Doctor en Estudios Humanísticos por el Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México. Investigador de Tlatelolco Lab, laboratorio digital para la democracia del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Profesor de pensamiento político y economía en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), Nivel 1.
If ignorance is bliss,
then knock the smile right off my face.(1)
-Rage Against the Machine.
La segunda mitad del 2024 se caracterizó por el segundo triunfo electoral de Donald Trump en los comicios estadounidenses y por el estreno del filme The Apprentice (El aprendiz), de Ali Abbasi, que retrata algunas anécdotas clave de la vida de Trump durante los años setenta y ochenta. Tanto en los mítines y noticieros, como en la ficción cinematográfica, Donald Trump se ha hecho notar como un líder arrogante y agresivo que no pierde oportunidad para la polémica, famoso por su gestualidad llena de exabruptos, su tono radical y sus fuertes provocaciones. Pero, ¿qué hay más allá de la bravuconería del Trump “de película” y de su contraparte histórica? ¿Cuáles son, realmente, los peligros detrás de este personaje? Y, sobre todo, ¿qué podemos esperar de él en los próximos años, al frente de un Imperio que se resiste a la decadencia?
A finales de la década de 2010, el cineasta iraní, nacionalizado danés, Ali Abbasi ya era reconocido por un estilo inquietante, con cintas de atmósferas oscuras, protagonistas misteriosos y silencios prolongados. En Border (2018), por ejemplo, basada en un cuento fantástico del sueco John Ajvide Lindqvist (Let the old dreams die, 2005), Abbasi contó la historia de amor entre dos trolls forzados a hacerse pasar por humanos, destacando sus emociones y decepciones. Mientras tanto, en Holy Spider (2022), el director se adentró en los callejones de Mashhad (Irán) para ficcionar los crímenes de Saeed Hanaei, un feminicida de la vida real, conocido como el Asesino araña, que, de día era un padre de familia serio y religioso, y de noche atacaba a trabajadoras sexuales. No obstante, el estilo inquietante de Abbasi cruzaría nuevas fronteras, al surgir la posibilidad de realizar una biopic de Donald Trump, después de que el director persa recibiera una primera oferta, por parte de la empresa Briarcliff Entertainment, en 2019.
No pasó mucho tiempo para que los abogados de Trump —encargados de rastrear el uso legal de su nombre y marcas— descubrieran la preparación del filme y solicitaran una copia de su guión, escrito por el periodista Gabriel Sherman. El ahora presidente estadounidense, tras revisar dicho script, publicó un tweet furioso, exigiendo que se frenara la producción:
Una película FALSA y CORRIENTE (CLASELESS) escrita sobre mí, llamada The Apprentice (¿Tienen el derecho legal para usar ese nombre sin mi aprobación?) va a ser detenida, afortunadamente. Es un proyecto barato, difamatorio, políticamente desagradable y torpe que intentaba estrenarse antes de la Elección Presidencial de 2024 (sic) para buscar perjudicar el Movimiento Político Más Grande de la Historia de Nuestro País (sic): “¡Hacer a los Estados Unidos Grande de Nuevo!” (“MAKE AMERICA GREAT AGAIN!”). (@realdonaldTrump, cit. en @_aliabassi_, 2023)
Aun así, el filme de Abbasi no iba contra la Ley ni difamaba directamente a Trump, sino que partía de hechos documentados en la carrera del mandatario, por lo que fue terminado, distribuido e, incluso, exhibido en Cannes (El Confidencial, 2024; Fear, 2024; Siegel, 2024). Sin embargo, el equipo jurídico de Trump logró matizar el guión y eliminar algunas escenas, lo cual explica por qué en The Apprentice Donald Trump no aparece como un líder furioso ni frívolo, sino como un hombre de negocios sofisticado y astuto —al menos, durante gran parte de la película, pues, al final, y aquí hay una “alerta de spoiler”, vemos al Trump-protagonista convertido en el magnate fanfarrón e iracundo que conocemos bien; esa superestrella de los negocios con bronceado anaranjado y bisoñé rubio que habla velozmente: el Donald millonario y competitivo que los medios de masas, la cultura pop y la historia reciente han convertido en una trademark—.
Pareciera que el Trump que interpreta magistralmente Sebastian Stan fuera más complejo, emotivo y humano que el de carne y hueso; pero, en realidad, la cinta de Abbasi es un retrato fiel y documentado de “Donald as a young man”: un joven yuppie y empresario neoyorquino de bienes raíces que en 1978 se volvió famoso por lograr un contrato colosal con la Corporación Hyatt, que construyó su propio rascacielos y centro comercial en 1980, y que reveló continuamente en televisión sus intenciones de hacer una carrera política, o inclusive, conseguir ser presidente de los Estados Unidos (Leccese, 1980; CBS News, 1985; La Nación, 2019). En algunas escenas, el Trump de Abbasi también nos recuerda algunos pasajes del libro de Debora Silverman (1986) Selling culture, donde se cuenta que, en los ochenta, Donald Trump era un verdadero esteta, “capaz de mezclar el cristal, ladrillo, bronce y cantera [en sus edificios], en las proporciones correctas”; una especie de Da Vinci del lujo y el buen gusto que “trajo la vanguardia cultural y el estilo de vida refinado de la clase alta durante la administración Reagan, con sus ínfulas monárquicas o principescas” (pp. 41-42). No obstante, esta representación de Trump como prodigio treintañero no deja de exhibirlo como un villano devastador. Ahí radica la inteligencia del filme de Ali Abbasi.
Para el cineasta iraní, Trump no es solamente perverso porque sea vociferante o amenazante, sino por su narcisismo, crueldad e intereses individualistas. En la biopic, no solo es un hijo, hermano y esposo maltratador, sino un ejecutivo y estratega que prioriza el dinero y bienestar de las élites, por encima de la justicia social. En el filme, no pierde oportunidad para usar las cámaras televisivas o el periodismo a su favor, con tal de convencer de que una Nueva York grandiosa y fastuosa no es un símbolo de segregación, sino un orgullo para la ciudadanía. Además, llega al punto de cometer actos de chantaje o corrupción para enriquecerse, guiado por quien, tanto en ficción como en realidad, fuera su mentor mefistofélico: el abogado Roy Cohn (interpretado en The Apprentice por Jeremy Strong); un despiadado anticomunista, famoso por asesorar a políticos demócratas y republicanos por igual, cuya vida, crímenes, sexualidad y fallecimiento por VIH se han esbozado en múltiples escritos, películas y documentales.(2)
Sebastian Stan en The Apprentice (2024). Fuente: CNN (2025).
En las efigies del Trump/Sebastian Stan y Cohn/Strong del filme de Abbasi hay mucho de verdad. Basta con hojear el libro “clásico” del Trump de los ochenta, The art of the deal (1986), para hallar cómo decía, orgulloso: “vengo de una familia de pompa y solemnidad, por mi madre, […] pero de severidad implacable, acciones duras y alta eficiencia, por mi padre” (p. 79). O expresiones como: “la mayor emoción (excitement) de la vida es no dejar de ganar; […] aplastar al rival, si es el caso. […] Jamás temer a la riqueza, a la gloria ni al triunfo” (p. 49). Ahí se encuentran, también, sus tres reglas para el éxito: “atacar, atacar, atacar; […] nunca admitir nada, ni ser descubierto; [y] jamás reconocerse derrotado” (p. 11). Por ello, The Apprentice es una película crucial. Nos recuerda que Trump es más que un bufón ridículo, caricaturesco o pasado de moda; es decir, “puro blá-blá-blá”, como quieren hacerlo ver sus oponentes, y, en cambio, evidencia por qué es un villano temible. Al margen de su estilo exagerado y controversial, “Trump es mucho más que un ogro furioso”, como dice el novelista Edward Docx (2025). No es simplemente un payaso ni la celebridad de un reality show —que, también lo fue alguna vez; el programa se llamaba El aprendiz y estuvo al aire en los años noventa—; es un ajedrecista corporativo y un político hábil, con gran capacidad táctica, que, a la par de haber construido un personaje escandaloso de sí mismo, hizo un emporio de torres, inversiones, hoteles y casinos; pero, no solamente por su tenacidad, sino por provenir de una familia acaudalada que supo beneficiarse y abusar de un capitalismo de altos privilegios, riesgos y desigualdades, manipulando el sistema económico imperante de finales del siglo pasado, y aprovechándose dolosamente de las fisuras legales y administrativas del gobierno.
Por lo anterior, la cinta de Abbasi es un buen ejercicio de memoria. Se agradece, al fin, una interpretación histriónica de Trump donde no hay sobreactuación, parodia ni sátira, al estilo Saturday Night Live, sino precisión histórica.(3) No es aquí el espacio para discutir el valor o fallas estéticas de The Apprentice, pues, es cierto que a ratos parece telenovela o videohome; pero, sí hay que reiterar que, como historia de origen de un villano —que es como se le llama en la cultura de los cómics a los episodios o escenas que explican por qué un antagónico piensa, actúa o se viste de cierto modo— funciona bastante bien. Argumenta cómo es que Donald Trump es más que un “demente senil, desquiciado, paranoico y extraño”, como lo califica el psicólogo de la Universidad John Hopkins, John Gardner (en Excélsior, 2024), para exponer a un hombre que ha usado el estridentismo mediático para su provecho, fascinando, por un lado, con una mitología de triunfo brutal y meritocracia, en la que todas y todos podemos engrandecernos, si nos volvemos ricos y agresivos; y lucrando ilícitamente, por otro lado, en la práctica, con acciones turbias que distan mucho de la argucia que predicaba en The art of the deal (1986).
Roy Cohn (Strong) y Donald Trump (Stan) en The Apprentice (2024). Fuente: BBC (2025).
The Apprentice de Abbasi nos muestra que Trump no hubiera sido Trump, de no ser por el neoliberalismo. En los setenta, Cohn y Donald Trump detectan que, para asociarse con la cadena de hoteles Hyatt, pescar inversionistas o erigir la Trump Tower, es necesario comprar terrenos desocupados, desalojar edificios de viviendas, encarecer barrios y acabar con las rentas bajas; en una palabra: gentrificar. Sus negocios enormes no vienen solos; dependen del apoyo de los jueces, legisladores y alcaldes de la ciudad de Nueva York. Así, la historia de la Corporación Trump es la de una oligarquía donde los gobiernos colaboran con élites millonarias, privatizando el espacio y los servicios públicos, y eliminando programas sociales y libertades, para robustecer el mercado (Covert, 2018). Sin embargo, parece que esto ha quedado en el olvido. El Trump-magnate echó mano de relaciones cercanas con la alcurnia política de décadas pasadas para evadir impuestos, hallar precios preferenciales, salir ileso de juicios, erradicar competidores y sacar permisos rápidamente. No es un “self-made man” ni un trabajador rudo, “a la americana”, sino un villano neoliberal que, en los noventa, creció descomunalmente tras apoyar financieramente las campañas y administraciones de Reagan y los Bush. No ignoremos que de un discurso del primero de ellos fue que tomó prestado el Make America Great (Grande, 2024).
Pero, entonces, ¿por qué cuando se presentó como candidato a la presidencia, en 2016 y 2024, Trump intentó borrar este pasado favorecido por el libre mercado, y, por el contrario, empezó a asumirse como un proteccionista de las industrias locales? ¿De dónde salió su afinidad con las comunidades campesinas y proletarias (blancas, por supuesto) de Estados Unidos? Aquí, no sobra releer un poco The art of the deal (1986) ni recordar el “nunca admitir nada, ni ser descubierto”. Ante todo, Trump es un oportunista. Se presume como “pragmático en exceso”, pero siempre procura aliarse con los ganadores o echar mano de los grupos que lo conduzcan a la victoria. Los discursos son lo de menos. En este sentido, el análisis de Corey Robin (2017) en su libro, La mente reaccionaria, no tiene desperdicio. Para este autor, Trump no es un outsider como dice ser; o sea, no es un empresario que, al ver los gobiernos deficientes y la “crisis de valores” de la actualidad, “se metió en la política”, sino que es un millonario que siempre ha hecho política. Por eso, no hay nada más conveniente para él que ofrecerse como una figura mesiánica; un fármaco que puede curar los males de aquella enfermedad qué él mismo contribuyó a propagar: el proyecto neoliberal.
Hay múltiples análisis proclives al pensamiento liberal-progresista, como los libros, Trump: Ensayo sobre la imbecilidad (James, 2016) o El Show de Trump: Perfil de un vendedor de humo (Singer, 2018), que postulan que el peligro de Donald Trump es que no respeta las leyes ni las instituciones, que es racista, que provoca el odio, que es de nacionalismo extremo, y que lleva al suprematismo y la antiglobalización. Son preocupaciones válidas, por supuesto; pero, lo realmente peligroso de Trump es su carácter de estratega lejano a cualquier filosofía, definición o proyecto, más allá del beneficio de sí y de sus aliados. Como los grandes antagonistas, es hábil en crear distracciones, utilizar máscaras y elaborar montajes. Por ende, limitarse a decir que Trump es un paleoconservador autoritario, que es un populista de derecha, que desconoce cómo funcionan los Estados, o que es de talante catastrófico, resulta, a estas alturas, tan simple como decir que es torpe u odioso. Más bien, Trump debe analizarse como los grandes personajes antagónicos. Y, no tan solo como “el malvado peliculesco”, sino como un villano inteligente y real, con consecuencias relevantes, que posee intenciones y estrategias que apelan a los afectos y despiertan pulsiones: es, a la vez, repugnante y seductor; un bully odiado por sus acosados, pero admirado y vitoreado por los acosadores; y, sobre todo, un “great pretender” que, detrás de rabietas, provocaciones y controversias, esconde sus verdaderos objetivos y rumbos políticos.
Donald Trump (Stan) en The Apprentice (2024). Fuente: FT Media (2025).
Chuck Closterman (2016) estudia en El sombrero del malo. En pugna con los villanos (reales e imaginarios) que la figura del villano es altamente rentable, en la ficción y la cotidianidad; especialmente, en contextos donde la villanía se convierte en un anti-heroísmo contrario a regímenes éticos o de valores que, promoviendo “el bien”, van convirtiéndose en una doble moral, promoviendo la represión o la hipocresía. De este modo, Closterman señala que, si los adolescentes de los noventa no hubieran visto el fariseísmo conservador de sus padres, Metallica no hubiera sido un boom de mercado, y que, en números, Darth Vader tiene más seguidores que Luke Skywalker o El Joker más que Batman. Dicho esto, puede entenderse por qué Trump es un villano “oportuno” para muchos, puesto que, a diferencia de los supuestos “chicos buenos” —pero, mustios y embusteros—, representados por Hilary Clinton en 2016 y la fórmula Biden-Harris en 2024, ofrece soluciones tangibles a un enorme sector estadounidense, revelando la ineficiencia, farsa y crisis de los discursos liberales. Asimismo, el punto de partida de Trump no son las “buenas intenciones” del progresismo, sino la conciencia necesaria y plausible de que el neoliberalismo ha dejado grandes problemas, como el empobrecimiento de los sectores rurales y blue collar, la vivienda impagable, el endeudamiento, y la necesidad de generar invasiones y despliegues bélicos, con el fin sustentar el “American way of life”.
No obstante, el gran problema de Trump es que jamás se puede confiar en los villanos. A diferencia de las heroínas y los héroes —y hablamos aquí de los valientes y genuinos, los revolucionarios, y no las y los millonarios-políticamente-correctos del Partido Demócrata—, los villanos son individualistas. Por eso, como bien muestra el filme de Abbasi antes mencionado, Trump es un charming man que sostiene un discurso criptofascista o populista de derecha, con el propósito de sumar en sus filas a masas que alguna vez creyeron en el neoliberalismo y vieron su posterior debacle: “una combinación de campesinado y barrios suburbanos con salarios estancados, precariedad pujante y conservadurismo ideológico, pero desconfianza en proyectos que resuenen a las reaganomics” (Robin, 2017: 301). Asimismo, otro sector preponderante de seguidores de Trump proviene de grupos antimodernistas de Internet, partidarios de la Ilustración Oscura (Dark Enlightenment) y reaccionarios de 4Chan, Reddit y X-Twitter que sostienen que el Estado liberal, sometido al internacionalismo, debe terminar para dar paso a potencias fuertes y autogestivas (Gutiérrez Arellano, 2019) (4).
Conviene señalar que, al hablar de criptofascismo, entendemos, un discurso difuso o poco consolidado que no es declaradamente fascista, pero que tiene tintes de extrema derecha o derecha alternativa (alt right), y que llama la atención de grupos detractores del liberalismo, distintos entre sí, pero que tienen en común, ser contrarios al pensamiento progresista y asumir que “el mundo está en crisis y requiere salvación”; es decir: los conservadores cristianos; el semitismo antipalestino; los incendiarios anti-sistema; los conspiracionistas, como las sectas Q-Anon y Great Awakening; los discriminadores afines al white proud; y los chauvinistas anti-inmigrantes, como el movimiento America First. Para todas estas comunidades, Trump es fetichizable. Esto es, según Slavoj Žižek (2024), la capacidad de “ser visto con atributos convenientes al deseo propio”. Es decir: Trump se inviste con diferentes características, según los grupos que lo siguen. El suprematismo blanco de 4Chan encuentra en él, una reivindicación confederada; los paleoconservadores, un regreso a las buenas costumbres; y los nacionalistas, un líder que exalta el Destino Manifiesto. No obstante, Žižek también explica que hay momentos y gestos clave de Trump, capaces de asombrar a todos por igual. El mejor ejemplo de esto fue la actitud triunfal del ahora presidente, después de sufrir un atentado durante un acto de campaña. Con el rostro salpicado de sangre, una expresión cargada de coraje y el brazo extendido hacia arriba, con el puño al cielo, Trump se mediatizó como alguien indomable e impasible; una imagen aplastante para la tibieza y decadencia de sus contrincantes demócratas.
Hasta ahora, pareciera quedar claro que hay dos Trumps: el joven neoliberal, retratado con certeza en The Apprentice de Abbasi, y el septuagenario populista que vemos en YouTube y los noticieros a diario. Sin embargo, son uno mismo. Como explica Closterman (2016), los villanos no dejan atrás sus primeras pretensiones, y así como la ira de Anakin Skywalker lo llevó al lado oscuro en la saga Star Wars, el Trump de los mega-negocios y la gentrificación comparte rasgos con el Trump tardío. Ambos buscan jugar con el Estado y sus instituciones para la conveniencia de ciertos grupos; utilizan al pueblo (sobre todo, desfavorecido) para su beneficio; y, muy lejos de un pensamiento político de izquierda, rehúyen de la inclusión, la horizontalidad, la multiculturalidad y el colectivismo, por lo que puede decirse que representan dos derechas: la yuppie de libre mercado, por un lado, y, por otro, la radical, que pretende ser una alternativa ante la crisis del liberalismo.
El Trump de The art of the deal (1986) persiste, pero ya no quiere ganar en la bolsa de valores ni en el mercado inmobiliario, sino que pretende manejar Estados Unidos como una transnacional imparable. Por eso, el criptofascismo es más un medio que un fin. Es el discurso extremista con el que Trump alebresta emociones y gana adeptos; sin embargo, lo que hay detrás es igual de peligroso: un neo-imperialismo que busca renovar las élites financieras internacionales, trazar nuevas rutas económicas que fortalezcan al capitalismo, y no hacer precisamente a America great again, sino solo a determinadas burguesías. En eso consiste la intención de acaparar recursos naturales en Groenlandia, Canadá, México o Irán, reunirse con magnates globales de la talla de Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg o Tim Cook, e ir edificando una oligarquía de las high-tech que frene las industrias tecnológicas chinas para acaparar el dominio mundial de Internet, sus infraestructuras y sus contenidos (El Financiero, 2025).
Es verdad que el discurso que Trump ofrece a los sectores nacionalistas y trabajadores es una oda a la familia tradicional y al patriotismo. Por eso, no es casualidad que su vicepresidente sea J.D. Vance, autor de Hillbilly Elegy (2020) y una de las voces líderes del conservadurismo y del orgullo rural. Sin embargo, Trump no parece utilizar la noción de “pueblo” o “ciudadanía pobre”; el énfasis está en “América”. No llama al trabajo conjunto, a la repartición de la riqueza ni al igualitarismo —porque, claro está: no es socialista—, sino que vende prosperidad, a costa de perjudicar a otros Estados. Así, es posible que no proponga un imperialismo basado en la guerra, como otros presidentes históricos como James Polk o Teddy Roosevelt, pero sí defiende la hostilidad económica, el corte de los flujos migratorios, los cercos mediáticos, el comercio injusto y el apoyo a corporaciones neocoloniales como Tesla y SpaceX. Es por esto que, en palabras del historiador del fascismo Robert Paxton (en Zerofsky, 2024), Trump es fascistoide en la retórica, por su creación y propagación de símbolos, y uso de rallies políticos masivos; no obstante, en el fondo es un plutócrata que busca un capitalismo espectacular, conducido por un grupúsculo de millonarios. También, desde otro punto de vista, puede considerarse como un lumpencapitalista. Según el escritor cubano-estadounidense Samuel Farber (2024), hay algo inusitado en Trump, que es su capacidad de fortalecer a los propietarios de grandes fortunas con el apoyo político de grandes multitudes de pobres, uniendo a todos bajo un mismo conservadurismo radical. Sus iniciativas son tan agresivas e intimidatorias que convocan a pensar, junto con nuestros gobiernos, en algún esquema donde existan más de dos opciones: el capitalismo neoliberal, en pleno desgaste; o su fase superior y deforme, que es el imperialismo populista.
Campaña presidencial de Trump en 2024. Fuente: Brookings (2024).
Volvamos, antes de terminar, a la película de Ali Abbasi. Sí: es necesaria y oportuna, porque llama a voltear a ver al joven Trump, que fue un villano tan peligroso como el Trump de hoy. Sin embargo, este filme, o cualquier otro estudio crítico sobre Donald Trump, no se debe convertir solamente en una fábula moral. Es decir, no basta con enfatizar que es un personaje temible, sino comprender que Trump es el resultado de discursos, contextos, intenciones, subjetividades y redes de actores, y que, como tal, no puede separarse de un análisis complejo, en el que el villano quede enmarcado por una reflexión donde él, aislado, no es todopoderoso, sino que el desarrollo de sus acciones dependa de los aliados, coyunturas y tensiones que encuentre. Asimismo, no hay juego suma cero ni competencia uno a uno. Caer en el pánico y pensar, con resignación, “a la próxima elección deberían volver los demócratas al poder”, no resulta la mejor idea. Tampoco es suficiente quedarse en el disgusto, el desazón o el temor, porque, si algo tenemos que concluir aquí es que, si bien los villanos son asunto serio, también lo son los héroes. En ese sentido, los Trumps del mundo no se derrotan con decepción, regaños ni corrección política, sino con estrategia, diálogo, mucho arrojo, y nuevos modos de definir y construir la realidad.
El trumpismo tiene claro que el liberalismo no ha cumplido con sus promesas de bienestar y que el capitalismo de la globalización no funciona; no obstante, su alternativa es una radicalización hacia la derecha, buscando sanear, tanto el poder del capital como el de la raza o el Imperio del Norte. Y ante esa provocación, las personas heroicas necesitamos alternativas. No hay que rechazar la expresión de los afectos ni el creer en grandes ideales, sino renovar las mejores causas para estar a la altura de un villano potente y carismático. Pero, eso es imposible sin una plataforma política que combata la segregación y la plutocracia con el colectivismo, la lucha popular y la unión: Make The People great again!
Uno de los mejores materiales sobre el fenómeno Trump es el libro de Franco Berardi, alias “Bifo” (2021), La segunda venida. En este texto, se comenta que la necesidad de un caudillo o redentor político —un falso mesías—, no solo proviene de que vivimos tiempos complicados y de incertidumbre, después de la pandemia global y los cracks económicos; también, el nuevo caudillismo es resultado de una extraña mezcla de desconfianza en las instituciones; cultura de las superestrellas y los superhéroes; necesidad de esperanza y pertenencia; hastío de lo blando del progresismo woke ante la pobreza, la violencia y la muerte; y el temor de los pueblos a tomar la democracia en sus propias manos. No obstante, “Bifo” dice que hay otro componente que no se puede descartar: el miedo a las izquierdas. Ya sea por las fallas del socialismo realmente existente; la pésima publicidad que han recibido los liderazgos de izquierda, impuesta por medios liberales; o bien, la corrupción y oportunidades perdidas de algunos movimientos sociales y partidos de izquierda, lo cierto es que iniciativas como la de Trump quieren sacar a las izquierdas del mapa político para reducir toda disputa a una lucha entre (neo)liberales y populismos de derecha. Sin embargo, conviene pensar en otras opciones de resistencia. Porque, si acaso existe alguna ventaja de estar atravesando el Apocalipsis, es que puede ser un tiempo de redefiniciones, donde haya tanto espacio para la creatividad como para la crítica.
Juramento de Trump como presidente de Estados Unidos. Fuente: ¡Hola! (2025).
Abbasi, A. [@_aliabbasi_]. (2023, 10, 14). X-Twitter. https://x.com/_aliabbasi_/status/1845780143056314786
Berardi, F. (2021). La segunda venida. Neorreaccionarios, guerra civil global y el día después del Apocalipsis. Caja Negra.
CBS News (1980). Mike Wallace grills Donald Trump about his future in politics in 1985. [Video]. YouTube. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=wZ5fC2gfyKM&ab_channel=CBSNews
Covert, B. (2018). Trump’s gentrification scheme to enrich real estate developers. The New Republic. https://newrepublic.com/article/152670/trumps-gentrification-scheme-enrich-real-estate-developers
Docx, E. (2025). Fee, fi fo… Trump: how an ogre won back the White House. The Guardian. https://www.theguardian.com/books/2025/jan/20/fee-fi-fotrump-how-an-ogre-won-back-the-white-house
El Confidencial (2024). Dijo de él que es “difamatorio”: Trump, en contra de su biopic con un actor de Marvel. https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2024-11-09/biopic-donald-trump-ali-abbasi-sebastian-stan-1qrt_3999904/
El Financiero (2025). Sobraron los dólares: ¿Qué multimillonarios acudieron a la toma de protesta de Donald Trump? https://www.elfinanciero.com.mx/mundo/2025/01/20/toma-de-protesta-de-donald-trump-que-empresarios-millonarios-acudieron/
Excélsior (2024). Psicólogo diagnostica a Trump con principios de demencia. https://www.excelsior.com.mx/global/psicologo-diagnostica-a-trump-con-principios-de-demencia/1307180
Farber, S. (2024). Donald Trump, un lumpencapitalista. Jacobin. https://jacobinlat.com/2024/11/donald-trump-un-lumpencapitalista/
Fear, D. (2024). The Apprentice is the most brutal Donald Trump biopic imaginable. Rolling Stone. https://www.rollingstone.com/tv-movies/tv-movie-reviews/the-apprentice-review-donald-trump-biopic-1235023810/
Geier, T. (2020). Alec Baldwin and 12 other actors who have impersonated Donald Trump. The Wrap. https://www.thewrap.com/actors-donald-trump-alec-baldwin-brendan-gleeson/
Grande, P. (2024). Reagan: “Making America Great”, for the first time. https://www.ussc.edu.au/reagan-making-america-great-the-first-time
Gutiérrez Arellano, L. (2019). Reject modernity. Tierra Adentro. https://tierraadentro.fondodeculturaeconomica.com/reject-modernity/
James, A. (2016). Trump: Ensayo sobre la imbecilidad. Malpaso.
Klosterman, C. (2016). El sombrero del malo. En pugna con los villanos (reales e imaginarios). Es Pop Ediciones.
La Nación (2019). Planean demoler el hotel que lanzó a Trump a la fama. https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/planean-demoler-nueva-york-hotel-lanzo-trump-nid2218810/
Land, N. (2018). La Ilustración Oscura y otros ensayos neorreaccionarios. Materia Oscura.
Leccese, M. (1980). New York city “trumped”. Emporium, Vol. 20. https://prn.library.cornell.edu/cgi-bin/cornell-prn?a=d&d=PRN19800701.2.10&e=——-en-20–1–txt-txIN——-
Siegel, T. (2024). Donald Trump movie The Apprentice ignites controversy in Cannes over rape scene. Variety. https://variety.com/2024/film/news/the-apprentice-donald-trump-rape-scene-cannes-controversy-1236010965/
Silverman, D. (1986). Selling culture: Bloomingdale´s, Diana Vreeland, and the New Aristocracy of taste in Reagan’s America. Pantheon.
Singer, M. (2018). El Show de Trump: Perfil de un vendedor de humo. Debate.
Trump, D. (1987). The Art of the Deal. Random House.
Vance, J.D. (2017). Hillbilly: una elegía rural. Memorias de una familia y una cultura en crisis. Deusto.
Zerofsky, E. (2024). Is it fascism? A leading historian changes his mind. The New York Times Magazine. https://www.nytimes.com/2024/10/23/magazine/robert-paxton-facism.html
Žižek, S. (2024). The shooting of Trump. Žižek goads and prods. https://slavoj.substack.com/p/the-shooting-of-trump
Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, todos los derechos reservados 2023. Esta página puede ser reproducida con fines no lucrativos, siempre y cuando no se mutile, se cite la fuente completa, y su dirección electrónica. De otra forma, requiere permiso previo por escrito de la institución.
REVISTA TLATELOLCO: DEMOCRACIA DEMOCRATIZANTE Y CAMBIO SOCIAL, Vol. 1, Núm. 2, enero – junio 2023, es una publicación semestral, editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Alcaldía Coyoacán, Ciudad de México, C.P. 04510, a través del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818 ext. 49787, URL: https://puedjs.unam.mx/revista_tlatelolco/, correo electrónico: revistatlatelolco@puedjs.unam.mx. Editor responsable: John Mill Ackerman Rose. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo de Título: 04-2022-111112043400-102, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: John M. Ackerman Rose, Av. Ricardo Flores Magón No. 1, Piso 13, colonia Nonoalco Tlatelolco, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06900, Ciudad de México, Tel. 5551172818, ext. 49787. Fecha de última modificación: 28 de febrero de 2023.
El contenido de los textos es responsabilidad de los autores y no refleja forzosamente el punto de vista de los dictaminadores, o de los miembros del Comité Editorial, ni la postura del editor de la publicación.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.