Me acuerdo cuando el musulmán de la boutique pakistaní me leyó la mano: acertó en cosas pasadas de mi vida y me recomendó practicar el Dharma, procurar la bendición de mis padres. Pero ahora que me encuentro en mi cama a oscuras, por la noche interminable, divago en infinidad de cosas y se me viene a la mente el recuerdo de verme en clase, muy aburrida por cierto. El tema estudiado en el salón y las pocas palabras que entraron a mi cerebro me daban vuelta en la cabeza, ya contaba con el speech perfecto sobre aquel tema…

No me importa pensar demasiado aunque sé que esa idea concreta sobre el tema de la clase nunca la voy a poder decir, ni siquiera en una tarea (tampoco contará para el famoso rubro de participaciones). Pero he aquí, al fin, lo que las palabras del musulmán, la noche y la aburrida clase me hicieron pensar. Primero recordé que el existencialismo de Sartre se centra siempre en el análisis de la condición humana, la libertad, el significado de la vida y también en el análisis de las emociones.

En este caso hablaré sobre el sentido de la vida y si es que en realidad existe, de la mano con un análisis de la condición humana.

Uno nunca se pregunta qué hace aquí. Por qué no mejor dormirse y jamás despertar; por qué uno busca ser feliz y no triste ¿o al revés? La situación es que muchas veces me pregunto si de verdad vale la pena acostarse y luego levantarse para acatar tu rutina al día siguiente. Sin embargo, nunca puedo quedarme eternamente dormida, por el ciclo natural de la vida, estoy obligada todo el tiempo porque mi cerebro funciona y mis ojos están abiertos para pensar en si debo hacer esto, lo otro, lo aquello, esto otro.

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Después de un rato terminé mis tareas del día pero no sé de qué manera lo hice, si fue ya predeterminado, de manera obligada, sin pensar y solamente mis manos moviéndose o si fue por algo que no sé que es.

Muchos dicen que si te pones a pensar en la famosa inmortalidad del cangrejo es existencialismo, pero en realidad casi nadie sabe qué es el existencialismo. Por lo regular lo toman como una palabra vana, filosófica pero sin significado, como si no tuviera esa palabra algún significado real o imperante en el aire que muchas veces se respira.

Es ahí cuando analizo meticulosamente a las personas: cómo se mueven, cómo hablan, cómo actúan; si dicen esto de manera normal o de una manera predeterminada y ya normalizada. Entonces me doy cuenta que en realidad todo está escondido bajo un slogan comercial que se conoce como “Ella se llama C…” aunque en realidad pareciera que actuamos bajo un encantamiento donde las fuerzas oscuras obligan a hacer eso para apelar al mal o la falsedad.

En mi caso, me resisto a ese encantamiento. Sin embargo, algo que no puedo lograr es poder entender por qué me tachan de “diferente” o de “no es como las demás” cuando en efecto, no soy como los demás pero soy yo: yo sí pienso y digo por qué quiero despertar y por qué a la noche siguiente ya no quiero despertar; sólo yo sé y digo por qué me gusta leer y tengo preferencia por un libro a una fiesta.

Según Sartre, soy libre. Así analizo la condición humana: soy libre porque yo sé que lo soy, encuentro el significado de vivir mi propia vida aunque después lo pierda pues lo vuelvo a encontrar en un lugar inesperado y sobre todo, gobierno la norma de la autenticidad.

Pero veamos, ¿es cierto que soy lo que Sartre plantea o solo soy una aficionada a la lectura bajo su norma de la autenticidad creyéndose simpatizante del existencialismo? Pues bien, y cito: “…el rechazo a pertenecer a cualquier escuela de pensamiento, el repudiar la adecuación o cualquier cuerpo de creencias, y especialmente las sistemáticas, y una marcada insatisfacción hacia la filosofía tradicional, lo cual tacha de superficial, académica y alejada de la vida”. Es aquí donde afirmo mi lugar dentro del existencialismo por que como dije antes, no soy “como los demás”; porque no apoyo en especial al feminismo; porque me gusta la teología pero la religión no; porque no me escondo detrás de “mi marca comercializada”; y sobre todo, porque no me quedo con lo superfluo ni con lo adaptado como podría ser el lenguaje inclusivo.

Ahora, seguro me dirás que lo que yo digo ser y pretendo ser no es existencialismo sartreano sino anarquismo, pero no amigo mío, esto es la capacidad de ser libre y es lo que conlleva a combinar perfectamente el pensamiento moral con el científico, porque es así como analizar la condición de tu compatriota y de cierta forma la comparas con la tuya, que la de uno mismo ciertamente es mejor.

Sartre sostiene que la existencia precede a la esencia y que la realidad es anterior al pensamiento y la voluntad a la inteligencia, aquí te puedo decir que es cierto ¿Por qué? Porque uno debe tener esencia, tener algo que te haga auténtico antes de ser solamente C… y andar por la vida como cabra pastando y trepando árboles. Luego, no se puede pensar si eso no ha llegado, es decir, la realidad; no puedes pensar correctamente si no has estado en el tiempo de aquello que estás pensando y claramente no puedes ser inteligente queriendo aprender de la voluntad.

Ahora bien, te aseguro con todo lo antes dicho que si soy libre y que no lo dudo, que aseguro mi libertad no sólo con simples conceptos. Sartre decía que la definición pura de Dios es la negación del hombre y su libertad. Es por esto que yo siendo solamente aficionada  a la lectura (pero no al fanatismo religioso), soy libre porque no me fío de algo que no veo, no quiero salir de una situación por medio de un rezo, por medio de un deseo admitiendo mis errores (¿mis pecados?). Yo nunca aceptaré que estoy obrando mal frente a algo inexistente porque de esta forma soy libre: no estoy atada a nada, no me baso en dogmas o en palabras dichas a las 12 de la tarde en una iglesia por un hombre vestido de blanco. Simplemente, no tengo Dharma.

Es aquí donde encuentro el verdadero significado de que el existencialismo es un humanismo porque después de todo lo anterior, todo es subjetivo, así como la forma en que pienso todo esto, estando en mi cama supuestamente dormida y recordando el recuerdo del musulmán que me llevó a recuerdos más antiguos, y ahora, recuerdo todo esto mientras lo escribo.