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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Olga Lioncat
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Natalia Sánchez Méndez

Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza

Soy una mujer queer que le apasiona escribir, mis textos reflejan los sentimientos y pensamientos que tengo.

No soy especial, ni tampoco normal

Número 7 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2022

En la incomodidad de las ideas conservadoras y capitalistas puede estar nuestra revolución, llena de extraños normales, repletos de magia propia

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Natalia Sánchez Méndez

Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza

El mundo está plagado de propaganda intensa sobre expresar tu potencial, desde que naces buscan en ti algo especial, eso que te haga resaltar sobre el mundo entero, ¿por qué? Porque vivimos en una sociedad capitalista donde si no eres más que los demás entonces no sirves. Pero tampoco les importa qué te hace especial o por qué, solo buscan lo que les sirva para explotar hasta el último aliento, aceptan tu talento en matemáticas, en ciencia, pero minimizan el talento en el arte, a menos que tenga cierto reconocimiento, pero, ¿cómo seremos reconocidos si no nos dan espacios?

Nos han impuesto la idea de que sin excelencia no seremos nadie, ponen estándares que pocas personas cumplen, y cuando hay miles siendo buenos en su área todo lo que importa es quién tiene o puede más, quién tiene más influencias, más poder, está arriba de quién, quién tiene “más ganas”; podríamos luchar contra la corriente y llegar a ser alguien en la sociedad del nepotismo, pero son casos extraordinarios, y darse el lujo de ser ordinario un día está prohibido porque entonces todos avanzaron, mientras tú te estancas.

Voltear a todos lados preguntándote, ¿qué elegí mal?, ¿qué tuvieron ellxs que yo no?, es un tormento que una gran mayoría atraviesa en la vida. Dieciocho años no parecen ser mucho en perspectiva, pero han sido suficientes para ver potenciales desmoronarse porque echarle ganas no es suficiente. Vi a mis padres luchar contra los fantasmas de los estándares que creían tener que cumplir; vi amistades, en su plena adolescencia, exigirse más que nadie para sobresalir sin pensar en ellxs mismxs; también vi a esas mismas personas planteando nuevos estándares altos a las generaciones más chicas, no por maldad, sino por costumbre, una costumbre que no se detiene a pensar en cómo asesina sueños, solo intenta hacerte “más fuerte” porque el mundo allá afuera es peor, tal vez lo es, pero destruirte a ti mismx antes de experimentar no lo mejorará.

Parte de las imposiciones para “sobresalir” están en la preparación académica que tenemos: cuando estás en la primaria y secundaria ser parte del “cuadro de honor” o lo más común, de la escolta, es un motivo para generar una no tan sana competencia entre compañerxs; lágrimas cubren a niñxs de 11 años que no logran ser abanderados, sin importar que haya otros cinco espacios, o el hecho de que un lugar en una ceremonia no te define, porque ser talentosx académicamente no es lo único que vale.

Sumándole a todo esto nos encontramos con que vivimos en un sistema educativo que no sirve, y lo vemos en las estadísticas, ya que, según el estudio Panorama de la Educación hecho en 2017 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), 21 de cada 100 estudiantes concluyen la universidad, es decir que más del 50% de lxs estudiantes dejaron inconclusa su vida académica, y por ende llegan al mundo laboral desprotegidos, esto te “resta” puntos para ascender, le dan una validez inmensa a los estudios, pero no dan herramientas suficientes, porque si menos de la mitad de lxs estudiantes no concluyen, probablemente sea un problema en la estructura interna y esto no es la “ley de la selva”, no debería sobrevivir el más fuerte, porque las vivencias y preparaciones de cada quien son válidas. Por otra parte, no todos los educadores están preparados para las distintas formas de aprender, las personas neurodiversas son borradas de los planes de estudio sin consideración alguna, entorpeciendo su posibilidad de estudio digno.

Y aún si logras superar eso, mencionar cada aspecto que hace que las personas no sean extraordinarias cada día del año sería interminable, porque no es que no lo sean por falta de talento, a veces solo es que un día no quieres serlo y es válido, porque nadie puede gritarnos a la cara 24/7 que debemos ser enérgicos y con un avance nuevo que cambie al mundo diario, porque lxs escritores a veces no tenemos memoria ni para nuestro nombre, lxs pintores a veces odian los colores, lxs matemáticos pueden estar absortos en la sencillez de un programa de comedia y está bien, el mismo Einstein descansó un año después de cambiar el mundo de la física, sin embargo, a lxs primeros se les juzga de flojos o conformistas, y el último solo fue una mente brillante preparándose para lo que sigue. El cambio está en el éxito, pero ¿quién es realmente capaz de definirlo? Los méritos son propios, el éxito lo mide unx mismx, y aun así el mundo insiste en hacernos parte de su cadena de explotación donde debemos encajar en sus rangos.

En mi experiencia propia los estándares ajenos sobre mí solo han servido para ocasionar colapsos, y es absurdo, porque mientras en un momento todos celebran lo que hago, a los minutos empieza el bombardeo de nuevas expectativas: si escribo, debo escribir más, si lo hago, entonces debe ser mejor que el anterior, si lo es, entonces debe estar al nivel de los grandes literatos, y si un día decido no hacerlo, entonces estoy desperdiciando mi potencial o peor aún, fingiendo que tengo uno, y entonces me lleno de pequeñas astillas que no me permiten entender que mi esfuerzo es suficiente, que mis palabras valen más allá del reconocimiento que tengan, y que yo soy más de lo que la sociedad me quiere hacer sentir.

Tener la sensación constante de que no le estás echando suficientes ganas se anexa a todos los pesares que ya habían, porque “el querer es poder”… a menos que no tengas poder, y el mejor ejemplo es emprender en redes sociales, los negocios chicos pueden luchar con todo su esfuerzo para generar, pero en muchas ocasiones ese ingreso no es suficiente, porque no serán los mismos gastos de una madre soltera, al de una persona que vive sin pagar renta y solx, claro que ninguno de estos casos tiene la culpa, porque no es decisión propia, la decisión la toma por ti un sistema torcido antes de siquiera dar tus primeras palabras, porque sí, hay casos de éxito, pero un par no son suficientes para las millones de personas en situaciones decadentes que intentan sobrevivir al sistema capitalista que les oprime.

Y es complicado intentar plantear cada una de las problemáticas que hay detrás de “echarle ganas”, de “tienes que ser especial para destacar en todo” o “debes ser el mejor en todo para que no te opaquen”, porque aún mencionando cada factor, punto por punto, sería imposible borrar estándares tan arraigados en un santiamén. Pero eliminar en cada unx de nosotrxs estos estándares es algo que se puede lograr, entender que no ser especial en todo es válido, que podemos ser especiales a nuestro modo aun cuando se salga de la norma, y también ser o no ser normal está bien, no necesitamos multitudes de personas que sean iguales para respetar y empatizar con las vivencias ajenas. Sin olvidar que parte de empatizar está en reconocer nuestros privilegios y ayudar a lxs demás.

Para mí, escribir me hace no ser normal, y a veces también no ser especial, pero no siempre, porque un día puedo escribir mil doscientas palabras expresando mi

opinión sobre un sistema podrido, y al otro solo ser una estudiante de psicología más hundida en tareas y exposiciones, pero ambas son parte de mí y me hacen ser yo, aun si a la sociedad le incomoda, porque en la incomodidad de las ideas conservadoras y capitalistas puede estar nuestra revolución, llena de extraños normales, repletos de magia propia.

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