¿Intervención militar de Estados Unidos en el Caribe?

Ilustración: Horacio Leonardo Vázquez García

Ana María Hernández Vallén

Ana María Hernández Vallén

Periodista, docente universitaria e investigadora. Dra. en Ciencias para Desarrollo Estratégico y en Ciencia y Pedagogía Crítica.

29 septiembre, 2025

El 7 de agosto de 2025, el presidente de Estados Unidos Donald Trump firmó una orden ejecutiva relacionada con Venezuela. El periódico The New York Times reportó la existencia de dicha orden al día siguiente. El 8 de agosto, la fiscal general Pam Bondi emitió una declaración oficial sobre dicha orden, anunciando una acción judicial contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros. Se ofreció una recompensa de 50 millones de dólares por su captura y se cuestionó su estatus como jefe de Estado, acusándolo de los delitos de narcotráfico y crimen organizado. Posteriormente, el 14 de agosto, se inició la movilización de fuerzas militares estadounidenses hacia las aguas del Caribe. 

Este ensayo busca analizar las razones por las cuales el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó la mencionada orden ejecutiva. A partir de estos hechos surgen varias interrogantes: ¿Por qué no se pronunció el Pentágono? ¿Por qué tampoco lo hizo el secretario de Defensa estadounidense? ¿Por qué el propio presidente, Donald Trump, no comunicó directamente su decisión? Desde un enfoque crítico, nuestro análisis se centrará en las narrativas discursivas y en sus consecuencias inmediatas tanto para los gobiernos de Venezuela, Colombia y México, como para América Latina en su conjunto.

Para esto, con el objetivo de mantener un equilibrio informativo, se ha considerado en el análisis, el artículo publicado en agosto de este año por The New York Times: “¿El gobierno de Trump se está preparando para una confrontación militar con Venezuela?”, que examina las contradicciones presentes en la segunda administración de Donald Trump, iniciada el 20 de enero de 2025, y señala que el marco legal para una posible intervención militar en el Caribe, particularmente contra Venezuela, no cuenta con la autorización del Parlamento estadounidense. Además, resalta la ausencia de declaraciones oficiales del Pentágono respecto a la resolución secreta firmada el 7 de agosto, cuyo número de registro oficial y verdadero alcance e impacto permanecen desconocidos.

Consideramos que lo que está en discusión es la forma en que los medios de comunicación y las redes sociales construyen narrativas donde frecuentemente se traspasan los límites entre brindar una noticia y emitir una opinión. La información difundida suele estar cargada de epítetos con calificativos como: “tirano”, “criminal”, “torturador”, “dictador”, “traficante de drogas” o “ilegítimo” para referirse al actual presidente de Venezuela.

Ante este panorama, conviene considerar el papel de los conglomerados mediáticos en la vulneración de principios vinculados con la democracia como sistema político. Si la democracia garantiza a la ciudadanía el derecho soberano de elegir a sus representantes, los medios de comunicación en su función social, deberían reconocer los resultados que obtienen los distintos partidos y candidatos en los procesos electorales. En países como Venezuela, Colombia y México, estos procesos cuentan con plazos legales preestablecidos, están sujetos a observación internacional y gozan de un reconocimiento institucional.

Cabe destacar que, particularmente, en Venezuela —desde 1958 y tras el derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez— se ha venido consolidado un sistema electoral democrático: un sistema regulado por un organismo especializado y automatizado, denominado Consejo Nacional Electoral (CNE), que supervisa la actuación de las y los candidatos y de sus organizaciones políticas, garantizando un tratamiento comunicacional igualitario durante las campañas. Sin embargo, fuera de sus fronteras, los conglomerados mediáticos internacionales repiten el discurso sobre la existencia de un gobierno dictatorial en el país, la ausencia de elecciones reales y la victoria ineludible del “dictador”. Incluso, antes de concluir los procesos electorales, los dirigentes opositores denunciaron fraude y se presentaron como perseguidos políticos. Dichos pronunciamientos fueron reproducidos por los presentadores de noticieros televisivos, radiofónicos o medios impresos y digitales, pretendiendo informar sobre la situación actual del país.

 

Corpus y metodología

El presente ensayo analiza primero la orden ejecutiva “secreta” decretada por Donald Trump y publicada el 8 de agosto de 2025, dada a conocer por The New York Times; luego la actuación y el discurso comunicacional de los representantes gubernamentales de Estados Unidos, tras la divulgación de la resolución ejecutiva; y por último, el compendio de noticias agrupadas en medios alternativos como La Tabla, La Iguana, Fuser News y Misión Verdad, a fin de identificar a los actores relevantes y el uso de sus principales recursos retóricos dentro de los marcos discursivos. Para ello, emplearemos el análisis del discurso, considerando tanto las narrativas discursivas de los actores participantes, como los intereses geopolíticos de cada país y región involucrada.

 

Mapa de actores y narrativas estadounidenses

Cuatro funcionarios y funcionarias de alto nivel han definido el alcance de la orden emitida por el presidente Trump en el marco de su política exterior hacia países de Centroamérica, el Caribe y Latinoamérica. Las personas responsables son: Marco Rubio (Secretario de Estado), Christopher Landau (Subsecretario de Estado), Pam Bondi (Fiscal General) y Karoline Leavitt (Secretaria de Prensa de la Casa Blanca). Cada una de sus declaraciones ha representado la formalización de las medidas implementadas bajo la iniciativa denominada “operación antidrogas”.

No obstante, entre los principales actores involucrados, el Pentágono no ha emitido ninguna declaración oficial sobre el despliegue militar en aguas del Caribe ni acerca de su posible impacto político en la región. En consecuencia, han sido los medios de comunicación quienes han presentado la intervención de Estados Unidos como una manifestación de poder militar con fines disuasorios. Por otra parte, las declaraciones de los portavoces gubernamentales de la Casa Blanca han reiterado propuestas formuladas por el presidente Trump durante su campaña para un segundo mandato; entre ellas, el uso de expresiones como “No más guerras”, destinadas a mantener la percepción de un liderazgo pacificador en relación con Ucrania, así como mensajes sobre el fortalecimiento de las empresas estadounidenses como estrategia para mejorar la economía nacional y facilitar negociaciones con Europa.  

 

Mapa de actores y narrativas de los países afectados

Al analizar las líneas discursivas de las y los mandatarios, y la manera en que sus discursos son transmitidos por los medios de comunicación masiva, se evidencian las medidas de protección de la soberanía de los respectivos países, así como las acciones a ejecutar a fin de enfrentar la contingencia internacional. Por ejemplo, Claudia Sheinbaum, presidenta  de los Estados Unidos Mexicanos, señaló que México es un país libre, independiente y soberano, y descartó que Estados Unidos pueda realizar un ataque militar al país, reafirmando la soberanía nacional y asegurando que “eso no va a ocurrir” (TeleSur_a, 2025). Asimismo, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, respondió que los anuncios formulados por la Fiscal General de Estados Unidos, Pam Bondi, no tienen fundamento y rechazó los epítetos de “criminal” formulados hacia su persona. Además convocó a un Proceso de Alistamiento de Toda la Milicia Nacional Bolivariana en Defensa de la Patria, para los días sábado 23 y domingo 24 de agosto de 2025; proceso que se llevó a cabo en todos los Cuarteles y Unidades Militares, Plazas Públicas Centrales, Bases Populares de Defensa Integral y Milicia Nacional Bolivariana. 

En el marco de estos acontecimientos, es importante destacar que el canal de noticias TeleSur respaldó la actuación del presidente Maduro. El 19 de agosto de 2025, algunos de sus titulares fueron: “Presidente Maduro: Venezuela se consolida como bastión de paz ante el imperialismo” (TeleSur_b, 2025); “Venezuela señala como muestra de “desesperación” amenazas y descalificaciones emitidas por la Casa Blanca” (TeleSur_c, 2025); y “Venezuela vincula a la ‘ultra derecha’ con plan de asesinato político y terrorismo” (TeleSur_d, 2025).

Por su parte, Gustavo Petro, presidente de Colombia, declaró que “Venezuela y Colombia son un mismo pueblo”. También rechazó los anuncios de la Casa Blanca e indicó que cualquier ataque al país venezolano implica atentar contra la estabilidad de la región sudamericana. Asimismo, expresó su preocupación por el escalamiento regional y sus efectos en la frontera colombo-venezolana (TeleSur_e, 2025). Finalmente, Ernesto Samper, ex-presidente de Colombia y ex-presidente de la UNASUR, a través de sus redes sociales, solicitó a Donald Trump “sacar las manos de América Latina” y no enviar tropas a la región (TeleSur_f, 2025).

 

Comportamiento de las Agencias Internacionales

Desde el 7 de agosto de 2025, la escalada informativa, política y geopolítica de esta contingencia ha ido en aumento. Además, los medios internacionales —particularmente la agencia inglesa Reuters— no han seguido el principio ético de verificación del hecho noticioso. Ambos escenarios contribuyen al aumento de la mencionada contingencia internacional. Para ilustrar lo anterior, se presenta un fragmento del análisis realizado para Telesur por el analista e investigador William Serafino, quien aseguró que Reuters:

[…] difundió información no verificada sobre supuestos despliegues militares estadounidenses hacia Venezuela, utilizando datos falsos sobre destructores y buques anfibios que resultaron estar en otras ubicaciones. Un análisis detallado revela cómo estas “exclusivas” buscaban crear tensión política sin fundamento. El supuesto despliegue militar estadounidense en el Caribe, con miras hacia aguas territoriales venezolanas, ha ejercido una considerable influencia en la opinión pública nacional e internacional, generando no solo innumerables reacciones, sino una gran variedad de hipótesis y conjeturas alrededor de un movimiento sincronizado con el aumento de la recompensa por la captura del presidente Nicolás Maduro a 50 millones de dólares a principios de este mes. La agencia Reuters ha tenido un rol significativo en impulsar una atmósfera de tensión psíquica y comunicacional, fundamentada en el supuesto carácter de inminencia de una operación militar norteamericana en territorio venezolano. No obstante, su forma de proceder ha estado muy distante de la ortodoxia periodística y, al mismo tiempo, muy cerca del umbral de las operaciones psicológicas y de propaganda. Mediante estas “revelaciones” ha intentado afianzar una narrativa de conflicto e intimidación contra Venezuela, operando como brazo mediático de la agenda de los sectores de línea dura del Partido Republicano, liderados por el secretario de Estado, Marco Rubio. (Serafino, 2025) 

Por su parte, las agencias informativas internacionales –AP, Reuters, Xinhua, RT, Sputnik– hicieron su labor con base en su línea editorial: por ejemplo, Associated Press, AP, y Newsweek replicaron, sin cuestionamientos, la narrativa del despliegue naval, reproduciendo lo que según diversos analistas sería una operación de post verdad.

 

Medios Regionales

En contraposición a las agencias internacionales, los medios alternativos latinoamericanos –como La Tabla desmontaron la operación de la Casa Blanca evidenciando, como un “globo de ensayo”, las inconsistencias logísticas: por ejemplo, el grupo anfibio Listo Iwo Jima navegó sólo 200 millas entre el 14 y el 19 de agosto, día en que regresó a sus instalaciones. Cinco días les tomó volver a su base, cuando se trata de un recorrido que, en condiciones normales, toma aproximadamente 12 horas de navegación. ¿Qué desplegaron los marines estadounidenses en esos cinco días, antes de regresar a su base debido al huracán Erin?

En el necesario equilibrio informativo y de investigación, el portal La Tabla remitió a la fuente Fuser News, la cual documentó con imágenes la crisis de mantenimiento que atraviesa la US Navy como un factor explicativo del regreso de la flota de marines estadounidenses. A ello, se sumó la contingencia atmosférica provocada por la aparición en el Caribe del huracán Erin, lo que reforzó la interpretación de que la retirada no obedeció a razones estratégicas de fondo, sino a limitaciones operativas y coyunturales.

Por su parte, los portales La Iguana y Misión Verdad denunciaron el componente de guerra psicológica y la articulación con sectores opositores venezolanos que –desde una supuesta “clandestinidad”– gestionaban y celebraban el despliegue de fuerzas militares estadounidenses hacia el Caribe, bajo la excusa de enfrentar al llamado Cartel de los Soles. En estas narrativas, sin embargo, se pasó por alto el fenómeno del Tren de Aragua, organización criminal convertida en símbolo mediático del caos regional y utilizada frecuentemente para justificar intervenciones externas. Más tarde, este hecho pasó a un segundo plano tras la victoria diplomática venezolana que logró, el 19 de julio de 2025, la liberación de 252 ciudadanos venezolanos recluidos sin debido proceso en el Centro de Confinación Terrorista (CECOT) de El Salvador.


Comportamiento y discurso de los gobiernos regionales

La revisión del comportamiento y discurso narrativo –publicado desde los gobiernos regionales, ante el anuncio del despliegue militar de Estados Unidos hacia el Caribe– deja entrever la reconfiguración de las relaciones de poder en el continente. Más allá de la cronología de decisiones adoptadas en Washington, se observa una respuesta diferenciada por parte de los actores latinoamericanos, quienes se han visto obligados a reaccionar ante un escenario donde confluyen narrativas de seguridad, soberanía, comercio energético y tensiones diplomáticas. Por ejemplo, Venezuela ha respondido con medidas de seguridad, como la prohibición del uso de drones por 30 días, la movilización cívico-militar y los registros en plaza Bolívar. Por su parte, México y Colombia, aunque menos citados en medios, han quedado implicados en la narrativa estadounidense como países de tránsito: México como el primer país productor de drogas; Colombia como el país que refuerza la presión bilateral que ejerce Estados Unidos.

A la par, se advierte la pretensión de instrumentalizar la justicia como mecanismo de presión y como estrategia distractora frente a la política interna estadounidense. Así, desde su retorno a la presidencia, Donald Trump ha desplegado una amplia gama de acciones orientadas a reflotar la economía de su país, recurriendo a las consuetudinarias amenazas de incremento arancelario a escala global. En este tenor, había fijado como límite el 7 de agosto de 2025 para la implementación de dichas medidas; sin embargo, llegada la fecha, optó por extender los plazos, manteniendo así la tensión como recurso político.

En materia de política exterior, Trump ha buscado fortalecer el mercado a través de la venta y prueba de armamento militar, al tiempo que procura cumplir con su promesa electoral de “acabar con la guerra entre Ucrania y Rusia”. Ello lo ha llevado a negociar, primero con el presidente ruso, Vladimir Putin, y después con Volodímir Zelensky. De esta forma, la llamada Cumbre de Alaska tuvo lugar el 15 de agosto de 2025 en Anchorage, y ambos mandatarios ofrecieron una rueda de prensa sin responder preguntas y se retiraron sin mayores declaraciones. Se habló de ciertos avances, aunque no de acuerdos concretos

El 18 de agosto, Zelensky se reunió con Trump en Washington, acompañado de representantes de la Comunidad Europea, quienes reaccionaron con cautela a los resultados de ambas citas. Según diversos reportes, Putin habría presentado a Trump una oferta de paz que implicaría la retirada ucraniana de la región de Donetsk y del Donbás, a cambio de congelar las líneas del frente en Zaporiyia y Jersón. Cabe destacar que Rusia reclama el Donbás como propio, mientras ha controlado ya la mayor parte de Luhansk y alrededor del 70 % de Donetsk. Sin embargo, Zelensky ha reiterado en varias ocasiones que no cederá el control de ese territorio, pues podría convertirse en un trampolín para futuros ataques rusos (Wright, 2025).

Mientras tanto, Estados Unidos ha necesitado demostrar fuerza bélica en su “patio trasero” latinoamericano. Un ejemplo de ello han sido las negociaciones diplomáticas que derivaron en la antes mencionada liberación, el 19 de julio de 2025, de 252 migrantes venezolanos arrestados en la Unión Americana y secuestrados en el Centro de Confinación Terrorista en El Salvador, donde habían permanecido hasta el 15 de marzo del presente año. 

Sin embargo, frente a ciertos reveses políticos, Trump firmó en secreto una orden ejecutiva y, a través de sus voceros, desplegó operaciones psicológicas sustentadas en campañas mediáticas y de redes sociales. Estas acciones sirvieron tanto para desacreditar a sus homólogos latinoamericanos como para reforzar, ante la opinión pública estadounidense, la narrativa de Estados Unidos como “vigilante del continente”. Y en este mismo marco estratégico, y con la inminente temporada invernal en mente, Washington anunció que permitiría a la empresa Chevron retomar sus operaciones de extracción de petróleo en Venezuela. La medida fue celebrada por Nicolás Maduro y reseñada por la BBC el 25 de julio de 2025 bajo el titular: “EE.UU. permite a Chevron reanudar operaciones petroleras en Venezuela, (y por qué es tan importante esta licencia para la economía venezolana)” (Paredes, 2025).

Mientras esto sucede en el continente americano, otras acciones imperialistas van ocurriendo en simultáneo: en el ámbito económico global, desde febrero del presente año, está vigente la campaña de presión del presidente Trump, mediante la amenaza de incrementar los aranceles a la Unión Europea, Rusia, China, con un plazo límite fijado para el 7 de agosto 2025. Sin embargo, la reunión realizada el 27 de julio en Escocia –entre el mandatario estadounidense y Ursula Von del Layer, presidenta de la Comisión Europea– derivó en un acuerdo intermedio: no aumentar los aranceles universales al 30%, como se había anunciado, sino al 15%. Con ello, se buscó mantener el comercio transatlántico y garantizar que las empresas estadounidenses pudieran recuperar terreno en el mercado europeo.

 

La descalificación: pieza clave para un despliegue militar 

El 7 de agosto, la prensa internacional estuvo al tanto del incremento de los aranceles por parte de Estados Unidos. A la par, se realizaron acciones políticas-mediáticas con la intención de enturbiar la tranquilidad geopolítica en el Caribe y Sudamérica. De acuerdo con el portal DataUrgente:

[…] EE.UU. ordena desplegar fuerzas militares en el Caribe para “combatir” el narcotráfico:  La directriz otorga al Pentágono facultades para realizar operaciones extraterritoriales contra los cárteles, con un enfoque particular en México y Venezuela, lo que permite al mismo tiempo el intervencionismo y la injerencia. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos (EE.UU.) ordenó este jueves -14 de agosto- el despliegue de fuerzas aéreas y navales en el sur del mar Caribe, presuntamente para combatir cárteles del narcotráfico, según dos altas fuentes del Pentágono citadas por la prensa local. La medida, ratificada por el secretario de Estado, Marco Rubio, forma parte de una política de la Administración Trump que autoriza el uso de fuerza militar contra grupos designados como supuestas organizaciones terroristas, con foco en países como México y Venezuela. La orden, firmada en secreto por el presidente Donald Trump -el 7 de agosto- y revelada por The New York Times el 8 de agosto, permite operaciones militares directas en el mar y en suelo extranjero contra cárteles como el de Sinaloa y el extinto Tren de Aragua. Según las fuentes, el despliegue busca frenar el flujo de cocaína y fentanilo hacia EE.UU., atribuyendo a estos grupos criminales la responsabilidad de la crisis de narcóticos.(…). No obstante, desde la Casa Blanca no se hace referencia a las falencias de los mecanismos de control a lo interno de los EE.UU. para evitar la entrada de los narcóticos, lo que implicaría incluso una responsabilidad estatal. (DataUrgente, 2025)

Por su parte, la cuenta de TikTok, ABC.ES, publicó un mensaje con la declaración textual de Pamela Bondi, Fiscal General de Estados Unidos, quien, leyendo un telepronter, anunció la duplicación de la recompensa a 50 millones de dólares, “a quien dé información por el número 1 202 307 42 20 sobre Nicolás Maduro Moros”, que fue calificado de “criminal” y quien –al ser el jefe de los Cárteles de Los soles, el Tren de Aragua y estar vinculado con el Cártel de Sinaloa en México–  debe pagar por sus crímenes ante la justicia (ABC.ES, 2025).

Hasta aquí resulta preciso señalar cómo la activación de estas narrativas discursivas de intervención por parte de voceros estadounidenses, centraron sus discursos en mostrar a Venezuela como un estado fallido, que cuenta con un mandatario vinculado con el tráfico de drogas y que posee bienes en Estados Unidos, pero obviaron señalar qué bienes se incautaron, los montos de estos bienes y el lugar donde fueron encontrados.  

Para dar continuidad a la puesta en práctica de las operaciones psicológicas, los medios de comunicación juegan un papel central: son la vía sin cuestionamientos para amplificar las ideas descalificatorias tanto del mandatario venezolano, como de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Así, en el ámbito internacional, la orden ejecutiva de Washington —justificada bajo el argumento de combatir el narcotráfico— fue acompañada por una intensa cobertura mediática que exaltó la superioridad bélica norteamericana. Mientras tanto, los grandes medios actuaron como amplificadores naturales: agencias como AP, Reuters, Xinhua, RT y Sputnik difundieron la noticia según sus líneas editoriales, mientras que redes sociales como X, Instagram y TikTok multiplicaron el impacto, transmitiendo la sensación de una invasión militar “en curso” por parte del todopoderoso ejército estadounidense.

En el plano diplomático, el 14 de agosto se difundió ampliamente el respaldo de China, Rusia y otros países a los presidentes de Venezuela y Colombia, así como a la presidenta de México, esto frente al inicio del despliegue militar estadounidense en el Caribe. Dicho despliegue incluyó al Grupo Anfibio Listo de Iwo Jima (ARG), la 22.ª Unidad Expedicionaria de Marines, un avión de reconocimiento P-8 Poseidon, varios destructores, un submarino nuclear de ataque y un crucero con misiles guiados.

  El 20 de agosto, tras los anuncios del presidente Trump, se llevó a cabo una reunión extraordinaria de los presidentes de países miembros del ALBA-TCP. Los acuerdos de dicha reunión fueron: rechazar cualquier intento de intervención extranjera en la región bajo pretexto de la lucha antidrogas, respaldar a Venezuela frente a amenazas militares y operaciones psicológicas, fortalecer la cooperación en materia de seguridad y comunicación soberana, impulsar la creación de un frente regional de medios públicos para contrarrestar narrativas hegemónicas, y avanzar en la integración militar defensiva y en la coordinación diplomática en foros multilaterales.

 

Elementos informativos condimentados y sus consecuencias   

Con el paso de los días, la tensión informativa se intensificó. Entre declaraciones cruzadas de voceros y reportes de un supuesto desplazamiento militar, pasó casi inadvertido un hecho clave: debido al huracán Erin en aguas del Caribe, el Grupo Anfibio Iwo Jima (ARG) y la 22.ª Unidad Expedicionaria de Marines, que habían zarpado el 14 de agosto, regresaron a su base el 19 por problemas de mantenimiento. Surge entonces la pregunta: ¿cómo explicar que un recorrido de apenas 200 millas —que normalmente se completa en 12 horas— tardara cinco días en realizarse?

En ese sentido, si bien las declaraciones y acciones del gobierno de Estados Unidos han tenido amplia cobertura mediática, las acciones por parte de Venezuela han sido poco destacadas. El tratamiento informativo del 21 de agosto de 2025, por parte de la cadena televisiva estadounidense CNN, es muestra de ello: la cadena difundió un reporte cuyo título fue:  “Este es el potencial de guerra de los buques de EE.UU., desplegados en el Caribe en medio de la tensión con Venezuela”. En dicho reporte, el primer video abre el texto escrito y narrado por German Padinger en el cual se cita como fuente al Ministerio del Poder Popular para la Defensa. Este video tiene como subtítulo: “Cientos de aeronaves y millones de milicianos, esta es la capacidad militar de Venezuela”. A partir del análisis realizado para este texto, es posible poner en duda el poder de defensa mencionado (Padinger, 2025). 

El subtítulo del video es un reporte de la Corresponsal de CNN en Caracas, Osmay Hernández, quien cita la frase de Maduro Moros: “Ningún imperio va a tocar el suelo sagrado de Venezuela…”, y presenta el video del presidente Maduro, sin contextualización alguna, durante la reunión de trabajo con gobernadores, Alcaldes del Gran Polo Patriótico y la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV (Padinger, 2025).

Las declaraciones del gobierno de Trump han tenido consecuencias diferenciadas en los países de América Latina. En Venezuela, como amenaza externa, provocaron una serie de respuestas inmediatas: fortalecer la narrativa de soberanía comunicacional, incrementar la seguridad del territorio, asegurar la cohesión nacional y cuidar el espacio público. Si bien la soberanía comunicacional se reafirma como herramienta para enfrentar operaciones psicológicas y preservar la capacidad de producir una acción comunicacional con agenda propia, el riesgo de estas respuestas es la normalización de un estado de alerta permanente. 

En Colombia, pese a su rol histórico como principal aliado de Estados Unidos en la llamada “guerra contra las drogas”, se advirtió sobre los riesgos de una escalada militar en la región. Tanto el presidente Gustavo Petro como el ex mandatario Ernesto Samper denunciaron que cualquier ataque contra Venezuela significa desestabilizar la región latinoamericana.

Por su parte, México enfrenta presiones bilaterales crecientes: la narrativa antidrogas alimenta el estigma internacional, al tiempo que fortalece la capacidad de negociación del país latinoamericano con Estados Unidos. Por ello, en sus declaraciones, la presidenta Claudia Sheinbaum ha mantenido el respeto a la investidura presidencial del mandatario venezolano señalando que no cuenta con información que involucre al presidente Maduro con el Cártel de Sinaloa.

 

Repercusiones para el Caribe y América Latina

A nivel regional, el anuncio estadounidense produjo dos efectos concretos: 1) el rechazo de los mandatarios de la región latinoamericana y la defensa de la soberanía de cada nación, ante la presencia militar en aguas caribeñas bajo pretextos de “lucha antidrogas”; y 2) una eventual fragmentación regional, pues cada país está resguardando sus intereses bilaterales. De cara a este panorama, se hace necesaria la acción coordinada y la construcción de redes regionales de información que difundan narrativas propias y fortalezcan la cooperación Sur-Sur. 

Frente a todo ello, resulta importante destacar la importancia de algunas posturas y propuestas que podrían contemplar los gobiernos latinoamericanos a fin de enfrentar las recientes amenazas de Estados Unidos, que busca recuperar y consolidar nuevamente su presencia militar en todo el continente: 

  1. Gobernanza de la comunicación soberana: marcos legales y políticas públicas que prioricen la producción nacional y regional.
  2. Observatorios de guerra psicológica y post-verdad: instancias académicas y estatales para detectar operaciones discursivas.
  3. Interoperabilidad de medios públicos latinoamericanos para compartir contenidos y agendas comunes.
  4. Formación en comunicación estratégica para periodistas y comunicadores.
  5. Diplomacia comunicacional: coordinación con bloques como ALBA-TCP o CELAC para construir respuestas conjuntas.

 

Conclusiones

Los anuncios de intervención militar de Estados Unidos en el Caribe, no constituyeron un plan operacional cerrado, sino una operación discursiva que buscó generar efectos simbólicos y políticos. Su eficacia radica en la capacidad de producir miedo, urgencia y reacciones inmediatas, tanto en los propios gobiernos como en las poblaciones de los países afectados. Para Miguel Ángel Pérez Pirela, filósofo y editor del portal La Iguana, la tensión generada desde el 7 de agosto, así como el anuncio del despliegue militar hacia el Caribe constituyen un globo de ensayo, pues los intereses reales del presidente Trump están en el petróleo venezolano y el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro. 

Los conceptos de soberanía, ciudadanía y democracia conforman la vida democrática de los pueblos. Autores clásicos como Bodin (1576), Hobbes (1651) y Rousseau (1762), definieron la soberanía como el poder supremo de los pueblos para decidir su destino, sin injerencias externas. Ante un creciente interés, por parte de Estados Unidos, de desestabilizar la región latinoamericana y apoderarse de sus recursos vía la intervención militar, la defensa de la soberanía comunicacional se convierte en un imperativo estratégico tanto para Venezuela, Colombia y México, como para América Latina en general. Sólo mediante la consolidación de narrativas propias, de medios de comunicación soberanos y de una ciudadanía crítica será posible enfrentar la avalancha mediática de los conglomerados internacionales y preservar la autonomía regional. 

Las operaciones militares de Estados Unidos en el Caribe y América Latina se repiten periódicamente, dejando en suspenso el principio de soberanía territorial. Estas acciones suelen justificarse según convenga al clima político interno, ya sea bajo gobiernos republicanos o demócratas. Por ello, es necesario promover la conciencia sobre los sistemas democráticos que tienen los países amenazados y su derecho a defender su soberanía territorial en aras de proteger sus recursos y garantizar el bienestar de su ciudadanía. 

La lógica expansionista no es nueva. Basta recordar la guerra de 1846-1848, cuando, bajo la doctrina Monroe y el llamado “destino manifiesto”, el presidente estadounidense James K. Polk impulsó una confrontación con México de apenas 24 meses que permitió a Estados Unidos apropiarse de lo que hoy son los estados de California, Utah, Nevada, Arizona y Nuevo México. Medio siglo más tarde, en 1898, la intervención sobre Cuba y Puerto Rico —entonces colonias españolas— volvió a evidenciar esa política expansionista durante el gobierno del presidente William McKinley (1897-1901), en plena guerra de independencia cubana.

En abril de 1898, el gobierno de Washington declaró la guerra a España culpándola por la muerte de 260 marinos, tras la explosión del acorazado USS Maine en el puerto de Cuba, el 15 de febrero de ese año. Transcurridos dos meses de la explosión, los enfrentamientos continuaron por seis meses más dando como resultado la expansión estadounidense hacia las islas de Puerto Rico, Filipinas y Guam. Por su relevancia en la historia del periodismo, resulta pertinente consultar la investigación La explosión en el Maine en 1898 según la prensa norteamericana de la época, realizada por Pedro-Nolasco Leal Cruz. Aunque no se busca aquí establecer un paralelismo directo, el estudio evidencia cómo el uso de medios de comunicación sin ética —en especial la prensa sensacionalista— se convirtió en otra de las armas recurrentes del imperialismo para alcanzar sus objetivos.

En esta misma lógica, podemos hacer referencia al derrocamiento de Jacobo Árbenz en  junio de 1954, autorizado por el presidente número 34 de Estados Unidos: Dwight D. Eisenhower, quien dio la orden a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de aplicar la  “Operación PBFortune” y derrocar al entonces mandatario guatemalteco Jacobo Árbenz, por ser supuestamente comunista. Sin embargo, la historia ha revelado que la razón principal fue que Árbenz aprobó una Reforma Agraria que atentaba contra los intereses económicos estadounidense representados por la United Fruit Company

Por ello, en este trabajo agregamos la categoría soberanía comunicacional, la cual surge como respuesta al derecho que tiene todo usuario y usuaria de los medios de difusión a recibir información veraz, oportuna y plural. Sin embargo, actualmente los conglomerados mediáticos globales imponen un pensamiento único y buscan reducir la pluralidad informativa. Como sostiene Hernández Vallén (2022), la aplicación de la soberanía comunicacional genera contenidos propios e independientes desde la identidad nacional de los pueblos en el realce de su cultura y su gentilicio, lo cual adquiere relevancia estratégica en escenarios de guerra mediática globalizada por los propios consorcios informativos, los cuales, por dar cumplimiento a su línea editorial, resultan la vía expedita para que la ciudadanía reciba o perciba una información moldeada a los intereses empresariales y políticos que representan, por lo que la calidad de la información se pone en entredicho.

Lamentablemente, cuando las noticias se presentan sin el contexto del qué, quién, cómo, dónde, cuándo y, en algunos casos, el porqué y las consecuencias, el lector desprevenido queda expuesto a la información manipulada. La ausencia de esas respuestas mínimas del acontecer informativo abre la puerta a contenidos falsos —los ahora llamados fake news— que en realidad suelen ser medias verdades: relatos que ocultan datos relevantes por algún interés particular.

En este entramado informativo, también están las acciones de “intervención humanitaria” o “antidrogas”, las cuales se convierten en coartadas políticas para la expansión militar estadounidense en la región caribeña. Un ejemplo de ello es la operación de invasión de Estados Unidos a Granada, autorizada por el entonces presidente Ronald Reagan, bajo la excusa de enfrentar un golpe de estado interno. Reagan inició la Operación “Furia Urgente”, el 25 de octubre de 1983. En aquel entonces, gracias a los medios de comunicación, nos enteramos del asesinato del primer ministro granadino Maurice Bishop. 

Posteriormente, el gobierno de George H. W. Bush ordenó, en Panamá, la “Operación Causa Justa” para derrocar al general Manuel Antonio Noriega, antiguo aliado en la lucha contra el narcotráfico convertido luego en enemigo de Estados Unidos. El 20 de diciembre de 1989, las primeras bombas cayeron sobre el barrio El Chorrillo, otras impactaron en la sede de Radio Nacional de Panamá, silenciando su transmisión en vivo y provocando la muerte del personal de guardia. La ofensiva se prolongó durante 41 días hasta el 30 de enero de 1990.

Todos estos casos se suman a múltiples intervenciones posteriores en Colombia y Venezuela, donde se hace evidente el interés estadounidense por los recursos naturales y el control de la región, así como la importancia del papel que en ello juegan los medios de comunicación y el manejo de la información.

 

Fuentes  consultadas 

ABC.ES (2025). “EE.UU. ofrece por Maduro una recompensa récord de 50 millones de dólares”. Video de TikTok. https://www.tiktok.com/@abc.es/video/7536128311437675798  

Bodin, J. (1576). Los seis libros de la República. Editorial Tecnos.

DataUrgente (14 de agosto de 2025). “Injerencia disfrazada: EE.UU. ordena desplegar fuerzas militares en El Caribe para combatir narcotráfico”. Video de Instagram. https://www.instagram.com/p/DNW35EoMpgA/  

Galindo, M. (20 de enero de 2025). “Quién fue William McKinley, el presidente de Estados Unidos que Trump ha puesto de ejemplo en su toma de posesión”. Cadena SER. https://cadenaser.com/nacional/2025/01/20/quien-fue-william-mckinley-  

Hernández, A. M. (2022). Soberanía Comunicacional ante los conglomerados comunicacionales.  Editorial Trinchera. 

Hobbes, T. (1651). Leviatán. FreeEditorial.

La Iguana (21 de agosto de 2025). “¿Invasión, guerra psicológica o globo de ensayo? Pérez Pirela analiza amenaza contra Venezuela. La Iguana. https://www.laiguana.tv/articulos/1398002-en-vivo-invasion-guerra-psicologica-o-globo-de-ensayo-perez-pirela-analiza-amenaza-contra-venezuela/  

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Mongilio, H. (19 de agosto de 2025). “Grupo anfibio gringo enviado al caribe sur regresó por huracán y solo recorrió 200 millas en 5 días”. La Tabla Blog. https://latablablog.wordpress.com/2025/08/21/grupo-anfibio-gringo-enviado-al-caribe-sur-regreso-por-huracan-y-solo-recorrio-200-millas-en-5-dias/ 

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