En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Angela Roma
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Sofía Santiago González

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

Estudiante. Incipiente en la escritura. Escribo como escapatoria. Las emociones llevan mis textos. .

Lo que nos dejan

Número 5 / ABRIL - JUNIO 2022

Satisfacemos la carne. Amamos sin tocar. Pensamos en futuro y lloramos desilusión

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Sofía Santiago González

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

Amar es idea de plenitud. Amar con el alma y evocando todo sentido. Amar hasta desangrarse. Henos aquí enamorando a otros. Cortejando bajo lo que nos permiten seducir y, por tanto, creyendo amar.

¿Tenemos libertad de asir amantes ciegos de su corporalidad? Me he dicho que no. No ha sido un no desesperanzado. Fue un no colérico. Un no grávido de temor, pues buscando el amor me topo con mi naturalidad.

La naturalidad por la que denigro la moral. Donde mi fascinación por los adonis y las curvas de mujer me castigan. Me relegan a dormir entre demonios. En cuevas húmedas, lúgubres, alejadas de ellos. Pues somos pecadores por desear pieles que no responden a la pulcritud imaginada de los que cortejan el orden. Un orden carcelero de corazones aspirantes a pasiones coloridas.

¿Todos amamos igual? Todos amamos. Por desgracia he vivido enrejando pasiones. Pasiones que me inclinan al otro. Amores perversos para quienes el orden. Contemplo desgracia y ellos miran armonía. Armonía implantada que no me incluye. Denigra y castiga lo que bordea el gris. Más allá de la dualidad no es controlable y se prefiere eliminar del pensamiento lo diferente. Si por osadía se penetrara el pulcro hábitat la homogenización será el medio para asesinar la disidencia.

Templada por la moral. Drogada de unificación. Enfrenté la cara doble. Inundada por temor a perderme del nosotros me sentí a la deriva y demoniaco fue la palabra que grité, al mirar mujeres tocando sin pudor a otras, besando ombligos y timbrando a la libido. Hombres que no creí hombres y cosas que se declamaban humanas.

Pero heme aquí. Luego de enfrentar al otro que al presente asumo mío. Puesto que, la barbarie se posa en la concepción amputada de la amplitud del querer. Colores y matices son el otro y el nosotros de los relegados que amamos diferente, que amamos sin relego y amamos aún con miedo.

No somos demoniacos. No somos innombrables. Somos los otros que se diferencian por pasiones e identidades divergentes. Somos los otros que aman. Amamos porque somos humanos y buscamos pertenecer aún al amar en solitario ¡Míranos! que compartimos tierra y agua. Somos menos demonio y más humano. Se acelera nuestra cabeza mientras el corazón palpita ceñido de la prisa.

Satisfacemos la carne. Amamos sin tocar. Pensamos en futuro y lloramos desilusión. Manifiesto que somos personas porque esto no ha resultado obvio por centurias. Un grito iracundo y caigo. La tirria nos devora. Aún tengo miedo.

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