ISSN : 2992-7099

CIDE: Origen y devenir (Crisis de identidad)

Rocío Mejía Flores *

Rocío Mejía Flores *

* Economista por la Universidad Anáhuac y maestría en Economía en el CIDE (1983-1985). Se especializa en microfinanzas y economía solidaria y feminista. Ha colaborado en la administración del gobierno del DF y actualmente es DG de TELECOMM.

Fidel Aroche Reyes**

Fidel Aroche Reyes**

** Economista (Universidad de Londres), Profesor de la Facultad de Economía, UNAM, Miembro del SNI, Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Maestría en Economía en el CIDE (1983-1985). Se ha especializado en las estructuras económicas, produciendo métodos originales de análisis, así como en el desarrollo económico de México, desde la perspectiva estructural.

21 diciembre, 2021

México –junto con otros países en desarrollo en diversas regiones del mundo– enfrentó problemas para honrar sus obligaciones financieras a lo largo de 1980, cuando el Banco Central de EE.UU. elevó las tasas de interés, en un intento por controlar la inflación interna. Las condiciones de funcionamiento de la economía mundial cambiaron abruptamente en pocos meses y buena parte de estas economías endeudadas cayeron en crisis profundas, en parte inducidas por políticas de estabilización dictadas por estas nuevas condiciones.

Al mismo tiempo, los organismos financieros multilaterales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, radicalizaron su posición teórica en economía; a partir de entonces, los problemas del subdesarrollo dejaron de ser importantes para sus agendas y las crisis fueron atribuidas a las políticas de desarrollo practicadas hasta entonces. Los equilibrios fiscal y externo garantizarían el crecimiento de las economías, mientras que las políticas “sociales” (es decir, las transferencias de recursos a determinados segmentos de la población) se encargarían de resolver la pobreza y la desigualdad. La teoría de Von Hayek sentó sus reales a partir de entonces.

En 1982 toma posesión el Presidente Miguel de la Madrid, quién adopta una política económica acorde con tal diagnóstico. Los economistas del Instituto Tecnológico de México (ITAM) y del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey ganaron espacios en la discusión teórica y política, puesto que estaban educados en esa filosofía.

El Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) había sido fundado por el Estado mexicano con el fin de recibir a un grupo de importantes intelectuales y académicos de diversos países sudamericanos que se habían refugiado en México. Durante los años 1970, América del Sur sufrió un importante número de golpes de Estado, que dieron paso a dictaduras intolerantes, de modo que buena parte de los intelectuales y académicos buscaron refugio en otras geografías, México incluido.

El CIDE se constituyó como un espacio académico e intelectual caracterizado por su independencia teórica y política. Buena parte de las y los investigadores se adscribían a la escuela de desarrollo estructuralista latinoamericana, había también un intercambio fluido con economistas heterodoxos europeos, algunos asociados con la Escuela de Cambridge (Gran Bretaña), al tiempo que la escuela keynesiana y su versión kaleckiana eran fuentes teóricas de los trabajos de investigación y de la formación que recibían las y los estudiantes en los programas de Maestría existentes entonces. Estos programas atraían estudiantes hispanoamericanos, sobre todo. Los egresados se empleaban como cuadros técnicos de alta calidad en los gobiernos de sus países, de los estados mexicanos, del gobierno federal y de diversas instituciones educativas.

No obstante, el CIDE era una Asociación Civil financiada por el Estado y pronto quedó claro que el Centro era objeto de atención de los organismos públicos correspondientes, los cuales nombraban a las autoridades de esta institución. Asimismo, las remuneraciones del personal  académico dependían de los designios de la Secretaría de Hacienda, de modo que éstas se redujeron en términos reales de manera muy sensible a lo largo de la década de los 80, de acuerdo con la política económica recesiva de entonces. Desde el sexenio salinista se notó un desprecio por la producción intelectual de ese centro y se ordenó la extinción del mismo. Fue así que se fue presionando a connotad@s investigador@s, quienes tuvieron que ir renunciando y/o se les fue quitando presupuesto.  En 1989 Carlos Bazdresch fue nombrado Presidente del CIDE, quien llegó ya con la espada desenvainada ante su disgusto por la calidad, la cantidad y la orientación de los trabajos que se desarrollaban en la institución que debía dirigir. Expresó su desacuerdo con las conclusiones de la mayor parte de los trabajos críticos de la corriente austriaca. Asimismo, en su opinión, la calidad de los programas de Maestría dejaba mucho que desear, en particular, porque allí no se enseñaba economía hayekiana.

Así las cosas, no tardó el Sr. Bazdresch en comenzar la cacería de brujas. En pocos meses, la antigua planta de investigadores quedó diezmada. En 1990 se despidió a un centenar de investigadoras e investigadores por resultar “incómodos”  a la nueva política “ neoliberal “ instaurada por Carlos Salinas de Gortari y su sucesor Ernesto Zedillo. 

El Informe de Economía Mexicana que cada año publicaba el Departamento de Economía del CIDE, contradecía a los del Banco de México y de la Secretaría de Hacienda; se le llegó a denominar “ el libro rojo de economía”. 

Así, de un día para otro, una vez eliminados de la plantilla, los más de 100 investigador@s, se contrató a profesores provenientes de las escuelas de las universidades de Harvard y Rice, entre otras.  Se convirtieron en un think tank de la derecha. Las investigaciones fueron redirigidas a los intereses del Gobierno del PRI o del PAN en turno, y el área jurídica llegó al colmo de defender a los asesinos de la Matanza de Acteal, arguyendo que lo que defendieron fue que “el proceso tenía vicios y estaba mal planteado”. 

Contexto actual y perspectivas

En el actual contexto de cambio de rumbo en el país, con la entrada de un gobierno democrático, en diciembre del 2018,  se requiere de creación e investigación que aporten para una transformación hacia la democracia y hacia el bienestar. Hoy que se busca una reorientación de la economía y se busca un nuevo marco teórico acorde,  el CIDE como tal ha entrado  en una crisis de identidad.

¿Será capaz la plantilla de profesor@s y alumn@s de entender que lo que se requiere es aportar en ese sentido? Se deberán generar estudios y propuestas donde el crecimiento económico sea un medio y no un fin.  Y se deben reorientar los instrumentos económicos y financieros hacia una economía popular, una economía solidaria, una economía del bienestar en beneficio de las mayorías.

En un país con grandes carencias heredadas el uso eficiente de los escasos recursos esto es fundamental.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

two × five =