Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan
Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan
Esta historia comenzó a escribirse desde el año 2019, cuando presenté el examen COMIPEMS para ingresar al bachillerato, con la esperanza de quedar en la UNAM y en mi primera opción: la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) plantel 4 Vidal Castañeda y Nájera. Al final logré entrar y ser parte de la comunidad universitaria, pero no a la escuela que quería, sino al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Naucalpan.
Mi anhelo de ser Puma data desde el primer contacto que tuve con la UNAM años atrás, cuando mis padres, universitarios de formación y docencia, no solo me acercaron a su historia e identidad y a sus emblemáticos lugares, también, me convencieron de ingresar a sus aulas por la formación integral y la oferta educativa de calidad que ofrece.
Pero sería mi hermano quien me motivaría a no solo entrar a la UNAM, sino también, a la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), por el Pase Reglamentado, su nivel académico de excelencia y su integral plan de estudios. Entonces acepté el reto de enfrentarme a una prueba ardiente, difícil y complicada de 128 preguntas, para conseguir uno de los 30 mil lugares ofertados para el bachillerato universitario; después de tanta incertidumbre, logré cumplir tan importante anhelo, pero ingresando a una escuela con la que estaba poco familiarizado.
Al inicio me costó trabajo aceptar mi ingreso a la Máxima Casa de Estudios a través del CCH, pero conforme transcurrían los días me di cuenta de lo maravilloso que es estudiar ahí, al ser partícipe de un modelo educativo que fomenta la creatividad, el desenvolvimiento personal y el activismo de lxs alumnxs en favor de una transformación social, pero sobre todo, al acercarme con jóvenes que, con su entusiasmo, alegría y talento, hicieron tan amigable y valiosa mi estancia en el plantel que me vio crecer y dar mis primeros pasos.
Fue ahí, en mi primer semestre del CCH, cuando comencé a crear un sentimiento de pertenencia más profundo con la UNAM, que me llevó a tener la ambición de conocer y recorrer todos sus espacios y de generar vínculos sociales y de amistad con chavos de diferentes planteles, después de entender que mi orgullo de ser universitario era muchísimo más grande que cualquier cosa.
La pandemia por COVID-19 replanteó el contacto que tendría a diario con la Universidad, pues, al estar en medio de un confinamiento obligatorio, la virtualidad hizo que no solo las clases, sino también las diferentes actividades que se realizaban fueran por medio de plataformas digitales, distanciándonos físicamente por varios meses.
En ese lapso tuve la oportunidad de conocer a profundidad la Máxima Casa de Estudios, cuando desde la comodidad de mi casa y a través del programa Puntos Cultura UNAM, realizaba visitas virtuales a sus museos y recintos, y veía documentales que hablaban de su historia, identidad y sus símbolos representativos, donde además de enriquecerme culturalmente, descubrí mis raíces azules y doradas, sintiéndome cada vez más orgulloso de ser uno de lxs afortunadxs y privilegiadxs de formarse en una institución pública con más de 100 años de historia y tradición, fundada por Justo Sierra.
Poco tiempo después, en marzo de 2021, cuando me sumé a ¡GOOOYA! y me involucré con un equipo de jóvenes universitarixs talentosxs, fortalecí cada vez más el amor y cariño que le tengo a la llamada Universidad de la Nación, así como el orgullo de ser parte de ella, pero al mismo tiempo, entendí que la UNAM también está presente en sus estudiantes y profesores, que con sus ideologías y visiones, enriquecen un pensamiento constructivo y propositivo.
¡GOOOYA! hizo que no solo conociera tanto a chicos de diferentes planteles como a distinguidas personalidades, como el Dr. John Ackerman, Sandra Lorenzano, Benito Taibo, Mariana Vega, el Lic. Raúl Aguilar Tamayo, Astrid Navarro, Demian Pavón, Magdalena Pérez Selvas, entre otras, también, hizo que me acercara a otros ámbitos dentro y fuera de la UNAM, que, además de cambiar por completo mi visión acerca del orgullo por la Universidad, me volvieron una persona que abona a los valores de esta noble institución al proponer cambios positivos para construir una mejor comunidad que fomente la crítica, el diálogo, la unión y la solidaridad.
Así, fue que durante ese tiempo, descubrí que la Máxima Casa de Estudios, es mucho más que sus facultades, escuelas, museos, lugares y el emblemático campus de Ciudad Universitaria, al integrar una amplia comunidad plural y diversa de religiones, ideologías políticas, sectores sociales y económicos, orientaciones sexuales e identidades de género y otros ámbitos, misma que enriquece la tolerancia y el respeto, valores que nos debemos unxs a otrxs.
También, entendí que lxs jóvenes somos la columna vertebral de la UNAM, al dotarnos de una amplia y sólida formación integral que nos ayudará a desempeñarnos profesionalmente en próximos años y ser los protagonistas de los cambios dentro de nuestro país, como es el caso de Guillermo Ruiz Tomé –ex seleccionado nacional de triatlón y concejal en Álvaro Obregón, Ciudad de México–, quien es un joven excepcional y ejemplar por sus méritos deportivos como triatleta y valiosas contribuciones en favor de nuestra juventud.
Actualmente, como estudiante de licenciatura en la FES Acatlán, me doy cuenta que el orgullo de ser universitario no solo es por estudiar en las aulas de la Máxima Casa de Estudios y conocer su identidad, también, es por involucrarse con una comunidad joven que, desde el conocimiento, el talento, la pluralidad y diversidad de horizontes, busca impulsar cambios que contribuyan a la construcción de un mejor entorno para beneficio de todxs.
Por eso es que me siento profundamente orgulloso de ser un integrante más de la comunidad de la Universidad Nacional Autónoma de México, porque no solo tengo el honor de estudiar en una institución con una larga historia, sino también, de ser parte de una juventud universitaria que busca ver hacia el futuro y transformar la realidad en la que todxs somos partícipes.
La UNAM me hizo ver, más allá de su legado, sus planteles, pasillos y rincones, lo maravilloso de ser joven y lo enriquecedor que es involucrarse con una amplia comunidad, conocerla y ser parte de una gran diversidad de ideas y posiciones, donde al final lo importante es generar lazos de unión, confianza, solidaridad, fraternidad y amor entre todxs. Por eso, es un gran orgullo estudiar en una institución que, más que un lugar, es un segundo hogar.
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