En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
crédito: Allan Morales Sixtos / Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Yareli Lisset Hernández Velázquez

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur

Estudiante que no sabe qué será de su existencia en el futuro, pero que está procurando disfrutar el presente al hacer lo que más le gusta: pasar tiempo con sus amistades, analizar a la sociedad y realizar diversos escritos que involucren tales cuestiones o historias de fantasía.

¿Qué carajos con la sobrevaloración del “trato digno” de los hombres?

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

El mínimo gesto realizado del hombre es aplaudido como si las mujeres deberíamos estar excesivamente agradecidas

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Yareli Lisset Hernández Velázquez

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur

El respeto al género femenino parece un detalle tan simple, y por ende decepcionante averiguar que a pesar de ello es escaso.

No he conseguido identificar en qué momento me ha parecido indispensable averiguar qué perspectiva respecto al feminismo tienen los hombres con quienes me relaciono, y no sólo ello, sino que sus propias acciones y comentarios contribuyan a que realmente existe una empatía hacia nuestra causa, porque muy a mi pesar, creo que es sencillo memorizar los discursos empáticos que se han generado tras la visibilidad del movimiento feminista. Pero, ¿actuar de verdad en contra de los actos misóginos, incluidos los micromachismos? Sí, se vuelve un acto complicado incluso para las personas quienes de manera constante cuestionamos el sistema patriarcal habido a nuestro alrededor.

Y siendo sincera me encantaría que alguien tuviera la razón al exclamar: “Hey, estás exagerando”, pero aquella mentira se vuelve evidente desde el momento en que he podido presenciar cómo existe una hipocresía en los actos varoniles, y además de ello una excesiva idolatración al respeto que aparentemente nos ofrecen: sólo por poner un ejemplo, sé que hay hombres que entre sus amistades pronuncian con total normalidad su alternativa de drogar para posteriormente facilitar —por no mencionar explícitamente otra palabra— un encuentro sexual entre él y la morra de su interés, sin embargo, ante la opinión pública aparentar ser el pretendiente perfecto y por consiguiente convertirse en quienes se les compadece ante un rechazo amoroso.

Resumiendo, es así que el mínimo gesto realizado por algún hombre es aplaudido como si las mujeres deberíamos estar excesivamente agradecidas ante un acto bondadoso y desinteresado que procure nuestro bienestar, aun cuando son ellos mismos los causantes del constante temor que nos invade durante la vida cotidiana.

¿Un hombre ha cumplido con la pensión alimenticia de su hijo? El mejor padre del año.

¿Un hombre es funcional con las actividades domésticas del hogar? Qué afortunada eres.

¿Un hombre no insiste ni mal actúa tras un rechazo? Ufff, tremendo alivio.

¿Un hombre evita incomodar con una mirada acosadora? Vaya caballero que es.

Cuestionable inclusive en el propio hecho del movimiento feminista. Si una mujer decide hacer uso de la etiqueta es probable que muchos hombres hagan burla de ello y tengan la sensación de ser juzgados; todo lo contrario a cuando es un hombre quien se proclama como “feminista” — que por cierto es un término erróneo, ya que lo correcto sería mencionarse como “aliado”.— se le aclama y reparte la idea de que es un ser comprensivo en excesiva manera.

Por ello, y probablemente más motivos, es que es común percatarse de cómo los personajes masculinos son más preciados cuando una perspectiva femenina se involucra para su creación: ofrecen la sensación de que se nos comprende y son capaces de ofrecer gestos que como cualquier otra persona merecemos, sin tener en mente sólo la intención de cortejar. Actos que tendrían que ser bastante normativos entre la sociedad, pero que por la desgraciada situación resultan en una sobrevaloración que muchas veces puede pasar desapercibida.

Si bien podría parecer que con mis palabras busco la manera de desacreditar el apoyo que nos han ofrecido, he de mencionar que mis intenciones se basan en el recordatorio de que, a pesar de que se les puede agradecer, no tendríamos porqué recibir el mínimo de los respetos y aplaudir por ello.

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