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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Pixabay/Pexels
Samantha Elizabeth Hernández Gómez

Samantha Elizabeth Hernández Gómez

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9, Pedro de Alba

Tinieblas, agua y bruma azul

Número 3 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2021

“Despierto. Desperezo las extremidades. Me siento junto a mi alrededor, con cada dedo, mano y cada porción de piel. Ya tiene más de siete amaneceres que me cuesta levantarme [...]”

Samantha Elizabeth Hernández Gómez

Samantha Elizabeth Hernández Gómez

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9, Pedro de Alba

Despierto. Desperezo las extremidades. Me siento y siento mi alrededor, con cada dedo, con cada mano y con cada porción de piel. Ya tiene más de siete amaneceres que me cuesta levantarme, me cuesta respirar, pesa el pecho y hasta a veces, la existencia. Todo porque me cuesta estar aquí.

Me tomo otro momento, para sobrevolar tus pensamientos y los míos, y en algún punto ambos se funden, se confunden. Los repaso en busca de un sentido, de una razón y tal vez de esperanza.

Por fin abro los ojos, concibo el paisaje conocido con la vista y entonces intento desnudarlo, descubrir sus intenciones, ver más allá de sus ojos negros, llegar al fondo y entender por fin en qué momento quedé atrapada aquí. Es tan profundo en el sopor de mi ser, aquí donde siempre está oscuro, frío, mojado; dónde las susurrantes tinieblas me despojan de mi ser, de mí misma, de cuánto creo ser y de pronto todo cuánto soy se convierte en bruma, tan solo bruma, y en medio de estas tinieblas que susurran cantos que no puedo entender, y de tantísima bruma, la interrogante de quién soy prevalece. Crece tanto como tantas otras dudas, de la vida, de la muerte, de este lugar, de mí y de ti. Entonces me pregunto en qué momento dejé de habitar mi propia existencia: ¿es qué soy tan solo bruma en las tinieblas? ¿alguna vez fui más que tinieblas? La respuesta es que no lo sé.

Un día desperté en medio del bochorno de este mar y desde entonces no sé en qué aguas estoy navegando, no me siento dueña del destino, del viaje y últimamente tampoco de la canoa, el mar me lleva y es tan feroz como la bruma que me rodea, y tan dura como esta nube de pensamientos que me diluvia encima y no puedo controlar. Me moja, hunde, asfixia, para finalmente sucumbir ante ella. Mis pensamientos son ahora más dueños de mí que yo de ellos y dudo entonces si alguna vez fue diferente.

Soy inútil, nimia, despreciable ante ellos. Hace tiempo debí dejar de ponerles límites, de hacerlos tan pequeños y tan silenciosos como un susurro, porque casi sin saberlo y casi sin darme cuenta, me achiqué y mi propia voz se convirtió en susurro, hasta que ya no fui nada más que una hoja flotando en estas aguas. Ahora, no me queda más nada, así que no hago más que sentarme en la canoa, soltar los remos, soltarme y respirar. Suelto lo que no puedo controlar y respiro profundo y consciente. Sea dondequiera que la corriente me arrastre, hoy quiero hacer las paces con el mar, nadar en él pero sin ahogarme más, pidiendo que sus saladas aguas purifiquen, limpien y liberen mis pensamientos y mi sentir.

Me acuesto y veo el cielo azul, cada vez más claro entre la bruma. Por primera vez me permito flotar en él, a la vez que repaso todas las melodías que me conectan a ti y a este mundo. Entonces, algo se vuelve súbitamente claro. De pronto lo siento, como si siempre hubiera estado aquí en mi mente y se hubiese ocultado unos instantes, la certeza de un mañana, un hoy, un momento, un ahora mismo y la certeza de que cuando despierte de nuevo en este mar sabré que estar perdida en medio de esta tormenta está bien, y que quizás otro día nos podamos reencontrar. El diluvio no será eterno, ahora eso lo sé.

Hoy tengo, hoy tenemos tiempo, muchísimo, así que floto otros instantes en este océano pero ya sé que esperar, porque ya no espero que me lleve a un lugar específico, ya no espero más saber a dónde me lleva.

Hoy estoy aquí; estamos ambas, vivas, respirando nuestra existencia. Encontrando paz bajo la misma tempestad y no estamos solas, ni lo estaremos más. Nos abrazamos aún sin sentir el calor de nuestros cuerpos y sé que estaremos bien.

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