a que es una extensión territorial compleja con infraestructura, equipamiento, deterioro del ambiente construido y ambiente social cambiante, tomando en cuenta el surgimiento de fenómenos como la inseguridad y el malestar emocional, por ejemplo.
Podríamos recordar una definición de infraestructura urbana (que nos permita comprender la traza urbana de Santo Domingo) como un conjunto de espacios, edificaciones y conducciones existentes en los núcleos urbanos destinados a abastecer, eliminar residuos y comunicar o relacionar las diferentes partes de la ciudad entre sí, y a estas con el conjunto del territorio en que se localiza (Zoido et al., 2000, p. 195). Sin embargo, tal definición de infraestructura no responde a las demandas de un sector de la población que sigue dirigiendo sus esfuerzos hacia la mejora de sus niveles de vida. Durante los recorridos realizados para este trabajo, se pudo observar la falta de agua, que genera preocupación y angustia en los hogares; la ausencia de luminarias; la persistencia de postes de luz viejos con lámparas inservibles, y telarañas de cableado en diferentes manzanas, las cuales son un peligro para los transeúntes.
El deterioro del espacio público en algunas zonas es latente y se percibe en el diseño de calles (muchas son pequeñas, con capa asfáltica a desnivel y solitarias), banquetas y paredes en franco deterioro. Otro aspecto es la ausencia de rampas y lugares para descender, igual que la ubicación de vehículos estacionados en áreas peatonales. La acumulación de basura en varios puntos de las avenidas todos los días y la falta de mantenimiento de las coladeras son innegables, lo que genera olores desagradables y charcos en la senda pública durante la temporada de lluvias.
Si ahondamos en situaciones preocupantes para los pobladores, veremos la falta de señalamientos para cruzar las calles, y la carencia de mobiliario urbano en las paradas del transporte público, que provoca que los conductores “tomen pasaje” haciendo paradas continuamente en cualquier lugar de la calle. Lo mismo se puede decir, en general, sobre el tránsito vehicular y el transporte motorizado en vialidades principales, que han sido factores negativos para el medio ambiente y la propia sociedad, debido a la contaminación por ruido, el estrés constante y los episodios de enojo entre los individuos durante sus traslados por la colonia, al igual que episodios de desesperación y estrés psicológico.
Imágenes 2 y 3. Las calles de Copal (lado izquierdo) y Tepeyautle (lado derecho) presentan diferentes problemáticas dentro del aspecto físico en la colonia. Fuente: autoría propia.
Tanto la infraestructura como el equipamiento son elementos que permiten una mejor integración en la dinámica social y su relación es primordial en el ambiente construido. No obstante, si se carece de equidad presupuestaria (como en Pedregal de Santo Domingo) disminuye la posibilidad de seguridad pública, impactando así a la vida cotidiana. Al respecto, puede considerarse que el equipamiento urbano es sustancial y, en ese sentido, las dotaciones públicas constituyen un elemento importante en la configuración del espacio citadino y metropolitano, igual que en los usos residenciales y las actividades económicas.
Un reto aún no superado asociado a esto es que, durante el proceso de equipamiento, se ha carecido en la colonia de una correcta planeación para el diseño de las viviendas (en muchos casos, ni siquiera hubo dicha planeación), lo que ha permitido a muchos vecinos construir inmuebles de tres, cuatro o cinco niveles, transgrediendo la normatividad de la alcaldía referente a la edificación, tanto de vivienda como de edificios administrativos y oficinas. No extraña, pues, que estos a menudo se hallen deteriorados y muestren una imagen deplorable del espacio público, donde encontramos lugares vacíos, solitarios, desordenados y susceptibles de actos vandálicos.
La desatención del espacio público —como constitutivo de un tejido social de relaciones— colabora a la formación de un conjunto de actividades ilícitas como la venta y el consumo de estupefacientes. La degradación crece en paralelo al incremento de actitudes de desarraigo como resultado parcial de un desconocimiento del propio entorno urbano-ambiental y la baja o casi nula participación de la población en las decisiones que comprometen el desarrollo, la planificación y la construcción de su propio entorno. (Vargas et al., 2011, p. 313)
El equipamiento está constituido por escuelas, comercio, oficios, tianguis, tiendas de autoservicio y pequeñas clínicas privadas que dan funcionalidad a una comunidad. Si bien cada lugar responde a las necesidades de sus habitantes, ellos también contribuyen en densidad, tránsito vehicular y aglomeración, sin omitir los pocos centros comunitarios y las áreas verdes, por cierto, muy limitadas en la colonia Santo Domingo.
Holahan (2011, p. 230) propone que el uso del término densidad se restrinja a los aspectos físicos o espaciales de una situación (esto es, el número de personas por área espacial), mientras que el de aglomeración sea utilizado para referirse a los factores psicológicos o subjetivos de una situación (esto es, la percepción del individuo de la restricción espacial). Habremos de decir, también, que el ruido, el hacinamiento y la limitación espacial contribuyen a la percepción negativa del ambiente físico, lo que repercute en la configuración del espacio urbano. Sobre este punto y su relación con el ambiente social, prevalece la desigualdad a través de segregación socio-territorial, que se expresa en diferentes fenómenos psicosociales que permean en toda la población.
En las grandes ciudades, la desigualdad territorial genera diferentes consecuencias sociales y, sin duda, crea condiciones propicias para el incremento de la violencia y la inseguridad. La inequidad en el acceso a los servicios y equipamientos urbanos es un indicador de la desigualdad social que prevalece en nuestras ciudades. (Reygadas y Ziccardi, 2010, p. 297)
Como vimos, el abandono del espacio público se percibe no solo con el deterioro físico de sus habitantes, sino también con el surgimiento de diferentes fenómenos relacionados con la degradación del tejido social, como la venta de estupefacientes y el consumo de alcohol y drogas, aun en plena vía pública. Ello, aunado al abandono familiar e institucional de los sujetos inmersos en estas crisis, conforma el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de la inseguridad pública: actos de violencia, ocio y delincuencia que generan miedo, inseguridad y ansiedad entre los colonos. Para citar un dato, Santo Domingo ha contabilizado 19 asesinatos desde 2016 hasta marzo de 2019 (Nieto, 2019), pero, de este último año al 2022, ha registrado 24 homicidios dolosos tan solo en el Pedregal de Santo Domingo (Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México [FGJ-CDMX], como se cita en Vela, 2022).
Por su parte, la Fiscalía registró 53 casos de violencia familiar, 3 de abuso sexual, 2 de lesiones intencionadas por golpes, 1 de feminicidio, 1 contra la intimidad sexual y 1 de violación equiparada a inicios del 2024 (FGJ-CDMX, 2024). Según el sitio Hoyo de Crimen (2025), de febrero del año pasado a enero del presente se perpetraron 7 homicidios. Dado lo anterior, el ambiente de violencia, el consumo de alcohol o estupefacientes y la incursión de la delincuencia organizada (“dura” o “blanda”), propician un riesgo latente en el espacio público para la seguridad de todos los habitantes, quienes contrastan el pasado y el presente en torno a esta degradación del tejido social: “antes era Resistol 5,000 y marihuana; ahora son ambas y también piedra, cocaína, pastillas y heroína, entre otras” (“El Tecua”, habitante de Santo Domingo, comunicación personal, diciembre de 2023).
Imagen 5. Condiciones de la calle Jaltipa, esquina con calle Copal. Fuente: autoría propia.
De acuerdo con el análisis de Caplan (1996), existen tres factores fundamentales que evitarían el desarrollo de un trastorno mental en los habitantes de una localidad, tomando en cuenta sus tipologías y retomándolas para orientar el análisis de las condiciones del ambiente construido, la inseguridad y el malestar emocional. El primero de los factores es el físico, que involucra aspectos como la vivienda, la alimentación y el desarrollo intelectual y afectivo con los miembros de la familia; el segundo abarca todos los elementos psicosociales, como la necesidad de intercambio de amor y afecto, las relaciones de limitación y control, y el involucramiento o participación en actividades colectivas; el tercero involucra los elementos socioculturales, que desarrollaremos a continuación.
Hay tres características que definen a los últimos elementos: 1) la observación de cómo la estructura social influye en el desarrollo y funcionamiento de la personalidad del individuo; 2) la comprensión de cómo las costumbres y los valores de la cultura dictan las reglas de su trayectoria de vida, lo cual permite al sujeto alcanzar recompensas y seguridad dentro de la sociedad, y 3) el entendimiento de los roles sociales que brindan un desarrollo saludable a la personalidad (De la Cruz, p. 145).
En lo que se refiere a la localidad que estudiamos, haremos hincapié en el factor físico, desde el que se puede identificar cómo muchas de las viviendas son pequeñas y se hallan deterioradas. Esta situación se ejemplifica en el diseño de cuartos como la cocina, el baño, el comedor y la habitación, coadyuvando a la falta de privacidad y a la nula comunicación de los integrantes de la familia y sus vecinos. En cuanto a los elementos psicosociales, podemos considerar las condiciones de violencia, la venta de estupefacientes, el consumo de alcohol y droga, y la violencia social expresada en escuelas (con el bullying, por ejemplo) o en la convivencia ciudadana en el espacio público, detonando rencillas por cuestiones circunstanciales y manteniéndolas latentes por diversos tipos de problemáticas en la interacción cotidiana. Todo ello permea al interior y al exterior de las viviendas, limitando la participación social en actividades vecinales organizadas para la búsqueda del bien común.
Si para Ubrich (2019, p. 3) “el hogar se constituye como la base sobre la cual construir el bienestar social, físico y psicológico de las personas, entendiendo este como factor clave para la integración social y la emancipación”, la situación de la colonia pone en entredicho tal definición de hogar. Además, por lo visto, el consumo de sustancias y el gusto por la música que hace apología de la violencia (como los narcocorridos) es la realidad del espacio público para muchos jóvenes, siendo los adolescentes e infantes quienes imitan a los mayores (padres, hermanos, vecinos) reproduciendo conductas agresivas en el hogar, en el barrio y la escuela.
En definitiva, los tres factores propuestos por Caplan se encuentran lejos de cumplirse y, en cambio, se convierten en escenarios de desasosiego y desequilibrio social. Las condiciones físicas de abandono y deterioro del espacio público, junto a las varias clases de violencia, conforman la base para el desarrollo de variados problemas psicosociales en el entorno urbano. Los fenómenos en cuestión llevan a la ruptura del tejido social y hacen proclive a la población a un malestar emocional que, podemos considerar, cunde en gran parte de ella, aunque ese malestar varía según las capacidades y recursos socioemocionales de cada persona (y los que les proporcionan los diversos ambientes en que se mueve). Asimismo, las problemáticas sociales y físicas del espacio urbano reducen la posibilidad de caminar con seguridad, ya sea por las averías o el descuido de las calles. Lo anterior afecta, evidentemente, la calidad de vida de la población.
La inversión oportuna de recursos en la recuperación de la infraestructura y las facilidades del espacio público redundan en la promoción de actividades saludables y sustentabilidad del sistema de salud a largo plazo. El espacio público es un aliado indispensable para la promoción del bienestar. (Leandro, 2014, p. 41)
A partir de lo hasta aquí expuesto, consideramos que resulta necesario hacer un diagnóstico de las características del ambiente construido aprovechando las herramientas y expertise de instituciones públicas como la Universidad Nacional Rosario Castellanos, que cuenta con la capacidad de abordar en conjunto y desde la interdisciplina los fenómenos relacionados con el ambiente social. La relación que toda esta realidad guarda con el modelo educativo de la universidad resulta clave, tanto en su comprensión como en su constante actualización, y las propuestas de intervención que de ello resulten serán esenciales para la recuperación del espacio público.
El modelo educativo del Instituto Rosario Castellanos, ahora Universidad Nacional, se gestó en la administración de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, exjefa de gobierno de la Ciudad de México y actual presidenta de México. Este proyecto pedagógico de nivel superior nació ante la crisis institucional de las universidades públicas y la ruptura del tejido social que se extendió en todo el país durante las últimas décadas, entre otros factores, como consecuencia de la llamada “Guerra contra el narcotráfico” implementada durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, así como del malestar social, político y económico continuado por su homólogo y sucesor Enrique Peña Nieto, cuyos efectos continuaron haciendo mella en la administración de López Obrador, y aún en la actualidad.
Durante el inicio de la estrategia pedagógica de la Universidad, en la segunda mitad del 2019, se planteaba una alternativa para la formación profesional de los jóvenes, ofreciéndoles educación a nivel licenciatura en modalidad presencial y virtual. La esencia del modelo se sustentó en un enfoque híbrido y dual y se complementó con una tríada que comprendía un problema prototípico, un incidente crítico y la evidencia integradora: tres pilares que se fundamentan en la investigación formativa y en una visión de educación incluyente. Ahora bien, la universidad surgió en el contexto de la pandemia de COVID-19, que detuvo casi en su totalidad la dinámica global en el año 2020. No obstante, las actividades de toda la comunidad de la UNRC prevalecieron y fueron un detonante para incrementar su oferta académica, igual que el surgimiento de su programa técnico superior universitario y la posibilidad de cursar especialidades, maestrías y doctorados en modalidad virtual.
El crecimiento que ha experimentado la UNRC no solo se comprueba con su oferta académica, sino también con el aumento de matrícula del alumnado, compuesta por 46,304 estudiantes y 3,457 egresados de nivel licenciatura y posgrado para el primer trimestre del año 2024. Es de notar, igualmente, la ampliación de la plantilla docente, formada por profesionistas de diversos grados de estudio. Y en cuanto a la apertura de planteles, resulta importante destacar la inauguración de uno en el Casco de Santo Tomás y la edificación del plantel Maza de Juárez-Copilco, situado en Santo Domingo, con el propósito de responder a la demanda educativa de los sectores sociales más vulnerables y cuyas condiciones de transporte y conectividad resultan desfavorables.
Por otra parte, y hablando en específico de la licenciatura en Urbanismo y Desarrollo Metropolitano impartida en el plantel Copilco, cabe señalar que se nutre por una comunidad compuesta por el personal administrativo, docente y de mantenimiento, que respaldan una carrera caracterizada por su cercanía con los habitantes de su localidad y el impacto que ha logrado en la colonia. Esto ha sido así, a pesar del poco tiempo con que cuenta la institución, porque el estudiantado ha aportado con su labor al proceso de enseñanza-aprendizaje, repercutiendo en la capacidad de reflexión, análisis y transformación de la realidad de su entorno, aunque sea de forma paulatina y un tanto lenta por la carencia de mejores recursos financieros para aplicar proyectos.
Sin embargo, la formación profesional promovida en la UNRC parte del desarrollo de un conocimiento, producto de la investigación sobre problemas concretos de realidad, lo que permite mayor sensibilidad ante las necesidades de la población a la cual se deben los estudiantes y el profesorado. La “investigación formativa” ha sido vital para este fin, por lo cual citaremos algunas líneas de Parra (2004) que la explican:
La investigación formativa también puede denominarse como “la enseñanza a través de la investigación” y como “docencia investigativa” […] el primero resalta la investigación como una técnica didáctica; el segundo parece referirse más a una característica de la docencia o a un estilo docente. (Parra, 2004, p. 72)
Bajo el enfoque de “docencia investigativa”, los ejes de estudio o etapas de trabajo escolar nacen de la labor docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje con los estudiantes y en relación con la observación directa de su entorno urbano (en este caso, el Pedregal de Santo Domingo). Así, se busca que en cada etapa se vincule la labor estudiantil con el análisis de los dos ambientes: lo construido (arquitectónicamente hablando) y lo social, a través del diagnóstico y, por consiguiente, de las diversas propuestas de intervención en la comunidad y la colonia que se vayan generando.
Las necesidades o retos de la formación profesional y la docencia investigativa (etapas de trabajo) se aproximan a las competencias específicas que promueve la licenciatura en Urbanismo y Desarrollo Metropolitano, inscrita en el modelo de la Universidad. Y con los ejes o etapas de trabajo, se apuesta a construir un esquema de trabajo cooperativo (estudiantes-comunidad) en Santo Domingo, a partir de lo siguiente:
En concreto, el diagnóstico y la propuesta de intervención por implementar entre los estudiantes y la comunidad en un futuro se ostenta en el siguiente cuadro, manteniendo el orden de los dos ambientes abordados:
Ambiente construido | ||
Etapas de trabajo-estudiantes / Enfoque de la universidad | Problemáticas (diagnóstico) | Propuesta de intervención estudiantes-comunidad |
1. En el proceso de investigación se destacan los problemas del ambiente construido (infraestructura y equipamiento) y el ambiente social (inseguridad y malestar emocional), para su fundamentación teórico-metodológica desde la formación en Urbanismo y Desarrollo Metropolitano.
2. Los recursos digitales retomados como mapas conceptuales, infografías y líneas del tiempo integran la información científica sobre el objeto de conocimiento. 3. La observación toma un papel de vinculación teórica con la praxis por medio de recorridos en el espacio público de la zona de estudio. 4. Las estrategias de aprendizaje definidas e implementadas (elaboración de mapas mentales, talleres, grupos focales) en el aula y con los actores claves en la labor de campo definen puentes de comunicación con la comunidad. 5. La presentación pública de los hallazgos científicos es fundamental con universitarios, la comunidad y sectores sociales interesados. |
- Abandono de áreas públicas
- Casas en proceso de deterioro - Calles a desnivel y acumulación de basura - Falta de iluminación en el espacio público - Automóviles estacionados sobre la vía pública - Ausencia de accesos y lugares para descender de las personas - Falta de señalamientos al cruzar una calle y en los desplazamientos del transporte público motorizado - Tránsito vehicular en vialidades específicas - Telarañas de cableado y postes de luz viejos |
- Trabajo constante entre autoridades, estudiantes y vecinos para rehabilitar las edificaciones y el espacio público: calles, alumbrado público y limpieza
- Designación de áreas para estacionar autos con el apoyo de seguridad pública - Asambleas vecinales con el fin de atender cada problemática - Reuniones entre vecinos y estudiantes de la universidad para generar propuestas de intervención que erradiquen los problemas de orden urbano-arquitectónico |
Las cinco etapas | - Escasos espacios culturales y deportivos | - Asambleas entre autoridades y vecinos para identificar problemas que permitan la conformación de espacios culturales y deportivos |
Ambiente social | ||
Las cinco etapas | - Narcomenudeo
- Delincuencia - Violencia - Consumo de alcohol y drogas |
- Convocatoria a las y los habitantes, igual que a personas interesadas en actividades científicas, culturales, artísticas y recreativas en el espacio público. El objetivo es acercarse a las personas que viven alguna de las problemáticas descritas.
- Organización de pláticas con las autoridades de la alcaldía sobre adicciones y oportunidades de educación y empleo. |
Las cinco etapas | - Miedo
- Frustración o enojo - Inseguridad - Alcoholismo - Drogadicción |
- Convocatoria a vecinas y vecinos, autoridades y sectores interesados para realizar pláticas sobre factores que generan malestar emocional.
- Invitación a las y los habitantes y personas interesadas a emprender campañas sobre salud mental, jóvenes y la ciudad. - Reuniones entre vecinos y estudiantes de la universidad para generar propuestas de intervención que erradiquen los problemas de orden psicosocial. |
Cuadro 1. Etapas con base en el enfoque de la universidad, los problemas identificados y la propuesta de intervención en el espacio público. Fuente: autoría propia
Finalmente, hay que destacar que el trabajo entre los estudiantes y la comunidad logrado hasta ahora se debe a la rigurosidad científica aplicada por los primeros sobre fenómenos de la realidad social, producto del enfoque híbrido y dual, así como de la formación universitaria con responsabilidad social promovida en la licenciatura. Respecto a la comunidad y su postura frente a este nuevo centro educativo, comprendiendo su historia y el vínculo con estudiantes de la UNAM, se ha logrado establecer una cooperación en la planificación de algunas viviendas, así como en ciertos aspectos de reorganización social (los que hasta ahora permiten su intervención) para atender las problemáticas pertinentes a las carreras que se imparten y mediante las cuales se busca tener impacto en la comunidad.
El fin es investigar fenómenos de orden socioespacial y proponer medidas conjuntas como actividades científicas, culturales, artísticas y recreativas en el espacio público, para erradicar conflictos sociales y otros tantos relacionados con estos bajo el fin el de mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la Colonia Pedregal de Santo Domingo.
Las condiciones de infraestructura y equipamiento que hemos visto hasta aquí, mismas que componen el ambiente construido de la colonia objeto de estudio, y su relación con el ambiente social, han reflejado diversas problemáticas sociales, ambientales y económicas. Entre estas, destacan los diferentes fenómenos psicosociales que padecen sus habitantes: unos, de manera directa al haber quedado atrapados en las adicciones o la delincuencia, y otros más, de manera indirecta, pues aunque no son partícipes de dichas dinámicas, sí se ven afectados por ellas, principalmente cuando se habla de la inseguridad y la violencia social que conlleva.
Tal situación se manifiesta en gran medida por el abandono del espacio público, donde están incluidas algunas de sus edificaciones en decadencia. Con esto, no queremos decir que toda la responsabilidad del fenómeno recae en las categorías de análisis que hemos utilizado en este texto. Empero, el enfoque de nuestro trabajo nos lleva a considerar el peso específico de las circunstancias materiales de subsistencia en la localización (la infraestructura y el equipamiento) en relación con el deterioro del tejido social. La venta y consumo de estupefacientes y alcohol, la violencia en diferentes áreas y ámbitos de la vida cotidiana de las personas, son indudablemente generados por las condiciones ya descritas en correlación con otros factores de tipo regional y hasta nacional. Sin embargo, ello es motivo de otra evaluación que nos permita reconocer los factores involucrados en el malestar emocional de la ciudadanía.
Los elementos que componen el diagnóstico social y los ejes de intervención para la recuperación del espacio público, desde el proceso formativo estudiantil de la licenciatura (ejes de estudio o etapas de trabajo) y el modelo educativo de la Universidad Nacional Rosario Castellanos, son trascendentales frente al fenómeno estudiado aquí. El objetivo es fomentar actividades científicas, culturales, artísticas y deportivas que coadyuven a contrarrestar la desigualdad socio-territorial y los factores productores de conflictos psicosociales. El resultado que se obtendrá de la labor conjunta entre estudiantes y comunidad para mejorar las condiciones de vida dentro de la Colonia Pedregal de Santo Domingo será necesariamente positivo al fomentar la cooperación vecinal y la relación entre la universidad y la población, que debiera ser objeto de sus esfuerzos académicos, antes que nada.
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