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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Silvia Ramírez

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Soy estudiante de Ciencias de la Comunicación del SUA, ya estoy realizando mis prácticas profesionales en el área de Difusión de FCPyS. Me encanta la radio, leer y escribir cuentos dirigidos a las infancias.

Venenosidad

Número 10 / JULIO - SEPTIEMBRE 2023

Un cuento sobre veneno, libros y el amor a los libros

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Silvia Ramírez

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Cuando se colocó el anuncio: “Se vende” en las puertas de la vieja casona, el Sr. Del valle no lo podía creer. Tantos años regalando imágenes a las mentes de amigos lectores y ahora tras la crisis económica en la que había caído tendría que deshacerse hasta de su extensa biblioteca.

El ambiente que se respiraba en el interior de la casona era tan desolador, que las portadas de los libros palidecían de tristeza, ellos tampoco compartían la idea de abandonar al Sr. Del Valle, pues juntos habían logrado amistades maravillosas. ¿Qué pasaría ahora que posiblemente irían a parar en manos de gente extraña? Se preguntaban eso.

Uno de los libros, el ejemplar más antiguo, exclamó: 

–Debemos pensar en algo para evitar que el Sr. Del Valle tenga que ponernos a la venta, ya es suficiente sufrimiento el desprenderse de la que ha sido su casa por tantos años. 

Los demás libros asintieron, pero por el momento no se les ocurría nada. Después de un largo silencio. Un libro de gran tamaño, de pastas color marrón, muy gruesas y hechas de cuero tomó la palabra y dijo:

–En mi interior contengo muchos conjuros. Podríamos buscar alguno y proferirlo todos a la vez para que cuando nos visite un posible comprador al abrir nuestras páginas se desprenda un polvo venenoso que provoque un ardor en sus ojos que lo haga desistir de su idea de llevar consigo a alguno o a muchos de nosotros.

Un libro de relatos añadió:

–¡Eso sería genial!

Al resto de los ejemplares les sorprendió mucho la propuesta, pero al mismo tiempo se sintieron animados. Entonces el libro de magia comenzó a pasar lentamente sus grandes y amarillentas hojas para que los demás fueran revisando con detenimiento y eligieran el conjuro más pertinente para solucionar la situación que estaban enfrentando.

Transcurrieron muchos días y cada noche después de que el Sr. Del Valle cerraba las puertas de la biblioteca tras haber acariciado con su mirada alguno de los libros. Estos se daban a la tarea de buscar aquel conjuro que les permitiera prolongar ese placer mutuo entre el texto y el lector.

El libro de magia ciertamente tenía un gran contenido. Lo que hacía extenuante la misión que voluntariamente se habían impuesto, mas cuando ya habían encontrado algunos conjuros, un elemento que complicaba la decisión fue que no se ponían de acuerdo. Los libros de poesía decían que debía ser un conjuro con imágenes muy elaboradas, los libros de aventuras opinaban que tenía que ser muy audaz y divertido, mientras que los libros de historia señalaban que había que buscar y comparar antecedentes para no cometer los errores de otras épocas.

En eso estaban cuando uno de los libros dijo:

–¿Qué opinan de este conjuro? El reflejo de mis letras será veneno para tus ojos.

Surgió un murmullo general en el interior de la biblioteca. El libro insistió y formuló nuevamente la pregunta:

–¿Qué les parece? Les recuerdo que no disponemos de mucho tiempo, debemos elegir el conjuro ahora.

Después de reflexionar por un momento aceptaron el conjuro y todos los libros repitieron a coro:

–¡El reflejo de mis letras será veneno para tus ojos!

Y al instante se desprendieron finísimas partículas venenosas invisibles a la vista humana, del interior de cada uno de los libros, las cuales se esperaba nublarían la mirada de cualquiera que se atreviera a colocar entre sus manos a alguno de ellos.

Todos los libros quedaron encantados con el efecto producido por el conjuro que habían elegido. Naturalmente estuvieron de acuerdo en ponerlo en práctica en cuanto se diera la primera oportunidad. 

Y no pasó mucho tiempo, pues al siguiente día por la tarde, llegó un hombre atraído por el letrero. “Se vende”, con el propósito de comprar la casona para convertirla en hotel. El Sr. Del Valle lo recibió amablemente y lo invitó a recorrer toda la casa. El hombre se mostró muy interesado por la amplitud y la luminosidad que presentaban tanto las habitaciones como los espacios comunes. Así que cuando llegaron a la biblioteca el Sr. Del Valle decidió ofrecerle una taza de café para seguir conversando de negocios, pero cuando el hombre miró aquel acervo al tiempo que hojeaba uno de los libros exclamó: 

–Me interesa mucho su propiedad, mas definitivamente este espacio lo remodelaré y todo este material tendré que ofrecerlo a alguna institución pública de las que se encargan del fomento a la lectura.

Entonces el conjuro surtió efecto y las letras del libro que yacía entre sus manos nublaron sus ojos con su venenosidad. El hombre ante la extraña situación que experimentó, disculpándose con el dueño de la casona, se retiró. El Sr. Del Valle se desconcertó por la actitud tan contrastante que había mostrado aquel hombre y estrechando algunos de sus libros, expresó:

–Creí que había llegado el momento de tomar rumbos distintos… después de caminar juntos por tantos años de la mano de la imaginación. 

Los libros se sintieron muy contentos por haberle regalado a su casero, la oportunidad de seguir conviviendo por más tiempo. Pasaron varias semanas y el Sr. Del Valle, aunque no podía olvidar el plazo que tenía para abandonar la que fuera su lugar de residencia por décadas, se internaba en su biblioteca para disfrutar al máximo de la compañía de sus amados libros, pues cada noche pensaba que podía ser la última.  

De repente una tarde arribó a la casona un joven que vestía formalmente y que tocó el timbre con gran energía. El Sr. Del Valle con su paciencia acostumbrada se dirigió a la puerta, saludó al joven y le preguntó qué deseaba. Este mostrándole una tarjeta de presentación, le dijo:

–Muy buenas tardes, soy el coordinador de bibliotecas de la alcaldía y me he enterado que usted posee un gran acervo literario y que por la condición económica que atraviesa en estos momentos desea ponerlo a la venta. El Sr. Del Valle le respondió: 

–No precisamente, pase, pase usted para que descubra con sus propios ojos nuestra realidad.

En cuanto entró el coordinador, los libros se pusieron alerta para conocer las intenciones del visitante. Al ver la extensión y gran variedad de títulos que integraban la biblioteca, pidió le fueran concedidos unos minutos para realizar una revisión y con base en esta ofrecer una propuesta al dueño. El Sr. Del Valle accedió y tras haber terminado, el coordinador dijo que le atraía muchísimo, que sabía exactamente a dónde llevar cada una de las colecciones, que enriquecerían enormemente las bibliotecas de la zona y le propuso una considerable cantidad de dinero a fin de adquirir el conjunto completo.

Entonces los libros que conformaban la biblioteca, mientras el coordinador continuaba hojeando varios de los ejemplares, al unísono comenzaron a pronunciar el conjuro acordado y conforme los ojos del coordinador reflejaban las frases de distintos libros se nublaba su vista, el veneno expulsado por ellos generaba un efecto cada vez más intolerable. El coordinador confundido y asustado por la molestia que sufría en sus ojos, ofreció regresar otro día para continuar con la oferta planteada. El joven no volvió a pararse por ahí.

Los libros se encontraban muy felices y hacían bromas relacionadas con los resultados que hasta ahora del venenoso juego implementado había producido. Por su parte el Sr. Del Valle empezaba a sospechar que algo extraño sucedía, pues casualmente las dos personas interesadas en cambiar la situación de su biblioteca se habían quejado de problemas repentinos en sus ojos. No obstante pensó que tal vez se trataba de una simple coincidencia a la que decidió no darle importancia alguna. 

Así avanzaron los días hasta que una mañana cuando el Sr. Del Valle tomaba un hirviente café para después disponerse a dar un paseo por el vecindario, se presentaron un padre y su hijo de aproximadamente diez años, quienes saludaron cortésmente al Sr. Del Valle, él de igual forma respondió el saludo y les preguntó cuál era el motivo de su visita. Ellos le comentaron que recién habían llegado a la ciudad y que andaban en busca de una casa en venta para quedarse a vivir por el rumbo. El Sr. Del Valle los invitó a pasar para que apreciaran la vieja casona y sonrieron entusiasmados, pues a pesar del paso del tiempo estaba muy bien conservada. 

Después de atravesar la estancia ascendieron por las escaleras, caminaron por un pasillo y vieron las espaciosas recámaras, abrieron el balcón de cada una de ellas y desde lo alto observaron el hermoso jardín con sus añejos árboles y percibieron el aroma de sus rosales en flor. Se dirigieron a la planta baja y cuando casi habían descendido por completo las escaleras al niño le llamó la atención una hermosa puerta que como las del resto de la casona presumía también figuras talladas en madera, esta era más grande y su curiosidad lo hizo correr hacia ella, entonces este preguntó qué había en esa habitación, el Sr. Del Valle le contestó:

–Es mi biblioteca, el tesoro que más temo perder.

–¿Podemos entrar a verla?

–¡Claro, es parte de la casa!, ¡una de las más atractivas!

El Sr. Del Valle abrió al mismo tiempo ambas alas de la puerta de la biblioteca permitiendo ver a los convidados la gran colección en su totalidad. El padre y su hijo, que eran auténticos lectores, sencillamente quedaron fascinados. No pudieron emitir palabra alguna por unos segundos. Después de unos instantes el niño preguntó si podía hojear unos libros, el Sr. Del Valle le dijo que aún cuando esa biblioteca era lo que más apreciaba siempre la había compartido con sus mejores amigos. El padre se sintió conmovido con las palabras del dueño y le pidió que le contara sobre las circunstancias que lo estaban orillando a poner a la venta su casa. El Sr. Del Valle le abrió su corazón.

Los libros, al escuchar tan emocionado a su casero, decidieron no contaminar con su venenosidad los ojos de quienes lejos de acrecentar su pena por la inminente pérdida de su casa y por consiguiente de su querida biblioteca. Pues, por el contrario, le habían devuelto el aliento al Sr. Del Valle al proponerle la compra de la casa para liberarlo de las presiones económicas que lo afligían. Y que además se quedaría a vivir con ellos no sólo para compartirles todo el bagaje literario que había acumulado con el correr de los años, sino también para abrir la biblioteca a todo el público afecto a viajar con las alas de la lectura.

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