En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Laura Joselyne Cruz Zurita / Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente
Picture of Rhodas Roux Aguilar

Rhodas Roux Aguilar

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Soy Rhodas Roux, egresado de la Licenciatura en Sociología por la FCPyS de la UNAM. Me especializo en temas de Sociología del Cine, Sociología de la Cultura y Sociología del Arte. Mi pasión es el cine y quiero dedicarme a ser cineasta.

¿Qué pensamos cuando hablamos de cine?

Número 16 / ENERO - MARZO 2025

Una crítica al cine como fenómeno artístico y social

Picture of Rhodas Roux Aguilar

Rhodas Roux Aguilar

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

¿Qué es el cine? Parece ser una pregunta fácil con una respuesta un poco ingenua por parte de la juventud y las redes sociales: “Es cine”, mencionan con un meme del cineasta Martin Scorsese o con una imagen de alguien fumando para referirse a que cierto producto –mayoritariamente audiovisual– forma parte de sus gustos socialmente adquiridos, reforzando la idea de un gusto legítimo al ser reconocido como “cine”.

En realidad, el cine va mucho más allá de la idea misma de una película o de una concepción artística como también se le denomina. Yo me atrevería a pensar que los hermanos Lumière no tenían idea del alcance que su invento conocido como cinematógrafo tendría después de 129 años de su invención; el cinematógrafo era un adelanto tecnológico capaz de grabar, copiar y proyectar películas. Los hermanos Lumière no eran artistas, sino unos técnicos especializados en fotografía que tenían un interés por ver imágenes en movimiento.

Por supuesto, el hecho de que se lograran crear imágenes en movimiento revolucionó la forma de pensar lo que vemos; y poco a poco se empezó a replantear la idea de las propias imágenes en movimiento: ¿Son “la realidad” misma? ¿Son una representación?, y en el mismo sentido, se transformó la manera en cómo se filmaba de forma rápida y progresiva. El cine dejó de ser sólo un espectáculo tecnológico para convertirse en algo más; un arte quizás.

Conforme pasaron los años, el camino para pensar en una función para el cine se veía más complejo. Nacen teorías fílmicas y movimientos fílmicos que divergen y encuentran diferentes sentidos al acto de hacer cine y dependiendo del contexto histórico de cada región, el cine se vuelve más heterogéneo. Si bien existían algunas regiones consideradas “potencias” fílmicas durante la primera mitad del siglo XX –Francia, Alemania, la URSS, EE.UU.–, la región que ganó su hegemonía por diversos factores fue la de Estados Unidos, ¿quién no ha escuchado ni ha visto una película de Hollywood? El sistema Hollywoodense y todo lo que conlleva la idea del cine estadounidense permeó de manera casi exclusiva nuestro imaginario fílmico. Es imposible pensar cine sin pensar en los Oscars, el famoso “star system” o en narrativas tradicionales que, hasta cierto punto, también permearon en la forma en cómo muchos cineastas harían cine en la época de Oro de nuestro país.

La concepción del cine en Europa ha sido muy distinta a la estadounidense. Si bien como mencioné anteriormente cada región tenía una forma de pensar el cine de una manera muy distinta debido a su contexto histórico, podríamos decir que había cosas que por la cercanía entre las regiones que eran muy familiares y que podían llegar con facilidad a las diferentes regiones del continente. Siempre existió un diálogo con las principales potencias fílmicas de la región, en especial en el periodo de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Con la consolidación de los tres festivales de cine más importantes hasta la fecha (Cannes, Berlinale, Venecia) en ese periodo, existían espacios donde los críticos, los cineastas y los entusiastas podían dialogar sobre cine con una perspectiva mucho más amplia. Recordemos también que, si bien Francia es el país creador del cine, también fue el país donde los términos “cineclub” y “cinefilia” fueron acuñados.

Pero, ¿qué tanto ha cambiado esto hoy en día? Curiosamente, a pesar de que la tecnología ha estado en constante transformación y se han podido crear nuevas cámaras, lentes, efectos especiales, etc, la gran esencia de ir a ver una película no cambió en mucho tiempo. Ir al cine ha sido un ritual donde nosotros nos dejamos llevar por un templo oscuro con butacas donde una luz invade nuestros ojos con imágenes en movimiento. Por supuesto que con el paso de la tecnología se crearon otras nuevas formas de “ver” cine, creando cintas caseras, dvds, o incluso ahora desde plataformas de streaming sólo usando una buena conexión a internet. La llegada de la pandemia por COVID-19 nos hizo replantear muchas de las dinámicas reproducidas de manera histórica en esa tradición de ir al cine, ya que era imposible en su momento ir a un cine. Algunos festivales cancelaron sus ediciones y otros empezaron a utilizar plataformas externas para exhibir las películas esperadas para esos años.

Actualmente, la situación ha cambiado hasta cierto punto. Con el transcurso de la llamada “nueva normalidad”, la apertura de las salas de cine y el replanteamiento de las industrias cinematográficas y sus producciones para crear espacios más seguros de trabajo, ahora podemos regresar a disfrutar de ambos modos de ver cine, desde las salas de cine o las salas del hogar.

Los tiempos han cambiado, ¿el cine también?

El cine como fenómeno artístico y social siempre ha estado en una pugna interesante. Es prácticamente imposible consumir todo tipo de cine en nuestros tiempos, muchísimo más desde una perspectiva totalmente legal. Al existir una hegemonía fílmica, los demás cines son relegados y nulamente consumidos por demasiados factores: la censura, el olvido mismo, la pérdida, la nula restauración, o a veces simplemente no fueron importantes para el canon histórico-fílmico; y muchas veces queremos culpar a los espectadores –o nulos espectadores– por consumir o no consumir ciertas películas o cierto tipo de cine.

La categorización de cine entre cine comercial y cine de arte ha propiciado un mal entendimiento del uso de la forma fílmica para fines meramente distintos. Incluso se tiende a sobreestimar el cine no hollywoodense como algo que no está al alcance de todo público por distintas razones, tanto estéticas, técnicas o narrativas. Por supuesto que existen cines más retadores que otros, pensemos en La Flor (2018) de Mariano Llinás, una película episódica argentina de casi 14 horas de duración que converge en múltiples estilos y narrativas sin un propósito en específico. En realidad, podríamos decir que es un “Frankenstein” de película, y cada parte es más retadora para el espectador debido a su nula homogeneidad, y claramente puede ser de más difícil consumo hacia muchos espectadores.

Con la masificación de los contenidos audiovisuales efímeros y de muy corta duración, así como con una normalización en Hollywood de un uso de montaje rápido, el ojo y su mirada ha sido condicionada y no permite una retención hacia planos largos y extensos, limitando así incluso el interés hacia otros cines que ya de por sí eran de un difícil acceso. No por esto significa que un tipo de cine sea mejor que otro, pero la normalización de un estilo tan fugaz imposibilita pensar las imágenes desde otras trincheras.

Sin embargo, no creo que todo sea tan fatalista como lo hago parecer en líneas y párrafos anteriores. Con el paso de la pandemia se fueron creando foros de discusión fílmica y grupos en redes sociales dedicados al cine. Algunos con mayor seriedad que otros, pero muchas veces la finalidad ha sido el compartir nuevos hallazgos fílmicos hacia la comunidad, incluso a veces creando acervos fílmicos, muchas veces ilegales, para que los propios usuarios se adentren a conocer nuevas obras y proyectos. En algunos grupos incluso organizaban ciclos creados autogestivamente y debido a las barreras de los idiomas, se encargaban de subtitular las películas para el entendimiento de todos los espectadores virtuales.

Algo que me ha faltado mencionar y que también ha sido un factor muy importante para entender la concepción contemporánea de cine, al menos aquí en el país, es la llegada y monopolización del mercado cinematográfico alternativo por parte de la empresa MUBI. La plataforma cuando llegó al país se encargaba de ofrecer 30 películas por 30 días cada una, curadas específicamente para la plataforma. Al llegar la pandemia, su servicio se convirtió más en una filmoteca de streaming más tradicional y comenzó a resonar más sobre la comunidad fílmica, llegando a producir y distribuír películas por su propia cuenta, algunas incluso exhibiéndose en salas. MUBI, a través de diversos artículos promocionales o a través de ciertas películas asociadas a la plataforma, poco a poco se ha convertido en un estandarte del cine alternativo y ha apelado al interés de la comunidad.

¿Qué pensamos cuando pensamos en cine? El imaginario fílmico es tan complejo y tan grande que es imposible denominarlo de una manera en específico. Lo que vemos a través de luces creando imágenes en movimiento nos dicen tantas cosas de maneras tan distintas que me parece que definir qué es el cine sería delimitar las posibilidades de entender nuevos mundos y diferentes realidades que sólo (re)viven a través de la reproducción de las imágenes. Lo más bello del cine, en mi humilde opinión, es la infinita posibilidad de crear nuevas formas de ver y relacionarte con tu realidad. El mundo está en constante cambio; la vida y el cine también.

Más sobre ¡En efecto es cine!

Lolita es una película de romance, ¿no?

Lolita es una película de romance, ¿no?

Por: Karen Alejandra Cázares Mejía
Un ejemplo de pederastia en el cine

Leer
La prostitución del arte

La prostitución del arte

Por: Amanda Mesa Guerra
Una crítica a la responsabilidad de la palabra “arte”

Leer
Apropiación de mi vivencia

Apropiación de mi vivencia

Por: Ruth Elizabeth Chargoy Ramírez
No sería justo reducir esto a una fotografía: yo te vi, te escuché, te sentí, te viví

Leer
Protagonistas sin moral

Protagonistas sin moral

Por: Brenda Paola Juárez Galaviz
¿Por qué nos encantan los personajes cínicos, divertidos e incorrectos?

Leer
Crisis dentro de la habitación

Crisis dentro de la habitación 

Por: Sebastián Ortiz Pulido
El siguiente texto contiene spoilers de Cortar por la línea de puntos

Leer
Nana: un anime para las “girls”

Nana: un anime para las “girls”

Por: Valeria Sanabria Lotzin
He querido desesperadamente ser amada sin darme cuenta que ya soy amada

Leer

Deja tus comentarios sobre el artículo

¿Qué pensamos cuando hablamos de cine?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

one × five =