El vuelo se sostiene por segundos verdes y convulsos

Leandro Múnera Gutiérrez

Leandro Múnera Gutiérrez

(Colombia, 1981). Licenciado en Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia. Neoescritor, tallerista, dibujante y cantautor. Director y fundador del Taller de Literatura Rayuela en Santa Rosa de Osos (Antioquia, Colombia, 2013). Ha publicado ocho antologías como fruto de su trabajo. Algunos de sus textos han sido publicados en diferentes medios impresos y virtuales a nivel local, nacional e internacional. Ha compartido sus textos en varios festivales de poesía regionales a través de lecturas performáticas, canciones, poesía visual y sonora. Su primer libro «Con los ojos abiertos» fue publicado bajo el sello de Fallidos Editores en junio de 2018.

1 septiembre, 2021

“al final la tierra quemada es sinónimo de miedo
más acá del final con boleros un abismo mudo
el trueno y la gloria desamparados “

UNO NO SE LEVANTA Y YA

uno se levanta
le importa el mundo               aunque nos dejen hacerlo solos
y obedece al agua y se moja el cuerpo
uno no se levanta y espera su turno
en algún lugar devastado
no        uno se levanta
recoge moras al borde de la carretera
que más tarde aparecerán las explicaciones
los viajes místicos
las respuestas cuánticas
la dimensión de los colores
la ruptura del espacio-tiempo

uno se levanta
se atormenta por una o más semanas
recordando ese beso que le diste a escondidas en un teatro

uno se levanta
creyendo que así se regresa del trance

FUERON SUS OJOS

sus enormes ojos en la cúspide de la pirámide
los que compitieron con el brillo del sol
esa esfera caótica
llena de pájaros de fuego
a millones de kilómetros de nosotros
el sol era indeciso sobre el agua
sus ojos no
sus ojos independientes en los cuadros de Van Gogh
hacen recordar incluso los mediodías

sus ojos navegan
haciendo señas con las pestañas
para indicar la cercanía del invierno
en tanto el sol
se hospeda en el pecho del bienteveo.

EL VUELO SE SOSTIENE POR SEGUNDOS VERDES Y CONVULSOS

las ánimas lo hacen eterno como si pagaran una deuda sólita
los que vuelan quieren ser flores lentas de tierra
regresar al camino donde se mueve un mar dentro
a la sospecha
caer de calor
ser jóvenes en este primer intento de inmortalidad

las miradas siempre ajenas sobre ellos
sobre nosotros más allá de las sombras de algodón
y los olores extraños de una metrópolis cromática sin abrevaderos

imagino despertándonos como pájaros de ciudad embarnecida
limpiando las alas del otro ante un sol que no tiene otro lugar a dónde ir
luego viene un golpe armónico al azar
la pregunta la formula el gallo en su canto de la mañana
¿por qué llegar al cansancio, a la palabra madura?

BEBIDA ARCANA DE BOLSILLO PARA RECIBIR LA SOBERBIA DE LA PRIMERA LUZ

discutir con el frío del paraíso azotado por las amapolas
despedir el alba de madera verde de monasterio
y las ideas que mueren poco a poco sin devoción

los poetas de barrio saben todo eso
lo rezan en los funerales y en lo alto de los edificios
disfrazados de dioses que pretenden multiplicar las penas
y las formas pequeñas

al final la tierra quemada es sinónimo de miedo
más acá del final con boleros un abismo mudo
el trueno y la gloria desamparados
y los arcángeles desprendiéndose de las alas
como pájaros que perdieron su canto

así el día que continúa
en la tranquilidad de este hogar

HACER COPIAS NIETZSCHE DE UNO MISMO

verbalizar la idea Sartre desesperado
o lanzarse al vacío de unos ojos blancos o malnutridos
lo que sea con letras y tinta fresca y posibles sonidos
mientras se hornea otro planeta en la biblioteca de huesos de metal
y carnes aferradas al aire y al fuego azul Olimpo

repartir piezas de planeta fresco a los trenes de la calle
a los escarabajos que limpian sus propios vidrios
y a las sillas de ruedas Picasso rígidas como un loco
antes de conocer juntos el gesto habitual de la muerte