En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
XAVI SILVA /CUARTOCURO.COM
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Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

Los colores no tienen género

Número 2 / JULIO - SEPTIEMBRE 2021

Yo creo que en todos nosotros hay sangre indígena, al menos alguna pequeña gotita; no puedes evitarlo, eso es lo que es y es imposible cambiarlo

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Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

En mi opinión y experiencia, lo que he visto y escuchado, incluso lo que he vivido, siento que los mexicanos somos racistas en muchos sentidos. Podemos comenzar por la vestimenta de algunos pueblos que aún siguen con sus costumbres y que han llevado por generaciones para crear su propia identidad: nos burlamos de esta ropa sin saber su significado, que debe ser muy grande y especial; también nos burlamos de nuestras propias lenguas; de hecho es lo primero que hacemos al escuchar alguna de ellas.

¿Qué hacemos? Puede que nos burlemos, hagamos chistes sobre ello, aunque debería darnos vergüenza. Más bien eso debería hacernos sentir orgullosos, pues no hemos perdido nuestras lenguas originarias. ¿No te has puesto a pensar qué pasaría si algún día no existe todo esto? Se pierde la posibilidad de hablar en lengua indígena por una simple burla o rechazo hacia alguien que la usa. A veces nos fijamos tanto en el exterior, que no podemos ver la capacidad y lo especial que es cada persona (incluso de nosotros mismos), sólo nos importa lo que vemos y siempre queremos cambiar algo de las personas, nunca podemos estar conformes.

Desde que era pequeña he vivido con el racismo desde la escuela hasta mi casa. En la escuela siempre había niñxs con su grupito que hablaban mal de alguien más, a lo mejor para hacerse interesantes o para sentirse superiores y siempre por los mismos motivos: que si el color de piel, que si eres flaco o gordo, que si eres bueno en matemáticas o no; bueno, hasta por los tenis, siempre queriendo hacer un mal comentario o chiste. Siendo un poco mayor, las burlas se vuelven más intensas y son parte de tu día, pues escuchas alguna burla, mal comentario o “broma” hacia tus compañeros, maestros y puede que hacia ti.

Los insultos que más escuchaba eran prieto, mugroso, tonto, baboso, entre otros más y fuertes que no puedo mencionar, pero que deben de imaginarse, aunque la frase que más me causaba rabia era que: “eres un indio, una india”, porque me ponía a pensar y concluía: “es que todos los somos”.

Yo creo que en todos nosotros hay sangre indígena, al menos alguna pequeña gotita; no puedes evitarlo, eso es lo que es y es imposible cambiarlo. Pensando en todo esto me pregunto cómo empieza el racismo en nosotros; digo, no puedes nacer y ser racista, eso se forma y, claro, creo que empieza desde la casa, la escuela, la calle, todo, todos…

Si tú has hecho algo así, es decir, hablar mal de alguien que te cae mal para sentirte superior a él o ella, primero piensa en qué vas a decir; créeme que puedes evitar muchas cosas negativas, hasta el suicidio de alguien o el trauma de toda una vida. No tenemos idea de cómo las palabras causan un gran impacto en la vida de una persona, tomemos conciencia de lo que decimos, a quién y por qué lo hacemos. Creo que a nadie nos gusta que nos discriminen por nuestra voz, piel, de dónde venimos, del idioma que hablamos, cómo vestimos, calzamos, si eres flaco o gordo, en lo que crees o no crees.

No puedo hacer que el racismo desaparezca de un chasquido como Thanos lo hizo para acabar con el mundo, pero puedo decirles a todos ustedes que están leyendo esto que no se lo tomen a la ligera. Todos podemos cambiar lo que vemos y escuchamos, empezando por nosotros, debemos de intentar conocernos bien, ver nuestros defectos y virtudes.

Trata de educarte, empieza a vivir tu vida y que no te preocupe la apariencia de alguien más ni nada de lo que lleve puesto, porque eso en verdad no importa. Intenta ver más allá que sólo la apariencia de alguien. Los colores no tienen género.

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