Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón
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¿En verdad existe el 100% de heterosexualidad?, ¿por qué nos molesta y se nos dificulta tanto apreciar las expresiones de amor de lxs demás?, ¿por qué las tías se espantan cuándo hablamos de relaciones sexuales abiertamente?
Estas son algunas preguntas que me planteé durante mi época de adolescencia. Y es que, a decir verdad: ser de la generación que nació con el wifi bajo el brazo, ha sido una revolución y todo aquello que no se hablaba en la mesa, ahora hasta se adereza, lo cuestionamos y lo compartimos… el amor y el sexo no son la excepción.
Toda esta información ilimitada a la que tenemos acceso, en ocasiones contrasta con la realidad y nos deja en una encrucijada. En mi caso me considero abierto y permisivo hacia relaciones abiertas o casuales, mientras que del otro lado hay quiénes mantienen un compromiso, una relación amorosa duradera y están menos interesados en la sexualidad.
Pero ¿cómo se pueden explicar las relaciones abiertas o casuales de las que hablo?
Retomo las conclusiones de un estudio que realizó el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM en 2018 a jóvenes entre 18 a 22 años.
Los investigadores encontraron que la totalidad de lxs participantes tuvieron relaciones sexuales casuales y/o abiertas en las que no siempre hubo un noviazgo, ni exclusividad. La forma en que se dan estos encuentros es a través de redes sociales en su mayoría -WhatsApp, Facebook o Tinder- en ellos acuerdan encuentros sexuales. A veces solo basta el mensaje: «yo quiero, tú quieres, ¿va?».
A todo esto, hay que agregar algo importante, y es que al asumir una “sexualidad libre heterosexual” aún nos encontramos con tabúes, normas o juicios que afectan principalmente al género femenino.
Existe un discurso público que no es el mismo que el privado. Cuando las mujeres ejercen su sexualidad libremente, en lo privado lo disfrutamos, mientras que en lo público conservamos erróneamente la idea de querer estar con “una bien portada, que no anda con unos y con otros” y seguimos tachando a las mujeres de “locas, no serias, no ser niñas bien”. Ya no debería existir una discusión al respecto y más bien debemos romper con esos estigmas y roles impuestos.
Por otra parte, quiero hacer énfasis en la apertura que tenemos, basados en el respeto y la empatía ya que para mí los roles de género son cada vez menos marcados, existe una amplia gama de colores (géneros e identidades) cuando se trata de amar.
Todas las expresiones de amor, la orientación sexual, los géneros y la forma en que concebimos las relaciones amorosas y sexuales están cambiando. Nuestra generación y las siguientes deben aprender que el respeto, la empatía y la tolerancia son valores fundamentales e importantes para alcanzar una convivencia sana.
Dejemos atrás los estigmas y los prejuicios, ya no somos aquellas generaciones que tenían que mantenerse en el clóset toda la vida por el miedo al “qué dirán”, ni tampoco aquellas dónde nos educaron para “satisfacer las necesidades fisiológicas o con fines meramente reproductivos”, la sexualidad y las relaciones amorosas deben fortalecer el espíritu, las conexiones con otros seres humanos y que sean actos verdaderamente placenteros.
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Una respuesta
Muy bien este articulo, es momento de ver más allá de los perjuicios